Oraciones y reflexiones

¿QUÉ TÍTULO LE PONDRÍAS AL CAPÍTULO ACTUAL DE TU VIDA?

La ternura es…

El amor expresado sin gestos.

La comprensión hecha caricia.

La compasión que no humilla.

La cercanía que da calor.

La aceptación total que cura.

La sonrisa que alivia el dolor.

La amistad fiel que da esperanza.

F. M. Muguruza s.j



En estos días, Señor, quiero acercarme a ti en el amor expresado sin gestos, en una mirada, en una actitud, en un paso atrás o adelante, según el momento. Con la comprensión como guía.

Aceptando mi limitación y la del otro. Tomándome tiempo para pensar antes de estallar. Buscando ratos para cultivar esa paz que necesito. Sintiendo que me quieres. Aprendiendo a vivir tu Ternura.



“En aquel tiempo dijo Jesús: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que cree en mí nunca más tendrá sed” (Jn 6,35)

Esa que es la que nos mantiene cuando todo lo demás parece ausente. Esa que nos invita a avanzar al futuro, si acaso el presente nos puede. La esperanza es hija de la promesa. Y hermana de la confianza. No les cerremos la puerta a estas tres compañeras de camino, que ellas pondrán luz en nuestras estancias, si acaso hay bruma. La promesa dice que el bien tendrá la última palabra en cada historia, incluso si es difícil verlo. La confianza es creerlo, porque todo un Dios nos lo ha dicho. La esperanza nace de ambas…Gracias, Señor, porque la esperanza no se rinde.



UNA VEZ MÁS:

Cuando las fuerzas aflojan

tú me das con qué seguir

Cuando me ciego y me agobio

tú serenas mi vivir

confío en Ti

en Ti, confié

una vez más, en Ti esperaré

una vez más, en Ti esperaré

una vez más en Ti esperaré

una vez más en Ti, yo esperaré…

yo esperaré...



El mar estaba muy picado hacía varios días.

La visibilidad era muy precaria. El capitán del enorme acorazado recomendó a su tripulación permanecer alerta.– Por favor informe inmediatamente cualquier novedad. -ordenó con seguridad el capitán a su segundo-.

Tan pronto oscureció, uno de los marinos anunció:

– Atención, una luz está brillando hacia el norte.

– ¿Se está moviendo o está quieta? -preguntó el capitán. – ¡Se está moviendo! -respondió el segundo.

El capitán llamó al encargado de las señales y le dijo:

– Avísele a esa embarcación que si sigue en esa dirección está en grave riesgo de estrellarse contra nosotros. Aconséjele que vire 20 grados hacia el este.

Como no hubo respuesta y la luz seguía acercándose el capitán decidió encargarse personalmente de la situación.



– Atención, atención. Habla el capitán de este gran acorazado. Le advertimos una vez más, cambie de curso o nos estrellaremos contra ustedes.

Háganlo ahora, insistió el capitán con firmeza. Entonces una voz tranquila y segura le respondió:

-Aquí habla el marinero Pérez. Acorazado, cambie usted su rumbo 20 grados hacia el este.

Al oír esto el capitán, ya salido de casillas y casi gritando, dijo:

– Por última vez marinero. Este es un barco de guerra, vire inmediatamente 20 grados hacia el este.

Y la respuesta que recibió fue:

-Yo soy el encargado del faro y es usted es el que debe cambiar de curso, si no lo hace tendrá un accidente fatal.

A veces queremos que los demás cambien y hasta los amenazamos con estrellarnos. Es másfácil que tú cambies. Tú diriges tu barco. Ve a donde tú quieras y como todo buen capitán, sé flexible en la forma de construir los caminos. Escucha lo que los demás tengan que decir. Te puedes evitar una colisión.




Un hombre fue llamado a la playa para pintar un barco.

Trajo con él pintura y pinceles, y comenzó a pintar el barco de un rojo brillante, como fuera contratado para hacerlo. Mientras pintaba, verificó que la tinta estaba pasando por el fondo del barco. Percibió que había un orificio, y decidió repararlo. Cuando terminó la pintura, recibió su dinero y se fue.

Al día siguiente, el propietario del barco buscó al pintor y le regaló un bello cheque.

El pintor quedó sorprendido:

– El señor ya me pagó por la pintura del barco



– Mi querido amigo, usted no comprendió. Déjeme contarle lo que sucedió. Cuando le pedí que pintara el barco, olvidé de hablarle del orificio. Cuando el barco se secó, mis hijos subieron y salieron de pesca. Yo no estaba en casa en aquel momento. Cuando volví y me di cuenta que habían salido con el barco, quedé desesperado, pues recordé que el barco tenía un agujero. Imagine mi alivio y alegría cuando los vi retornando sanos y salvos. Entonces, examiné el barco y constaté que usted lo había reparado! Percibe, ahora, lo que hizo? Salvó la vida de mis hijos! No tengo dinero suficiente para pagarle por su “pequeña” buena acción…

No te limites a hacer lo que esperan de ti. No importa para quién, cuándo y de qué manera. Da lo mejor de ti. Siempre…

No te rindas, aunque a veces duela la vida.

Aunque pesen los muros y el tiempo parezca tu enemigo.

No te rindas,

aunque la distancia con los tuyos

parezca insalvable.

Aunque el amor sea, hoy,

un anhelo difícil,

y a menudo te muerdan

el miedo, el dolor, la soledad,

la tristeza y la memoria.

No te rindas.

Porque sigues siendo capaz

de luchar, de reír, de esperar,

de levantarte las veces que haga falta.

Tus brazos aún han de dar

mucho abrazos, y tus ojos

verán paisajes increíbles.

Acaso, cuando te miras al espejo, no reconoces lo hermoso,

pero Dios sí. Dios te conoce,

y porque te conoce

sigue confiando en ti,

sigue creyendo en ti,

sabe que, como el ave herida,

sanarán tus alas y levantarás el vuelo, aunque ahora parezca imposible.

No te rindas. Que hay quien te ama

sin condiciones, y te llama

a creerlo.

(José María R. Olaizola)