28 CREENCIAS ADVENTISTAS

28 creencias fundamentales de los adventistas del septimo dia

Los Adventistas del Séptimo Día aceptan la Biblia como su único credo y sostienen que ciertas creencias fundamentales son enseñanzas de las Santas Escrituras. Estas creencias, así como están presentadas aquí, constituyen el entendimiento y la expresión de la Iglesia sobre las enseñanzas de las Escrituras. Una revisión de estas declaraciones se podría llevar a cabo en una sesión de la Asociación General cuando la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, sea llevada a un entendimiento más completo de la verdad Bíblica o encuentre palabras más adecuadas en las cuales expresar las enseñanzas de la Santa Palabra de Dios.

I-DOCTRINAS DE DIOS

1- las santas escrituras

Las Santas Escrituras, el Antiguo y el Nuevo Testamento son la Palabra escrita de Dios, dadas a los hombres santos por divina inspiración de Dios, quienes hablaron y escribieron así como fueron movidos por el Espíritu Santo. En Su Palabra, Dios ha entregado al hombre el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras son la infalible revelación de Su voluntad. Ellas son el estandarte de Su carácter, la prueba de experiencia, la revelación autorizada de las doctrinas, y una confiable anotación de los hechos de Dios en la historia.

2 Pedro 1:20-21 2 Timoteo 3:16-17 Salmo 119:105 Proverbios 30:5-6 Isaías 8:20 Juan 17:17 1 Tesalonicenses 2:13 Hebreos 4:12

2- LA TRINIDAD

Hay un solo Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, una unidad de tres Personas, coexistiendo por la eternidad. Dios es inmortal, todo poderoso, conocedor de todo, superior a todo y omnipresente. Él es infinito y más allá de la comprensión humana, pero conocido por Su auto-revelación. Él es siempre digno de alabanza, adoración y servicio por toda la creación.

Deuteronomio 6:4 Mateo 28:19 2 Corintios 13:14 Efesios 4:4-6 1 Pedro 1:2 1 Timoteo 1:17 Apocalipsis 14:7

3- EL PADRE

Dios el eterno Padre es el Creador, la Fuente, el Sustentador y el Soberano de toda la creación. Él es justo y santo, misericordioso y piadoso, lento con la ira, y abundante en constante amor y fidelidad. Las cualidades y los poderes exhibidos en el Hijo y el Espíritu Santo también son revelaciones del Padre.

Génesis 1:1 Apocalipsis 4:11 1 Corintios 15:28 Juan 3:16 1 Juan 4:8 1 Timoteo 1:17 Éxodo 34:6-7 Juan 14:9

4- EL HIJO

Dios el eterno Hijo fue encarnado en Cristo Jesús. Por Él, todas las cosas fueron creadas, el carácter de Dios es revelado, la salvación de la humanidad es realizada, y el mundo es juzgado. Siempre Dios verdadero, Él se convirtió verdaderamente hombre, Jesús el Cristo. Fue concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Él vivió y experimentó la tentación como todo ser humano pero ejemplificando perfectamente la rectitud y el amor de Dios. Por sus milagros, Él manifestó el poder de Dios y fue demostrado como el Mesías prometido de Dios. Él sufrió y murió voluntariamente en la cruz por nuestros pecados y en nuestro lugar. Él volverá de nuevo en gloria para la última liberación de Su pueblo y la restauración de todas las cosas.

Juan 1:1-3 y Juan 1:14 Colosenses 1:15-19 Juan 10:30 Juan 14:9 Romanos 6:23 2 Corintios 5:17-19 Juan 5:66 Lucas 1:35 Filipenses 2:5-11 Hebreos 2:9-18 1 Corintios 15:2-3 Hebreos 1:1-2 Juan 14:1-3

5- El espiritu santo

Dios, el eterno Espíritu, fue activo con el Padre e Hijo en la creación, la encarnación y la redención. Él inspiró a los escritores de las Escrituras. Él lleno la vida de Cristo con poder. Él llama y convence al ser humano y aquellos que responden, Él los renueva y transforma en la imagen de Dios. Enviado por Dios y el Hijo para estar siempre con Sus hijos, Él extiende dones espirituales a la Iglesia, capacitándola para ser testigo de Cristo y, en armonía con las Escrituras, la lleva a toda verdad.

Génesis 1:1-2 Lucas 1:35 Lucas 4:18 Hechos 10:38 2 Pedro 1:21 2 Corintios 3:18 Efesios 4:11-12 Hechos 1:8 Juan 14:16-18 y Juan 14:26 Juan 15:26-27 Juan 16:7-13

II-DOCTRINAS DEl HOMBRE

6- LA CREACION

Dios es Creador de todas las cosas, y ha revelado en la Escritura el relato auténtico de Su actividad creativa. En seis días el Señor hizo los cielos y la tierra y a todo ser viviente sobre la tierra, y descansó el séptimo día de esa primera semana. Él de tal manera estableció el sábado como perpetuo conmemorativo de Su obra creativa completada. El primer hombre y mujer fueron hechos a la imagen de Dios como la obra coronante de la Creación, se les dio dominio sobre la tierra y la responsabilidad de cuidarla. Cuando el mundo fue acabado, era muy bueno, declarando la gloria de Dios.

Génesis 1 y Génesis 2 Éxodo 20:8-11 Salmo 19:1-6 Salmo 33:6, 9 Salmo 9 Salmo 104 Hebreos 11:3

7- NATURALEZA DEL HOMBRE

El hombre y la mujer fueron hechos a la imagen de Dios con individualidad, el poder y la libertad de pensar y actuar. Aunque creados seres libres, cada uno es una unidad inseparable del cuerpo, la mente y el alma, dependiendo de Dios para la vida, el aliento y toda otra cosa. Cuando nuestros primeros padres desobedecieron a Dios, ellos negaron su dependencia de Él y cayeron de su alta posición que ocupaban delante de Dios. La imagen de Dios en ellos fue desfigurada y ellos fueron sujetos a la muerte. Su descendencia sufre también de su naturaleza caída y de sus consecuencias. Ellos son nacidos con debilidades y con tendencias al mal. Pero Dios en Cristo reconcilia al mundo a Él mismo y por medio de Su Espíritu restaura en los penitentes mortales la imagen de su Creador. Creados para la gloria de Dios, ellos son llamados a amarle a Él y a unos a otros, cuidando también de su ambiente.

Génesis 1:26-28 Génesis 2:7 Salmo 8:4-8 Hechos 17:24-28 Génesis 3 Salmo 51:5 Romanos 5:12-17 2 Corintios 5:19-20 Salmo 51:5 1 Juan 4:7-8 y 1 Juan 4:11 y 1 Juan 4:20 Génesis 2:15

III-DOCTRINAS DE LA SALVACION

8- EL GRAN conflicto

El Gran Conflicto Toda la humanidad está envuelta hoy en el gran conflicto entre Cristo y Satanás respecto al carácter de Dios, Su ley, y Su soberanía sobre el universo. Este conflicto tuvo origen en el cielo cuando un ser creado, dotado con libre albedrío, en exaltación propia se convirtió en Satanás, el adversario de Dios y condujo a una porción de los ángeles a la rebelión. Él introdujo el espíritu de rebelión en este mundo cuando llevó a Adán y a Eva al pecado. Esta transgresión humana resultó en la desfiguración de la imagen de Dios en la humanidad, en el desorden en el mundo creado, y en su devastación eventual como en la instancia del diluvio mundial. Observado por toda la demás creación, este mundo se volvió en el tribunal del conflicto universal, del cual el amor de Dios será últimamente vindicado. Para asistir a Su pueblo en este conflicto, Cristo envía al Espíritu Santo y a sus fieles ángeles para guiar, proteger y sostener a los Suyos en el camino a la salvación.

Apocalipsis 12:4-9 Isaías 14:12-14 Ezequiel 28:12-18 Génesis 3 Romanos 1:19-32 Romanos 5:12-21 Romanos 8:19-22 Génesis 6-8 2 Pedro 3:6 o 1 Corintios 4:9 Hebreos 1:14

9- la vida, muerte y resurreccion de jesucristo

En la vida de Cristo de perfecta obediencia a la voluntad de Dios, en Su sufrimiento, muerte y resurrección, Dios proveyó la única manera de expiación para el pecado humano. De manera que todos aquellos que aceptaran este sacrificio tuvieran vida eterna y la creación entera entendiera mejor el infinito y santo amor del Creador. Esta expiación perfecta vindica la virtuosidad de la ley de Dios y la misericordia de Su carácter de manera que, aunque condena nuestros pecados, provee para nuestro perdón. La muerte de Cristo es sustitutiva y expiatoria, reconciliadora y transformadora. La resurrección de Cristo proclama el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal y para aquellos quienes aceptan Su expiación les asegura victoria final sobre el pecado y la muerte. Esto declara el señorío de Cristo Jesús ante el cual toda rodilla del cielo y la tierra se doblará.

Juan 3:16 Isaías 53 1 Pedro 2:21,22 1 Corintios 15:3-4 1 Corintios 15:20-22 2 Corintios 5:14-15 2 Corintios 5:19-21 Romanos 1:4 Romanos 3:25 Romanos 4:25 Génesis 8:3-4 1 Juan 2:2 1 Juan 4:10 Colosenses 2:15 Filipenses 2:6-11

23- EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

El matrimonio fue divinamente establecido en el Edén y afirmado por Jesús como una unión de por vida entre un hombre y una mujer en una compañía amorosa. Para el cristiano un compromiso matrimonial es tanto con Dios como con el cónyuge, y debe ser contraído sólo entre un hombre y una mujer que compartan una fe común. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad son el tejido de esta relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la cercanía y la permanencia de la relación entre Cristo y su iglesia. En cuanto al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia de un cónyuge, excepto por fornicación, y se casa con otro, comete adulterio. Aunque algunas relaciones familiares pueden no estar a la altura del ideal, un hombre y una mujer que se comprometen plenamente el uno con el otro en Cristo a través del matrimonio pueden lograr la unidad amorosa mediante la guía del Espíritu y el cuidado de la iglesia. Dios bendice a la familia y pretende que sus miembros se ayuden mutuamente para alcanzar una completa madurez. Aumentar la cercanía de la familia es una de las características del mensaje final del Evangelio. Los padres deben educar a sus hijos para que amen y obedezcan al Señor. Con su ejemplo y sus palabras deben enseñarles que Cristo es un guía amoroso, tierno y cuidadoso que quiere que se conviertan en miembros de su cuerpo, la familia de Dios que abarca tanto a los solteros como a los casados.

Génesis 2:18-25; Éxodo 20:12; Deuteronomio 6:5-9; Proverbios 22:6; Mal. 4:5, 6; Mat. 5:31, 32; 19:3-9, 12; Marcos 10:11, 12; Juan 2:1-11; 1 Cor. 7:7, 10, 11; 2 Cor. 6:14; Ef. 5:21-33; 6:1-4.

10- la experiencia de la salvacion

En infinito amor y misericordia, Dios dejó que Cristo, Quien no conoció pecado, llevara el pecado por nosotros para que en Él pudiéramos ser hechos rectos ante Dios. Guiados por el Espíritu Santo, sentimos nuestra necesidad, reconocemos nuestra manera pecaminosa, nos arrepentimos de nuestras transgresiones, y ejercemos fe en Jesús como Señor y Cristo, como sustituto y ejemplo. Esta fe, la cual recibe salvación, viene por medio del poder divino del Verbo y recibe el don de la gracia de Dios. Por medio de Cristo somos justificados, adoptados como hijos e hijas de Dios y librados del dominio del pecado. Por medio del Espíritu, nacemos de nuevo y somos santificados. El Espíritu renueva nuestras mentes, escribiendo la ley de Dios en nuestros corazones y nos da poder para vivir una vida santa. Permaneciendo en Él, somos hechos partícipes de la naturaleza divina y tenemos la seguridad de la salvación hoy y en el juicio final. Apoyo se encuentra en estos pasajes bíblicos:

2 Corintios 5:17-21 Gálatas 1:4 Gálatas 4:4-7 Tito 3:3-7 Juan 16:8 Gálatas 3:13 1 Pedro 2:21-22 Romanos 10:17 Lucas 17:5 Marcos 9:23,24 Efesios 8:3-4 Romanos 3:21-26 Colosenses 1:13-14 Romanos 8:14-17 o Gálatas 3:26 Juan 3:3-8 1 Pedro 1:23 Romanos 12:2 Hebreos 8:7-12 Ezequiel 36:25-27 2 Pedro 1:3-4 Romanos 8:1-4 Romanos 5:6-10

11- creciendo en cristo

Con su muerte en la cruz, Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal. Aquel que subyugó a los espíritus demoníacos durante su ministerio terrenal ha roto el poder de Satanás, y aseguró de su destrucción definitiva. La victoria de Jesús nos da la victoria sobre las fuerzas del mal que aún buscan controlarnos, mientras caminamos con él en paz, alegría y seguros de su amor. Ahora el Espíritu Santo mora en nosotros y nos da poder. Continuamente comprometidos con Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos liberados de la carga de nuestras acciones pasadas. Ya no vivimos en la oscuridad, el miedo a los poderes del mal, la ignorancia y el sinsentido de nuestra anterior forma de vida. En esta nueva libertad en Jesús, estamos llamados a crecer a semejanza de su carácter, comulgando con él diariamente en la oración, alimentándonos de su Palabra, meditando en ella y en su providencia, cantando sus alabanzas, reuniéndonos para la adoración y participando en la misión de la Iglesia. También estamos llamados a seguir el ejemplo de Cristo ministrando compasivamente a las necesidades físicas, mentales, sociales, emocionales, y espirituales de la humanidad. Mientras nos entregamos en servicio amoroso a los que nos rodean y en testimonio de su salvación, su constante presencia con nosotros a través del Espíritu transforma cada momento y cada tarea en una experiencia espiritual.

1 Cron. 29:11; Sal. 1:1, 2; 23:4; 77:11, 12; Mat. 20:25-28; 25:31-46; Lucas 10:17-20; Juan 20:21; Rom. 8:38, 39; 2 Cor. 3:17, 18; Gál. 5:22-25; Ef. 5:19, 20; 6:12-18; Fil. 3:7-14; Col. 1:13, 14; 2:6, 14, 15; 1 Tes. 5:16-18, 23; Heb. 10:25; Santiago 1:27; 2 Pedro 2:9; 3:18; 1 Juan 4:4.

IV-DOCTRINAS DE LA IGLESIA

12- LA IGLESIA

La iglesia es la comunidad de creyentes que confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador. En continuidad con el pueblo de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento, somos llamados a diferenciarnos del mundo; y nos reunimos para la adoración, para la comunión, para la instrucción en la Palabra, para la celebración de la Cena del Señor, para el servicio a la humanidad y para la proclamación mundial del evangelio. La iglesia deriva su autoridad de Cristo, que es la Palabra encarnada revelada en las Escrituras. La iglesia es la familia de Dios; adoptada por Él como hijos, sus miembros viven sobre la base del nuevo pacto.La iglesia es el cuerpo de Cristo, una comunidad de fe de la cual Cristo mismo es la cabeza. La iglesia es la novia por la que Cristo murió para santificarla y limpiarla.A su regreso triunfante, se la presentará a sí mismo como una iglesia gloriosa, los fieles de todas las edades, la compra de su sangre, sin mancha ni arruga, sino santa y sin mancha.

Génesis 12:1-3; Éxodo 19:3-7; Mateo 16:13-20; 18:18; 28:19, 20; Hechos 2:38-42; 7:38; 1 Corintios 1:2; Efesios 1:22, 23; 2:19-22; 3:8-11; 5:23-27; Colosenses 1:17, 18; 1 Pedro 2:9.

13- EL REMANENTE Y SU MISION

La iglesia universal está compuesta por todos los que creen verdaderamente en Cristo, pero en los últimos días, un tiempo de apostasía generalizada, un remanente ha sido llamado a guardar los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Este remanente anuncia la llegada de la hora del juicio, proclama la salvación a través de Cristo y anuncia la llegada de su segundo advenimiento. Esta proclamación está simbolizada por los tres ángeles de Apocalipsis 14; coincide con la obra del juicio en el cielo y resulta en una obra de arrepentimiento y reforma en la tierra. Cada creyente está llamado a tener una parte personal en este testimonio mundial.

Dan. 7:9-14; Isa. 1:9; 11:11; Jer. 23:3; Mic. 2:12; 2 Cor. 5:10; 1 Pedro 1:16-19; 4:17; 2 Pedro 3:10-14; Judas 3, 14; Apocalipsis 12:17; 14:6-12; 18:1-4.

14- UNIDAD EN EL CUERPO DE CRISTO

La iglesia es un cuerpo con muchos miembros, llamados de todas las naciones, tribus, lenguas, y pueblos. En Cristo somos una nueva creación; las distinciones de raza, cultura, aprendizaje y nacionalidad, y las diferencias entre altos y bajos, ricos y pobres, hombres y mujeres, no deben ser divisorias entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo, que por un solo Espíritu nos ha unido en una comunión con Él y con los demás; debemos servir y ser atendidos sin parcialidad ni reservas. A través de la revelación de Jesucristo en las Escrituras, compartimos la misma fe y esperanza, y nos extendemos en un solo testimonio a todos. Esta unidad tiene su fuente en la unidad del Dios trino, que nos ha adoptado como sus hijos.

Salmo 133:1; Mateo 28:19, 20; Juan 17:20-23; Hechos 17:26, 27; Rom. 12:4, 5; 1 Cor. 12:12-14; 2 Cor. 5:16, 17; Gál. 3:27-29; Ef. 2:13-16; 4:3-6, 11-16; Col. 3:10-15

15- EL BAUTISMO (COMUNION)

Por el bautismo confesamos nuestra fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, y damos testimonio de nuestra muerte al pecado y de nuestro propósito de caminar en la novedad de la vida. Así reconocemos a Cristo como Señor y Salvador, nos convertimos en su pueblo y somos recibidos como miembros por su iglesia. El bautismo es un símbolo de nuestra unión con Cristo, el perdón de nuestros pecados y la recepción del Espíritu Santo. Es por inmersión en el agua y depende de la afirmación de la fe en Jesús y la evidencia del arrepentimiento del pecado. Sigue la instrucción de las Sagradas Escrituras y la aceptación de sus enseñanzas.

Mateo 28:19, 20; Hechos 2:38; 16:30-33; 22:16; Romanos 6:1-6; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12, 13.

16- LA CENA DEL SENOR

La Cena del Señor es una participación en los emblemas del cuerpo y la sangre de Jesús como expresión de la fe en Él, nuestro Señor y Salvador. En esta experiencia de comunión, Cristo está presente para encontrar y fortalecer a su pueblo. Al participar, proclamamos con alegría la muerte del Señor hasta que vuelva. La preparación para la Cena incluye el auto-examen, el arrepentimiento y la confesión. El Maestro ordenó el servicio del lavado de pies para significar una renovada limpieza, para expresar la voluntad de servirnos unos a otros en la humildad de Cristo, y para unir nuestros corazones en el amor. El servicio de comunión está abierto a todos los cristianos creyentes.

Mateo 26:17-30; Juan 6:48-63; 13:1-17; 1 Cor. 10:16, 17; 11:23-30; Apoc. 3:20.

V-VIDA DIARIA

17- DONES ESPIRITUALES Y MINISTERIOS

Dios otorga a todos los miembros de su iglesia en todas las épocas los dones espirituales que cada miembro debe emplear en un ministerio amoroso para el bienestar general de la iglesia y de la humanidad. Dados por la agencia del Espíritu Santo, que distribuye a cada miembro como Él quiere, los dones proveen todas las habilidades y ministerios necesarios para que la iglesia cumpla sus funciones divinamente ordenadas. De acuerdo con las Escrituras, estos dones incluyen ministerios como la fe, la sanación, la profecía, la proclamación, la enseñanza, la administración, la reconciliación, la compasión y el servicio abnegado y la caridad para ayudar y animar a las personas. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para funciones reconocidas por la iglesia en ministerios pastorales, evangelísticos y de enseñanza, particularmente necesarios para equipar a los miembros para el servicio, para edificar la iglesia hasta la madurez espiritual y para fomentar la unidad de la fe y el conocimiento de Dios. Cuando los miembros emplean estos dones espirituales como fieles mayordomos de la variada gracia de Dios, la iglesia está protegida de la influencia destructiva de la falsa doctrina, crece con un crecimiento que viene de Dios y se edifica en la fe y el amor.

Hechos 6:1-7; Rom. 12:4-8; 1 Cor. 12:7-11, 27, 28; Ef. 4:8, 11-16; 1 Tim. 3:1-13; 1 Pedro 4:10, 11.

18- EL DON DE LA PROFECIA

Las Escrituras testifican que uno de los dones del Espíritu Santo es la profecía. Este don es una marca identificadora de la iglesia remanente y creemos que se manifestó en el ministerio de Ellen G. White. Sus escritos hablan con autoridad profética y proveen consuelo, guía, instrucción, y corrección a la iglesia. También dejan claro que la Biblia es el estándar por el cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada.


Números 12:6; 2 Crónicas 20:20; Amós 3:7; Joel 2:28, 29; Hechos 2:14-21; 2 Tim. 3:16, 17; Hebreos 1:1-3; Apocalipsis 12:17; 19:10; 22:8, 9.

19- LA LEY DE DIOS

Los grandes principios de la ley de Dios están encarnados en los Diez Mandamientos y ejemplificados en la vida de Cristo. Expresan el amor, la voluntad y los propósitos de Dios en relación con la conducta y las relaciones humanas y son vinculantes para todas las personas en todas las épocas. Estos preceptos son la base del pacto de Dios con su pueblo y la norma en el juicio de Dios. A través de la agencia del Espíritu Santo señalan el pecado y despiertan un sentido de necesidad de un Salvador. La salvación es enteramente por gracia y no por obras, y su fruto es la obediencia a los mandamientos. Esta obediencia desarrolla el carácter cristiano y resulta en un sentido de bienestar. Es una prueba de nuestro amor por el Señor y nuestra preocupación por nuestros semejantes. La obediencia de la fe demuestra el poder de Cristo para transformar vidas, y por lo tanto fortalece el testimonio cristiano.

Éxodo 20:1-17; Deut. 28:1-14; Sal. 19:7-14; 40:7, 8; Mat. 5:17-20; 22:36-40; Juan 14:15; 15:7-10; Rom. 8:3, 4; Ef. 2:8-10; Heb. 8:8-10; 1 Juan 2:3; 5:3; Apoc. 12:17; 14:12.

20- EL SABADO

El amable Creador, después de los seis días de la Creación, descansó en el séptimo día e instituyó el Sábado para todas las personas como un memorial de la Creación. El cuarto mandamiento de la inmutable ley de Dios requiere la observancia del séptimo día como día de descanso, adoración y ministerio en armonía con la enseñanza y la práctica de Jesús, el Señor del Sábado. El Sábado es un día de encantadora comunión con Dios y con los demás. Es un símbolo de nuestra redención en Cristo, un signo de nuestra santificación, una muestra de nuestra lealtad, y un anticipo de nuestro futuro eterno en el reino de Dios. El Sábado es la señal perpetua de Dios de su pacto eterno entre Él y su pueblo. La alegre observancia de este santo tiempo de tarde a tarde, de sol a sol, es una celebración de los actos creativos y redentores de Dios.

Génesis 2:1-3; Éxodo 20:8-11; 31:13-17; Levítico 23:32; Deuteronomio 5:12-15; Isaías. 56:5, 6; 58:13, 14; Ezequiel 20:12, 20; Mateo 12:1-12; Marcos 1:32; Lucas 4:16; Hebreos 4:1-11.

21- LA MAYORDOMIA

Somos los mayordomos de Dios, a quienes Él ha confiado tiempo y oportunidades, habilidades y posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Somos responsables ante Él por su uso apropiado. Reconocemos la propiedad de Dios por medio del servicio fiel a Él y a nuestros semejantes, y devolviendo el diezmo y dando ofrendas para la proclamación de su evangelio y el apoyo y crecimiento de su iglesia. La mayordomía es un privilegio que Dios nos ha dado para nutrirnos en el amor y la victoria sobre el egoísmo y la codicia. Los mayordomos se regocijan en las bendiciones que llegan a los demás como resultado de su fidelidad.

Gen. 1:26-28; 2:15; 1 Cron. 29:14; Hageo 1:3-11; Mal. 3:8-12; Mat. 23:23; Rom. 15:26, 27; 1 Cor. 9:9-14; 2 Cor. 8:1-15; 9:7.

22- CONDUCTA CRISTIANA

Estamos llamados a ser un pueblo santo que piensa, siente, y actúa en armonía con los principios bíblicos en todos los aspectos de la vida personal y social. Para que el Espíritu Santo recree en nosotros el carácter de nuestro Señor nos involucramos sólo en aquellas cosas que producirán la pureza, la salud y la alegría de Cristo en nuestras vidas. Esto significa que nuestra diversión y entretenimiento debe cumplir con los más altos estándares de gusto y belleza cristiana. Reconociendo las diferencias culturales, nuestra vestimenta debe ser sencilla, modesta y pulcra, como corresponde a aquellos cuya verdadera belleza no consiste en el adorno exterior sino en el imperecedero adorno de un espíritu apacible y tranquilo. También significa que como nuestros cuerpos son los templos del Espíritu Santo, debemos cuidarlos inteligentemente. Junto con el ejercicio adecuado y el descanso, debemos adoptar la dieta más saludable posible y abstenernos de los alimentos impuros identificados en las Escrituras. Ya que las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestros cuerpos, debemos abstenernos de ellos también. En su lugar, debemos participar en todo lo que lleve a nuestros pensamientos y cuerpos a la disciplina de Cristo, que desea nuestra salud, alegría y bondad.

Génesis 7:2; Éxodo 20:15; Levítico 11:1-47; Salmo 106:3; Romanos 12:1, 2; 1 Corintios 6:19, 20; 10:31; 2 Corintios 6:14-7:1; 10:5; Efesios 5:1-21; Fil. 2:4; 4:8; 1 Timoteo 2:9, 10; Tito 2:11, 12; 1 Pedro 3:1-4; 1 Juan 2:6; 3 Juan 2

23- EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

El matrimonio fue divinamente establecido en el Edén y afirmado por Jesús como una unión de por vida entre un hombre y una mujer en una compañía amorosa. Para el cristiano un compromiso matrimonial es tanto con Dios como con el cónyuge, y debe ser contraído sólo entre un hombre y una mujer que compartan una fe común. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad son el tejido de esta relación, que debe reflejar el amor, la santidad, la cercanía y la permanencia de la relación entre Cristo y su iglesia. En cuanto al divorcio, Jesús enseñó que la persona que se divorcia de un cónyuge, excepto por fornicación, y se casa con otro, comete adulterio. Aunque algunas relaciones familiares pueden no estar a la altura del ideal, un hombre y una mujer que se comprometen plenamente el uno con el otro en Cristo a través del matrimonio pueden lograr la unidad amorosa mediante la guía del Espíritu y el cuidado de la iglesia. Dios bendice a la familia y pretende que sus miembros se ayuden mutuamente para alcanzar una completa madurez. Aumentar la cercanía de la familia es una de las características del mensaje final del Evangelio. Los padres deben educar a sus hijos para que amen y obedezcan al Señor. Con su ejemplo y sus palabras deben enseñarles que Cristo es un guía amoroso, tierno y cuidadoso que quiere que se conviertan en miembros de su cuerpo, la familia de Dios que abarca tanto a los solteros como a los casados.

Génesis 2:18-25; Éxodo 20:12; Deuteronomio 6:5-9; Proverbios 22:6; Mal. 4:5, 6; Mat. 5:31, 32; 19:3-9, 12; Marcos 10:11, 12; Juan 2:1-11; 1 Cor. 7:7, 10, 11; 2 Cor. 6:14; Ef. 5:21-33; 6:1-4.

VI-RESTAURACION (FIN DE LOS TIEMPOS)

24- EL MINISTERIO DE CRISTO EN EL SANTUARIO CELESTIAL

Hay un santuario en el cielo, el verdadero tabernáculo que el Señor estableció y no los humanos. En él Cristo ministra en nuestro nombre, poniendo a disposición de los creyentes los beneficios de su sacrificio expiatorio ofrecido de una vez por todas en la cruz En su ascensión, fue inaugurado como nuestro gran Sumo Sacerdote y comenzó su ministerio de intercesión, que fue tipificado por el trabajo del sumo sacerdote en el lugar santo del santuario terrenal. En 1844, al final del período profético de 2300 días, entró en la segunda y última fase de su ministerio expiatorio, que fue tipificado por el trabajo del sumo sacerdote en el lugar sagrado del santuario terrenal Es un trabajo de juicio investigativo, que es parte de la disposición final de todo pecado, tipificado por la limpieza del antiguo santuario hebreo en el Día de la Expiación. En ese servicio típico el santuario era limpiado con la sangre de los sacrificios de animales, pero las cosas celestiales son purificadas con el perfecto sacrificio de la sangre de Jesús El juicio investigativo revela a las inteligencias celestiales quiénes de entre los muertos están dormidos en Cristo y por lo tanto, en Él, son considerados dignos de tener parte en la primera resurrección También pone de manifiesto quiénes entre los vivos permanecen en Cristo, guardando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús, y en Él, por lo tanto, están listos para ser trasladados a su reino eterno. Este juicio reivindica la justicia de Dios al salvar a los que creen en Jesús. Declara que aquellos que han permanecido leales a Dios recibirán el reino. La finalización de este ministerio de Cristo marcará el fin de la prueba humana antes de la Segunda Venida.

Lev. 16; Núm. 14:34; Eze. 4:6; Dan. 7:9-27; 8:13, 14; 9:24-27; Heb. 1:3; 2:16, 17; 4:14-16; 8:1-5; 9:11- 28; 10:19-22; Apoc. 8:3-5; 11:19; 14:6, 7; 20:12; 14:12; 22:11, 12.

25- LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

La segunda venida de Cristo es la bendita esperanza de la iglesia, el gran clímax del evangelio. La venida del Salvador será literal, personal, visible y mundial. Cuando regrese, los justos muertos resucitarán, y junto con los justos vivos serán glorificados y llevados al cielo, pero los injustos morirán. El cumplimiento casi completo de la mayoría de las líneas de la profecía, junto con la condición actual del mundo, indica que la venida de Cristo está cerca. El tiempo de ese evento no ha sido revelado, y por lo tanto se nos exhorta a estar listos en todo momento.

Mateo 24; Marcos 13; Lucas 21; Juan 14:1-3; Hechos 1:9-11; 1 Corintios 15:51-54; 1 Tesalonicenses. 4:13-18; 5:1-6; 2 Tes. 1:7- 10; 2:8; 2 Tim. 3:1-5; Tito 2:13; Hebreos 9:28; Apocalipsis 1:7; 14:14-20; 19:11-21).

26- MUERTE Y RESURRECCION

La paga del pecado es la muerte. Pero Dios, que es el único inmortal, concederá la vida eterna a sus redimidos. Hasta ese día la muerte es un estado inconsciente para todas las personas. Cuando Cristo, quien es nuestra vida aparezca, los justos resucitados y los justos vivos serán glorificados y arrebatados al encuentro de su Señor. La segunda resurrección, la resurrección de los injustos, tendrá lugar mil años después.

Job 19:25-27; Sal. 146:3, 4; Ecl. 9:5, 6, 10; Dan. 12:2, 13; Isaías 25:8; Juan 5:28, 29; 11:11-14; Rom. 6:23; 16; 1 Cor. 15:51-54; Col. 3:4; 1 Tes. 4:13-17; 1 Tim. 6:15; Apocalipsis 20:1-10

27- EL MILENIO Y EL FIN DEL PECADO

El milenio es el reino de mil años de Cristo con sus santos en el cielo entre la primera y la segunda resurrección. Durante este tiempo los malvados muertos serán juzgados; la tierra estará completamente desolada, sin habitantes humanos vivos, pero ocupada por Satanás y sus ángeles. Al final, Cristo con sus santos y la Ciudad Santa descenderán del cielo a la tierra. Los muertos injustos resucitarán entonces, y con Satanás y sus ángeles rodearán la ciudad; pero el fuego de Dios los consumirá y limpiará la tierra. El universo será así liberado del pecado y de los pecadores para siempre.

Jeremías 4:23-26; Ezequiel 28:18, 19; Mal. 4:1; 1 Cor. 6:2, 3; Apocalipsis 20; 21:1-5.

28- LA NUEVA TIERRA

En la nueva tierra, en la que habita la justicia, Dios proveerá un hogar eterno para los redimidos y un ambiente perfecto para la vida eterna, el amor, la alegría y el aprendizaje en su presencia. Allí Dios mismo morará con su pueblo, y el sufrimiento y la muerte habrán pasado. La gran controversia terminará, y el pecado ya no existirá. Todas las cosas, animadas e inanimadas, declararán que Dios es amor; y Él reinará para siempre. Amén.

Isaías 35; 65:17-25; Mateo 5:5; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 11:15; 21:1-7; 22:1-5.