Sangre sobre la Esmeralda

Índice

Prefacio a la Tercera Edición

1. Antecedentes (1932-1954)

2. Preparación (1954-1963)

3. Entrando en la Diócesis (1964-1966)

4. Peña Blanca (1966-1970)

5. Cerro Placeres (1969-71)

6. Elevando las apuestas (1972-73)

7. El 11 de septiembre de 1973

Prefacio a la Tercera Edición

La primera edición se lanzó en diciembre del 2000; la segunda al año siguiente. Reeditamos prácticamente el mismo texto. Sin embargo ha habido novedades que conviene consignar en este Prefacio.

A principio de 2001, Patricia Woodward, hermana de nuestro Miguel, presentó una querella judicial contra Pinochet y los responsables por la tortura, muerte y desaparición del cuerpo de Miguel y por la complicidad de un funcionario de la Iglesia. Esta querella permitió que se aclararan varios hechos. La jueza, sorpresivamente, sobreseyó la querella, pero una apelación obligó a reabrirla.

En resumidas cuentas, se confirma todo lo sustancial: Miguel fue detenido por navales, según parece el 22 de septiembre de 1973, fue interrogado y torturado en el buque Esmeralda y muere ese mismo día a consecuencia de las torturas. Es llevado al hospital Naval donde es reconocido por el Capellán. Desde ese momento, todo se vuelve irregular, confuso y engañoso. Sin la identificación requerida, el médico forense entrega un certificado que es atribuido a Miguel. Su cuerpo no es entregado sino que sepultado clandestinamente por la Armada. No es arrojado a la fosa común fuera del cementerio de Playa Ancha –como lo consignamos en nuestro relato– sino sepultado discretamente en otro lugar. La fosa común en ese entonces ya no existía.

Por supuesto no hay todavía una sentencia judicial, pero las investigaciones que surgen en la causa, hechas a veces por abogados y familiares, van mostrando estos hechos o estas incongruencias. Se perfila más claramente el delito de ocultamiento del cuerpo de Miguel y se cree haber identificado a muchos de los individuos responsables de su secuestro, tortura y muerte. Además, constan en el expediente judicial de Miguel muchos testimonios que apuntan a otros horrendos crímenes de la época cuyos responsables deben ser obligados a responder ante la Justicia.

En este Prefacio debemos también consignar cierto cambio que se ha efectuado en la Armada respecto al contenido de nuestra biografía. El relato del martirio de Miguel era, al mismo tiempo, una denuncia contra la Armada explicitada en el título que se le puso: "Sangre sobre la Esmeralda". El buque escuela de la Armada, la "Dama Blanca" que pretendía ser símbolo de una hermosa vocación y embajadora de Chile en los mares, aparecía manchada en su blancura por un crimen. Ante la aparición de este libro, la táctica de la Armada ha sido el silencio y la negación: "En la Esmeralda no se ha torturado".

Esta táctica no se ha podido mantener. Tras la publicación a fines de 2004 del Informe sobre Tortura y Prisión Política de la Comisión Valech, el país sabe que la Armada ha torturado y que se torturó también en la Esmeralda. El Almirante Vergara lo ha confesado y ha ofrecido actuar en las cubiertas de la Esmeralda un rito de desagravio. Aún no se ha efectuado pero debe hacerse para que el buque escuela pueda volver a presentarse como embajadora de una nación que busca la paz y la amistad entre las naciones en el respeto a los Derechos Humanos.

Quedan pues para la Armada pasos por dar. Conjuntamente con el gesto de desagravio sobre las cubiertas de la Esmeralda, debe reconocer y sancionar las violaciones infligidas a Miguel y a las otras víctimas. Deberá devolver a los familiares los restos de Miguel Woodward, tan injustamente secuestrados. El país tiene derecho a recobrar su Armada una vez que ha querido, como el Ejército, limpiarse de su pasado.

La Justicia porteña tiene aquí su tarea: hacer justicia. Poniéndose por encima de indebidas presiones, sólo ella podrá señalar a la Armada su verdadera ruta y cómo blanquear su nave estigmatizada.

Pienso finalmente que la Iglesia de Valparaíso tiene una gran deuda para con Miguel Woodward. Le deberá tal vez un perdón, pero ciertamente un reconocimiento y una acogida. Le debe ante todo justicia y exigir a la Armada que entregue su cuerpo para darle cristiana sepultura. Debe recoger esa sangre derramada sobre la Esmeralda para que, depositada en tierra, sea semilla de nuevos cristianos en un pueblo que supo acogerlo en vida.

Por todo esto se lanzará la tercera edición con el mismo título: "Sangre sobre la Esmeralda".

José Aldunate Lyon, S.J.

1. ANTECEDENTES (1932-1954)

Miguel Woodward tuvo dos abuelas irlandesas. Su abuela paterna, Mimi, era la hija predilecta de un rico irlandés, criador de caballos, que le dejó toda su fortuna. Se casó con un oficial del ejército británico, el Capitán Woodward, que murió cuando su hijo Edward Gerard Woodward, más conocido como Roy, tenía ocho años.

La madre mandó a Roy al internado del King's School en Canterbury a los cinco años. Aunque al principio se pensó que seguiría la carrera militar, llegado el momento no hubo plaza por los recortes de reclutamiento tras la Primera Guerra Mundial y entonces ingresó en la empresa British American Tobacco Company. Estuvo destinado brevemente en Dinamarca y Argentina y en 1927 fue enviado a Chile donde residiría durante veinte años, llegando al cargo de Director General Adjunto de la Cía. Chilena de Tabacos.

La abuela materna de Miguel procedía de una familia irlandesa de apellido Cannon. Estaba casada con Federico Yriberry, un empresario de origen vasco que trabajaba en Valparaíso. Éste vivió hasta 1941. El matrimonio residía en una casa grande cerca de la estación de Viña del Mar, el balneario de moda y zona residencial al norte de Valparaíso. Tuvieron dos hijos y una hija, Mary, la madre de Miguel.

Mary Yriberry y Roy Woodward se casaron el 12 de abril de 1931. Roy se había criado en la Iglesia Anglicana y se convirtió al Catolicismo antes de la boda. Miguel, el mayor de los hijos, nació el 25 de enero de 1932. Dos años más tarde Mary y Roy tuvieron mellizos, John y Jocelyn. Una segunda hija, Patricia, nació en 1938, y en 1942 nació otro varón, Peter.

Según un amigo de Miguel del Seminario, Roy, que por aquel entonces ya había dejado Chile, encajaba en el estereotipo del caballero inglés: cortés, reservado y, para un chileno, poco imaginativo. De su educación de clase media había adquirido la modestia y los buenos modales que le impedían hablar de sí mismo, de sus sentimientos o de su estado de salud. Después del colegio no cursó más estudios y fue acumulando un profundo conocimiento de la industria tabaquera a través de su experiencia en fábricas. Su imaginación se canalizaba en proyectos prácticos como la construcción de la casa familiar.

La familia Woodward vivió en casas arrendadas en Viña del Mar hasta 1940 ó 1941 cuando Roy proyectó y supervisó la edificación de una casa poco usual. En vez de emplear los tradicionales ladrillos se utilizaron muros de adobe de barro y paja reforzados con malla de alambre, como precaución contra los terremotos. El interior fue forrado con madera, redondeada en las esquinas, lo cual además de ser una solución práctica para tapar un muro de barro era de estilo contemporáneo. Se dedicaba al jardín y competía con los amigos a ver quién tenía el mejor césped para jugar al croquet, los rosales más bellos y la mayor variedad de árboles frutales.

Roy alentaba a los niños a ser igual de prácticos. Cada uno tenía su parcelita de tierra para cultivar: Miguel y John optaron por cultivar lo más fácil, unas cuantas verduras que luego vendían a su madre para aumentar la paga del domingo. Asimismo el padre les puso un profesor de carpintería, que también daba clases a los hijos de los trabajadores de la fábrica, para que aprendieran trabajos manuales [1].

Cuando Roy estaba en casa se organizaban reuniones familiares como picnics y excursiones. Durante la semana, cuando el padre trabajaba y la madre se ocupaba de los pequeños, los mayores pasaban mucho rato en compañía del servicio, con el cual hablaban en castellano, mientras que en familia se hablaba inglés. La familia se reunía por la noche para cenar. Todo estaba estrictamente controlado por Roy. Los niños debían comer todo lo que tenían en el plato. Si la conversación iba en una dirección que a Roy no le gustaba, como algún tema de enfermedades, pronunciaba la palabra "Sollocks", un término del escritor contemporáneo Dornford Yates, y no se hablaba más del asunto.

Tales formas de disciplina en la educación familiar no eran inusuales en aquella época y en ese ambiente, pero no sería de extrañar que más adelante dieran lugar a alguna reacción adversa en los niños, consciente o inconscientemente. Probablemente no es una casualidad que ninguno siguiera los pasos del padre por el mundo de los negocios. Al menos en el caso de Miguel ésta fue una resolución consciente. Más tarde, cuando estudiaba en el Seminario, Miguel expresaba la opinión de que su padre era "inmaduro", sin duda se trataba del punto de vista del novicio convencido de que él ahora sabía lo que era la vida. Cuando Miguel visitaba a su familia años más tarde, Roy se enojaba mucho con sus sermones y discrepaba totalmente de sus ideas. La relación entre padre e hijo mayor tuvo su lado afectuoso y afable pero existía también una tensión que finalmente se convirtió en una intolerancia mutua. Sus ideas llegaron a ser diametralmente opuestas, aunque la forma de sostenerlas tuviese cierta similitud.

Un lado más expansivo de la personalidad de Roy se revela en su generosidad con los demás. El servicio tenía instrucciones de dar a comer a los que iban a pedir. Roy era apreciado entre los empleados de la Cía Chilena de Tabacos. Como director responsable de construir las fábricas y dirigir sus operaciones, se encargó de que las viviendas de los obreros tuvieran instalaciones de ocio y servicios médicos. Había una guardería en la fábrica ya que muchas obreras eran mamás. Esta atención a las necesidades de los trabajadores hace ya tiempo que forma parte de las obligaciones legales de las empresas chilenas, y seguramente en aquella época también era buena para la productividad, pero la cosa iba más allá. Roy disfrutaba asistiendo a los actos sociales, participando en las fiestas y bailando la cueca con los campesinos de las plantaciones de tabaco de la Compañía. Le costaba hablar en castellano, y cuando tenía que dar una charla o un discurso, los niños lo oían ensayar el texto durante horas. Más tarde, desde la sofisticación del punto de vista marxista, todo esto lo veía Miguel como paternalista, pero en aquella época, cuando era jovencito, le tuvo que causar una impresión positiva.

Al mismo amigo chileno que encontró que Roy era el típico caballero inglés, le llamó mucho la atención la "espiritualidad" de Mary [2]. Bajo su influencia, Roy llegó a ser un católico devoto y sus hijos crecieron de la misma forma. Mary rezaba todas las noches con los niños cuando eran pequeños. Todos asistían a Misa los domingos y fiestas y en otras épocas como Semana Santa. De su madre Miguel adquirió la base de su fe.

Mary tenía mucha imaginación. Le gustaba contar cuentos y compartir bromas con sus hijos. Le encantaba escuchar música de Brahms o conciertos de Mendelssohn con Kreisler al violín. "Sentid la música", decía, "y que un escalofrío os recorra la espalda". Al ser el mayor, Miguel fue el favorito de su madre, hasta que creció y fue sustituido por Peter. Durante las vacaciones de verano en el campo, donde paseaban y montaban a caballo, era Miguel quien solía acompañar a su madre cuando iba al mercado en bicicleta. Otras veces lo mandaban hacer las compras solo. Esta especial confianza, junto con una tendencia a dirigir a los menores, le ganó el apodo de "Obispo". Era un gesto de buen humor, nunca le importó el apodo y tal vez lo hubiera inventado él mismo. Su hermana Jocelyn lo consideraba "un típico hermano mayor" y "mandón". Cuando la empleada que cuidaba de Pat se enojaba con él, lo llamaba "Tayta" (dictador). Pero Pat adoraba a su hermano mayor. Las criadas posiblemente no entendían el sentido del humor de Miguel, que se manifestó a edad temprana y siempre formó parte de su personalidad.

Los primeros pasos de su educación los dio Miguel en "Miss Hislop's", un pequeño colegio para niños de habla inglesa en Viña del Mar. En 1941, con nueve años, ingresó en el Grange School en Santiago como interno. Era un colegio de estilo inglés que daba enseñanza primaria y secundaria. Preparaba a los alumnos para el examen de "Common Entrance" que daba acceso a la educación secundaria en el mismo Grange o, en tiempos normales, en colegios privados en Gran Bretaña. Pero cruzar el Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial hubiera sido arriesgado, así que no era cuestión de enviar niños a Inglaterra. Además el director del colegio, un inglés llamado John Jackson, era amigo de la familia Woodward.

La mayoría de los alumnos del Grange provenían de familias adineradas chilenas y estaban allí por los supuestos beneficios de una educación inglesa y también sin duda por la ventaja que representaría el poder hablar inglés con fluidez. En el colegio se imponía estrictamente la regla de hablar sólo en inglés. A quien sorprendían hablando en castellano era enviado al Director para recibir seis azotes, un procedimiento que terminaba con un caballeresco apretón de manos para mostrar que no existían recelos. A Miguel le fue bien bajo esta estricta disciplina. Trabajó mucho pero no destacó en deportes. En el colegio se jugaba al rugby, pero él participaba en deportes "menores".

Aun en esta época Miguel destacaba por su carácter bondadoso. Era "el gringo bueno". La mayoría de los niños de habla inglesa eran de religión anglicana. Según las normas del Arzobispo de Santiago, Cardenal Caro, a los niños católicos les estaba prohibido estudiar en colegios protestantes, así que los sacerdotes católicos tampoco podían impartir instrucción religiosa en esos colegios. Sin embargo el Grange salió al paso de la prohibición al contar con estudiantes de Teología de la Universidad Católica de Santiago que acudían a dar clases de religión. Más tarde, en la época de Miguel, se relajó la norma y durante varios años el piadoso Padre Alberto Hurtado, un Jesuita que pronto será canonizado, dio clases en el Grange [3].

En 1947, cuando la guerra y sus inmediatas secuelas habían cesado y el trabajo de Roy en Chile llegaba a su término, comenzaron los preparativos para mandar a Miguel y John a estudiar a Inglaterra. Era importante para sus padres que fuesen a un colegio católico. Mary tenía una prima casada con un empresario asentado en Londres, de nombre Fred Lesser, y tenían un hijo en Downside School, cerca de Bath. Lesser escribió al Director en nombre de los Woodward en febrero de 1947 pidiendo que aceptara a Miguel y John en septiembre, como una concesión especial en vista de la brevedad de tiempo. Explicó que, si no hubiera sido por la guerra, Roy "habría enviado a sus hijos a la madre patria mucho antes" [4]. A pesar de sus quince años de formación en Chile, Inglaterra todavía se consideraba "la madre patria" de Miguel.

En el campo

Miguel Woodward

Miguel en 1947

Downside era el tipo de colegio privado para que el Grange preparaba a sus alumnos, aunque no del todo, al ser católico y dirigido por monjes benedictinos ingleses. Su Director, Dom Wilfrid Passmore, estaba empeñado en aumentar el número de alumnos y en mejorar la calidad de la enseñanza después del bajón de la guerra. Con su enérgica dirección, en nueve años Downside llegaría a la cima de la liga de colegios británicos por el porcentaje de alumnos admitidos a las universidades de Oxford y Cambridge. La llegada inesperada de dos niños inteligentes de Sudamérica podía contribuir a esto y fue bienvenida. Pero informó a Roy que los aceptaba como un favor en vista de la recomendación del Sr. Lesser. Se planteó si los niños debían seguir un curso intensivo de latín en el tiempo que les quedaba en el Grange. Roy le decía al P. Wilfrid en una carta fechada el 7 de marzo de 1947: "Ambos se interesan por las ciencias y cosas así y nuestra idea sería que se centraran en las asignaturas modernas". El P. Wilfrid le respondió que el latín era un requisito para la admisión en cualquier universidad inglesa para las carreras de abogado, médico o contable. Por fin, los dos estudiaron latín durante sus últimos meses en el Grange.

En una carta a Dom Wilfrid con fecha 16 de agosto de 1947, adjuntando el programa de estudios de Miguel, John Jackson, el director del Grange, dijo de él: "Durante el tiempo que Miguel ha estado con nosotros, su trabajo ha sido excelente; a menudo ha sido el primero de la clase. Es inteligente, capaz y aplicado. También su conducta ha sido excelente. Es reservado y de carácter agradable. Es noble y correcto".

El traslado de Miguel y su hermano John a un colegio interno en Inglaterra coincidió con el nombramiento de Roy para un nuevo cargo en la British American Tobacco en Río de Janeiro. Antes el matrimonio y los tres hijos mayores viajaron a Europa. Salieron de Valparaíso el 31 de julio de 1947, viajando en barco por el canal de Panamá hasta Nueva York, a donde llegaron el 21 de agosto. Siempre con su sentido práctico, Roy pensó que pasar unos días en Nueva York sería bueno porque "la ropa se encontrará mejor allí" (como el Reino Unido aún estaba bajo racionamiento) y "posiblemente de mejor calidad y precio que aquí [en Chile]. También les vendrá bien a los niños disponer de unos días para conocer Nueva York". El 3 de septiembre ya estaba la familia instalada en Londres, en el Hotel Goring, cerca de la estación de Victoria. Una semana más tarde fueron a Mayfield en el condado de Sussex para dejar a Jocelyn en el internado de las monjas de la orden Holy Child, y al día siguiente los padres viajaron al condado de Somerset, a Downside. Roy y Mary se entrevistaron con el P. Wilfrid y recorrieron el colegio. A los pocos días Miguel y John se desplazaron en tren para comenzar su primer trimestre.

Además de cartas sobre cupones de ropa para el equipo deportivo y demás prendas para los jóvenes, en los archivos del colegio hay una carta del P. Wilfrid pidiendo el consentimiento de Roy para la Confirmación de Miguel y John en noviembre de 1947, que le fue concedido. Roy y Mary y los tres hijos pasaron las vacaciones de Navidad esquiando en Adelboden en Suiza. Antes de partir, Roy le dijo por carta al P. Wilfrid que dejaba a Fred Lesser como tutor legal de los niños en el Reino Unido a partir del 17 de enero de 1948, cuando él y Mary regresarían a Sudamérica, a Río de Janeiro. Parece ser que hubo cierta dificultad en encontrar un lugar idóneo donde los niños pudieran pasar parte de sus vacaciones en el futuro. Finalmente se escogió la casa del Comandante y Sra. Stokes en Godstone Court, Godstone Green, Surrey. Los niños pasaron las vacaciones de verano allí, y evidentemente estaban contentos porque quisieron volver en Navidad [5].

En el verano de 1948, Miguel hizo los exámenes de "School Certifícate" y en septiembre supo que había obtenido cuatro sobresalientes (lengua inglesa, español, física y química) y tres notables (literatura inglesa, francés, matemáticas elementales), un buen resultado tras sólo un año en Downside. Esto suponía que la física, la química y las matemáticas serían las asignaturas escogidas para el siguiente nivel, el "Higher Certificate". En abril el P. Wilfrid escribió a Roy sobre el futuro de Miguel. No podría ir a las universidades de Oxford o Cambridge porque no había continuado con el latín en Downside. "A lo mejor preferiría ir a una universidad sudamericana, pero el criterio de elección dependerá de los planes que Ud. tenga para él y del país donde vaya a ejercer su carrera". Este derecho de los padres a decidir la carrera de sus hijos suena raro hoy, pero era aceptable en una época en la que hasta los 21 años los jóvenes eran consideradas menores de edad y por tanto dependientes. Esto también daba mucho poder de decisión al Director que actuaba en lugar de los padres (in loco parentis). El respeto a la individualidad y a los deseos de los hijos no llegó a ser normal, en familias convencionales de clase media, hasta los cambios sociales de los años 60. Sobre su personalidad, la carta sigue: "Todavía es un poco callado pero tiene muy buenos modales y, según puedo juzgar, está muy contento. Causa muy buena impresión a todos los que lo conocen y estoy muy satisfecho con él". En efecto, Miguel ya era un alumno muy popular, querido por sus compañeros por su carácter simpático y su buen humor. Aunque no fue estrella del rugby o del cricket, destacó en tenis. Con su amigo anglo-peruano, Tom Harrington, ganó muchos torneos. Formaban una formidable pareja, al medir cada uno casi dos metros. El sentido del humor de Miguel durante unas vacaciones con la familia en Francia es recordado por John. Miguel tenía la costumbre de inventar su propia letra irreverente o absurda a las canciones populares de la época, y cuando la orquesta del hotel donde se hospedaban empezaba a tocar una de ellas, la familia se moría de la risa mientras Miguel entonaba su versión [6].

En julio de 1949 Miguel aprobó los exámenes de "Higher Certifícate" en matemáticas, física y química. Fue nombrado monitor para el curso siguiente. Las vacaciones de verano las pasó junto con la familia en Río de Janeiro. Roy escribió al P. Wilfrid el 9 de septiembre: "Ha sido maravilloso tener a los niños aquí, y debo decirle que tanto Mary como yo estamos muy contentos con ellos y con su desarrollo". En septiembre de 1949 Miguel regresó al colegio con el objetivo de conseguir las notas necesarias para ingresar en el Imperial College, de Londres, donde estaba pensado que estudiara ingeniería civil o eléctrica.

En enero de 1950 presentó una solicitud para el Imperial College pero fue rechazada dado el gran número de solicitantes. Miguel competía con candidatos más maduros que él que habían cumplido dos años de servicio militar, del cual él, como súbdito británico con residencia en el extranjero, quedaba exento hasta los 21 años. Contactaron con el King's College de la universidad de Londres y las universidades de Birmingham y Bristol, donde el departamento de ingeniería gozaba de buena reputación. El 29 de abril de 1950, el P. Wilfrid informó a Fred Lesser que "con gran dificultad he convencido al decano de la Facultad de ingeniería del King's College (el Profesor A.D. Ross) para que considere el caso de Miguel". Hubo una entrevista el 8 de mayo después de la cual el decano informó al P. Wilfrid: "Tengo el placer de informarle que he encontrado una plaza para el Sr. M.R. Woodward, el cual me causó una favorable impresión durante la entrevista. Cincuenta jóvenes fueron seleccionados de unos cuatrocientos solicitantes". Con la seguridad de que tenía una plaza para los siguientes tres años durante los cuales estudiaría para graduarse como ingeniero en el King's College, Miguel dejó Downside y tomó el avión con John y Jocelyn hacia Río de Janeiro para reencontrarse con sus padres el 24 de julio de 1950.

El 11 de agosto, desde Brasil, Miguel envió la primera de varias cartas a su antiguo director de colegio. En vista de futuras controversias, es interesante resaltar un asunto algo frívolo: "Al tema de cómo deben vestir las mujeres para ir a la iglesia y en particular a la playa, que Ud. trató en clase de religión el último trimestre, se le está dando mucha importancia por parte de los sacerdotes aquí. Muchos sermones van en contra de las nuevas tendencias de la moda femenina. A un venerable sacerdote se le oyó decir un domingo: "¿Podrían Uds. imaginar a la Virgen María en uno de esos trajes de baño?".

En octubre de 1950 Miguel volvió a Londres a comenzar sus estudios en el King's Collage, y se instaló en una residencia de estudiantes [7].

Consta en una carta al P. Wilfrid, escrita a mediados de su segundo curso en febrero de 1952, la primera referencia a su vocación religiosa. Era evidentemente algo que Miguel llevaba tiempo considerando y que había compartido previamente con el P. Wilfrid: "En cuanto a mi futuro, me aferro a mi vocación, pero aún no estoy seguro de si optar por el sacerdocio regular o secular. Para mí es un problema difícil". Propone una visita a Downside con su tío recién casado y su esposa para ver a John, que ahora era monitor, y enseñarles el colegio. "Les enseñaré sólo las partes más modernas". El P. Wilfrid contestó a vuelta de correo: "Me gustaría mucho hablar de todo esto contigo y ayudarte a aclararte y por tanto estaré a tu entera disposición". El encuentro tendría lugar en el fin de semana del 23 al 24 de febrero, pero no hay constancia de lo que se dijo.

En una carta de mayo de 1952 pide ayuda para encontrar algún contacto en el mundo naviero con el fin de conseguir trabajo en un barco rumbo al Brasil, en vez de viajar en avión. "Mi padre está dispuesto a pagar mi pasaje aéreo al Brasil este verano, pero será un gasto enorme puesto que tendrá también que pagar los pasajes de dos hijos más". Esta idea no se concretó a pesar de que se le facilitó un contacto: "Me he dado cuenta de que conseguir un pasaje a cambio de trabajo a bordo es muy complicado actualmente, así que he tenido que abandonar la idea por este año. Lo intenté demasiado tarde".

Así que una vez más voló a Río de Janeiro. Después añade: "Los exámenes del segundo curso no fueron excesivamente difíciles; afortunadamente los examinadores no forzaron demasiado su imaginación al escoger los temas. Tal vez todo salga bien". Envía saludos al Abad de Downside (Dom Christopher Butler), lo que indica que ya entonces se conocían. Con toda probabilidad Miguel le habría hablado de su vocación en alguna visita previa y a lo mejor habría pensado ejercerla en Downside. En todo caso visitó Downside repentinamente antes del final del trimestre.

Miguel siguió en la residencia en su último curso en el King's. De comienzos de 1953 hay una nota al P. Wilfrid en la que dice: "espero verlo y asistir a la que será mi primera Reunión Anual. Desde las clases de historia con Dom Lucius, durante mi primer trimestre en el colegio, siempre he querido escucharle cantar "Clementine". Espero que siga con buena voz". Esto se refiere a la reunión de ex alumnos del colegio que duraba desde la tarde del Jueves Santo hasta el Domingo de Resurrección. Asistían a la liturgia de la Semana Santa y a las meditaciones. Terminaba con un almuerzo de celebración el Domingo de Pascua y luego el anciano Dom Lucius Graham siempre cantaba "Clementine" [8].

En mayo de 1953, Roy se encontraba en Londres en el Hotel Park Lane. Tal vez fuese una visita de trabajo, pero también existía una inquietud con respecto a su hijo mayor. El 18 de mayo le escribió al P. Wilfrid pidiéndole una entrevista para el domingo siguiente: "con relación a Miguel que, como sabrá, está empeñado en ser monje trapense, mientras que yo considero que sería de mucha más ayuda al prójimo en otro lugar" [9]. El deseo de ingresar en un monasterio de observancia estricta donde estaría desligado del mundo exterior y de su propia familia sería muy difícil de aceptar para la mayoría de los padres, y para Roy, con su pragmatismo, incomprensible. El P. Wilfrid acordó recibirlo el domingo 24 de mayo a las 12:45. Como Roy había invitado a comer a Anthony Lesser y a tres o cuatro amigos, no hubo mucho tiempo para la cita con el P. Wilfrid. Lo que salió del encuentro no consta en archivo, pero es probable que el P. Wilfrid le asegurara a Roy que una primera experiencia del estilo de vida trapense determinaría, de una manera u otra, si en efecto Miguel tenía vocación cisterciense.

Miguel visitó el monasterio trapense de Caldey Abbey, situado en una isla frente a la costa de Pembrokeshire. En una breve carta desde allí al P. Wilfrid del 22 de junio relata: "En Pentecostés fui a Caldey a ver al Prior y tal como Ud. sugirió, me recomendó pasar un tiempo de prueba allí. Acabo de llegar y me quedo hasta el 16 de julio. El día 18, John y yo nos vamos al Brasil. Aún no tengo muy claro si, en mi caso, la vida contemplativa sería lo mejor para servir a Dios. Estas tres semanas serán decisivas. Mis estudios de ingeniería han terminado; los resultados de los exámenes no se darán hasta el 15 de julio. Los hemos celebrado por adelantado".

En su contestación, con fecha 24 de junio de 1953, el P. Wilfrid le recuerda a Miguel que "la responsabilidad final de tomar el siguiente paso es tuya. Si no ves claro el camino, entonces pienso que deberías replantear todo el asunto. A mí me parece que la vocación religiosa es parecida a estar enamorado. Nada impedirá a una persona enamorada lograr su objetivo, y lo mismo ocurre con los llamados a la vida religiosa. Sin embargo, la vida cisterciense es excepcionalmente exigente con los que se proponen ingresar en ella, y no creo que debas entregarte sin una profunda convicción de que éste es el camino para ti, y solamente con la total aprobación y aliento de los superiores en Caldey".

El resultado de su estancia en Caldey se lo comunicó al P. Wilfrid en una carta escrita el 19 de julio de 1953 a bordo del "Uruguay Star": "John y yo volvemos a casa para las vacaciones de verano. Mis estudios de ingeniería han terminado. Conseguí un aprobado. Me impresionó mucho la vida en Caldey. No la encontré tan dura como había supuesto. Pero de momento siento que preferiría usar mi cabeza antes que mis manos, y que por tanto no debería entrar en la orden cisterciense donde sólo hacen trabajos manuales".

En septiembre, y siguiendo los consejos del prior de Caldey, iré a Campion House, un centro de estudios dirigido por los Jesuitas. Allí estudiaré latín, griego e inglés por un año o dos, dado que en cualquier orden donde ingrese necesitaré tener una base de latín. Durante el curso podré ver las diferentes órdenes donde podría ingresar. Entiendo que Campion House tiene un ambiente muy abierto, donde te encuentras con todo tipo de candidatos para el sacerdocio, lo que me parece muy bien. Espero que los Jesuitas me "dejen salir" de vez en cuando y no dudaré en visitarlo en Downside el año que viene".

En otra carta al P. Wilfrid, del 3 de enero de 1954, con remite de 62 Offley Road, London SW9, que se supone es Campion House, Miguel comunica los resultados de sus deliberaciones: "Finalmente me he decidido a engrosar las filas del clero secular en Chile. Creo que es el paso más natural para mí, puesto que allí nací y me crié. También la escasez de clero es aún más aguda que en otros países. Le he escrito al Obispo de Valparaíso y me ha aceptado de forma no oficial, así que me estoy preparando para irme de Inglaterra a principios de febrero con el fin de entrar en el seminario allá en marzo. Los seminaristas, salvo los que llegan directamente del seminario menor, dan latín conjuntamente con los tres cursos de filosofía y por tanto no existe ninguna dificultad en ese sentido. No se enseña latín en ninguna escuela chilena. Pasé un trimestre muy provechoso en Campion House y el latín y el griego que estudié me serán muy útiles en Chile".

Miguel visitó al P. Wilfrid en Downside por última vez el fin de semana del 23 y 24 de enero de 1954, y dejó Inglaterra a comienzos del mes siguiente.

Notas

1. Los datos sobre la familia de Miguel debo agradecérselos a su hermana, Jocelyn Henfrey, y su hermano, John Woodward. Cualquier observación interpretativa es mía, salvo las que están entre comillas.

2. Mariano Puga 1990.

3. Ibid. Confirmado 1996.

4. De los archivos de Downside School, de donde ha sido extraída toda la correspondencia citada en este capítulo.

5. Más adelante se alojaron en casa de los padres de Peter y Freddy Ball que también estaban en Downside y vivían cerca de Newbury, en el condado de Berkshire.

6. John Woodward (carta de 1997).

7. Halliday Hall, South Side Clapham Common.

8. Dos años más tarde, el Domingo de Resurrección de 1955, Dom Lucius cantó "Clementine" por última vez, falleciendo inmediatamente después.

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2. PREPARACIÓN (1954-1963)

El 8 de marzo de 1954, Miguel, ya en Viña del Mar, Chile, escribió al director de su antiguo colegio, Dom Wilfrid Passmore: "Desde este rincón del mundo Inglaterra parece muy remota. La mayoría de la gente la conoce muy poco y su idea de un inglés es un señor elegante que fuma pipa, come mucho para el desayuno y habla poco. El ambiente aquí es totalmente diferente a lo que anticipaba, pero con el tiempo espero sentirme completamente a gusto. Tuve una entrevista con el Obispo de Valparaíso, la diócesis donde nací y viví durante 15 años, y me ha aceptado, así que ingresaré en el Seminario el 21 de marzo. Me contó que había una enorme escasez de clero: en Chile con 6 millones de habitantes católicos, sólo hay 450 sacerdotes. Seminaristas licenciados en ingeniería no son ninguna novedad aquí: hay cuatro ingenieros de mi diócesis estudiando teología". Se había encontrado con su antiguo compañero de colegio, Freddy Ball, que estaba trabajando para una empresa inglesa en Chile y sus "pensamientos inmediatamente volvieron hacia Downside, a los buenos viejos tiempos" [1].

Normalmente los nuevos estudiantes se incorporaban al Seminario a tiempo para la festividad de San José el 19 de marzo. Miguel llegó dos días después, quizás apropiadamente en la fiesta de San Benito. El Seminario Pontificio de Santiago era el seminario para todo Chile. El plan de estudios consistía en dos años de filosofía, cuatro de teología y un último año de teoría de pastoral y prácticas. De 1954 a 1957 el Rector del Seminario fue Alberto Rencoret. Su entrada coincidió con el primer trimestre de Miguel, sucediendo a Emilio Tagle, quien más tarde sería obispo de Miguel. El director espiritual al principio fue Enrique Alvear, quien llegaría a ser el respetado y franco Obispo Auxiliar en Santiago durante la dictadura de Pinochet. De su puesto se ocupó cada vez más Carlos González, quien en 1957 reemplazó a Rencoret como rector y más tarde fue Obispo de Talca. Miguel tuvo como director de curso a Carlos Camus, nombrado más adelante Obispo de Linares. Había sido dirigente de federaciones estudiantiles y fue, durante la dictadura, muy influyente sobre aquellos que habían sido sus compañeros de clase en Santiago.

El Seminario tenía unos 120 estudiantes, 80 en filosofía y 40 en teología. No está claro si el número menor de los últimos se debía a las bajas o a un repentino incremento de vocaciones. Probablemente las dos cosas: en los años anteriores al Concilio Vaticano II, bajo Pío XII, la Iglesia a nivel internacional marchaba bien, atrayendo muchas vocaciones al sacerdocio. El curso de Miguel comenzó con 22, de los cuales ocho eran de la diócesis de Valparaíso. Fue un año fuerte, creativo, que ganó notoriedad siendo recordado durante mucho tiempo como el "Año del Circo", por motivos que ya se revelarán. Muchos eran estudiantes "maduros", es decir, ya habían pasado por la Universidad, como Miguel, y no procedían solamente del Seminario Menor como de costumbre. Tenían sus opiniones formadas, lo que los llevaría a roces con la autoridad. En el curso de Miguel relucía el talento: dentro de los que no terminarían sus estudios uno se fue a trabajar en televisión, otro en el teatro. Miguel era el único que había estudiado en el extranjero. La mayoría de sus compañeros probablemente se sintieron llamados a la vocación sacerdotal como consecuencia de haber estado comprometidos en Acción Católica estando en la universidad, con obreros, campesinos o estudiantes.

El edificio del Seminario tenía cien años y estaba previsto que después del primer año de Miguel se trasladaría a un nuevo local en un barrio residencial de clase media de Santiago, construido por el antiguo rector, Emilio Tagle. Para los recién llegados las condiciones del antiguo edificio eran primitivas. El seminarista Mariano Puga se despertó su primera mañana en el seminario con el pelo mojado por las goteras. Cuando se lo advirtió al rector, la única solución que le ofrecieron fue que se desplazara la cama. La comida, como no es de sorprender, era "de rancho" y algunos la encontraban escasa [2], aunque a otros les parecía indiferente pero adecuada [3]. Para el desayuno tomaban gachas con leche y sucedáneo de café. Los estudiantes de filosofía, los que estaban en su primer o segundo año y que aún no estaban acostumbrados a la pobreza del régimen, se llevaban el pan que les sobraba a los estudiantes de teología. Los nuevos seminaristas dormían en un cuarto grande dividido en compartimentos individuales. El suelo temblaba cuando corrían por el pasillo central y para llegar a las duchas había que atravesar un patio exterior. Duchas de agua caliente sólo se conseguían durante un tiempo limitado los miércoles por la tarde. Sólo había tres, calentadas por una estufa de carbón que producía más vapor que agua caliente. Los seminaristas más aseados eran aquellos que corrían más. El agua estaba tibia el jueves por la mañana y de ahí en adelante fría. El nuevo seminario, cuando se trasladaron a él, era mucho mejor: cada cuarto tenía ducha. Pero los estudiantes aún padecían frío porque aunque había una instalación de calefacción, faltaban recursos para alimentarla. Las canchas de fútbol y baloncesto estaban sin terminar por la misma razón, y aunque había equipo para pasar películas, no había dinero para alquilarlas.

La vida en el Seminario estaba desconectada del mundo exterior. Los estudiantes podían salir un día al mes, aunque a los de Valparaíso se les permitía salir temprano un sábado por la mañana y volver tarde el domingo. Los demás sábados salían por la tarde para realizar algún tipo de apostolado en una población, normalmente catequesis o preparación de niños para la Primera Comunión. El mes de enero lo pasaban en la residencia veraniega del Seminario de la costa, en Punta de Tralca [4]. Era sobre todo un tiempo de relajación pero de vez en cuando llegaban sacerdotes que contaban sus experiencias pastorales. Los estudiantes pasaban el mes de febrero en casa con sus familias. Miguel se quedaba con su abuela en Viña, donde la familia acudía todos los años. En 1960 los padres de Miguel se vinieron a vivir a Viña pero no por mucho tiempo. A su padre le ofrecieron un trabajo en otra parte y se fueron. La abuela de Miguel murió en 1962. A partir de entonces no tuvo parientes cercanos, salvo dos tíos y algunos primos [5].

Durante las vacaciones de verano en casa con sus familias, los seminaristas aún se ocupaban de algún tipo de trabajo apostólico por iniciativa propia. Miguel estuvo con grupos de Acción Católica Universitaria organizando campamentos de verano cerca de Viña para los niños de las poblaciones. También estuvo involucrado junto con sus amigos Pato Guarda y Pepo Gutiérrez en un cine forum católico en Viña, donde se veían películas y luego se debatía sobre su contenido moral.

Si las condiciones en el Seminario eran austeras, a Miguel no le importaba. Pero su salud no era muy fuerte. Cualquier resfriado lo debilitaba mucho y probablemente tenía la tensión baja. Las autoridades se ocuparon de ponerle a dieta especial. Dada su altura, los chistes corrían sobre si la comida le llegaría a la cabeza. No estaban tan equivocados. De vez en cuando perdía el hilo del pensamiento, seguramente por falta de oxígeno en el cerebro por una mala circulación. Una vez en Cuaresma, cuando la penitencia autoimpuesta se añadía a la austeridad general, al levantarse por la mañana fue incapaz de vestirse. Le pidió a su amigo Mariano Puga que le atara los cordones de los zapatos porque no recordaba cómo hacerlo [6]. Sus amigos le pidieron que se preocupase de su salud pero no les hizo caso [7].

Miguel fue un seminarista atento, siempre vestido impecablemente de sotana, estudioso y escrupuloso en guardar las reglas de silencio. Sus compañeros se burlaban de esto y él se reía de sí mismo. Para ellos era muy "gringo". Al principio, por lo menos, no se sentía cómodo hablando en castellano. Uno de sus compañeros recuerda que usaba la palabra "caballa" en vez de "yegua". Pero estaba ansioso por integrarse y llegar a ser lo más chileno posible. Un verano se trajo un enorme tomo de historia de Chile y lo leyó durante las vacaciones [8].

En sus primeros años en el Seminario, Miguel se interesó más por la catequesis y la formación de laicos católicos para el apostolado que por los problemas sociales del país. Sin embargo puede haber sido instruido en la noción de lucha de clases por otro seminarista. Roberto Romero había sido obrero en una fábrica y fue obligado a tomar varios cursos preparatorios antes de entrar en el Seminario. Se mostraba combativo hacia sus compañeros, a los cuales calificaba de intelectuales burgueses. A Miguel le impresionó mucho y llegó a admirarlo. Su admiración, no obstante, se mezclaba con una piadosa religiosidad que ambos compartían. En el Seminario existía una Congregación Mariana a la cual tanto Romero como Miguel pertenecían. Rezaban juntos y llevaban una medalla especial [9].

Esta mezcla de piedad tradicional y una creciente conciencia del enorme número de pobres y necesitados en la sociedad chilena es evidente en una carta escrita en junio de 1956 "en la festividad del Sagrado Corazón" a su primo Carlos Barroilhet en Viña: "La Iglesia de Cristo es la iglesia de todos los hombres, pero especialmente iglesia de los pobres. Tenemos que acercarnos más a ellos, pero no como si estuviéramos haciéndoles un favor, sino como una expresión natural y sencilla de caridad fraterna" [10]. Dos meses más tarde en otra carta a su primo habla de su tarea de catequizar a niños los sábados por la tarde: "Me toca enseñar a un grupo de niñitas de 7 a 9 años. Recién hicieron su primera Confesión. También me toca, como tú, visitar las casas de los padres de las niñitas. Como dices tú, hay que hablar de Dios; pero yo diría que antes hay que ganar la confianza de la gente de la casa, interesarse realmente por sus problemas y todos los tienen, y por este contacto de amistad y por sus problemas llegar a hablar de Dios. Éste es un camino natural y humano de hacer apostolado, dada la distancia en que está el pueblo de un cristianismo verdadero" [11]. Implícita en esta afirmación hay una crítica a la popular piedad tradicional de América Latina con sus fiestas, procesiones y novenas, sin asimilar el Evangelio.

En la misma carta habla de un debate en el Seminario a propósito de la encíclica "Sacra Virginitas" de Pío XII, sobre el celibato sacerdotal: "Esta encíclica es formidable, me ha dado un verdadero sentido de la Pureza evangélica que es una consagración total a Dios por amor a Él solo. La castidad es así, algo positivo y noble, y algo fundamental en la vocación religiosa: la expresión viva de la entrega total a Dios" [12].

Tal era su fervor que durante una de sus vacaciones en casa de su abuela en Viña, Miguel decidió desprenderse de todos sus bienes materiales. De exactamente en qué consistió este acto y cómo dispuso de sus cosas no queda constancia. También reunía a la familia en casa para rezar el Santo Rosario cuando volvían de la playa [13].

El plan de estudios en el Seminario seguía el molde tradicional de varias ramas de filosofía escolástica y luego teología moral y patrística, estudios del Antiguo y Nuevo Testamento y ley canónica. La formación teológica estaba influenciada por teólogos progresistas como Yves Congar. Algunos alumnos, como Miguel, no consideraban la enseñanza de las Escrituras como satisfactoria. A Miguel le interesaba esta parte del curso lo suficiente para profundizar en lecturas independientes. En particular, una obra de Xavier Léon-Dufour le llevó a interrogar a los profesores de Escrituras sobre la historia de la salvación. Fue crítico de sus respuestas. La renovación litúrgica aún no había hecho mella y el interés por la catequesis acababa de emerger. La mayoría de los seminaristas que previamente habían pasado por la universidad habían estado comprometidos con el movimiento de Juventud Obrera Cristiana (JOC). Esto les llevó a interesarse especialmente por las enseñanzas sociales de la Iglesia. Miguel quería que estos temas figurasen destacadamente en el plan de estudios del Seminario, y lamentó el que hubiera sólo tres semanas dedicadas a ellos por el Profesor de Teología Moral, P. José Aldunate [14].

Alberto Rencoret, el nuevo rector, es recordado por los compañeros de Miguel que aún viven como un hombre de gran bondad que alentaba y apoyaba a los que no se sentían seguros de sí mismos. El curso de Miguel fue muy especial para el Rector, tal vez porque empezaron al mismo tiempo. Había sido capellán de la JOC y en sus reuniones mensuales con la clase solía tratar con ellos cómo la teología cristiana podría ser adaptada al lenguaje del mundo del trabajo. Miguel siempre escuchaba con atención pero no intervenía porque su castellano no era lo suficientemente fluido. A Rencoret le preocupaba hondamente que los sacerdotes viviesen el Evangelio y en particular insistía en la importancia de la pobreza. Forjó un lazo muy fuerte con los Hermanitos de Jesús, la congregación religiosa inspirada en la vida y espiritualidad de Charles de Foucauld [15]. Los seminaristas pasaban a menudo medias jornadas de oración con ellos y el Seminario recibió la vista de René Voillaume, su fundador y dirigente.

Se usaba mucho el concepto clave de los Hermanitos de la encarnación. En contraste con la tradición según la cual el clero chileno tendía a una cierta prepotencia en su manera de ser y vivir, frecuentando las clases más pudientes, los seminaristas de Rencoret cumplirían su sacerdocio, como el Hijo de Dios mismo, viviendo con y por los pobres a quienes servirían. No se trataba en ningún caso de ser sacerdotes por prestigio o dinero. Vivir con y entre los ricos era para ellos un escándalo. Rencoret predicaba una espiritualidad de encarnación de Cristo en los pobres.

Otra persona que frecuentaba el Seminario era Manuel Larraín, Obispo de Talca, fundador y Secretario General de la Conferencia Episcopal para América Latina (CELAM). Fue él quien inició la reforma agraria de la Iglesia Chilena y se hizo famoso al ser el primer obispo latinoamericano en dar su palacio a los pobres. Bajo tales influencias los seminaristas aprendieron a mirar hacia fuera, a preocuparse sobre todo por las capas más bajas de la sociedad chilena que no tenían poder alguno, y a no limitarse a una existencia eclesiástica o de clase media. Fue en gran parte por la influencia de Rencoret, de su sucesor y del movimiento Juventud Obrera Cristiana que Miguel y sus amigos del Seminario se inspiraron para comprometerse a ser testigos del Evangelio en una sociedad chilena injusta. El que más adelante Miguel intentara por medios políticos ser agente de su transformación fue un paso más que él tomaría solo.

Carlos González, sucesor de Rencoret, también ejerció una considerable influencia sobre Miguel y sus compañeros. González era miembro de la Fraternidad Sacerdotal Jesús Caritas que vivía según la espiritualidad de Charles de Foucauld con su énfasis en la adoración eucarística, la sencillez de vida y el compartir la experiencia sacerdotal con los hermanos (“révision de vie”). La Fraternidad servía como modelo para los “equipos de vida”, como se agrupaban los seminaristas. Estos equipos eran un intento de combatir lo que se veía como individualismo clerical. Cada año los nuevos alumnos se dividían en grupos de cuatro o cinco. En Filosofía los grupos los escogían las autoridades. En Teología se podía escoger grupo. Estos grupos se hacían responsables de varias tareas dentro de la vida del Seminario, como la liturgia, pero su fin era también el apoyo mutuo y el compañerismo.

La vida del Seminario tenía sus momentos lúdicos. Se celebraban varias fiestas, con una en particular que sería recordada durante años. En octubre de 1954, en la fiesta patronal de los Santos Ángeles Custodios, Miguel y sus compañeros decidieron ofrecer a los distinguidos invitados que acudían en estas ocasiones, y a los demás seminaristas, un "circo" en honor de la festividad. Como avance publicitario introdujeron un automóvil en el comedor. Los invitados -canónigos, vicarios generales y profesores- miraban pasmados. Miguel y los demás convencieron al dueño de una carreta que pasaba por la calle para que les prestara su caballo, que serviría de elefante de circo. Un seminarista que dejó el Seminario poco después montó el caballo en traje de baño y turbante. Era enormemente gordo y su traje de baño era minúsculo. Pepo Gutiérrez y Miguel iban disfrazados de payasos. A Miguel le tiraron una naranja que él a su vez lanzó al aire y recogió. Luego una segunda que igualmente lanzó al aire y agarró con la misma mano que la primera. Era toda una exhibición de cómo no ser malabarista, y todo el tiempo sin perder el gesto serio. Por fin le tiraron diez naranjas que agarró en los brazos. Luego, tras una pausa en que pareció contemplar la posibilidad de tirarlas todas al aire, con gran dignidad y desprendimiento las fue tirando al auditorio.

Luego vino la caza de la pulga. Uno de los payasos provocó a una pulga invisible para que saltase de una mano a la otra y de vuelta a la primera. Esto se repitió varias veces hasta que la pulga se escapó. Entonces empezó una caza en la que la pulga o sus innumerables congéneres fueron descubiertos en las tonsuras de los dignatarios eclesiásticos de las primeras filas. El ambiente se tornó gélido. También hubo un chiste de muy mal gusto que consistió en colocar una hostia no consagrada en la cabeza de un seminarista a modo de tonsura. Carlos Camus, dirigente del curso y futuro Obispo de Linares, fue severamente amonestado.

Tales gamberradas a expensas del clero visitante no eran del todo inocentes. Eran una reacción de los estudiantes del curso de Miguel, que habían vivido y tenían experiencia universitaria, contra lo que consideraban mezquinos reglamentos del Seminario.

Por ejemplo, una directriz prohibía que se viera el pantalón por debajo de la sotana. En estos tiempos los seminaristas aún llevaban sotana, teja y guantes. Y no se permitía ningún contacto entre los estudiantes de Filosofía y los de Teología. Una raya en la baldosa marcaba la frontera y no se permitía a nadie cruzarla. El Decano de Teología y abogado canónico, Jorge Medina, era considerado como especialmente rígido y falto de sentido del humor. Hubo un perro, una especie de mascota del Seminario, al que Medina no soportaba y ordenó sacrificar. Por esta y otras razones se creó una tensión entre Medina y los estudiantes del curso de Miguel y éstos se deleitaban en hacerle pasar malos ratos. Una vez, cuando Medina exigió silencio absoluto, sonó una corneta muy fuerte que pasó de ventana en ventana mientras Medina corría por los pasillos buscando al culpable. En otro momento, cuando Medina insistió enérgicamente sobre la necesidad de llevar el alzacuello en todo momento, el compañero payaso de Miguel, Pepo Gutiérrez, apareció vestido con el alzacuello y nada más [16].

Los informes anuales sobre Miguel, comenzando desde el primer año de Teología, todavía están en los archivos diocesanos en Valparaíso. En diciembre de 1956 un profesor se refirió a él como "notoriamente piadoso". Otro afirma: "He podido apreciar sus grandes deseos de ser sacerdote". En la misma ocasión, Jorge Medina dice de él: "Es sencillo y humilde, dotado de una bondad natural fuera de lo común" [17]. Entre sus "virtudes naturales" destaca su rectitud. En sus relaciones con sus compañeros del Seminario se le describe como "sencillo y caritativo", en el trato con sus profesores como "obediente y humilde". Aparte de lo de "notoriamente piadoso", todo suena a rosas: estereotipos idealizados sin observación real o conocimiento personal. Su desarrollo emocional se describe como "normal". Tiene "espíritu de sacrificio" y "motivación apostólica" al juzgar por su fidelidad a sus catecismos –se supone que se refiere a las visitas, los sábados por la tarde, para preparar a los niños de la población para su Primera Comunión–. Sus estudios revelan "habilidad y aplicación" (sus notas son una media de 5 sobre 7). Se menciona que necesita comida extra a causa de su estatura. Está haciendo esfuerzos por "adaptarse a la idiosincrasia chilena". Finalmente, en un párrafo titulado "Defectos", se dice que Miguel es "algo intransigente" [18].

El 6 de abril de 1957, Miguel recibe la tonsura clerical en la Catedral de Nuestra Señora del Carmen en Valparaíso. En su informe para ese año, sus notas son más altas: 6 sobre 7 en Antiguo Testamento y Teología Moral. Como opción especial ha escogido Eclesiología. Su labor como bibliotecario adjunto es alabada: "responsable y eficaz". Las cualidades que lo distinguen son: "sobrenatural, delicado, trabajador". Esta vez sus "defectos" han pasado de ser "intransigente" a "algo testarudo" y se expresa preocupación por una cierta "falta de adaptación debido a su idiosincrasia". Se recomienda que se le den oportunidades para llegar a asimilarse mejor en el ambiente en que llevará a cabo su apostolado.

Una descripción más reveladora de Miguel en esta época la tenemos de Carlos Camus, su compañero de clase y director del curso: "Estaba siempre callado. No expresaba mucho sus sentimientos. Era tímido, reservado y, creo yo, contemplativo, una persona espiritual sensible a la amistad. Agradecía que entraras en conversación con él porque se le hacía difícil aproximarse a los demás. Era sensible y muy tímido. Los demás de su curso eran grandes habladores. Pero era muy querido. Cuando teníamos que presentar informes sobre él, siempre señalábamos su piedad y bondad. Estaba siempre dispuesto para los enfermos" [19].

En marzo de 1958, Miguel recibió las órdenes menores de Guardián de la Puerta y Lector en la Catedral de Valparaíso, y al día siguiente las de Exorcista y Acólito en la capilla de las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón en Viña del Mar. En su informe en esta ocasión, Jorge Medina una vez más se pronuncia preocupado porque Miguel era "tan inglés". "El conjunto de su personalidad refleja muy marcadamente su ascendencia y educación inglesas, lo cual, unido a cierta timidez, puede limitar más tarde en algo su apostolado. Creo que da serias esperanzas de llegar a ser un buen sacerdote" [20].

Otro miembro del Seminario comparte esta preocupación: "Debe, eso sí, hacer un esfuerzo de adaptación a la mentalidad chilena y procurar no dejarse llevar por intransigencias sajonas que le dificulten su trato con la gente" [21].

El informe de su cuarto y último año de Teología data del 9 de abril de 1960. Notas altas en los estudios del Antiguo y Nuevo Testamento y medianas a bajas en Teología Dogmática y Moral y Derecho Canónico nos revelan sus preferencias académicas. Bajo el epígrafe de "virtudes naturales" se expresa alguna reserva sobre su capacidad de enjuiciar: "le falta ... realismo". Bajo "modestia": "generalmente satisfactorio, pero algo prepotente en juicios". Una observación similar bajo "defectos": "algo testarudo y acentuado espíritu crítico sin llegar a criticón". Se le alaban sus sinceros y relativamente exitosos esfuerzos para adaptarse y "tiene fisonomía sacerdotal". Las relaciones con sus superiores se describen como buenas: "Es sincero y obediente aun cuando, por su carácter, le cuesta". Parece como si algunos de sus profesores se sintieran amenazados por sus críticas pero las atribuían al hecho de que era esencialmente británico y no chileno. Posiblemente tenían razón, la educación británica universitaria tradicionalmente animaba a los estudiantes a pensar por sí mismos, mientras que los sistemas europeos e hispánicos esperaban que las conferencias se tomaran al pie de la letra. Sin embargo, a los redactores de los informes les impresionó su motivación religiosa. Las dos cosas que más le interesan –los estudios bíblicos y el apostolado de los trabajadores– están reflejadas en el informe final redactado por el Prefecto de Teología. También aparecen señales de enfrentamientos entre ambos: "Es un seminarista muy serio y concienzudo. Estudioso y cumplidor de su deber. Se muestra piadoso y apostólico, manifestando especial interés por el apostolado con obreros y los trabajos bíblicos. En diversas ocasiones ha demostrado lo que le cuesta obedecer; es bastante sostenido en sus puntos de vista. Por lo mismo ha recibido varias advertencias tendientes a que se fije un poco más en la humildad. Su tendencia crítica le ha conducido a veces a actitudes irrespetuosas con el suscrito sin que por lo demás haya un clima de beligerancia. Con todo, y apoyado principalmente en su rectitud de intención y piedad, estimo que da esperanzas de llegar a ser un buen sacerdote y que pueda proceder al subdiaconado; valdría la pena hablarle seriamente sobre los defectos anotados y sus repercusiones en la vida diocesana" [22].

Ordenación de Miguel Woodward

Ordenación de Miguel

El 11 de junio, tras serle conferida la tonsura, fue ordenado al subdiaconado por Monseñor Raúl Silva Henríquez. Lo acompañaron sus amigos Pepo Gutiérrez (al diaconado) y Patricio Guarda (al subdiaconado) [23]. Otros dos informes de este período se encuentran en los archivos: uno de antes de su ordenación como sacerdote que reitera las opiniones tanto positivas como negativas de informes anteriores. Afirma que Miguel tuvo una nota final de 4 sobre 7 en su Licenciatura y que ésta fue considerada baja en relación a su habilidad. Más interesante es el informe de antes de su diaconato, el cual, aunque un tanto hipócrita, ofrece la interpretación más amable y perceptiva de un casi contemporáneo: "Piadoso, deseo de entrega total a la Iglesia. Reflexivo, de inteligencia más bien analítica, cultura general vasta. Inquietud intelectual y capacidad más que lo corriente. Especial inquietud por la teología bíblica. Lento en su pensar lo que le hace aparecer, a primera vista, como testarudo. Poco comunicativo de lo personal. Mi apreciación general es muy buena" [24].

El 24 de septiembre de 1960, Miguel fue ordenado diácono en la Catedral de Valparaíso por el Obispo Raúl Silva. En febrero de 1961, realizó un retiro de seis días en Punta de Tralca [25] y el día 25 fue ordenado al sacerdocio por el Obispo Silva en su Catedral de Nuestra Señora del Carmen en Valparaíso. La familia Woodward asistió y la Catedral rebosaba de gente de las poblaciones donde Miguel había realizado trabajo pastoral como diácono. Su hermana, que estuvo presente, tuvo la impresión que "definitivamente, Miguel pertenece al pueblo" [26].

A qué se dedicó durante los siete meses después de la ordenación no está claro. Probablemente pasó algún tiempo con su familia antes de ir a Europa. En septiembre de 1961, celebró la boda de su hermana Jocelyn con Norman Henfrey en Londres. Al mes siguiente empezó un curso de post-graduado de dos años en el Institut Supérieur de Catéchétique, que forma parte del Institut Catholique de Paris, alojándose con los Misioneros Franciscanos de María en Vanves. No se sabe quién tuvo la idea de que hiciera este curso, pero tuvo que haber sido aprobado por el Obispo Silva, si no propuesto por él. Era normal que los nuevos sacerdotes con capacidad de estudios universitarios fuesen a Europa si no lo hubieran hecho antes de su ordenación. Tal vez con la idea de mejor adaptarse a la mentalidad de los que serviría como sacerdote, Miguel optó por concentrarse en Catequéticas. El curso contenía materias sobre "La Psicología del Hombre Contemporáneo" y "Antropología Cristiana" así como otras centradas sobre la teoría y práctica de catequesis. El informe de fin de curso sobre Miguel es halagüeño aunque algo anodino. "El P. Woodward termina favorablemente sus estudios en el Instituto. De espíritu abierto y con ganas de descubrir cosas, ha aprovechado bien su estancia en Francia. Sus cualidades de acogida y simpatía le han ganado la estima y la colaboración de sus compañeros" [27].

Sería bueno saber más sobre en qué dirección o hacia dónde le estaban llevando su mentalidad abierta y su deseo de descubrir cosas nuevas, pero sobre este período significativo de su vida no hay más información. Tal vez un cambio de actitud se reflejara en su nueva manera de vestir. Dejó la sotana, hecho poco sorprendente, porque hubiera parecido raro en las calles de París de aquella época. En vez de llevar ropa clerical iba con chaqueta de cuero y pantalón [28].

Cuando estuvo en Londres para asistir al matrimonio de su hermano John en St Mary’s, Cadogan Street, tuvo ocasión de encontrarse con Gonzalo Aguirre, compañero del Seminario quien estaba en Londres esos días. Para esto tuvo que vestirse de manera convencional, y los dos en clergyman y alzacuellos hicieron las delicias de los asistentes, siendo el uno de un metro noventa y el otro de uno cincuenta [29]. Volvió a Londres en octubre de 1962 para el casamiento de su hermana Jocelyn en St Mary’s, Hampstead. Se reunió con la familia unos días antes de la boda y parecía muy contento y animado [30]. No obstante, según su hermana, a su familia ya les parecía "un extraño"; el camino que había escogido les era ajeno [31].

A su regreso a Chile a finales de 1963, sus contemporáneos lo notaron diferente. "Regresó lleno de entusiasmo: la formación sacerdotal había cambiado totalmente; todo lo que habíamos aprendido en el Seminario era escolástica pasada de moda y ahora había descubierto una teología completamente nueva. Yo me preguntaba qué sería lo que le habrían enseñado en París. No pensé que sería demasiado grave porque no era capaz de matar una mosca. Era una persona muy dócil" [32]. Después de la muerte de Miguel, el amigo arriba citado sospechó que hubiera pasado por algún tipo de adoctrinamiento comunista estando en París. Otro compañero de la época del Seminario niega que Miguel cambiara ideológicamente durante su estancia en París; simplemente descubrió una buena teología [33].

Notas

1. Archivos de Downside School.

2. Conversación con Mariano Puga (9/8/90).

3. Conversación con Carlos Camus (24/8/92).

4. Más tarde se convirtió en casa de ejercicios espirituales de los Padres del Sagrado Corazón.

5. Pat Bennetts 1990.

6. Mariano Puga 1990.

7. Carlos Camus 1992.

8. Ibid.

9. Gonzalo Aguirre 1992.

10. Carta a Carlos Barroilhet.

11. Ibid.

12. Ibid.

13. Pat Bennetts 1990.

14. P. José Aldunate, S.J., educado en Inglaterra en Stonyhurst College, Lancashire. A la edad de 55 años abandonó su carrera académica y se convirtió en cura obrero. Ahora, a sus 80 aún vive en una pequeña comunidad de jesuitas en una población.

15. Charles de Foucauld.

16. P. Jorge Medina llegaría a ser Obispo de Valparaíso, influyente miembro de la Curia Romana y Director de Ejercicios Espirituales del Papa Juan Pablo II.

17. Archivos Diocesanos de Valparaíso.

18. Ibid.

19. Carlos Camus 1992.

20. Jorge Medina 1958.

21. Mario Garfias.

22. Archivos Diocesanos de Valparaíso.

23. El subdiaconato era la primera de las órdenes sacerdotales, e incluía el compromiso de celibato, de lectura diaria del Oficio de la Iglesia y de obediencia al Obispo. Desde el Vaticano II el subdiaconato ya no existe y el diaconato es la primera orden.

24. Wenceslao Barra.

25. Archivos Diocesanos de Valparaíso.

26. Pat Bennetts 1990.

27. "Le Père Woodward termine dans de bonnes conditions ses études à l'Institut. Esprit ouvert, en recherche, il a tiré grand profit de son séjour en France. Ses qualités d'accueil et de sympathie lui gagnèrent l'estime et la collaboration de ses confrères".

28. Carlos Camus.

29. Gonzalo Aguirre (9/9/92).

30. Pat Bennetts 1990.

31. Ibid.

32. Carlos Camus 1992. Tenía su propia versión de los acontecimientos: "Creo que recibió una fuerte influencia marxista en París porque Darío Marcotti, que le acompañó, se afilió al Partido Comunista a su regreso. Sospechamos que el Partido Comunista Francés prestaba especial atención a estudiantes de América Latina, empezando por Camilo Torres. Creímos que dirigieron un servicio bajo la dirección de una señora chilena, Marta Harnecker, que había estado en Acción Católica antes de entrar en el Partido Comunista. Fue discípula de Althusser y de Roger Garaudy, que inició el diálogo con los católicos. Fue un tiempo de mucho intercambio y casi todos los sacerdotes que fueron a Francia fueron influenciados por esta mujer. Les invitaban a Moscú, a diálogos entre cristianos y marxistas. Casi todos abandonaron el sacerdocio... No puede haber sido sólo coincidencia porque volvían y cambiaban...".

33. Gonzalo Aguirre 1992.

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3. ENTRANDO EN LA DIÓCESIS (1964-1966)

La ciudad portuaria de Valparaíso fue fundada por los conquistadores españoles a principios del siglo XVI en una franja de tierra fértil y resguardada en la costa al noroeste de Santiago. Este "Valle del Paraíso" apenas abarca unos cientos de metros desde la costa antes de que las colinas se alcen empinadas hacia el interior. La ciudad creció en importancia en el siglo XIX y, con la construcción del puerto y del ferrocarril a Santiago, llegó a ser el principal puerto comercial de una costa de 4.000 kilómetros. A lo largo del siglo muchos jóvenes emprendedores llegaron desde Europa: numerosos británicos, especialmente escoceses, así como alemanes y franceses. A menudo se trataba de los hijos menores de los hacendados de su país. Venían en busca de fortuna y algunas de las empresas que fundaron han permanecido hasta hoy. La clase empresarial estableció su comercio en una planicie estrecha que se extiende desde el puerto hacia el norte, paralela a la costa. Detrás de esta planicie construyeron sus grandes casas, la mayoría de madera, en las lomas bajas de las colinas que dan hacia la ciudad comercial y el puerto [1]. Son estas casas, bordeando los cerros, las que dan al Valparaíso moderno su particular encanto, aunque en los años 20 y 30 los sucesores de los comerciantes que las construyeron se desplazaron por la costa hacia el balneario de Viña del Mar. Se alzaron monumentos cívicos a los empresarios extranjeros, como el Arco Británico o el Cementerio de los Disidentes para aquellos que no podían ser transportados en ataúdes a su patria (una costumbre habitual) o los que, al no ser católicos, no podían ser enterrados en los cementerios normales. La iglesia anglicana, un tanto destartalada en 1990, y sin duda su equivalente luterana, que ahora atienden a comunidades locales pequeñas, dan fe del sentido de responsabilidad y lealtad de sus antiguos feligreses.

Con la estrecha franja costera ocupada, Valparaíso sólo podía expandirse hacia los cerros detrás del puerto y la zona comercial. Y lo que comenzó en el siglo XIX como zona de amplias casas de mercaderes con vistas al mar se convirtió en el siglo XX en una aglomeración caótica de calles, callejas, escaleras y plazas con casas y tiendas, iglesias, hospitales, escuelas e institutos. Ya en la década de los 60 la población crecía a un ritmo del 2,5% (como en todo el continente) y además se produjo una masiva migración del campo a las ciudades (la población urbana aumentó de un 40% a un 70% de la población total de Chile entre 1940 y 1970). Como la segunda ciudad del país, que rápidamente sería adelantada por la vecina Viña del Mar (y de hecho se han convertido en una sola aglomeración urbana), Valparaíso recibía una constante llegada de inmigrantes rurales. Las partes altas de los cerros se fueron cubriendo con nuevos asentamientos. Mientras algunos, como Villa Berlín o Cerro Placeres, fueron planificados y sólidamente construidos con la ayuda de los países del primer mundo, otros no pasaron de ser poblaciones de madera y zinc, sin electricidad, desagües ni agua potable. La fuerte pendiente de los cerros y quebradas, los fríos inviernos y copiosas lluvias convertían las calles y caminos sin pavimentar en riadas de barro. Escaseaba la energía para cocinar y calentarse. Había mucha cesantía y poco trabajo, lo que causaba desnutrición, enfermedades y alta mortandad infantil.

El masivo crecimiento de la población urbana, la huida del campo a la ciudad y la consiguiente miseria y necesidad plantearon nuevos retos, no solamente a las municipalidades de Valparaíso y Viña y al Gobierno conservador-liberal de Jorge Alessandri, Presidente de Chile de 1958 a 1964, sino también a las municipalidades y gobiernos a través de toda América Latina. Además, desde las guerras de independencia de comienzos del siglo XIX, los Estados Unidos consideraban que era su derecho tener a toda América Latina bajo su dominio político y económico, según la Doctrina Monroe. En 1959 el gobierno corrupto y pro-americano del General Batista de Cuba fue derrocado por la revolución popular de Fidel Castro y el país se convirtió en estado cliente de la Unión Soviética. Esto supuso un desafío a la dominación americana del hemisferio, desafío que llegó a su apogeo en 1962 cuando la Unión Soviética de Kruschev intentó montar una base de misiles nucleares en Cuba. Esta crisis se vio zanjada por un ultimátum del Presidente Kennedy, pero la amenaza de revolución marxista a largo plazo siguió angustiando a los gobiernos norteamericanos. Podía irrumpir en cualquier país latinoamericano donde la mayor parte de la riqueza estaba controlada por un pequeñísimo número de familias y donde una población obrera, cada vez más concientizada, se daba cuenta de que, comparativamente, la remuneración de su trabajo era escandalosamente insuficiente.

La política externa y la ayuda exterior de Estados Unidos se dirigían a evitar más revoluciones marxistas. La Alianza para el Progreso, creada bajo el mandato de Kennedy, se diseñó para evitar esta eventualidad. Estaba destinada a crear oportunidades económicas especialmente para los pobres en zonas rurales, presionando a los gobiernos para que introdujeran reformas agrarias, rompiendo los grandes latifundios y dando la tierra a los que la trabajaban. Ofrecía ayuda para hacer carreteras y otras infraestructuras, y subvenciones para pequeños agricultores que quisieran emprender negocios. El Peace Corps, otra iniciativa de Kennedy, consistía en que voluntarios veinteañeros de los Estados Unidos trabajaban dos años en proyectos comunitarios en América Latina. Estaba destinado a ganar amigos e influencia en el continente, pero resultó un fracaso.

Si el gobierno de Estados Unidos percibió la creciente frustración de las poblaciones desposeídas de América Latina como una amenaza a la estabilidad del hemisferio, la Iglesia Católica la vio como un reto espiritual. La gran mayoría de la población del continente era católica, mientras que el comunismo que podía sobrevenir por medios democráticos o violentos era ateo. El Papa Juan XXIII hizo un llamado a los obispos de Europa y Norteamérica para mandar una quinta parte de su clero a América Latina, que padecía una falta crónica de sacerdotes. Muchos obispos y sacerdotes respondieron a este llamado y se establecieron por todo el continente, con resultados desiguales.

En 1962, camino de la primera sesión del Concilio Vaticano, el Obispo de Valparaíso, Emilio Tagle, hizo escala en Barcelona para pedirle al obispo de esa ciudad sacerdotes jóvenes para trabajar en su diócesis. El resultado fue que cinco jóvenes -"los catalanes"- se incorporaron a la diócesis de Valparaíso al año siguiente para trabajar con los pobres en zonas urbanas. El obispo, que en aquellos momentos fue considerado "progresista", les dio una calurosa bienvenida. Tal vez no se dio cuenta de que estos sacerdotes, hostiles al régimen de Franco en España y abiertos a la suerte de los pobres en su país de adopción, estarían en desacuerdo con la estrategia pastoral de la Iglesia. Aunque Miguel había nacido en Viña del Mar, con toda certeza estaría identificado en la mente de algunos de sus compañeros sacerdotes con estos extranjeros.

Emilio Tagle fue nombrado Obispo de Valparaíso en mayo de 1961, reemplazando a Raúl Silva Henríquez cuando éste fue trasladado a Santiago. Tagle había sido nombrado Obispo Auxiliar de Santiago por el Cardenal Caro y lo sucedió como Administrador Apostólico de la Diócesis con el título personal de Arzobispo cuando Caro murió en diciembre de 1958. La demora de dos años en nombrar a un sucesor indica que el Vaticano dudó entre Tagle y Silva. De todos modos el Papa Juan XXIII escogió como futuro Cardenal Arzobispo al hombre que luego sería el más importante opositor del régimen de Pinochet, pero como Obispo de Valparaíso nombró al hombre que sería su máximo defensor eclesiástico.

De 1947 a 1954 Tagle había sido el primer Director Espiritual y luego Rector del Seminario Pontificio en Santiago. Sus últimos días allí coincidieron con los primeros de Miguel. Antes Tagle había trabajado en parroquias en el campo alrededor de Santiago. Estando en una de ellas empezó a preocuparse por las miserables condiciones de vida de los campesinos. Consiguió que los hacendados locales establecieran una "caja de compensación" para prestar asistencia social y beneficios económicos a las familias campesinas necesitadas. Su madre tenía una tienda en la casa parroquial desde donde les suministraba productos básicos a precio de costo. Cuando los comunistas y socialistas empezaron a crear sindicatos de campesinos por todo el país a finales de los años 30, Tagle apoyó la formación de una unión de campesinos católica que en 1941 constaba de 300 miembros en la región de Buin. Este apoyo enfureció al Partido Conservador, que tradicionalmente consideraba a la Iglesia como su aliado político, y presionó a la jerarquía para que la desmantelara [2]. Tagle trabajó duro en estos años en la formación de dirigentes laborales cristianos por medio del estudio de la enseñanza social católica. Fue una época en la que muchos de los que más adelante serían políticos democratacristianos encontraron su vocación, y Tagle tuvo algo que ver en ello. Fue en estos años que Tagle adquirió la reputación de "progresista" entre los obispos chilenos.

Hombre piadoso, de celo pastoral y simpatía personal, Tagle tuvo una educación estricta. En el colegio fue un alumno ejemplar y entró en el Seminario a los 17 años. El sacrificio de la Misa, la autoridad del Papa y la devoción a María eran el centro de su vida espiritual. Vivió con su madre, y cuando ésta cayó enferma, su hermana, una religiosa del Sagrado Corazón, fue a ocuparse de los dos y permaneció con él después de la muerte de la madre. En vista de su trabajo inicial y su influencia, Tagle se alegraría del triunfo de los democratacristianos cuando éstos asumieron el gobierno e intentaron cambiar la sociedad para mejor. Pero cuando parecía que el cambio podría radicalizarse, le dio miedo y se volvió hacia las certezas morales del catolicismo tradicional. En su manera de pensar no había lugar para la ambigüedad. La dictadura militar de Pinochet ofrecía una autoridad paternalista que erradicaría el "cáncer" del marxismo. Que al mismo tiempo erradicara la normal expresión democrática de opiniones puede haber sido un alivio para Tagle en la medida en que estas opiniones planteaban cuestiones peliagudas. Si, como se afirma que dijo Bismarck, la democracia es el gobierno del hogar por los niños, Tagle, a pesar de su bondad y compasión hacia los niños, prefería un gobierno de "adultos". La dictadura trató a Tagle con honor y respeto, pero con la excepción de su Vicario General, Jorge Bosagna, se vio cada vez más aislado de su propio clero y obispos [3].

Al presentarse en la Catedral de Valparaíso como su nuevo obispo, Tagle atacó con dureza al marxismo, que contrastó con el verdadero amor cristiano: "El mundo se fía más del odio y de la lucha de clases. El Señor exige que amemos de tal manera que nuestro amor se vuelva el gran transformador y sustento de vida. Conquistaremos el marxismo mostrando lo que se puede conseguir con justicia y amor". Para el obispo, el amor cristiano significaba "desprendimiento de los bienes materiales y un esfuerzo para crear estructuras sociales donde llevar a cabo el plan de Dios". Lo que no entendió, comprensiblemente, es que sus adversarios marxistas eran igualmente idealistas y aquellos miembros de su clero que se habían adherido a sus ideas estaban tan llenos de amor cristiano como él mismo. Pero al final ni el marxismo ni el amor cristiano conseguiría una sociedad más justa.

El amor cristiano para Tagle también conllevaba "una renuncia al derroche del lujo y del juego" [4]. Austero en su vida personal, intentó extirpar al menos una "frivolidad" de su diócesis: el uso del bikini. Una carta al director del vespertino de Valparaíso La Estrella pregunta por qué se puede usar bikini en otros lugares pero no en Valparaíso. "¿Vivimos en tiempos modernos o no? ¿No es la moralidad la misma en todas partes, o hay más inmoralidad en Valparaíso?". La autora se refería a la prohibición por el Arzobispo de llevar bikini en las playas de la diócesis de Valparaíso, bajo pena de excomunión. En su respuesta el director del diario le dice que es poco probable que levanten la prohibición en las playas de la diócesis, y le aconseja que se ponga bikini en las playas de la diócesis de Santiago, donde no era pecado mortal [5].

No sorprende que Emilio Tagle eludiera las reuniones de los obispos chilenos y latinoamericanos en el Concilio Vaticano II en Roma, al cual asistió de 1962 a 1965. Formó parte, sin embargo, del "Coetus Patrum" del Cardenal tradicionalista Ottaviani, que se oponía a todas las reformas presentadas [6]. Otro miembro del grupo era el Arzobispo Marcel Lefebvre, que opinaba que las reformas del Concilio eran una herejía, y más tarde fundó la Hermandad San Pío X. Al término del Concilio, Tagle aceptó con lealtad sus decisiones, con las reformas litúrgicas que siguieron, aunque al mismo tiempo criticó lo que le parecieron las falsas y engañosas interpretaciones que algunos les daban. En julio de 1977 el entonces cismático Arzobispo Lefebvre visitó la diócesis de Valparaíso, sin duda en busca de amigos y nuevos reclutas. Tagle, siempre leal al Papa, se negó a recibirlo y lo acusó públicamente de herir a la Iglesia con su ataque a la autoridad papal del momento [7].

A su clero hizo una apelación especial: "Como vuestro padre y pastor os aconsejo que forméis una perfecta comunidad de ideales y acción en el amor de un sacerdocio de Cristo. Que el "presbyterium" alrededor del obispo sea la máquina que mueva todo el trabajo de la diócesis". Aunque llegó a ser querido por muchos, incluso sus opositores, por su rectitud y calor humano, la visión paternalista de Tagle en cuanto a la relación entre obispo y clero fue vista con creciente impaciencia por algunos de los sacerdotes jóvenes con formación universitaria. No compartían sus opiniones políticas ni lo consideraban infalible en otros temas. Estaban en otra onda, y la fosa entre ellos se agrandaría inexorablemente.

Años más tarde, Tagle consideró que su magna obra como obispo fue haber establecido un nuevo seminario dentro de la diócesis para formar sacerdotes más a su imagen. Serían una generación posmoderna. Pero con los "modernos" de los años 60 había una falta de comprensión. Uno de ellos habla de la crisis experimentada por varios sacerdotes de la diócesis que no estaban de acuerdo con el enfoque de la pastoral del obispo. Sentían una "falta de contacto, de interés y afecto paternal de su parte y todo esto contribuía a un cierto sentimiento de aislamiento y soledad dentro de la Iglesia. Sobre todo era una falta de comprensión". Este sacerdote trabajaba con estudiantes católicos que asistían a instituciones no católicas. "Una vez al año renovábamos nuestro compromiso personal como militantes de Acción Católica estudiantil. En 1967 invité a Tagle a venir a predicar. El rumbo de sus pensamientos estaba a años luz de cómo nosotros enfocábamos nuestro compromiso. Al año siguiente lo volví a invitar y esta vez le di una lista de sugerencias para su homilía. Las ignoró y una vez más habló en un sentido completamente diferente. Al año siguiente no lo invité" [8].

Tal vez esta falta de comprensión, de estar en otra onda, explica lo que otro sacerdote de la misma generación llama la "total anarquía" en la diócesis de Valparaíso. "No había reuniones oficiales del clero. Algunos grupos de sacerdotes se reunían espontáneamente pero no existían estructuras normales. Pasaban los años sin ningún contacto con el Obispo. Después de la ocupación de la Universidad Católica en 1967, el Obispo sí convocó a una reunión diocesana. Pero el orden del día consistió en una discusión sobre la gravedad moral del bikini y la aún más minúscula tanga" [9].

Era difícil que un sacerdote joven e intelectual a su regreso de París, con la cabeza llena de nuevas ideas y la maleta repleta de libros, tuviera mucho en común con su obispo. Con sus antecedentes tan distintos, es improbable que uno de los dos hubiese hecho un esfuerzo para conocer al otro, ni que lo hubiera logrado. El curso de Miguel en el Institut Catholique terminó en julio de 1963. Poco después llegó a Valparaíso, pero con el desfase del curso escolar entre Europa y América del Sur y las vacaciones chilenas de enero y febrero, tardó en adaptarse al ritmo del trabajo.

En el centro de Valparaíso está la Plaza Victoria, grande y cuadrada. En su lado norte está la Catedral, construida en el siglo XX en estilo neoclásico (la diócesis se estableció en tiempos recientes). El exterior es poco interesante, el interior frío y destartalado. Al lado, atravesando una calle, hay un edificio imponente que alberga las oficinas diocesanas: el obispado. Éste es el eje administrativo de la diócesis donde gestionaban sus asuntos financieros y jurídicos administradores clericales y laicos, y desde donde se coordinaban las labores caritativas y pastorales y donde se guardaban los archivos. En la esquina opuesta a la Catedral había un edificio conocido como la casa de asesores. En el terremoto de 1971 fue dañado y luego fue demolido. El piso de arriba lo ocupaban seis sacerdotes, la mayoría asesores de movimientos juveniles y universitarios. Fue como miembro de este grupo que Miguel recibió su primera tarea en la diócesis, como asesor de profesionales.

El grupo estaba formado por Juan Bruce, Administrador de la Catedral, Edgardo Rothkegel, contemporáneo de Miguel y el primero de muchos sacerdotes en secularizarse y casarse, Eduardo Stangher, asesor de profesores de escuela primaria y más adelante capellán naval, Alfredo Hudson, y el catalán Joan Casagnas, ambos de Acción Universitaria Católica. Lo que los unía en la casa era el almuerzo a mediodía, preparado por una cocinera de fuera. En este momento las relaciones con don Emilio eran amistosas aunque superficiales. El aparecía de vez en cuando pero rara vez se quedaba a almorzar: comía lo que su madre le preparaba en casa. En una visita a las Islas Juan Fernández, territorio chileno en el Océano Pacífico frente a Valparaíso, le ofrecieron unas langostas, que trajo para el almuerzo en la casa de asesores [10].

Tomando las onces

Adaptarse a este ambiente clerical no fue fácil para Miguel, y probablemente no era lo que había esperado. A menudo faltaba al almuerzo y se le consideraba reservado [11]. Según uno de los que vivían en la casa, sin conocerlo bien: "El castellano de Miguel no era muy bueno y pensaba en inglés. Era muy lento, lento en hablar y en pensar. Esto creaba una seria barrera para él al comunicarse con la gente. No conseguía entender los chistes y tuvo que hacer grandes esfuerzos para estar al tanto del temperamento chileno" [12]. Es posible que se hubiera olvidado un poco del castellano chileno en París, pero también es posible que algunos chistes le hicieran poca gracia. En París se había empapado de teoría pastoral y catequética, y por tanto parecía tener la cabeza en las nubes. "Era intelectual y sus ideas parecían poco aterrizadas. Daba la impresión de estar viviendo en otro nivel" [13].

No ayudó el hecho de no tener suficiente trabajo; Miguel más bien parecía aburrirse. Las reuniones a las que tenía que asistir eran por la tarde y el resto del día estaba desocupado. No es de extrañar que los problemas de sueño, que habían empezado en el Seminario, volvieran a preocuparlo.

Miguel se defendía con el artificio que había aprendido en el Seminario o tal vez antes: se hacía el payaso y alentaba a los demás a reírse de su excentricidad. Según uno que compartía la casa: "Cuando llegó parecía un tanto desorientado. Pero se llevaba bien con el grupo en la casa de asesores. Le tomaban mucho el pelo. Yo le solía preguntar: ¿Qué tal allá en la estratosfera?" [14]. Siendo notoriamente el sacerdote más alto de la diócesis, en las procesiones de Semana Santa en la Catedral se dejaba colocar al lado del más bajito del clero, el P. Erazo [15]. Puede que el humor de esta situación hubiera despertado en Miguel una vena surrealista, imperceptible para aquellos que lo organizaban. Con su fervor práctico y evangélico no es probable que en este momento hubiera tomado en serio la ceremonia litúrgica.

En cuanto a sus problemas de sueño, explicó que en el Seminario (el nuevo a donde se mudaron tras el primer año) eran las vacas del prado vecino que lo desvelaban. Aquí en la casa de asesores era la luz del alba que traslucía por las cortinas. Para remediarlo, pidió prestadas unas telas negras de la sacristía de la Catedral y las colgó en las ventanas [16]. Estas telas se usaban normalmente en los funerales elegantes de la Catedral [17].

El abismo entre la formación para el sacerdocio y el trabajo activo del sacerdote puede ser alarmante. Después de años de vida de seminario existe un deseo natural de autonomía, de estar libre del control de los superiores y de la presión de actuar conforme a los modelos de otros. Sin embargo un sacerdote nuevo necesita trabajo adecuado y el apoyo necesario para poder llevarlo a cabo. Y sea cual fuera la razón, parece ser que a Miguel le faltaron ambas cosas. Arrancar en su trabajo siempre iba a ser difícil, pero se tiene la impresión de que don Emilio, con toda su bondad y buenas intenciones, no estaba realmente en contacto con Miguel y tampoco tuvo la imaginación necesaria para tratarlo. Sin duda pensó que como Miguel tenía dos carreras universitarias y un posgraduado en Catequesis disponía de suficientes herramientas para su desempeño. Unos cuantos años en una población, con uno o más compañeros de ideas afines le hubieran proporcionado un comienzo más motivado, o así nos parece ahora. Es ahí donde tenía puesto Miguel el corazón, aun en esta etapa inicial.

Miguel también careció del apoyo cercano de la familia con el que contaban los sacerdotes chilenos. En 1964 sus padres se establecieron en Estoril, Portugal. Sus hermanos también estaban en Europa. Cuando terminó el curso universitario, Miguel pudo visitar a sus padres y luego a su hermana Pat y su marido Fred, quienes vivían en Madrid. Pero la familia estaba cada vez más distante y sólo iba a poder verla en dos ocasiones más, en 1966 y 1969.

En los dos años y medio que pasó en la casa de asesores, Miguel consiguió trabajos donde podía: algunos autorizados por el obispo, otros para los que se ofrecía y algunos más que le dejarían sus colegas. Fue asesor de uno de los muchos grupos en Valparaíso del Movimiento Familiar Cristiano, cuyo fin era ayudar a las personas a prepararse para la vida matrimonial [18]. Durante un tiempo trabajó en el Instituto Diocesano de Catequesis, formando catequistas jóvenes para las parroquias, y como asesor también tuvo algo que ver, aunque de forma limitada, con la Acción Universitaria Católica (AUC), una de cuyas metas era la formación de estudiantes evangelizadores de otros estudiantes.

El cargo donde existe mayor evidencia de la intervención directa del obispo fue el de asesor de un grupo conocido como "Movimiento de Profesionales Católicos" que habían formado en 1960 unos posgraduados, entre los que se encontraba Oscar Guarda, hermano de Pato, compañero de Miguel en el Seminario. Oscar Guarda trabajaba en la refinería de petróleo de Con Con, cerca de Valparaíso y era profesor a tiempo parcial en la Universidad Católica, y siendo estudiante había estado muy involucrado en la Acción Universitaria Católica. Dos años más tarde su asesor fue llamado al Concilio Vaticano II como experto en teología (peritus) y a comienzos de 1963 Emilio Tagle propuso a Miguel para reemplazarlo, ya que tenía título de ingeniero.

El propósito del grupo era conectar las vidas de los miembros -unos veinte- como profesionales y como cristianos. La mayoría trabajaba en la industria pero algunos eran abogados, contables y médicos. Oscar Guarda describe sus objetivos: "Buscamos formas de servir a los pobres en nuestro trabajo con una mayor participación de la plantilla con los directivos, al no olvidar que son seres humanos, no son máquinas ni reclutas, creando trabajo para que más gente tenga empleo. Los que enseñábamos en la Universidad intentamos promover estos fines en forma de aprendizaje técnico y empresarial".

Con amigos

Miguel se involucró mucho en el grupo. Se reunían una vez por semana en sus propias casas, más frecuentemente en la de Oscar. La mayoría estaban casados y con niños, con mucho ir y venir. El procedimiento se acordó de una forma un tanto improvisada al no haber modelo que seguir. Ya cuando Miguel se incorporó, el formato era leer un pasaje del Evangelio o una epístola del Nuevo Testamento y sacar conclusiones para sus diversas situaciones laborales. Surgían preguntas como: "¿Amar a los que trabajan para mí supone dejarles llegar tarde al trabajo?". El anfitrión de la reunión escogía la lectura y la exponía a los presentes que luego la usaban como base de discusión.

Como muestra de la mentalidad de Miguel y de su espiritualidad, el coordinador del grupo recuerda: "Miguel pensó que trabajar con profesionales no era lo que buscaba. Quería trabajar con el pueblo. Éste era el enfoque de su apostolado, pero trabajar con nosotros le dio un contexto más amplio y le previno de ser parcial. Está claro que Miguel estaba en un momento de búsqueda. Noté en él un gran sentido de preocupación social. Su mayor contribución al grupo fue el sentido de la presencia de Dios en todo esto. Era fácil ser simplemente un intelectual en estas ocasiones. Miguel nos hizo conscientes de la presencia de Dios. El ayudó al grupo, pero el grupo también le ayudó a él. Miguel tenía una característica peculiar: una vez que se le ocurría una idea, se aferraba a ella, y era muy difícil hacerle cambiar de parecer. En una ocasión todo el grupo, menos Miguel, salió a comer y después fueron a una boîte. Cuando se lo contamos más tarde no lo aceptó y no le hizo gracia. No se discutió el tema, ni hubo ningún intento de persuadirnos de que estaba mal que un grupo de profesionales cristianos fueran a una boîte y de que era un acto de deslealtad hacia nuestras esposas, o un mal ejemplo para los demás. No dijo nada de esto. Era simplemente que no podía comprender cómo habíamos podido hacer tal cosa, aun por debilidad. Era muy inocente" [19].

Los grupos de Acción Católica Universitaria de varios institutos de enseñanza superior de Valparaíso se reunían con regularidad en el Obispado. Como le sobraba tiempo, Miguel estaba libre para organizar breves estudios bíblicos, días y fines de semana de retiro con algunos de estos grupos cuyos asesores no disponían de tiempo. Estos contactos llevaron también a algunos particulares. En febrero de 1965, por ejemplo, dos miembros de la AUC, Raúl Soto, estudiante de ingeniería comercial, y su novia Marisol Pimentel, estudiante de ciencias sociales, pidieron a Miguel que los acompañara a Calera para la bendición de sus anillos de compromiso. En mayo pasó un día con ellos en la casa de los Jesuitas en Valparaíso, sugiriéndoles pasajes de las Escrituras para que los meditasen y comentasen. Luego almorzaron juntos. Como iban a celebrar su boda al día siguiente, no es de extrañar que lo recuerden como una ocasión feliz [20].

Un aspecto muy positivo de este período para Miguel es que pudo mirar a su alrededor, observar y pensar sobre lo que veía. Como vio Oscar Guarda, fue un tiempo de búsqueda. Otro de los grupos que se reunían con frecuencia en el Obispado era la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Uno de sus miembros, Willy (Guillermo) Avaria, que más tarde vivió con Miguel en Cerro Placeres, era estudiante de ingeniería eléctrica en el Instituto de Educación Popular, escuela técnica que ofrecía cursos gratis a gente joven que no podía pagar. Recuerda como "de vez en cuando una persona nueva, muy alta y amigable con una manera de ser agradable, acudía a las reuniones. Era Miguel Woodward, recién llegado de Francia, según se rumoreaba, con una maleta llena de libros". Miguel no llegó a ser asesor de este grupo pero se llevó de él una buena impresión hasta el punto de que cuando se marchó a Peña Blanca dos años más tarde, quiso formar un grupo de la JOC allí [21]. La idea no se llevó a cabo, pero influyó en su trabajo con los jóvenes de la parroquia.

Una estudiante menos ortodoxa y más observadora que conoció a Miguel en esta época era Luisa Celedón. Estaba en el departamento de Servicio Social de la Universidad Católica. Pertenecía a un grupo de estudiantes católicos particular, crítico y diferente de los grupos normales de Acción Católica. Sus miembros procedían de varios departamentos de la Universidad y preferían permanecer fuera de la estructura oficial al no tener asesor, y de esta forma mantener su autonomía. Opinaban que la mayoría de los grupos oficiales no eran realistas y veían la vida de color de rosa. Este grupo deseaba discutir cómo ser cristianos en el mundo. Habían visto por sí mismos la miseria de la gente de las poblaciones en los cerros de Valparaíso y querían hablar de los problemas reales de esta gente en términos prácticos. Criticaban los modelos tradicionales católicos del papel de la mujer y no querían un sacerdote como asesor porque no tendría los pies en el suelo por su formación de seminario.

Un día cuando el grupo se disponía a comenzar la reunión en una sala de la Universidad, entró Miguel. Luisa lo reconoció como alguien que había visto atendiendo a grupos estudiantiles como asesor. La coordinadora le preguntó qué hacía allí y le dijo en tono cortante que habían decidido no tener asesor. Miguel contestó que no estaba ahí como sacerdote ni asesor. Buscaba un grupo de apoyo. Ellos pensaron que lo podría haber enviado el Obispo para ver qué pasaba, pero no pudieron echarlo después de lo que había dicho, aunque no lo creyeron del todo. Así es que se quedó, escuchó, hizo preguntas y se hizo integrante asiduo y apreciado del grupo. Luisa lo recuerda como "muy joven, lozano, con un punto de vista positivo de las cosas, aunque un poco ingenuo, muy, muy alto, muy sacerdote pero una buena persona, muy amistoso. Tenía una fe muy fuerte y un gran deseo de ayudar. Siempre sonreía" [22].

Del escaso testimonio de la vivencia de Miguel en este período se detecta algo de la emergente grieta en las actitudes políticas entre los chilenos católicos a mediados de los 60, y se nota en qué dirección irían sus simpatías. Efectivamente, en 1964 terminó la presidencia de Jorge Alessandri y se convocaron elecciones.

Alessandri había sido elegido como Independiente en 1958 con el apoyo de los Liberales y Conservadores. Representando primordialmente los intereses empresariales, esperaba crear las condiciones para que el sector privado desarrollase la débil economía que heredó. Como aliciente al capital extranjero había una política de inversión estatal y de moderación salarial para detener la inflación. Pero, aunque la economía nacional creció un 2.7% al año y la cesantía bajó del 9% al 5.5%, las exportaciones escasas y el incremento en la deuda externa llevaron al déficit en la balanza de pagos y la devaluación, y a una inflación que en 1964 ya ascendía a un 50%. Los esfuerzos del Gobierno para mantener bajos los sueldos dieron lugar a una huelga nacional y manifestaciones en noviembre de 1960 con el saldo de dos obreros muertos. Seis personas más murieron y hubo muchos heridos en las protestas después de la devaluación de 1962. El Gobierno cedió, lo que aceleró la inflación y afirmó la nueva fuerza de la izquierda.

Otra razón para una creciente confianza en la izquierda a comienzos de los 60 fue el ejemplo de la revolución cubana, que afirmaba que traía educación, salud, y dignidad a las masas empobrecidas. El Presidente Kennedy había alejado la amenaza de la instalación de misiles nucleares soviéticos en 1962, pero Cuba se alzaba como un faro de esperanza para los partidos marxistas de todo el continente.

Los tres contendientes en las elecciones de 1964 eran el candidato oficial de los Radicales, Liberales y Conservadores y presunto heredero de Alessandri, Julio Durán; el dirigente democratacristiano, Eduardo Frei, y el veterano candidato Socialista, Salvador Allende, del Frente de Acción Popular (FRAP), una alianza de Comunistas, Socialistas y el ala izquierda de los Radicales. Allende había ejercido como Ministro de Salud en el gobierno de Frente Popular de Aguirre Cerda (1938-41) y ya había disputado dos elecciones presidenciales. En las elecciones de 1958 llegó a menos de tres puntos porcentuales de Alessandri.

El Partido Demócrata Cristiano sólo se había creado en 1957. Sus orígenes fueron un grupo de jóvenes católicos conservadores quienes, formados bajo influencia jesuítica en la enseñanza social de la Iglesia Católica, en los años 20 y 30, se escindieron del Partido Conservador y formaron la Falange Nacional en 1938. Este partido nuevo ganó credibilidad como fuerza reformista por sus seguidores populares en un creciente movimiento laboral rural en el centro de Chile, que en noviembre de 1953 forzó al Gobierno de Carlos Ibáñez a liberar a sus líderes y a presionar a los terratenientes para que negociaran con ellos. Un segundo grupo conservador que se escindió en 1957, el Partido Conservador Social Cristiano, alentó a distintos sectores cristianos de centro y a elementos venidos de la disgregación del ibañismo, especialmente del Partido Agrario Laborista, a formar el nuevo Partido Demócrata Cristiano (PDC) a tiempo para disputar la elección de 1958, donde obtuvo el 20,5% de los votos.

En 1964 la política en Chile estaba polarizada por la sombra de Cuba y el miedo a una victoria electoral marxista. No solamente unieron ahora sus fuerzas la mayoría de la derecha con los democratacristianos bajo su líder Eduardo Frei, sino que el PDC estuvo enérgicamente apoyado por la Iglesia y financiado con fondos y apoyo técnico de agencias gubernamentales de Estados Unidos, especialmente la Alianza para el Progreso y la Agencia Central de Inteligencia. Frei basó su campaña en una plataforma de "Revolución en Libertad". Para algunos fue un intento sincero de llevar a cabo una reforma radical de la sociedad chilena y una redistribución de la riqueza para beneficiar a los pobres. Para otros fue una táctica astuta o cínica para alejar el mal mayor de Allende. El resultado fue una mayoría del 56% para Frei. Allende consiguió un 39% y Durán sólo un 5% [23]. Durante los siguientes seis años, seis de los diez que Miguel pasaría trabajando en Chile, el país estaría dirigido por un Gobierno democratacristiano.

Notas

1. Un terremoto casi destruyó Valparaíso en 1906, y por tanto estas casas fueron sin duda construidas en el siglo XX.

2. Brian Loveman pág. 274 y David O. Toledo pág. 62.

3. Enrique Barilari 1992.

4. David O. Toledo págs.78-9.

5. La Estrella, 6 de septiembre de 1968. La carta está firmada anónimamente "Bikinista". Maruja Celedón, devota católica residente en Valparaíso, usó este término en su artículo sobre cómo se bañó en bikini y sintió la necesidad de confesarse fuera de la diócesis por miedo a ser interrogada y excomulgada. (Conversación 1990).

6. Carlos Camus.

7. David O. Toledo pág. 117.

8. Conversación con Juan Jeanneret 1990.

9. Conversación con Pepo Gutiérrez 1990.

10. Joan Casañas 1997.

11. Alfredo Hudson 1990.

12. Eduardo Stangher 1990.

13. Ibid.

14. Ibid.

15. Carlos Camus 1992.

16. Alfredo Hudson 1990.

17. Enrique Barilari 1992.

18. El director diocesano era Pepo Gutiérrez. Dimitió del cargo después de la publicación de "Humanae Vitae" en 1968.

19. Conversación con Osear Guarda 1992.

20. Conversación con Raúl y Marisol Pimentel de Soto 1990.

21. Conversación con Willy Avaria 1995.

22. Conversación con Luisa Celedón 1991. Más tarde fue elegida vicepresidente de la Federación Nacional de Centros de Estudiantes de Servicio Social para todas las universidades de Chile.

23. Debo este resumen histórico a Brian Loveman.

Índice

4. PEÑA BLANCA (1966-1970)

El 11 de junio de 1966 Miguel tomó posesión de su nuevo destino. Era el Vicario Ecónomo de Peña Blanca, una pequeña ciudad al nordeste de Viña del Mar, a una hora en tren o algo menos en automóvil desde Valparaíso. No tenía industrias y gran parte de sus habitantes, de clase media, se desplazaban a trabajar al Puerto. Había una gran iglesia de madera que desde entonces ha sido sustituida, con dependencias y sala anexas, rodeada de una verja de hierro. Probablemente fue la primera vez en su vida que Miguel vivió solo. Una viuda de unos sesenta años llamada Rosa Cerutti iba a ayudarlo con las labores domésticas.

La etapa en Peña Blanca fue clave en la vida de Miguel. Llegó con la intención de ser un sacerdote activo, misionero, visitando a la gente en sus casas o lugares de trabajo, comprometiéndose con grupos y ayudando a sus feligreses a crecer espiritualmente. Rechazó el modelo de párroco como funcionario detrás de un escritorio en la oficina parroquial, esperando a que vinieran los feligreses a verlo [1]. Para moverse consiguió una Vespa.

La catequesis -la preparación de los jóvenes para los Sacramentos de Reconciliación, Eucaristía y Confirmación, y de los jóvenes adultos para el Matrimonio y el Bautismo de sus hijos- era un buen punto de partida. Con su formación en París y su experiencia en Valparaíso, tenía ganas de dedicarse al trabajo [2]. Se puso en contacto con los catequistas de la parroquia y pidió su colaboración. Los acompañó a lugares rurales más alejados donde daban clases de religión a los niños y se preocupó de hablar con los padres. Era una manera de acercarse a la gente y, como les decía a sus catequistas, debía ser más que una simple visita a sus hogares: tenían que "intentar llegar a la gente, y preguntarles qué dificultades tenían" [3].

La enseñanza religiosa en los colegios locales era otra área que involucraba a los catequistas. El Liceo más próximo estaba en la ciudad de Villa Alemana, y apenas llegó, Miguel empezó a dar clases allí. A uno de los estudiantes le llamó la atención el extraño aspecto del nuevo sacerdote. Encima del traje clerical y alzacuello, llevaba chaqueta de cuero negra. Al entrar al colegio aún llevaba puesto el casco y unos guantes de soldador. También llamaron la atención sus pies, y no sería la última vez, ya que para un hombre de metro noventa estarían bien, pero para el adolescente medio en Chile, de menor estatura que sus semejantes ingleses o norteamericanos, eran gigantescos. En aquellos tiempos se anunciaba por la televisión un pan de molde de tamaño extra familiar, el pan de Monroy, así que a Miguel le pusieron el sobrenombre "Patas de Monroy" [4].

En el colegio de Villa Alemana unos niños adolescentes, sin ayuda de los mayores, habían formado un grupo de Scouts. Se reunían varias veces a la semana en una cabaña y organizaban juegos, excursiones y campamentos. Una tarde apareció Miguel en la puerta, con su casco y guantes, y pidió permiso para entrar y observar lo que hacían. Se interesó por sus actividades, su organización y los líderes, haciendo como si no supiera nada, aunque parece ser que no era así. Después de escuchar sus respuestas, les propuso que en vez de estar apretados en la cabaña se reuniesen con más espacio en Peña Blanca. Había almacenes y barracas detrás de la iglesia que podrían arreglar y utilizar. Aceptaron agradecidos y en poco tiempo habían limpiado, pintado y electrificado su nueva sede. Miguel no intervenía en sus reuniones pero charlaba con ellos después y llegó a conocerlos poco a poco. También les cedió un terreno detrás de la casa para cancha de baby-fútbol y colocó una rejilla para que los balones no se extraviaran en los jardines de los vecinos. En el local faltaba agua potable pero Miguel les dejó usar el cuarto de baño de la parroquia. Esta forma de ser tan relajada y abierta era algo al que no estaban acostumbrados a ver en un párroco [5].

Ya fuese por el cambio de local o porque a los 16 ó 17 años algunos se estaban haciendo mayores y perdiendo el interés, el grupo de Scouts acusó bajas. Tal vez Miguel los alejó, consciente o inconscientemente. Su antiguo director de colegio, Dom Wilfred Passmore, solía ridiculizar al movimiento Scout como algo para "adolescentes permanentes" y parece que estas palabras se le quedaron grabadas. Cuando finalmente sólo quedaron los ocho miembros originales, decidieron dejar lo de Scouts y continuar como grupo de amigos reuniéndose en Peña Blanca. Este cambio, ahora sí, fue impulsado discretamente por Miguel. Como dijo uno: "Nos guiaba muy sutilmente. Escuchaba nuestras preocupaciones y luego, conversando, nos sugería algunas líneas de acción, pero nunca nos impuso nada. Esto es lo que era tan bueno en él: nunca nos sentíamos bajo su autoridad, pero estaba allí, a nuestro lado" [6].

Llegaron algunos amigos y otros jóvenes de la parroquia y el grupo aumentó. En 1967, bajo la influencia de Miguel, se emprendió una nueva actividad. Empezaron de manera modesta a ayudar a la gente que vivía en una población a las afueras de Villa Alemana, arreglando sus casas. La mayoría eran barracas de madera con techo de zinc: mediaguas, altas de atrás y bajas por la parte del frente. De ahí su nombre: la lluvia caía sobre la casa en una única dirección. Por dentro una sola habitación para estar, cocinar, comer y dormir, a veces con espacios separados por cortinas para más intimidad. Miguel consiguió de sus feligreses materiales para reparaciones y descubrió técnicas de trabajo preguntando a su alrededor. Tanto él como el grupo carecían de experiencia en estos trabajos, pero tenían entusiasmo. A una mujer le arreglaron el techo y le hicieron una pequeña cocina afuera. A otros les ponían una tarima de tierra mezclada con cemento para que no pisaran el barro en invierno. Miguel trabajó con los jóvenes [7]. Solían ir a la población los sábados y a veces por las tardes durante la semana. La escuela acababa a las dos y se reunían en Peña Blanca después de almorzar en sus casas.

En el verano de 1967 el grupo hizo su primer viaje fuera de Peña Blanca. Fueron doce con Miguel a un pueblo minero llamado Hierro Viejo, al pie de los Andes, donde se alojaron con la familia de un seminarista conocido de Miguel. El viaje tenía como fin un descanso lejos del ambiente familiar y una oportunidad de conocer a la gente del lugar. Los habitantes trabajaban en las minas o en el campo. Los mineros ganaban salarios razonables pero gastaban mucho en trago, lo que provocaba alcoholismo. Los campesinos ganaban tan poco que había mucha pobreza. El grupo pasó una semana en Hierro Viejo visitando casas, jugando y organizando concursos deportivos para niños. Por la noche se reunían para repasar las actividades del día. Miguel solía preguntarles qué les había llamado más la atención y los animaba a discutir cualquier tema que surgiera de estas impresiones.

Uno de los pobladores mejor situados se había construido una rudimentaria piscina e invitó al grupo a bañarse. Al grupo les impresionó lo bien que Miguel nadaba. Apareció vestido de Superman, con traje de baño y una toalla atada al cuello como capa y una gran "S" pintada con carbón en el pecho. Al final de la semana organizaron una fogata e invitaron al pueblo. Después de la comida hubo cantos, cuentos, sketches y juegos. Miguel celebró Misa un par de veces para los habitantes, al no haber sacerdote residente, pero nunca presionó al grupo de jóvenes a asistir. Simplemente les avisaba la víspera que al día siguiente habría Misa y ellos estaban libres de asistir o no. Si preferían ir a la piscina, no pasaba nada.

Al verano siguiente viajaron a Quintay, un pequeño pueblo de pescadores al sur de Valparaíso. Para sufragar los gastos, o con este pretexto, Miguel consiguió que el grupo ayudara a una entidad que organizaba campamentos de verano para niños de familias pobres. Fueron a Quintay antes de la llegada de los niños para instalarles el campamento. Montaron carpas, cavaron letrinas, construyeron cocinas rudimentarias. Miguel dispuso de un camión para el viaje y además de lo de la acampada llevaron materiales de construcción para arreglar las casitas de algunos pescadores.

Una vez terminado el campamento de los niños, el grupo instaló el suyo a cierta distancia. Pasaron las mañanas pintando y arreglando las casuchas de madera del pueblo y haciendo caminos entre ellas. Por la tarde hacían lo que quisieran. En una ocasión los llevaron de paseo en barco. Al fin de la semana invitaron a todo el pueblo a una fogata y cantaron una canción que habían compuesto en su honor sobre pescadores chilenos que salen a la mar. Los pescadores de Quintay se emocionaron con este gesto. En medio de la euforia, convencieron a Miguel para que cantara "My Bonny Lies Over the Ocean", una actuación que estaría obligado a repetir en otras muchas ocasiones. Se celebró Misa con el pueblo en el Centro Social de la Unión de Pescadores. La primera vez, como se le olvidaron las formas para consagrar, Miguel consagró pan que repartió entre la gente.

Además de católicos había algún miembro de otras Iglesias, y después del campamento de Quintay el grupo hasta entonces sólo de chicos se abrió a niñas. Trajeron a sus amigas y Miguel invitó a algunas de la parroquia. Sumaban ya treinta o más personas. Esta innovación dio lugar al fin a varias bodas. A Miguel le preocupaba que estas relaciones de pareja pudieran amenazar la cohesión del grupo y en un momento, cuando estuvieron trabajando varios fines de semana seguidos en una nueva población [8], instalando agua potable y ayudando en la construcción de una escuela primaria, había ya cinco parejas. Los jóvenes se sintieron un poco molestos cuando Miguel quiso separarlos en beneficio de la solidaridad. Les explicó que los padres de las niñas las habían dejado ir a condición de que no estuvieran juntos y solos, y que así ellos naturalmente prestarían más atención a sí mismos y menos al grupo y al trabajo. La amistad entre todos era primordial. Además, bajo la influencia de Miguel, los muchachos se organizaron para que en las fiestas ninguna niña se quedara sin pareja de baile.

Aunque surgirían más adelante celos y conflictos, Miguel se preocupó por poner a los padres al corriente. Los primeros ocho miembros habían formado el grupo solos, por iniciativa propia, aunque animados por Miguel. No obstante, pronto se dio a conocer a los padres, a veces de forma sorprendentemente directa. En la primera visita al hogar de un joven, cuyo padre era carabinero y nada amigo de la Iglesia, apareció en la puerta sin avisar con su casco de moto y guantes diciendo: "He venido por algo de comer". Por su tradición familiar la madre del joven estaba hecha a la idea de que si llegase un cura se le debería recibir con ceremonia y ofrecerle la mejor comida y vino, así que la llegada inesperada de Miguel le causó perturbación. No tenía nada especial que ofrecerle. Miguel vio que estaba desconcertada y dijo: "Si no hay comida, tomaría una taza de café con Uds. He venido a conocer a la familia". Llegó a hacerse amigo de toda la casa. El padre, el arisco carabinero que trataba a sus hijos de forma autoritaria y a quien sólo le podían llamar de usted y Papá, se volvió una persona relajada y más unida a sus hijos. Por el ejemplo de Miguel, se dio cuenta de que el respeto no depende de las formas externas, ni está asegurado por ellas [9]. Miguel visitó a todas las familias en el mismo estilo.

El grupo tenía libertad para usar las dependencias de la parroquia y sus cuartos servían para estudiar o como centro social. Coleccionaron libros de segunda mano y crearon una biblioteca para ellos y la parroquia. Todavía salían algún fin de semana a alguna población alejada donde las niñas trabajaban en las casas con las mujeres mientras los muchachos reparaban edificios, instalaban cañerías, etc. Después de la jornada de trabajo se reunían para jugar con los niños [10]. Pero ahora era más frecuente que pasaran las tardes de sábado en Peña Blanca.

Las reuniones de los sábados solían centrarse en un tema que se presentaba y luego se comentaba en pequeños grupos. Concluían con una sesión general. Casi siempre era Miguel que introducía el tema. Los miembros traían sus Biblias y él les recomendaba determinados pasajes para ilustrar el tema. Después iba de grupo en grupo y se unía al debate. Los temas solían tener alguna relación con las vivencias de los jóvenes y se enfocaban en las relaciones humanas, la naturaleza del amor y la amistad. Alguna vez los jóvenes también daban las charlas. Las relaciones humanas se trataron desde un ángulo sociológico por un miembro mayor que había estudiado sociología en la universidad [11]. En una ocasión un estudiante de geografía habló de estalactitas y estalagmitas.

A veces se intentaba entrar en un debate político. Esto de por sí es difícil de evitar en Chile y más aún entonces, cuando un Gobierno democratacristiano trataba de llevar a cabo una polémica revolución socioeconómica. Una persona del grupo [12] que había sido presidente de una unión de estudiantes y ya era miembro del Partido Radical se empeñó en que esto ocurriera. Pero el grupo decidió que el debate político sería divisorio y se debía evitar. Miguel estaba muy de acuerdo, y al menos en principio se evitó la discusión política partidista.

Pero algunas veces tuvieron que tratar de temas políticos, como cuando fueron invitados por un regidor a su pueblo de Los Molles a 12 Km. de Peña Blanca. Allí la mayoría eran campesinos que trabajaban en un gran fundo con viñedos. El grupo de jóvenes había sido invitado para limpiar y preparar unos terrenos donde se iba a edificar una escuela. En varios fines de semana trabajaron cortando árboles y matorrales, sacando tocones y nivelando el suelo. Era un trabajo duro. Miguel propuso que visitaran las casas de la gente del pueblo para conocerla. Las condiciones de vida eran pobres. Conversando con la gente se descubrió que los sueldos de los campesinos se pagaban en forma de créditos para una tienda cuyo propietario era el dueño del fundo. Junto a la tienda había un bar donde compraban y tomaban el vino del fundo, también a crédito. A fin de mes, al descontárseles del sueldo lo que debían en el bar, les quedaba poco crédito para comprar comida para la familia. La comida sólo se podía comprar en la tienda y a precios altos.

Miguel fue con unos miembros del grupo al bar un sábado por la noche. Los campesinos estaban allí tomando y les sorprendió ver entrar al que sabían que era cura. El tendero que servía en el bar era el propietario del fundo. Estuvo cauteloso. Invitaron a Miguel a sentarse al lado de un campesino que ya había bebido bastante. El hombre llenó el único vaso que pasaban de uno a otro y se lo ofreció a Miguel, quien lo vació, lo volvió a llenar y se lo pasó a uno de sus acompañantes. Con los campesinos charlaron de fútbol, de qué equipos jugaban al día siguiente y quién ganaría. El dueño le pidió a Miguel que celebrara Misa todos los domingos en el fundo. Al lado de su casa había una capilla. Ofreció pagar las Misas y mandar un auto a recogerlo y llevarlo de vuelta a Peña Blanca cada fin de semana. Miguel dijo que celebraría Misa en el fundo si los campesinos y sus familias lo deseaban, pero lo haría en su centro deportivo porque allí estarían más a gusto los trabajadores. Habló aparte con los campesinos advirtiéndoles del peligro de sobrecargar las cuentas del bar y le dijo al dueño que el sistema era una forma de explotación. Una vez consciente de una injusticia, Miguel expresaba su disgusto de forma clara y sin titubeos. Es dudoso que algo cambiara en el fundo a raíz de esta visita.

El grupo hablaba lo que había observado en lugares como Los Molles y sacaba sus propias conclusiones. Miguel escuchaba sus opiniones con interés y hacía comentarios pero nunca generalizó ni teorizó de manera a fomentar el apoyo para algún partido político. Sin embargo, sí se enojó cuando se vio que el regidor de Quilpué, que los había invitado a Los Molles, estaba utilizando el trabajo del grupo en la construcción de la escuela como propaganda para el Partido Demócrata-Cristiano. Miguel le dijo tajantemente que eran un grupo de Iglesia, no político, y que no tenía derecho a utilizarlos para su propaganda. El regidor dejó de suministrarles herramientas y materiales y se paró el trabajo. A pesar de estar prohibido el debate político en las reuniones del grupo, la experiencia de Los Molles y todas sus experiencias durante años en las poblaciones constituyó una poderosa formación política y social.

Las reuniones de los sábados en la sala parroquial y las visitas a lejanas poblaciones se intercalaban periódicamente con actos sociales y fiestas. Eran ocasiones sencillas en las que la gente traía comida para compartir. Miguel siempre aportaba té y algunos tocaban la guitarra, cantaban, bailaban. Se preparaban sketches o se presentaban improvisaciones cómicas. La solidaridad dentro del grupo era tal que las diversiones de este tipo se organizaban fácilmente. Junto a su actividad seria había siempre esta cara alegre, especialmente en los primeros momentos cuando era un grupo de chicos. Tal vez Miguel, en ausencia de alguna relación más desarrollada, revivía ahora parte de su etapa en el internado y el Seminario. Las bromas entre todos eran frecuentes. Una mañana temprano cuando el grupo fue de excursión al pueblo de Piedra Blanca, uno metió un gran ladrillo en la mochila de Miguel sin que éste se diera cuenta. Después de varios kilómetros de marcha, a uno de ellos se le ocurrió parar para desayunar. "Miguel tiene una piedra, dijo, donde podemos hacer el fuego". Miguel prefirió no reírse. En otra ocasión, en la playa de Quintay, vieron a dos atractivas mujeres a cierta distancia. Miguel se fijó en que algunos de los jóvenes las ojeaban, así que en traje de baño se les acercó y se tumbó entre ellos y las chicas en pose de Marilyn Monroe. Al poder entrar en las dependencias de la parroquia, de vez en cuando le hacían la petaca o le anudaban las piernas del pijama, y una vez le cosieron los bolsillos del pantalón. En las acampadas él se desquitaba aflojando las tuercas de las camas, que se hundían cuando se echaban encima. Una de sus gracias favoritas era contar un chiste extremadamente largo y latoso sobre "los Filisteos". El grupo intentaba pararlo, tirándolo al aire varias veces en una manta, como un pelele. Como dijo una de las niñas: "El Padre Miguel era el más joven del grupo. Era el más niño, siempre riéndose, siempre sonriendo, siempre alegre" [13].

El grupo de jóvenes era la parte más desenfadada del trabajo de Miguel en Peña Blanca. Le proporcionaba compañerismo y le dio la libertad y el estímulo para desarrollar sus perspectivas apostólicas y prioridades. La gente joven, en particular los muchachos, eran inocentes de lo que él conocía como "religiosidad" y abiertos a un nuevo concepto de lo que suponía ser cristiano en el mundo. Hasta cierto punto participaban en la vida social y litúrgica de la parroquia. "Miguel era muy sutil, nos trajo a la Iglesia sin que nos diéramos cuenta" dijo uno. Pero no se trataba de eso: todos los testimonios indican que no le interesaba llenar los bancos de la iglesia sino ser un instrumento para abrir las mentes y los corazones jóvenes a la llamada de Dios para que fuesen verdaderos cristianos en el mundo. Era un proceso en que él crecía simultáneamente con el grupo -un proceso no sin sus peligros-. No es de sorprender que el grupo no sobreviviera más de un par de meses después de su marcha.

Antes de que la Conferencia Episcopal de América Latina de Medellín en 1968 inventase la frase, Miguel había optado por los pobres [14]. Él mismo vivía muy sencillamente y cualquier dinero que le daban lo gastaba en ropa para gente que no tenía para comprar [15]. Fue durante esta época en Peña Blanca cuando su padre dejó de mandarle dinero en su cumpleaños o en Navidad porque se dio cuenta de que Miguel lo daría todo a los demás [16]. A mediodía le preparaban el almuerzo, aun cuando si comía era cuestión de suerte. Sus amigos Raúl y Marisol Pimentel de Soto, a quienes preparó para su boda cuando estaba en la casa de asesores, vivían ahora en Villa Alemana. Los visitaba de vez en cuando y le daban de comer. Andaba siempre con hambre. Su conversación versaba sobre los pobres [17]. Un parroquiano recuerda su facilidad de acercamiento: "Era el sacerdote más cercano a la gente como nosotros, a la gente más modesta. Echamos de menos un sacerdote así como él cuando se marchó. La gente del campo lo quería mucho. Inspiraba mucha confianza" [18]. Otro feligrés recuerda que en sus homilías, que "eran siempre tiernas y pronunciadas con amor", frecuentemente citaba las Escrituras para subrayar el amor de Dios por los pobres [19]. Los sin techo llegaban a su puerta para pedir consejo y ayuda para conseguir una vivienda para ellos y sus familias [20].

Con los que tenían dinero, sin embargo, podía ser muy cortante. Sólo había una tienda grande de alimentación en Peña Blanca. El dueño se llamaba Santiago Cuneo. Él no iba a la iglesia pero su esposa Anita era devota y la familia contribuía a las finanzas de la parroquia. Los precios en esta tienda, que no tenía competencia local, eran altos [21]. Anita Cuneo se dedicaba a hacer paquetes de víveres para los pobres [22]. Estando Miguel en Peña Blanca, la familia Cuneo abrió una nueva tienda y antes de la apertura invitaron a Miguel para que la bendijera. Él se negó categóricamente a bendecir una tienda que "robaba a los pobres" e impuso como condición previa que o deberían cobrar menos o dar el 10% de los beneficios a los pobres. Santiago Cuneo, enfurecido, se quejó al Obispo y pidió que viniera otro sacerdote a bendecir la tienda. Ésta no sería la última vez que la actitud de Miguel hacia los tenderos causaría antagonismo, porque, según él, sacaban muchos beneficios a expensas de los pobres.

La época de Miguel en Peña Blanca coincidió con los cambios más importantes en la liturgia que siguieron a las reformas del Concilio Vaticano II. Esto produjo angustia y conflicto en toda la Iglesia donde el Rito Romano era norma. Peña Blanca no fue una excepción. Con la ayuda del grupo de jóvenes Miguel trasladó el altar desde el extremo este de la iglesia al centro, colocando los bancos alrededor. La primera Misa en castellano se celebró en 1964. Miguel aprovechó para introducir la Misa folclórica, siendo uno de los primeros curas de la diócesis de Valparaíso en hacerlo. Algunos del grupo de jóvenes y otros de fuera se apuntaron para tocar la guitarra. Entre los parroquianos mayores hubo quienes se sintieron molestos por los cambios y dejaron de acudir a Misa o fueron a otra iglesia. Su ausencia se vio compensada, durante un tiempo por lo menos, por el aumento de gente joven atraída por la música. La iglesia de Peña Blanca estaba más llena que nunca.

Otras controversias tenían que ver con las finanzas de la parroquia. No se trataba de que levantase sospecha la forma en que Miguel las llevaba sino de que se mostraba poco realista. Se negaba a aceptar estipendios para Misas y no parecía preocuparse por recaudar fondos para cubrir los gastos de mantenimiento. No aceptaba ningún dinero de los feligreses para bautizos, casamientos o funerales si consideraba que no tenían para pagarlo. El resultado fue que las finanzas de la parroquia no estaban boyantes. El tesorero y Miguel se enfrentaron y no es de extrañar que el Obispo se enojara al recibir una petición de ayuda de los fondos diocesanos para Peña Blanca.

Lo que causó malestar entre algunos de los parroquianos más antiguos fue, sin embargo, lo que ellos veían como privilegios concedidos al grupo de jóvenes. Aparte de tocar música, los jóvenes se encargaban de las lecturas en las Misas de domingo. Según un miembro del grupo, se les envidiaba el libre acceso a todas horas a las dependencias de la parroquia. Unas señoras se movilizaron para que esto cesara [23]. Tal vez (como sería comprensible) otros grupos también deseaban usar los locales, y se produjo un choque. Miguel intentó poner paz pero el asunto se tornó agrio. En una acusación más grave que llegó en más de una ocasión al Obispo, se dijo que el grupo de jóvenes estaba metido en política, y que su trabajo en las poblaciones era político. Naturalmente que sí, pero no era político partidista.

También llegaron quejas al Obispo Tagle sobre la enseñanza moral de Miguel, y le hicieron expresar su enojo. Enfurecía al Obispo su tesis de que asistir a Misa los domingos debía estar motivado sólo por amor, no por imperativo legal. Otra tesis suya era que la masturbación en los adolescentes no es pecado mortal. No es difícil imaginar la reacción del Obispo. No hay constancia de ninguna amonestación por parte de Tagle pero el alcance de lo que se le imputaba a Miguel le debió sacar de quicio y las relaciones entre los dos seguramente se deteriorarían [24].

Las adhesiones y rechazos que Miguel inspiraba, el conflicto en la parroquia y su propia vulnerabilidad fueron descritos por una integrante del grupo de jóvenes:

El Padre Miguel fue para mí muy especial. Vino a ser como un guía espiritual durante mi adolescencia. Me invitó a formar parte del grupo de jóvenes de la parroquia. Fui al siguiente fin de semana y continué durante un año más o menos. Éramos unos 35 en el grupo, de ambos sexos. Algunos eran estudiantes de universidad. Llegué a entablar una amistad sincera con el Padre Miguel. No recuerdo si yo, o los demás le llamábamos de "tú" o no, pero mi impresión es que lo prefería. En más de una ocasión me habló de ciertas dudas íntimas, dudas sobre su vocación.

En sus charlas al grupo nos hablaba de las relaciones entre hombres y mujeres. Más tarde se dieron varios casamientos en este grupo. Hablaba de amistad, de salir con un novio o novia, y de sexualidad. Su enseñanza fue importante para mí y nunca me pareció chocante cuando hablaba de sexo. Aunque yo vivía en Villa Alemana y no asistía normalmente a Misa en Peña Blanca, me contaron que una vez habló de sexualidad en una homilía y algunas señoras de Peña Blanca se ofendieron y como resultado se volvieron contra él.

No permanecí en el grupo más de un año porque me dejé influenciar por ciertas personas. A esta gente no le gustaba que fuéramos a las fiestas y no estaban de acuerdo con la acción social que el grupo llevaba a cabo en la población. Yo no sabía quién era toda esta gente pero eran de Peña Blanca y algunos incluían parientes míos. Más tarde me rebelé contra ellos y juré que nunca entraría en un grupo de jóvenes porque nunca estaría a la altura del Padre Miguel. Incluso oí, no sé si es verdad, que se hizo una petición para que el Padre Miguel fuera destituido de Peña Blanca porque no les gustaba que diéramos fiestas los fines de semana, especialmente porque se servía vino. Para mí fue una sorpresa descubrir que había gente a la que no le gustaba el Padre Miguel, que incluso algunos de nuestros vecinos criticaban sus opiniones y que hubo un intento de echarlo. Yo me enojé mucho y como consecuencia no me asocié a ningún grupo de la Iglesia durante los siguientes 20 años. Me prohibieron ir a la población de Las Palmas con el Padre Miguel y el grupo de jóvenes [25].

Alejandro Belmar, líder del grupo original de Scouts, estuvo con Miguel durante más años:

Miguel pudo sacarnos del pequeño mundo donde vivíamos, un mundo muy cerrado, hacia todo tipo de lugares, lugares realmente muy cerca de nosotros, todos dentro de la Quinta Región [26]. Nos mostró el mundo. Nos mostró Chile. Conocimos obreros, tomamos conciencia de las muchas y variadas formas en que trabajaban, los descubrimos como parte de nuestro propio Chile que hasta entonces no conocíamos.

En Chile en aquel tiempo había un enorme deseo de cambio, de cambiar las cosas, de conseguir algo mejor. Hasta creo que Miguel estaba demasiado empapado de esto. Una canción popular de la época expresaba este sentimiento muy sencillamente. Se convirtió en una especie de himno para nosotros:

El mundo está cambiando y cambiará más.

El cielo se está nublando hasta ponerse a llorar.

Y la lluvia caerá

Luego vendrá el sereno [27].

En la universidad me uní al Partido Socialista. Necesitaba comprometerme y tomé un compromiso cristiano. El papel de Miguel en eso fue fundamental. En años más recientes no he vuelto a sentir a Cristo como lo sentí en aquella época. Dinero, estatus social, todas las cosas que el mundo nos ofrecía no eran de ninguna importancia. Lo que importaba era servir al mundo y hacer de él un lugar mejor. Todo eso lo aprendí de Miguel.

Ahora tengo cuarenta y cinco años y puedo mirar hacia atrás y ver que la experiencia del grupo de jóvenes fue un proceso bueno, lleno de valores que no estaban en el aire pero que se podían encontrar donde estábamos, en nuestras propias vidas. Miguel creció con nosotros. No sólo él nos guiaba, nosotros también le guiamos. Era recíproco. Todo se discutía a fondo. Nuestro grupo fue un centro de reflexión cristiana. Miguel simplemente nos proporcionó un método [28].

Los extrovertidos jóvenes varones como el que acabamos de citar admiraban a Miguel y valoraban su influencia como maestro y amigo. Ellos y Miguel habían disfrutado de un prolongado y estrecho compañerismo, pero no de intimidad. La compañera anterior se refería a "las dudas íntimas, dudas sobre su vocación". No le satisfacían las expectativas impuestas por una concepción puramente religiosa del cristianismo y se encontraba con la oposición de parte de sus feligreses de clase media, y en consecuencia con un ambiente conflictivo. Todo ello hizo que endureciera sus posturas. Se alzaba resuelta y públicamente a favor de lo que veía como bueno. Pero dentro de sí se sentía vulnerable a causa de una sensación de aislamiento personal, lo que contribuyó a estas "dudas íntimas".

Durante su etapa en Peña Blanca Miguel veía a su viejo amigo Patricio Guarda una vez por semana en la población de Cerro Placeres en Valparaíso, donde Guarda estaba de párroco. A éste le parecía que Miguel se tomaba en serio su trabajo pero que estaba solo e inseguro. Dudaba que Miguel hablara el lenguaje del pueblo y pensaba que, por ser intelectual, su comunicación con ellos sería limitada. Era sistemático, particularmente en la organización de la catequesis en la parroquia, ya que sus catequistas habían sido formados antes de su llegada. En este caso también Guarda dudaba que hubiese una relación estrecha con sus colaboradores. Pero la impresión más fuerte era la del aislamiento de Miguel: "es como si viviese en un castillo" [29].

El conflicto suscitado por las actividades del grupo de jóvenes en Peña Blanca era el reflejo de un conflicto más amplio que afectaba a los jóvenes de la diócesis así como de otras partes de Chile y del mundo. Este conflicto en la diócesis afloró en la Universidad Católica de Valparaíso (UCV). En junio de 1967 una delegación de la Unión de Estudiantes se acercó al Gran Canciller, el Obispo Emilio Tagle. Proponían una serie de reformas democráticas a los estatutos universitarios y la destitución del Rector, considerado responsable de una mala administración de las finanzas. El Obispo no se opuso a las reformas pero insistió en que fueran tratadas por una Comisión y luego enviadas a la Santa Sede. Se negó a destituir al Rector. Más tarde, cuando el Rector se encontraba en un congreso en la Unión Soviética, el Consejo Superior votó aceptar la reforma propuesta y destituirlo. El Obispo Tagle, como Canciller, vetó la resolución y pidió la dimisión del Consejo. Los estudiantes se manifestaron frente al Obispado y tiraron piedras. Un nuevo Consejo Superior fue nombrado. Entonces los estudiantes y algunos profesores ocuparon las instalaciones de la Universidad durante 51 días en lo que fue la primera de varias ocupaciones de universidades chilenas [30]. El Ministerio de Educación medió entre los estudiantes y el Canciller y finalmente las reformas se aceptaron en su mayoría. El Rector siguió en su cargo hasta el fin de su mandato, pero su sucesor debía ser elegido por estudiantes y profesores. Durante la disputa los estudiantes expresaron su resentimiento atacando el papel del Obispo. "Sólo la intervención de la autoridad extra-académica (es decir, el Obispo) que no forma parte de la Universidad, pero que debido al absurdo sistema feudal vigente controla su destino, puede impedir la reforma" [31]. El origen de la Universidad, fundada con donaciones católicas en fecha tan reciente como 1928, ya no era recordado por los estudiantes o no les significaba nada. Durante el conflicto el Obispo Tagle vino a ser el símbolo de una oposición retrógrada frente al entusiasmo por el cambio y la renovación de los años 60.

Además de los estudiantes universitarios, el clero de la diócesis llegó a encontrar en el Obispo Tagle un obstáculo al cambio. Varios curas que trabajaban en poblaciones en la diócesis se agruparon en lo que vino a llamarse el Equipo de Pastoral Obrera. Muchos no eran chilenos y estaban la mayoría de los catalanes que Tagle había traído a Valparaíso. Tal vez por su compromiso con las poblaciones cerca de Peña Blanca, Miguel estaba considerado como miembro del grupo. También estaban sus amigos Darío Marcotti, Patricio Guarda y Pepo Gutiérrez. El Equipo de Pastoral Obrera se reunía de vez en cuando para discutir sobre problemas comunes y según uno de sus miembros "gradualmente se dieron cuenta del foso que separaba el mundo de los pobladores de las exigencias de la oficina del Obispo" [32].

Otro contemporáneo los evaluó desde fuera de una forma menos favorable: "Criticaban todo... anárquicos. Los catalanes tuvieron una gran influencia en todo eso; eran tremendos anarquistas. Criticaban a la JOC donde trabajábamos con entusiasmo y esperanza, criticaban a la Acción Católica, las estructuras de la Iglesia, y eran muy críticos con la Democracia Cristiana que hacía todo lo que podía por lograr un cambio social. Todo lo destrozaban. Pero era gente muy simpática. Nos reímos mucho juntos. Hubiese sido estupendo si... Don Emilio los quería mucho y les daba mucho apoyo. Cuando se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo, ya era tarde" [33].

La mayoría del Equipo, Miguel incluido, se unió al movimiento nacional de sacerdotes conocido como "Cristianos por el Socialismo" (CpS) [34]. Se fundó con 80 miembros. Cada vez más desilusionados con lo que veían como las deficiencias del Gobierno democratacristiano al no llevar a cabo la revolución en la sociedad chilena que había prometido, llegaron a creer que las metas de un verdadero cristiano, es decir, las metas de una sociedad justa, eran esencialmente socialistas, y que solamente siendo socialista se podía ser cristiano en Chile en aquella época. Más adelante el CpS llegó a contar 200 sacerdotes.

A principios del año siguiente, 1968, tuvieron una desavenencia con el Obispo sobre su apoyo a las reformas en la Universidad Santa María, otro centro de enseñanza superior de Valparaíso. Los amonestó severamente por haber declarado su apoyo a un diario, La Unión, y logró suprimir la noticia antes de que fuera publicada. En su réplica a la amonestación, que veían como una invitación a continuar el diálogo con el Obispo, dijeron: "Don Emilio, creemos que éste es el momento para decirle que nos gustaría verle a nuestro lado, no solamente para amonestarnos cuando cometemos errores sino que necesitamos su aliento para cualquier bien al que podamos contribuir, nos gustaría verle más comprometido con los esfuerzos de aquellos que por delegación suya estamos involucrados en nuestras responsabilidades pastorales. Aun conociendo su afecto personal por nosotros, en nuestra labor pastoral sentimos que está tan lejos de nuestro alcance, tan alejado de nuestras preocupaciones y de la gente, que nos resulta difícil darnos cuenta que el "presbyterium" al que pertenecemos es una sola familia con el Obispo como padre".

El 11 de agosto de 1968 la Catedral de Santiago fue ocupada durante unas horas por un grupo de curas, monjas, estudiantes y sindicalistas y los cantautores Ángel e Isabel Parra. Solicitaban que la Iglesia se redefiniese como defensora de los oprimidos y se arriesgara a perder su posición de privilegio, apoyando la liberación de los explotados. Protestaban contra la no participación de la gente en la elección del nuevo Obispo Auxiliar. En una pancarta colocada entre las torres de la Catedral se podía leer: "Por una Iglesia junto al Pueblo y su Lucha". El movimiento a nivel nacional vino a llamarse Iglesia Junto al Pueblo o simplemente Iglesia del Pueblo.

En Valparaíso los 23 sacerdotes del Equipo Pastoral concluyeron que su diálogo con el Obispo no iba a ninguna parte y sus desavenencias con él se agudizaron con la publicación de "Humanae Vitae", la Encíclica Papal que prohibía la anticoncepción artificial y que Tagle interpretaba más estrictamente que los demás obispos chilenos. Sobre todo eran conscientes del foso entre la experiencia diaria de los pobladores y la Iglesia, cuya liturgia, jerarquía, leyes y toma de decisiones les eran tan remotas. Vivían con los pobladores y querían que fuesen reconocidos y escuchados como parte de la Iglesia. Se suponía que los 23 curas estaban trabajando en sus comunidades parroquiales, con y en nombre del Obispo, pero en buena conciencia no podían exigir a la gente una estricta obediencia a la "Humanae Vitae" que él requería. Con su frustración por estar el Obispo y la Iglesia oficial tan distantes de la vida de los obreros, de lo que "Humanae Vitae" era sólo un ejemplo, los curas decidieron dimitir de sus responsabilidades pastorales. Algunos integrantes del Equipo entregaron su dimisión personalmente a Tagle el 15 de agosto. Simultáneamente salió un comunicado de prensa de su portavoz, Darío Marcotti, en que afirmaba entre otras cosas que la Iglesia se había identificado con los intereses de la burguesía y había creado su propia estructura basada en el modelo de la empresa capitalista [35].

El Obispo no aceptó las dimisiones [36] pero tuvo una serie de reuniones con una comisión del grupo que dio lugar a una resolución por la que expresaba su confianza en los 23 curas para ejercer sus responsabilidades pastorales, respetando sus puntos de vista que era de esperar serían expresados e integrados por medio del Consejo Pastoral Diocesano, e incorporando, a partir del 25 de agosto, a un representante electo de los 23 en el Consejo del Obispo.

Miguel estuvo entre los 23 firmantes. Es difícil saber hasta qué punto estaba metido en el grupo. No fue líder o protagonista. Su dominio incompleto del castellano no le permitiría hablar en nombre del grupo. En todo caso era hombre de acción más que de palabras. Trabajaba con la gente de las poblaciones pero sin aspavientos. Es improbable que sacara tiempo para asistir a muchas reuniones. No existe constancia de cuáles eran sus sentimientos hacia Tagle, pero probablemente no esperaba su apoyo personal. Se uniría a los dimisionarios por estar de acuerdo con la tesis de que la Iglesia estaba desligada de la realidad de las poblaciones, por su sentido agudo de la injusticia que padecían los pobladores y de la conformidad de la Iglesia en ello, y por último por ser varios de los firmantes amigos suyos.

En abril de 1969 Miguel obtuvo permiso para pasar unas vacaciones en Europa. En los archivos diocesanos, con fecha 25 de abril de 1969, consta que durante su ausencia de Peña Blanca fue nombrado un nuevo sacerdote, un vicario con todas las facultades de derecho y costumbre. No se sabe cuánto iba a durar su permiso, pero en vista de las quejas recibidas el Obispo le habría concedido con mucho gusto el tiempo que precisara.

A fines de abril de 1969 Miguel se ausentó unos meses de Peña Blanca. Antes de su partida el grupo de jóvenes organizó una inolvidable despedida. Uno de ellos, Claudio Pinilla, dotado de talento teatral, escribió una serie de sketches incidiendo en la estatura y delgadez de Miguel. Una de las niñas hizo el papel de Rosa, la asistenta que esperaba que el cura suplente fuese bajito y así no tendría tanta pierna de pantalón para planchar. Salió un zapatero con los inevitables chistes sobre los pies de Miguel. Sus padres que lo esperaban en Portugal eran dos adolescentes. Brasil, donde haría escala, estuvo representado por dos bailarinas de color. Al final hubo un discurso serio y una presentación que corrió a cargo de Lautaro Prado [37].

Entonces Miguel estuvo una temporada con sus padres en Estoril, a donde se habían ido a vivir. Su hermana Jocelyn con su marido Norman Henfrey estaban allí en ese momento y les hizo gracia que Miguel quisiera adquirir unas diapositivas sobre el matrimonio y la sexualidad para su grupo de jóvenes. Les extrañó que hubiera abandonado la ropa clerical y no revelara su condición a personas no conocidas. Lo vieron "un poco inquieto". A Miguel, por otro lado, le chocó que su padre se hubiera vuelto reaccionario. Veinticinco años antes había sido lo suficientemente "progresista" como para establecer una guardería para los niños de las mujeres que trabajaban en su fábrica. También le llamó la atención el estilo de vida superficial y lujoso de sus padres [38].

Con Patricia en Madrid

Fue a visitar a su hermana menor Patricia y su marido Fred Bennetts en Madrid. Allí visitó un sanatorio para tuberculosos perteneciente a la Armada española y causó un revuelo entre los pacientes al preguntarles si recibían todos los beneficios y tratamientos a que tenían derecho. Celebró Misa en el pueblo pero el cura párroco no le dejó decir la homilía. Leía entusiasmado "La Ciudad Secular" de Harvey Cox [39]. Siguió el viaje hasta París donde realizó un breve curso de teología. Allí, en la Maison Belge de la Cité Universitaire, recibió una visita de su antiguo compañero del Grange School y del Seminario, Mariano Puga. Miguel le preguntó a Mariano lo que pensaba de su idea de hacerse cura obrero. Mariano contestó que era muy importante para la Iglesia entrar plenamente dentro de la vida de los obreros. Miguel le dijo que pensaba pedir permiso para esto a Emilio Tagle en cuanto volviese a Chile [40].

Notas

1. Isabel García 1990.

2. Conversación con Hilda Arancibia 1990.

3. Conversación con María Sagredo 1990.

4. Mario Abarzua 1992.

5. Ibid.

6. Ibid.

7. "El Padre Miguel iba a ayudar a los pobres en los cerros. Recuerdo haberle visto empujando una carretilla llena de tejas" (Hilda de Arancibia 1990).

8. En la Cuesta de la Dormida.

9. Mario Abarzua 1992.

10. Cecilia Curiapil 1990.

11. Lautaro Prado, que vivió con Miguel más tarde en Cerro Placeres.

12. Alejandro Belmar.

13. Cecilia Curiapil 1990.

14. El ímpetu detrás de la declaración de Medellín surgió en parte del ejemplo de personas como el Obispo Larraín de Talca, él mismo empapado del espíritu de Charles de Foucauld que había sido promovido con tanta fuerza durante la estancia de Miguel en el Seminario. El Obispo Larraín fue miembro de la Fraternidad de sacerdotes de Jesús Caritas.

15. Matilde Silva 1990.

16. Pat Bennetts 1990.

17. Raúl y Marisol Pimentel de Soto 1990.

18. Conversación con María Sagredo 1990.

19. Conversación con Hilda Arancibia.

20. Matilde Silva 1990.

21. Mario Abarzua 1992.

22. Mafalda Benvenuto 1990.

23. Cecilia Curiapil 1990.

24. Carlos Camus 1992.

25. Cecilia Curiapil, hija de Hilda Arancibia, catequista de la parroquia.

26. La región administrativa de Chile de la cual Valparaíso era la capital.

27. Canción.

28. Alejandro Belmar 1992.

29. Patricio Guarda 1991.

30. Fuentes: conversación con Wenceslao Barra, 17/8/90. Barra fue el representante del Obispo en el Consejo Universitario pero estuvo de acuerdo con las propuestas de los estudiantes. Por tanto se abstuvo en la votación y luego dimitió. Más tarde aquel mismo año fue invitado por el Arzobispo Silva Henríquez a trasladarse a la Diócesis de Santiago. No volvió hasta después de la jubilación de Tagle, veinte años más tarde. B. David O. Toledo op. cit págs. 96-7.

31. David O. Toledo Ibid.

32. Pepo Gutiérrez 1992.

33. Carlos Camus 1992.

34. Fundado en Santiago por Gonzalo Arroyo.

Conviene distinguir entre "Cristianos por el Socialismo", movimiento sobre todo laical, cuyo grupo representativo eran los "80", y "los 200", que era un grupo de 200 sacerdotes vinculados con la Jerarquía pero en una línea "liberadora" y muy cercanos al pueblo. Los "Cristianos por el Socialismo" constituían un movimiento más ideológico que político, aunque apoyaban al gobierno de la Unidad Popular (Nota del Editor).

35. Darío Marcotti fue cura párroco en uno de los cerros y se ganaba la vida como carpintero. Más adelante se afilió al Partido Comunista de Chile. Cuando le preguntaron en una entrevista para el vespertino La Estrella (7/9/68) si creía en Dios, Marcotti contestó: "Es el padre de todo sin distinción". ¿Y María? "Una valiente, decisiva y sencilla mujer como las mamás de nuestro pueblo". Le preguntaron que opinaba de Camilo Torres: "Un hombre sobresaliente que dio gran esperanza al pueblo de América Latina, que veía la Iglesia muy lejos y ahora la ve más cerca".

36. Según Pepo Gutiérrez los 23 dimitieron con la esperanza de que esta presión cambiaría la actitud del Obispo. No esperaban ni querían ser suspendidos del sacerdocio. (Conversación con Pepo Gutiérrez 1992).

37. Mario Abarzua 1992.

38. Raúl y Marisol Pimentel de Soto.

39. Pat Bennetts 1990.

40. Mariano supone que don Emilio se negó, y que de todas maneras Miguel siguió adelante.

Índice

5. CERRO PLACERES (1969-71)

En 1964, cuando Miguel estaba en la casa de asesores en Valparaíso, su amigo del Seminario Patricio Guarda se había ido a vivir y trabajar como párroco en una urbanización en Cerro Placeres, el cerro más al norte de la ciudad. Construida con dinero alemán, se llamaba Villa Berlín. La zona baja del Cerro Placeres databa de comienzos del siglo XX y tenía su propia iglesia. En los años 60 los campesinos que llegaban a la ciudad se iban estableciendo cada vez más arriba de este y otros cerros de Valparaíso. Patricio se dedicó a dos de las comunidades cristianas en los nuevos asentamientos [1]. Un año después de su llegada, cuatro Hermanas Dominicas [2] vinieron desde Bélgica para ayudarle con la labor pastoral. Oportunamente se mudaron a una casa que había sido construida para ellas al lado de la capilla de Santa Bárbara, que estaba a su disposición y a la de la parroquia. A Patricio le construyeron una casa no lejos de allí, en la Calle Coquimbo.

En estos momentos Miguel estaba en Peña Blanca. Patricio no sólo era un viejo amigo sino que vivía y trabajaba en un mundo por el que Miguel se sentía cada vez más atraído: el de la clase obrera en las poblaciones. Llegó a ir en moto una vez por semana a ver a Patricio. Éste pensó que podría ayudar a Miguel, pero pronto se dio cuenta de que el apoyo era mutuo. "Estábamos buscando un camino. Yo era conservador. Él se sentía atado por las formalidades de ser párroco. Vio lo que yo hacía y se dio cuenta de lo que quería hacer. Un día decidió dejar Peña Blanca y venirse a vivir a mi casa. Nunca quiso involucrarse en mi trabajo pastoral. Se hizo amigo de mis amigos pero buscó su propio camino. Iba a ser cura obrero. No deseaba privilegios. Mi profesión como cura era privilegiada. Él quería ser un hombre como los demás y tener que ganarse la vida. Esto sería su testimonio del Evangelio. Quería conocer exactamente las mismas circunstancias y condiciones de vida que los pobres; trabajar con ellos en una empresa industrial que los utilizaba en su propio provecho" [3].

Miguel volvería a Peña Blanca desde la casa de sus padres en Portugal a principios de septiembre de 1969. Continuó en la parroquia un par de meses mientras buscaba el medio de llevar a cabo la decisión que había tomado con Mariano Puga en París -el propósito de abandonar por completo el ambiente de clase media donde se había criado, incluyendo el ambiente clerical de parroquia, y de emprender una nueva vida como obrero industrial-. Fue probablemente sólo cuando le ofrecieron un trabajo que finalmente dejó Peña Blanca y sus tareas parroquiales, sus conflictos y el grupo de jóvenes, cuyos integrantes en todo caso se iban haciendo mayores y se mudaban a otros lugares. No existe ningún testimonio en los archivos diocesanos de cualquier gestión con las autoridades eclesiásticas para que se marchara. Probablemente lo daban por descontado [4].

El traslado al Cerro Placeres a fines de 1969 fue el paso más decisivo que dio Miguel en su vida, más significativo aún que hacerse sacerdote. Al darlo, Miguel atravesó una frontera desde donde no podría retroceder. Para suavizar la transición de un mundo a otro, se fue a vivir de momento con su amigo Patricio Guarda en la Calle Coquimbo de Villa Berlín.

Aunque no era su intención continuar como un miembro más del clero de la parroquia en su nuevo entorno, Miguel celebraba Misa con Patricio y las Hermanas y ayudaba los domingos en la capilla de Santa Bárbara, sustituyendo a Patricio cuando éste estaba fuera. Asistía a las reuniones de la Junta de Vecinos que Patricio presidía. Un vecino recuerda que Miguel era particularmente astuto y servicial con los que necesitaban títulos para el terreno donde construían sus casas. Esto era algo que había aprendido en su trato con los vecinos de las nuevas poblaciones cerca de Peña Blanca. Todo el terreno de Cerro Placeres estaba en manos privadas y los que venían a instalarse allí compraban una parcela al dueño anterior. Si la parcela luego se revendía sin estar la adquisición previa inscrita en el Registro de Bienes Raíces de Valparaíso, el nuevo dueño podía perder la titularidad [5].

Poco después de la llegada de Miguel, se unió a ellos un joven que ambos habían conocido en la casa de asesores: Willy Avaria, que había participado en la JOC, y después fue miembro activo del Partido Demócrata Cristiano y estuvo involucrado en la formación del Partido MAPU, el ala fraccionada del PDC. Se vino a vivir con ellos en la Calle Coquimbo [6] y trabajó como ayudante pastoral de Patricio en esa zona de Placeres. Miguel puso su atención en una nueva área urbana más arriba del Cerro adonde llegaba la gente del campo en una continua riada para montar sus viviendas. A esta parte se la llamó Población Progreso. Aquí Miguel, a su vez, trabajó para formar una comunidad cristiana, celebrando Misa con ellos en un centro de vecinos. Lo que le importaba era el "espíritu cristiano" de los participantes. Para ayudarlo a evangelizar la zona, escogía a personas que él veía como impregnadas de ese espíritu [7].

Pero Miguel había venido a Cerro Placeres con la intención de ser cura obrero, y desde el momento en que llegó, se dedicó a llevar a cabo su propósito. Su currículum vitae dirigido al Instituto Nacional de Capacitación Profesional -INACAP- con fecha 29 de septiembre de 1969, demuestra que inmediatamente después de su regreso de Europa ya se estaba ocupando de convalidar su título de ingeniero civil de King’s College con el fin de encontrar un trabajo industrial especializado.

Cuánto tiempo le llevó, y qué posibilidades de empleo tuvo, no se sabe, pero sabemos que el 3 de diciembre de 1969 recibió su primera paga de los astilleros Las Habas. Los sueldos se pagaban normalmente a fin de mes así que se puede suponer que Miguel empezó a trabajar en Las Habas en noviembre.

Las Habas quedaba al otro extremo de Valparaíso desde el Cerro Placeres, más allá del puerto y del casco viejo en una zona llamada Playa Ancha. Los astilleros se especializaban en reparaciones más que en la construcción de navíos. Había una fundición donde producían y reparaban tornillos, ejes y otras piezas de metal, además de un dique seco flotante. A principios de los 60, los astilleros empleaban a más de seiscientos obreros. Estos estaban sindicados y afiliados a partidos políticos y en consecuencia el ambiente era de constante y reñido debate.

Los astilleros trabajaban en turnos de mañana, tarde y noche. El de mañana comenzaba a las 6 y terminaba a las 2 de la tarde. Los otros eran de 2 a 10 de la noche y de 10 a 6. Miguel trabajaba en el turno de la mañana y por tanto salía de casa alrededor de las cinco. Trabajaba con el torno, fabricando tornillos, ejes y otras piezas para barcos. Era un trabajo especializado y experto. A veces hacía calor y el trabajo era extenuante. Sus manos estaban expuestas a frecuentes y dolorosas heridas leves. Matilde Silva, que había dado clases de guitarra a los jóvenes en Peña Blanca, se encontró con Miguel un día de 1970 en un autobús. "Me mostró las manos. Estaban llenas de contusiones y cicatrices" [8]. Un dedo infectado que le causó mucho dolor y luego vergüenza, cuando Patricio Guarda tuvo que ponerle una inyección de antibiótico en el asiento, fue consecuencia de una de estas heridas laborales. Solía volver por la tarde extenuado, pero contaba sus experiencias en los astilleros con entusiasmo. Ya no tenía problemas de sueño. A las nueve ya estaba en la cama durmiendo, listo para madrugar al día siguiente [9]. Cuando Mariano Puga volvió a Chile desde Francia fue enseguida a Las Habas a ver a Miguel. Al llegar, preguntó por el "Maestro Woodward". Le preguntaron: "¿El Gringo?". Finalmente apareció Miguel con casco y overol y "parecía exhausto" [10].

El carácter alegre de Miguel no fue empañado por el trato burdo que sufrió en los primeros tiempos. A los demás obreros la apariencia de un europeo muy alto y flaco vestido de overol y trabajando el torno causó sensación. Fue tema de mucho comentario y especulación, aunque no sabían al principio que también era cura. Primero sospecharon que había aterrizado en este ambiente hostil como gesto heroico. Querían descubrir hasta qué punto era sincero su deseo de querer trabajar con ellos, hasta qué punto realmente deseaba ser uno más entre ellos. Reconocieron que su pasado y su cultura eran muy diferentes de los suyos, y como no lo entendían, a su manera se pusieron a descubrir de qué iba. El método que usaron los obreros no se caracterizó tanto por la hostilidad como por su propio tipo de humor. Le gastaban bromas burdas [11], como en una ocasión cuando le escondieron los zapatos. Los obreros tenían que cambiarse de ropa al llegar y salir de los astilleros y los zapatos de Miguel destacaban tanto aquí como en Peña Blanca por su enorme tamaño. Después de la jornada laboral, Miguel fue a cambiarse de ropa, antes de salir, y no encontraba sus zapatos. Los buscó por todas partes, mientras sus compañeros se mofaban de él. Finalmente los encontró colgados de una grúa. Otros chistes eran de peor gusto. Los buenos modales y la cortesía de Miguel eran al principio un reto para sus compañeros y casi una barrera para ellos. Consideraban una virtud el ser prácticos y machos en el uso del lenguaje, que resultaba colorido en imagen sexual aunque limitado en extensión. Exageraban este aspecto en cualquier conversación con Miguel. Las Habas estaba cerca del puerto de Valparaíso y sus calles estaban llenas de burdeles. Para algunos hombres en los astilleros era normal visitarlos cuando recibían la paga a fin de mes. En su primera etapa, habían intentado persuadir a Miguel a que fuera con ellos, diciéndole que esto sería la prueba de que era uno de ellos. Los resultados del prolongado examen por sus compañeros no fueron perjudicados, evidentemente, por su rechazo.

De hecho los demás obreros no tardaron mucho en estar convencidos de que Miguel era sincero, a pesar de su extraña apariencia y manera de ser. Se supo también que era cura. Esto en sí no hubiera sido suficiente, pero añadido a su transparente honestidad y sencillez, resultaba una invitación a abordarlo con sus problemas y a confiar en él. Fue lo que pasó. Asumió el papel de líder, y cada vez más se le pedía consejo. Según un obrero, cuando se le acercaban sus consejos eran siempre equilibrados y bien recibidos [12]. Y aparte de actuar como consejero, prestaba ayuda práctica cuando era posible. En una ocasión se trajo a un compañero a Placeres. Tenía mujer e hijo y no tenían donde vivir. Miguel recurrió a sus amigos, Víctor y Norma Bernal. Entre todos les consiguieron una vivienda básica que les sirvió durante varios años [13].

En cuanto a política, se sabía que Miguel compartía las tesis de la Teología de la Liberación, pero para los demás obreros no daba señal de militar en ningún partido político a pesar de todo lo que se debatía en los astilleros -Allende los visitó a comienzos de su campaña electoral en 1970-. Miguel parecía estar por encima de las diferencias políticas [14]. En sus últimos meses en Las Habas, a finales de 1970 cuando ya estaba en el poder el nuevo Gobierno, fue elegido por sus compañeros para el Comité de Producción, en el cual obreros y empresarios discutían las condiciones de trabajo, especialmente temas de salud y seguridad. Miguel mostró particular interés en asegurar que los trabajadores tuviesen la oportunidad de educarse, un ámbito en que más tarde se especializaría. Al año siguiente Las Habas fue nacionalizada y el comité en que participaba Miguel intervino en la discusión del proceso [15].

Hasta fines de 1970 en Cerro Placeres Miguel tuvo la compañía de Patricio y Willy además de las Hermanas Dominicas que vivían cerca. Por su pasado en común y su larga amistad, Patricio era la persona más cercana a Miguel, aunque no en un sentido emocional. Las relaciones eran más cálidas entre Miguel y algunos feligreses de la población, relaciones que le ofrecían una vida doméstica que le hacía falta. Víctor Bernal y su mujer Norma eran miembros de la comunidad cristiana de Santa Bárbara y vivían cerca. Solía visitarlos en su casa los lunes por la tarde a su regreso de Las Habas. Normalmente les llevaba algo para comer, como huevos, salchichas vienesas o a veces plátanos. Norma preparaba la comida, con pan y otros ingredientes, y luego tomaban las onces juntos. Después de comer se quedaban un momento quietos alrededor de la mesa, rezando en silencio. Miguel afirmaba que todo lo que rezaba por ellos se realizaba. Norma iba a buscar una Biblia y leían un pasaje de los Evangelios, especialmente Mateo o Lucas. Después de reflexionar en silencio sobre la lectura, cada uno ofrecía su interpretación. Miguel explicaba lo que parecía difícil, a menudo corrigiendo sus interpretaciones. Leían estos pasajes del Evangelio a la luz de su experiencia de vida en el barrio, viéndolos a través de los ojos de los vecinos más pobres o desamparados. Miguel les enseñó a ver el cristianismo no como una religión sino como una manera personal de vivir. Todo lo demás era religiosidad. Un texto favorito que utilizaban a menudo para rezar y meditar era el Salmo 92:

Cántico del justo

Bueno es dar gracias al Señor

y alabar tu nombre, Altísimo,

publicar tu amor por la mañana

y tu lealtad por las noches,

Pues con tus hechos, oh Señor, me alegras,

ante las obras de tus manos grito,

"¡Qué grandes son tus obras, Señor,

qué hondos tus pensamientos!".

El hombre necio no entiende,

el insensato no comprende estas cosas.

Si brotan como hierba los impíos,

si florecen todos los agentes del mal,

es para ser destruidos para siempre.....

Florece el justo como la palmera,

crece como un cedro del Líbano,

dan flores en los atrios del Dios nuestro.

Todavía en la vejez tienen fruto,

se mantienen frescos y lozanos,

para anunciar lo recto que es el Señor,

mi Roca, no hay falsedad en Él.

Regocijarse en las obras de las manos de Dios les llevaba a meditar sobre el trabajo diario en el hogar, especialmente en la preparación de la comida. Si esto era a veces una tarea aburrida, era bueno hacerla con gusto, estar agradecido por el "trabajo de las manos de Dios" que aprovechamos, y pensar en aquellos que habían plantado y cosechado los alimentos. Estar lleno de savia era una imagen importante. La savia de Dios corre en aquellos que mantienen un corazón puro. Para estas personas no hay envejecimiento [16]. Ya en octubre de 1969, antes de que empezara a trabajar en Las Habas, y posiblemente antes de dejar Peña Blanca, Miguel pagó una letra (promesa de pago) para una parcela en la nueva Población Progreso, un kilómetro más arriba de Villa Berlín, donde se estaba desarrollando una nueva área de construcción [17]. Fue en esta zona donde había visitado a familias recién instaladas y las había invitado a la nueva comunidad cristiana [18]. Población Progreso no era, como Villa Berlín, producto de la ayuda económica del exterior y cada nuevo poblador tenía que montar su propia choza. Con el tiempo estas casitas de madera dieron lugar a viviendas de un piso, siempre muy rudimentarias, pero de adobe con techos de zinc. El 6 de abril de 1970 Miguel pagó a la Corvi, la agencia gubernamental de la vivienda, la última cuota por la compra de una mediagua prefabricada, la vivienda más barata que existía [19]. La parcela de Miguel hacía esquina con una nueva calle de tierra llamada, con cierto aire de grandeza, Buenos Aires. La mediagua fue instalada en la parte delantera de la parcela. Detrás de la mediagua y antes de llegar a una caída en picada hacia una quebrada había amplio espacio para construir la casa que Miguel quería para él. Sin embargo, no abandonó la Calle Coquimbo inmediatamente. La mediagua tendría otros ocupantes.

A principios de 1970 tres estudiantes de posgrado en Filosofía de la Universidad Católica decidieron ir a vivir juntos en una de las nuevas poblaciones que surgían en las afueras. Uno de ellos, Lautaro Prado, que vivía en Villa Alemana cerca de Peña Blanca, había estado en el grupo de jóvenes con Miguel. Fue él quien pronunció el discurso en honor de Miguel en su despedida. Lautaro habló a sus amigos estudiantes del entusiasta y "echado para delante" joven cura que visitaba el Cerro Placeres una vez por semana para hablar con Patricio Guarda, que no se sentía a gusto en el ambiente burgués de Peña Blanca y que deseaba comprometerse con el mundo obrero. Así es que él y sus dos amigos, Manuel Rojas y Jaime Contreras, contactaron con Miguel en Calle Coquimbo. "Querían vivir una vida cristiana y vivir con los pobres, ayudándolos y comprometiéndose con su lucha política".

Los tres jóvenes habían sido miembros de un grupo de Acción Universitaria Católica (AUC) organizado por uno de los sacerdotes catalanes, Joan Casagnas. Trabajaban con carácter voluntario en proyectos de asistencia organizados por la Federación de Estudiantes y durante varios veranos habían prestado ayuda en campamentos para gente joven de las poblaciones. En Febrero de 1970 ellos mismos organizaron un campamento. Un profesor de su departamento en la Universidad, Rodrigo González, los puso en contacto con un cura en Quillota, otro catalán, llamado Antonio Llidó. Este último reunió a unos niños de hogares pobres de la zona para participar en el campamento, que tuvo lugar en un pueblo llamado Cerro Macaya. La Municipalidad de Quillota pagó los gastos de comida. El programa incluía por las mañanas el estudio con la gente del pueblo de la realidad nacional contemporánea (se supone que la socioeconómica en particular). Por la tarde se dedicaban a trabajos manuales al aire libre con los campesinos. Por la noche se organizaban fogatas.

El éxito del campamento de verano en Quillota fue un factor clave en la decisión de los tres jóvenes de mudarse a Cerro Placeres. La instalación de la mediagua prefabricada en la calle Buenos Aires determinó la fecha de su llegada, en junio de 1970. Miguel y Antonio Llidó ayudaron a Manuel Rojas y Jaime Contreras con la mudanza de sus enseres desde las casas de sus padres, aunque el espacio en su nuevo hogar era muy reducido. Mientras tanto Miguel, con sus conocimientos de ingeniería civil y alguna ayuda de su primo arquitecto, Carlos Barroilhet, planificó la casa que se construiría detrás [20]. La obra se hacía los fines de semana cuando Miguel estaba en casa. Los estudiantes lo ayudaban cuando tenían tiempo. Tardó un año más o menos en completarse.

La Señora Marta Pena, una vecina que vivía enfrente, les preparaba la comida por la noche. A veces Miguel conseguía pan y vino de Marta para celebrar Misa en la mediagua con los tres estudiantes y a veces algún poblador. Uno lo describió así: "Miguel no 'decía' Misa. Todos participábamos en igualdad de condiciones, menos en la consagración misma. Nos sentábamos alrededor de la mesa del salón. Cada uno de nosotros comentaba los textos de las Escrituras. Miguel no usaba ningún texto impreso para la Misa, pero rezaba con sus propias palabras. Lo hacía con una gran calma y con mucho recogimiento. Las palabras le salían de adentro y las pronunciaba con inmensa fe. No hubo nunca ninguna señal de duda en sus palabras y pienso que nunca dudó de sus convicciones religiosas básicas" [21].

1970 fue un año de elecciones presidenciales. Según la derecha política, los democratacristianos habían sido muy radicales en su programa de reforma agraria. La izquierda y muchos democratacristianos pensaban que habían fracasado en su intento de llevar a cabo una "revolución en libertad". Esta vez se le ofrecían tres alternativas al electorado. El ex presidente Jorge Alessandri fue presentado por la derecha como un candidato respetado dentro de una candidatura independiente. Los democratacristianos prometieron continuar y completar su revolución bajo el liderazgo más radical de Radomiro Tomic. Los partidos de la izquierda se unieron una vez más bajo el liderazgo del veterano en estas lides, Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular.

Las elecciones tuvieron lugar el 4 de septiembre. Allende y la Unidad Popular obtuvieron la mayoría por un estrecho margen del 36,3% sobre Alessandri y los Radicales con el 35%. Los siguieron Tomic y los democratacristianos con el 27,8%. Fue un momento decisivo. Un Gobierno marxista había sido elegido democráticamente en plena Guerra Fría en un país del mundo "libre". Durante siete semanas no se supo si la elección de Allende sería ratificada por el Congreso. El Presidente Nixon ordenó a la CIA que hiciera todo lo posible para impedir la ratificación. Entre la comunidad empresarial chilena cundió el pánico.

Unos días después, el 9 de septiembre, dieciocho sacerdotes del Equipo de Pastoral Popular en Valparaíso, del que Miguel formaba parte, firmaron una declaración de apoyo:

A pocos días de las elecciones presidenciales estamos hondamente preocupados de que tanta gente, entre ellos cristianos confesos, estén poniendo sus propios intereses por delante del bien común de todo Chile. Están dispuestos a llevar el país al caos antes de colaborar con un gobierno que les asusta porque podría limitar su riqueza o sus privilegios.

¿Para qué sirve mencionar acontecimientos que todos conocemos? ¿Fuga de capitales, huidas del país, boicots económicos, etc.? Recordamos las palabras del Evangelio: qué difícil es para un rico entrar en el Reino del Cielo, que estamos llamados al desprendimiento, al servicio y al desinteresado don de sí mismo para el bien común...

Deseamos el "milagro" de un Chile mejor. Así como en el relato del Evangelio de la multiplicación de los panes y los peces, hoy hace falta gente con la confianza de aquel niño que estuvo dispuesto a entregar su pan y su pez para que se realizara el milagro.

Más allá de todo miedo está el deber de los cristianos y de las personas de buena voluntad de colaborar, aun a costa de sacrificios personales, con el proceso que el país ha elegido libremente para construir una sociedad más justa, sabiendo con certeza que Dios también está involucrado en esta tarea.

Casa de Miguel

Manifestación en Valparaíso (Miguel va detrás de la segunda "U" de la pancarta)

Dos días antes de que el Congreso votara, el general Schneider, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y partidario de la vía constitucional, fue atacado y herido de muerte en un intento fallido, por miembros de Patria y Libertad, de "secuestrarlo" para trastornar el orden público y así crear las condiciones para un golpe de fuerza que impidiera la ratificación del Congreso en favor de Allende. Pero el 24 de octubre Allende fue ratificado por una holgada mayoría después de haber asegurado a los democratacristianos que las libertades democráticas no serían abolidas. El líder del PDC fue personalmente a la casa de Allende a felicitarlo. Éste tomó posesión el 3 de noviembre, comenzando su mandato como Compañero Presidente con gran apoyo popular. El apoyo le hacía falta para que su ambicioso plan de revolucionar la sociedad chilena, entregando el poder económico y político a los trabajadores, fuese mínimamente exitoso. Por sí solo, sin embargo, el apoyo popular no bastaba [22].

En Diciembre de 1970 hubo un cambio en la vida doméstica de Miguel. Patricio Guarda había obtenido la dispensa de Roma para dejar el sacerdocio con el fin de casarse con Marie-Claire, una de las Hermanas Dominicas en Villa Berlín. La boda tuvo lugar en la capilla de la Escuela Pío Décimo en el Cerro Placeres. Miguel e Ignacio Pujadas, uno de los curas catalanes, concelebraron la Misa nupcial. Miguel se alegraba por la pareja. Le encargó a Willy Avaria un gran cartel con las palabras "Dios es Amor" y lo colocaron encima del altar [23]. Después del casamiento Patricio y Marie-Claire se fueron a instalarse en Concepción, en el sur de Chile. No sabemos cuáles fueron los sentimientos de Miguel en este momento, pero con la partida de Patricio se había roto un vínculo con el pasado, y más particularmente con el Seminario y lo que eso supuso para su identidad como sacerdote. A partir de entonces quedaban pocas cosas que le sujetaran al celibato sacerdotal. Para un hombre de su integridad, sin embargo, la única alternativa era un matrimonio totalmente comprometido. Mientras tanto cualquier sentimiento de soledad estaría compensado por su intensa preocupación por los demás.

Con los cambios en el país por la elección del Gobierno de la Unidad Popular y el cambio en la vida personal de Miguel a causa de la marcha de Patricio, hubo un vuelco adicional de su elección. Se le ofreció un puesto en el departamento de la Universidad Católica de Valparaíso conocido como el CESCLA (Centro de Estudios y Capacitación Laboral). Dudó si aceptar el cargo. A estas alturas estaba contento con el trabajo en Las Habas y se había ganado el respeto de sus compañeros. El CESCLA, en cambio, le proporcionaría más influencia en el mundo industrial. Su año o quince meses como obrero industrial especializado le serviría de base en un trabajo de formación amplia, y conocía por su experiencia lo que los alumnos tenían que aguantar. Así que aceptó el cargo y en febrero de 1971 comenzó a trabajar en el CESCLA [24].

El CESCLA era una universidad popular para trabajadores. Su meta era habilitar a los obreros industriales para conseguir una calificación universitaria. En una primera etapa, formando a los trabajadores que lo deseaban en el grado de educación general primaria y secundaria (nivelación); y en una segunda, formando a los que ya habían alcanzado ese nivel en técnicas de ingeniería (capacitación). La primera etapa se relacionaba lo más posible con la experiencia de trabajo previo del alumno. La segunda suponía una carrera universitaria de cuatro años y comprendía ingeniería mecánica, eléctrica, electrónica y civil.

El CESCLA proporcionaba los cursos de preparación universitaria, y en la segunda etapa (nivel universitario) daban clase los miembros correspondientes de la facultad. La primera etapa duraba dos años y tenía 300 alumnos, 150 en cada curso, aunque cuando estuvo en plena marcha, la Universidad Católica tenía 800 estudiantes del CESCLA. Llegaban de toda la V Región trabajadores de los ferrocarriles y de la compañía de gas y obreros del Puerto de Valparaíso y de los astilleros de Las Habas, de fábricas y de empresas industriales de todo tipo. Pero el CESCLA no fue un invento de la Unidad Popular. Fue establecido por el Gobierno democratacristiano como parte de su programa para mejorar la calificación de los trabajadores manuales a bajo sueldo. El nuevo Gobierno fortaleció su actividad y proporcionó generosos recursos financieros. Fue el primer departamento de la Universidad en ser cerrado después del golpe militar en 1973. Para entonces la primera hornada de estudiantes ya se había graduado [25].

Como primer trabajo en el CESCLA, en febrero de 1971, Miguel participó en la organización de una universidad popular de verano. Estaba destinada a trabajadores de Quillota y Calera, dos ciudades industriales del interior. Profesores y estudiantes universitarios dedicaron un mes de sus vacaciones de verano dando charlas y seminarios, pasando películas y realizando obras de teatro para obreros y campesinos, pobladores, mujeres y jóvenes. Esta universidad popular fue inaugurada por el nuevo Presidente de la República.

Al mes siguiente, marzo de 1971, Miguel comenzó su trabajo propiamente dicha dentro de la Universidad Católica como profesor de física y matemáticas a nivel secundario. Las clases eran de 6 a 10 de la tarde pero con las tareas de administración y planificación Miguel trabajaba 40 horas a la semana. Desde principios de 1972 iba a Calera dos días por semana. Javier Martínez, graduado en física de 21 años, trabajó como ayudante de Miguel. Juntos planificaban las clases intentando siempre despertar el interés y la motivación de los alumnos, remitiéndolos a su experiencia práctica. El curso de física era en parte histórico en su enfoque, mostrando la evolución del conocimiento y de la tecnología [26].

Los tres estudiantes que se unieron a él en Cerro Placeres influenciaron a Miguel en otro importante paso que dio a comienzos de 1971. Durante este período Chile fue tal vez el país más politizado del mundo. Los debates que se daban a diario en los astilleros de Las Habas también tenían lugar por todo el país. Con la llegada al poder de la Unidad Popular se incrementaron aún más. Los tres estudiantes de filosofía que llegaron a Placeres se habían inclinado hacia la política en su época como miembros de la Acción Universitaria Católica cuando participaban como voluntarios en campamentos de verano para niños pobres. La mera contemplación de la enorme desigualdad socioeconómica que existía en el país tendría este efecto sobre cualquier persona joven, idealista y enérgica. Y la Acción Católica lo fomentaba. Al principio ésta apoyó al Partido Demócrata Cristiano, pero sus cinco años de gobierno no habían cambiado el país lo suficiente como para satisfacer a los que estaban ansiosos de justicia. Así que muchos de sus partidarios se fueron ahora hacia la izquierda.

En el campamento de verano de febrero de 1970 la cuestión de a qué partido afiliarse rondaba por las mentes de Lautaro, Jaime y Manuel. Rodrigo González, el profesor de filosofía que lo había organizado, era un destacado miembro del MAPU. El Padre Antonio Llidó, de quien se habían hecho amigos en el campamento, esperaba que se unieran al más extremista MIR, del cual él era miembro. Pepa Arangua, estudiante de servicios sociales, que los ayudó a llevar el campamento y más tarde se casaría con Lautaro, ya era miembro del MAPU. Fuese por lo que fuese, optaron por el MAPU.

El Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU) fue creado en mayo de 1969 por un grupo de gente joven, intelectuales, campesinos y obreros que habían roto con el Partido Demócrata Cristiano por lo que veían como la no aplicación por Eduardo Frei de sus prometidas reformas. El MAPU pretendía ser la tercera fuerza dentro de la izquierda, entre el Socialismo y el Comunismo. Esperaba atraer a los dos rivales a un partido unificado de la izquierda y poner fin a la competencia electoral entre ambos. En su primer congreso en 1969 se definió como marxista leninista. Una facción se desprendió después de este primer congreso al no querer ser marxista e integró la Izquierda Cristiana, una segunda escisión de la Democracia Cristiana. El MAPU era un partido de origen cristiano, y muchos antiguos miembros de grupos de Acción Católica se afiliaron a él. Tenía una atracción especial para los intelectuales, de ahí su fuerza entre maestros y profesores de universidad. Ponía énfasis en el papel de la educación en la reforma socioeconómica y estaba influenciado por la teoría de concientización de Paulo Freire, es decir, la necesidad de las clases trabajadoras de comprender su situación y ver cómo la podrían cambiar. En 1970 el MAPU ingresó a la Unidad Popular, coalición de partidos que apoyó a Allende, y se integró al nuevo Gobierno. Se consideraba un partido revolucionario en la tradición Latinoamericana de fomentar el desarrollo del poder popular. Sus decisiones se tomarían siempre de forma democrática. Para apoyar su meta de justicia social estaba dispuesto a emplear todas las formas de lucha, incluso, si fuese necesario, las armas, algo a lo que unos pocos seguidores recurrieron en respuesta a la violencia del golpe de 1973.

Aunque fue fundada antes, el CESCLA encarnaba perfectamente las metas del MAPU y se convirtió en su "bebé". Casi toda la plantilla eran miembros del MAPU. Los testimonios indican que Miguel no se había afiliado al MAPU antes de dejar Las Habas a finales de 1970, pero el ejemplo de Lautaro, Jaime y Manuel, por un lado, y el ambiente que reinaba en el CESCLA, del cual a partir de ahora formaría parte, lo debieron acercar al MAPU. Esto parece que le provocó cierto conflicto de conciencia.

Un día a comienzos de 1971 cuando estaba trabajando en la Escuela Popular de Verano, Miguel entró en conversación con una pasajera en el autobús hacia Calera. Se llamaba Myrta Crocco y era profesora del Departamento de Trabajo Social en la Universidad Católica. Hablaron de la Iglesia en Chile, de la ocupación de la Catedral de Santiago en agosto de 1968 y de una reciente reunión de unas sesenta personas en la Universidad Católica de Valparaíso que también acusaban a la Iglesia de falta de preocupación por los marginados de la sociedad. Discutieron sobre la "crisis" del cristianismo. ¿Cómo se podría reconciliar el Evangelio con las autoridades eclesiásticas que siempre apoyaban a los empresarios? Todos los reglamentos, estructuras y el concepto de orden eran un disparate para quien vivía y trabajaba en las poblaciones. Miguel le contó a Myrta que había trabajado en los astilleros de Las Habas y que vivía solo en el Cerro Placeres. Dudaba si debía o no afiliarse a algún partido y pasar a ser activista político. Para Myrta estaba claro que su inspiración era cristiana. Veía como un deber cristiano estar donde estaba en la población. En palabras de Myrta: "Dormía mal, comía mal y estaba desconectado de las personas de su propia cultura. Pero tenía una gran fuerza" [27].

Más adelante ese mismo año, probablemente después de unirse al MAPU, Miguel habló con su viejo amigo del Seminario, Pepo Gutiérrez, de la cuestión de pertenecer a un partido como cura. Se reunieron en la Universidad donde Pepo enseñaba en el Departamento de Teología. Miguel ya trabajaba en el CESCLA. Según lo recuerda Pepo, Miguel estaba convencido de que la única forma de cambiar la sociedad hacia los valores del Evangelio era por medio de algún tipo de colectivo político, como un partido político, un sindicato o una junta de vecinos. Poco se podría lograr solo.

En una época en la que casi todo su entorno era de algún partido, a él le faltaban medios para canalizar su deseo de trabajar por el cambio. Para que ese trabajo fuese efectivo, hacía falta una estructura y una organización, no un sinfín de reuniones que a Miguel no le gustaban. Él y Pepo lo veían desde puntos de vista diferentes. Pepo disponía de una plataforma en la Universidad desde la cual, como profesor elocuente, podía influir en muchos alumnos. Miguel, que en todo caso era una persona de acción más que de palabra, se veía comprometido sobre todo con la población, a pesar de su trabajo en el CESCLA. Para causar un impacto en aquel contexto, era necesario trabajar como parte de una agrupación estructurada [28]. Es interesante ver que para él su contacto con los vecinos pobladores era su compromiso primordial.

El contacto de Miguel con el MAPU puede haber sido influenciado o, si ya era miembro, fortalecido, por su encuentro con Luis Fernando ("Nano") Rojas. Se conocieron cuando Miguel y una de las Hermanas Dominicas lo visitaron en una de las poblaciones de Cerro Placeres en 1970 [29]. Nano vivía con su mujer Juana y sus dos hijos en una choza de madera con otras dos parejas y un hermano soltero. Decir que la vivienda rebosaba de gente es quedarse corto. Miguel les ofreció a Nano y su familia la mediagua que los estudiantes desocuparían cuando la casa estuviera finalmente terminada. A mediados de 1971 se mudaron a la mediagua y en una "toma" de 1972 la desmontaron y se la llevaron a un nuevo emplazamiento.

Nano era descargador de fruta y verdura y trabajaba para varias empresas cerca del mercado de Valparaíso. Los descargadores trabajaban en la calle, sin camisa y por poco sueldo. Era trabajo por encargo y no tenían ni seguro de salud ni previsión de jubilación. Miguel animó a Nano a formar un sindicato de Descargadores de Verdura y Fruta. De su experiencia en Las Habas, Miguel sabía qué derechos los trabajadores podían reclamar de sus jefes. Él actuó como secretario y tomó acta de las reuniones semanales en un restaurante cercano. Con su ayuda elaboraron una lista de quejas, exigiendo derechos de seguro, pensión y vacaciones y los aguinaldos reglamentarios de Navidad y del Día de la Independencia. También exigieron un incremento de 20 a 50 centavos por caja descargada. Ésta era lo que Miguel pensaba que valía su trabajo y que las veinticinco empresas les podrían pagar. Aparte de una demanda de compartir los beneficios de las empresas, todas las reclamaciones del sindicato fueron aceptadas. El nuevo gobierno estaba naturalmente de parte del sindicato. Es difícil imaginar, sin embargo, que a Miguel lo quisieran mucho los empresarios [30].

Pronto se conoció en el CESCLA que Miguel era activista del MAPU. El Director lo consideraba muy radical pero le pareció que imponía respeto más por su transparente bondad y generosidad que por lo que decía [31]. El nuevo Director que sucedió a González a principios de 1973, Fernando Alvarado, tenía la impresión de que Miguel no era realmente una persona política, pero pensaba que sería más útil como miembro de un partido. Siempre quería servir, esto era la base de todo. El MAPU ofrecía un lugar donde estar con otros cristianos. Algunos elementos en el MAPU eran de tendencia más marxista; otros eran más cristianos, y los cristianos a veces se sentían utilizados por los marxistas. La respuesta de Miguel era: "No, debemos servir". Según Alvarado, "La suya era la cara amable del MAPU, con un enorme amor por el prójimo. Al contrario de muchos en aquel entonces, no fue nunca un extremista político" [32]. Uno de los alumnos del CESCLA, Máximo Valdivia, que llegó a conocer a Miguel y era compañero de partido, decía de él: "Con la gente, Miguel tenía una manera muy delicada y generosa de expresarse; su actitud era de intentar comprender y ponerse al servicio del otro. Todos los que lo conocieron lo querían mucho" [33].

Durante la mayor parte de 1970 Miguel había trabajado en Las Habas y vivido con Patricio en la calle Coquimbo. Durante la primera mitad de 1971, después de que se fuera Patricio, continuó compartiendo la casa con Willy Avaria. Todavía celebraba Misa de vez en cuando con las Hermanas que bajaban a la parroquia. O si no, la celebraba en casa con Willy y cualquier estudiante que estuviera allí y algún vecino invitado. Sus Misas "siempre incluían diálogo, lo que daba un fuerte sentido de solidaridad, de gozo y de amor a los participantes. Tenían un sentido real de seguir a Cristo. Miguel veía su trabajo en Las Habas y luego en el CESCLA, y la construcción de la nueva casa en Población Progreso los fines de semana, como el sacrificio diario ofrecido en la Misa. El compartir la comida y comunicarse con sus compañeros de trabajo en los astilleros, con los profesores del CESCLA, los estudiantes, y los que compartían su vida en Placeres era para él la Comunión" [34].

La casa de Miguel no era la única que se construía en la calle Buenos Aires. Había otras a ambos lados de la calle nueva. El agua potable se trajo a Población Progreso y cada poblador debía cavar diez metros de zanja para las cañerías o pagar a alguien para que lo hiciera. Miguel cavó la zanja delante de su propiedad y ayudó a sus vecinos con las suyas. En el temblor de 1971 la zanja fue destruida y hubo que cavarla de nuevo, esta vez con excavadora mecánica. Un vecino llamado Luis Rodríguez se estaba construyendo una casa para su familia algunos metros más arriba. Cuando la terminó, le pidió a Miguel que la bendijera. Miguel aceptó con mucho gusto, pero no quería ceremonias. "Insistió en que teníamos que ser lo que sentíamos. Nos pidió a todos que nos sentáramos y luego nos preguntó a cada uno lo que sentíamos. Primero a mí, luego a mi esposa, después a nuestros dos hijos mayores que también estaban allí. Cuando dijimos lo contentos que estábamos de estar en nuestra propia casa en familia, dijo que podríamos dar gracias a Dios por ello. Y ésa fue la bendición" [35].

La casa de Miguel estaba prácticamente terminada cuando el gran terremoto de la noche del 7 de julio de 1971, que causó muchos daños en Valparaíso. Pero su casa aguantó. Al poco tiempo Miguel se instaló allí con Manuel Rojas y Jaime Contreras, quienes se mudaron desde la mediagua. Lautaro Prado se había casado en marzo de 1971 y había regresado a Villa Alemana. Willy Avaria se quedó solo en la calle Coquimbo durante unos meses hasta que él también se casó en noviembre de 1971. En el discurso de la boda que celebró Miguel, con el humor que le caracterizaba, le dijo a la novia que su marido era buen cocinero pero nunca lavaba los platos ni sacaba la basura [36]. A pesar de lo seriamente que llevaban su espiritualidad, habrían tenido sus diferencias domésticas también en la calle Coquimbo.

La casa en la calle Buenos Aires disponía de todo lo necesario excepto un cuarto de baño interior. Se las tenían que arreglar lavándose en la cocina. Estaba prevista una ducha, pero en el momento del golpe aún no estaba instalada. Tenían agua potable pero no había desagües, así que Miguel y los estudiantes tuvieron que cavar una fosa séptica de cinco o seis metros de profundidad.

Los tres inquilinos de la nueva casa formaron durante al menos unos meses una comunidad informal. No había ninguna costumbre establecida y cada uno era libre de organizar su propia vida. Comían juntos a veces y en estas ocasiones reflexionaban sobre la Biblia. Por la noche, cuando estaban en casa, rezaban juntos antes de acostarse. Tomaban un pasaje de la Biblia, lo comentaban brevemente, rezaban y se decían las buenas noches. Miguel podía conectar cualquier pasaje de la Biblia con las realidades prácticas de la vida diaria. Como consecuencia de sus reflexiones a veces se ponían de acuerdo sobre alguna acción a llevar a cabo al día siguiente. Los estudiantes a veces se enredaban en discusiones abstractas, como por ejemplo sobre la noción de "vida eterna" [37]. Tales especulaciones no interesaban a Miguel, quien las vería como una evasión del deber cristiano.

En realidad Miguel era tan obstinado al seguir su compromiso de trabajar por los demás que a veces perdía la paciencia con los estudiantes, cuyo estilo era más relajado. Jaime se pasaba media hora al día practicando sus ejercicios de kárate en casa. Miguel lo criticaba por perder tiempo y energía que podía haber dedicado a los pobres que necesitaban agua y luz. Se supone que Jaime tendría que haber estado afuera colocando tuberías para agua y cables para luz en sus casas [38]. En la mediagua se había celebrado Misa algún domingo cuando los estudiantes vivían allí. Se celebraba con menos frecuencia en la casa.

En Navidad de 1971 Miguel celebró la Misa del Alba en un abandonado edificio de uno de los campamentos. Lo acompañaba un pastor protestante [42].

Con el cometido de la nueva casa, Miguel había terminado su propia transformación. Ahora era un poblador, compartiendo la Población Progreso con los demás pobladores. Luis Rodríguez lo consideraba prácticamente de la familia. En un rincón del salón de Luis estaba la silla de Miguel. Llegaba después del trabajo y traía salchichas vienesas y huevos. Miguel consideraba su salario de profesor de universidad en el CESCLA excesivo para sus necesidades. Encontró maneras de redistribuirlo entre los vecinos en forma de "préstamos" cuando estaban necesitados, y para evitar el paternalismo los pagaba por hacer pequeños trabajos [39]. A Nano Rojas le pidió que nivelara un terreno, y en otra ocasión que construyera una reja de madera [40].

Cuando se afilió al MAPU, Miguel se unió también al Grupo de Acción Política (GAP) en Cerro Placeres. Uno de sus primeros proyectos fue a raíz del terremoto que no sólo causó daños en Valparaíso sino que devastó otras partes de la V Región y dejó a miles de personas sin casa. Familias sin techo llegaron al Cerro Placeres buscando pequeñas parcelas donde poner una vivienda. Por arriba de Población Progreso había una zona baldía perteneciente a una congregación religiosa. Los sin techo la ocuparon, pero la policía los echó. Volvieron a ocuparla a la noche siguiente. El grupo del MAPU trabajó por estos nuevos pobladores, ayudándoles a instalar su campamento al aire libre en lo que era la primera etapa de una nueva población. También montaron una clínica de primeros auxilios y proporcionaron comida caliente, frazadas y apoyo moral. Al anochecer había fogatas y canciones.

Una de las "tomas" de esa época fue planificada por el grupo del MAPU en casa de Miguel (aunque es posible que él no estuviera, dado su trabajo). Participaron Rodrigo González, Jaime Contreras y Luis Rodríguez. Llegado el momento, la toma la dirigió Miguel. Él y muchos otros llevaron banderas de Chile. "Partimos todos juntos, con mujeres y niños, y ocupamos la tierra. En cuanto la habíamos tomado la policía nos echó de allí, pero cada vez volvíamos hasta que por fin nos quedamos. Miguel estaba siempre al frente" [41].

Finalmente dejaron a los refugiados del terremoto en paz para que instalaran sus campamentos. Entonces empezó la larga demora para conseguir la parcelación oficial de tal manera que los refugiados pudieran montar viviendas más permanentes. Esto se debía al problema de patrimonio que había que resolver antes de que pudieran permanecer allí legalmente. Las autoridades se dormían. Una vez más los nuevos pobladores tomaron la iniciativa. Acompañados por Miguel, unos cien, incluidas familias con niños pequeños, fueron a la estación de Barón al pie del Cerro Placeres y tomaron un tren con destino a Santiago. No se preocuparon de sacar pasajes: se trataba de una ocupación protesta del tren con el fin de mover la burocracia. El tren paró en Yungay, la última estación antes de Santiago. El personal de la estación pensó que se trataba de una insurrección armada y llamaron por teléfono a la policía que llegó con escudos, armas y gas lacrimógeno. Cuando descubrieron su error, un ministro adjunto del Ministerio de la Vivienda en Santiago fue enviado para hablar con los manifestantes. Se comprometió a gestionar la acotación, parcelación y transferencia legal y el registro del terreno. Los dueños anteriores nunca aparecieron. Los manifestantes fueron devueltos a Cerro Placeres en autocares.

En Navidad de 1971 Miguel celebró la Misa del Alba en un abandonado edificio de uno de los campamentos. Lo acompañaba un pastor protestante [42].

Notas

1. Villa Berlín se había establecido por inspiración del Padre Cirilo Elton, que tenía estrechas relaciones con la colonia empresarial alemana de Valparaíso y los convenció para que facilitaran fondos para una nueva población a modo de cooperativa.

2. De la congregación Notre-Dame de Namur. Patricio había vivido en la periferia de la cooperativa al principio pero más tarde cuando hubo una toma se hizo con una parcela y se construyó una casa. Encontró que esto le proporcionaba un punto de contacto con sus nuevos vecinos, muchos de los cuales eran comunistas. Era un "grato cambio" después de la vida tan organizada de la cooperativa. La casa estaba en Calle Coquimbo, Cooperativa Hamburgo, Villa Berlín.

3. Patricio Guarda 1991.

4. Su cargo de Vicario Ecónomo de Peña Blanca permaneció vigente oficialmente hasta su suspensión del sacerdocio en agosto de 1972.

5. Víctor Bernal 1992.

6. Desde la Juventud Obrera Católica (JOC) en Valparaíso donde los dos lo habían conocido hasta 1964 cuando Willy se afilió al Partido Demócrata Cristiano y fue enviado a estudiar agronomía a Chillán. Regresó a Valparaíso a trabajar por el partido, asistiendo a las reuniones dentro de la Democracia Cristiana que desembocaron en mayo de 1969 en la formación del MAPU, al cual se unió (Willy Avaria 1995).

7. Willy Avaria 1995.

8. Memorias de Matilde Silva 1990.

9. Manuel Rojas 1990.

10. Mariano Puga 1990.

11. La zona no ha cambiado. En 1992, en las calles cerca del puerto unas pocas puertas llevaban el letrero "casa particular", lo que implica que las demás eran casas públicas.

12. Luis Herrera 1992 (compañero de trabajo).

13. Norma Bernal 1992.

14. Luis Herrera 1992.

15. Feliciano González (obrero en Las Habas) 1996. Bajo el gobierno militar Las Habas fue tomado por la Marina chilena.

16. Norma Bernal 1992.

17. Miguel entregaba su dinero y salario a Patricio y se ha conservado el registro de ingresos y gastos de octubre de 1969 a junio de 1970. Muestra que la compra de la parcela de terreno fue liquidada el 27 de febrero de 1970 con un pago de 2,4555 Escudos. 18. La comunidad cristiana de la Iglesia de Chile es un grupo de creyentes que se reúnen para celebrar la Eucaristía a menudo en lugares poco convencionales y de manera informal. A veces se construye una capilla para servir la comunidad. Estas comunidades están bajo la jurisdicción eclesiástica del párroco más cercano, pero en la práctica son mayormente independientes. Las comunidades cristianas representan la forma normal de presencia católica en una población.

19. En 1990 una unidad de vivienda básica se podía encontrar en Santiago en el Hogar de Cristo por quinientas libras esterlinas.

20. Según Juana Rojas la casa fue diseñada por un "colega" de Carlos Barroilhet.

21. Jaime Contreras 1991.

22. Este resumen se lo debo a un amigo experto en el tema.

23. Miguel habló con Willy Avaria (según me contó Willy en 1995) sobre si aceptar o no. Willy en este momento también tenía un nuevo cargo: el de Secretario General de la Corporación Regional de Servicios Habitacionales, (CORHABIT) de la Unidad Popular en Valparaíso.

24. Conversación con Rodrigo González, 1990. Entonces era Director de Educación para la V Región. Después fue Alcalde de Viña del Mar.

25. Javier Martínez 1992.

26. Ibid.

27. Recuerdos de Myrta Crocco 1990.

28. Pepo Gutiérrez 1992.

29. Población María Eylers.

30. Nano Rojas 1996.

31. Rodrigo González 1990.

32. Fernando Alvarado 1992.

33. Máximo Valdivia 1990.

34. Willy Avaria 1995.

35. Luis Rodríguez 1990.

36. Willy Avaria 1995.

37. Jaime Contreras 1992.

38. Ibid.

39. Luis Rodríguez 1990. Al año siguiente (1972) el sueldo de Miguel fue de 130.609,80 Escudos según su declaración de la renta.

40. Nano Rojas 1996.

41. Ibid.

42. Juana de Rojas 1996.

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6. ELEVANDO LAS APUESTAS (1972-73)

A principios de 1972 Miguel fue con dos de las Hermanas Dominicas, los Bernal y otras familias de Placeres a un campamento de verano de doce días para pobladores en el norte entre Coquimbo y La Serena, subvencionado por el Gobierno. El alojamiento en cabañas y con pensión completa era gratis. Cada Presidente de Consejo de Vecinos tenía derecho a llenar un autocar con unas diez familias de su población. Las familias pagaban un pie de 500 pesos y luego diez pagos mensuales de 100 pesos. Quince o dieciséis autocares partieron en convoy alrededor de las 11 y viajaron durante toda la noche. Dada la conflictividad política de Chile, según bajaban el Cerro Placeres tuvieron que pasar sin hacer ruido por una zona por miedo a que les tirasen piedras los vecinos que estaban en contra de la Unidad Popular.

Muchas familias que hubieran podido disfrutado de estas vacaciones prefirieron no ir porque las veían como una forma de propaganda del gobierno con adoctrinamiento político incluido. Era verdad en parte. Se daban charlas y películas, pero no era obligatorio asistir. La comida era buena. Había trabajo colectivo: reparación de cabañas, colocación de cristales en las ventanas, limpieza de duchas y baños, arreglos a patios. Todos los adultos participaban y, según Norma Bernal, "dejaron todo muy limpio y en perfecto orden" [1]. Por la tarde se organizaban juegos de naipes o campeonatos de dominó. Algunos días había excursiones.

Una de las excursiones incluyó un viaje en tren desde Coquimbo a Vicuña. En un momento del recorrido llegaron a una subida larga y el tren tuvo que ir muy despacio. Recuerdan los Bernal como Miguel, que iba en un vagón con ellos y otros de Placeres, se levantó y dijo: "¡De acuerdo, chiquillos, ciao!". Y se bajó del tren y corrió a paso lento al lado de la vía dejando que el tren se alejara como si no lo pudiese alcanzar, diciendo"¡Ciao! ¡Ciao!" a los pasajeros y soltando carcajadas. Pero cuando el tren lo dejó atrás, Miguel de repente aceleró y, al alcanzar el último vagón, se subió de nuevo saludando alegremente [2].

Aparte de Navidad y las posteriores vacaciones de verano, la otra temporada de fiestas en Chile es septiembre. Las Fiestas Patrias son los días 18 y 19, el aniversario de la Declaración de Independencia. Estos días se celebran con fiestas al aire libre y comida típica, y se baila la cueca. Siempre dispuesto a hacer el papel de payaso, Miguel se dedicaba a estas fiestas con gran ánimo. Su profesor de baile era Manuel. La cueca es un baile complicado y Miguel se tuvo que esforzar por dominar los pasos del zapateo. Cualquier espacio abierto en la población servía de pista de baile. Había una cerca de la casa de los Bernal donde Miguel se unía a las familias del barrio. Aunque se sabía los pasos, más o menos, le faltaba gracia. Su gran estatura atraía las miradas hacia sus pasos torpes y resultaba objeto de risa, risa que alentaba a propósito, representando el baile de una manera deliberadamente "inglesa" [3].

A fines de 1971 el MAPU se dividió en dos y el Director del CESCLA tuvo que irse a trabajar en la Comisión Política en la sede del partido en Santiago. Con los cambios que siguieron, Miguel fue nombrado Secretario General y segundo de la organización. Ahora daba clases dos o tres veces por semana en la escuela secundaria sobre la realidad nacional -un análisis de la situación legislativa y política bajo el Gobierno de la Unidad Popular- y además supervisaba algunas áreas administrativas. Esta última responsabilidad no le gustaba y la solía dejar a su secretaria, Georgina Arangua. Esto producía algunas tensiones y discusiones. Según ella, él se enojaba cuando "las cosas no eran como tenían que ser" [4]. Miguel se negaba a dejarse sumergir en temas administrativos. Esto creaba dificultades a sus subordinados pero lo dejaba libre para tener más contacto con los obreros, para cuyo beneficio el CESCLA existía.

Además de los cursos en Valparaíso y las escuelas de verano que organizaba, el CESCLA planeaba ofrecer cursos de manera continua en la región industrial de Quillota-Calera, donde se celebraban las escuelas de verano. Miguel fue el encargado de este proyecto. Se esperaba que un centro permanente del CESCLA en la zona ofreciera a los obreros allí las mismas oportunidades de matricularse y obtener títulos que la Universidad de Valparaíso, pero de momento los potenciales alumnos tenían que ser examinados para averiguar qué era lo que más necesitaban. Así, a partir de marzo de 1972, Miguel pasaba dos días a la semana desplazándose por la región de Calera a pie o en bicicleta, consultando a los pobladores y a los obreros y dirigentes sindicales en todas las fábricas, minas y empresas industriales. Se distribuyeron unos seiscientos cuestionarios. Las asignaturas demandadas eran conocimientos básicos de lectura, escritura y lenguaje, historia de Chile, matemáticas, física, química, destrezas mecánicas, y economía y ciencias sociales, estas dos últimas a petición de los dirigentes sindicales.

Con la ayuda de un compañero del CESCLA [5] y de otros que podían desplazarse, Miguel instaló un Centro de Capacitación que ofrecía los cursos solicitados en forma de clases nocturnas. Se daban a cinco niveles y en cada nivel se dejaba espacio para el estudio de la realidad nacional. El proyecto tenía como fin elevar la capacidad de los trabajadores para comprender e involucrarse en el manejo de su industria, ya que la política del Gobierno alentaba esta participación. Si los trabajadores de las fábricas iban a poder opinar sobre su dirección, necesitaban estas capacidades básicas además de conocimientos sobre la situación económica y política del país en su conjunto. Bajo la nueva legislación, cinco de los once miembros del consejo de administración de las empresas nacionalizadas, o de las empresas bajo un interventor, tenían que ser obreros de la plantilla. Asumir responsabilidades de este tipo no era fácil, y tampoco popular. Además cada departamento y sección de una empresa tenía sus comités de participación que se reunían regularmente para discutir sobre temas de interés para los empleados.

El Centro de Capacitación tenía su sede en la escuela industrial adjunta a una gran fábrica de cemento. Estaba bien dotada, incluso con piscina, lo que puede haber sido un aliciente. Cemento Melón, la empresa a la que pertenecía la fábrica, era todo un ejemplo de las necesidades que el Centro aspiraba a cubrir. Hacía poco, después de una disputa entre obreros y jefes, el Gobierno había expropiado el negocio y puesto un a Interventor [6] para dirigir la empresa e introducir a algunos trabajadores en el consejo de administración. El Interventor era miembro del MAPU y también el candidato local del MAPU para las elecciones de 1972. Finalmente, por medio de esta avanzada regional establecida por Miguel, los trabajadores pudieron participar en la dirección de todas las industrias apropiadas por el Estado en esa región. El Centro era un proyecto que reflejaba las directrices del MAPU. En el trabajo Miguel contó con la ayuda de su amigo y compañero del MAPU, Lautaro Prado. Lautaro había pasado su primer año de casado como profesor de filosofía en Quillota y se incorporó al profesorado del CESCLA en 1972.

En junio y julio de 1972, cuando Miguel estaba ultimando los preparativos para instalar el Centro, hubo grandes riadas y más tarde un terremoto en la zona de Calera, quedándose muchas personas sin casa. A temperaturas invernales bajo cero Miguel iba en bicicleta llevando material médico a donde hacía más falta. Muchos de los sin techo tenían que buscar una nueva parcela para vivir y hubo unas tomas de terreno. Con su experiencia de Cerro Placeres, Miguel era experto en esto y pudo ofrecer aliento y apoyo práctico. Tan grande fue su aportación que, según un observador, la gente a la que ayudó vino a considerarlo como un miembro de su comunidad [7].

También a mediados de 1972 Myrta Crocco realizaba investigaciones en la región de Calera con veinticinco de sus alumnas de la Universidad. Visitaron varias industrias locales incluyendo una conservera de fruta y verdura, una planta de secado de algas, una serrería y Cemento Melón. Formaron grupos de trabajo junto con los obreros y pudieron compartir sus conocimientos de legislación laboral y gestión empresarial. Constituían, por tanto, un buen recurso del que Miguel pudo echar mano al fundar el nuevo Centro.

El Centro estaba abierto a todos los obreros industriales de la región. El plazo de solicitudes de admisión se abrió en el Teatro del Pueblo en Calera. Se inscribieron 400 obreros para cursos, más de lo que Miguel había calculado. Eran muchos más de los que se habían inscrito para los primeros cursos del CESCLA en Valparaíso. Los obreros, tanto hombres como mujeres, estaban entusiasmados y deseosos de aprender. Le rogaron a Miguel que fuese director del Centro. Al principio se negó, por miedo a que su tiempo y energías se agotaran en temas administrativos. Pero lo persuadieron asegurándole que no tenía por qué estar involucrado en la administración y podría quedarse con el lado "humano". Myrta Crocco afirma que la comunidad local, tanto obreros como pobladores, lo respetaban, lo querían y confiaban en él. Ella y sus estudiantes eran consideradas forasteras, pero Miguel definitivamente era uno más de la comunidad. Le gustaban los chistes habituales con respecto a él: a su apariencia física y su manera de ser, siempre afectuosa [8].

Myrta Crocco recuerda la impresión que Miguel causó a sus alumnas que trabajaron con él. Eran todas de clase media y habían escogido estudios de trabajo social en un primer momento porque querían ser educadoras de hogar. Con las reformas universitarias habían terminado, algunas con cierto recelo, siendo trabajadoras sociales. Así que no siempre estaban muy comprometidas con lo que hacían. Tanto Myrta como Miguel, sin embargo, les hicieron ver el sentido de trabajar con las capas más pobres de la sociedad. Cemento Melón proporcionó alojamiento para las niñas y todos los organizadores del Centro de Capacitación. Una noche las niñas oyeron desde un dormitorio a Myrta, Miguel y un colega del CESCLA discutiendo sobre cómo persuadirlas para que trabajaran con más ánimo. Les caló hondo lo que decía Miguel, y Miguel también cambió su actitud hacia la Iglesia. Por lo general, pensaban que la Iglesia no estaba comprometida como institución con la necesidad de justicia. Pero Miguel era evidentemente un ser humano como ellas, con preocupaciones similares, tan agotado como ellas por el trabajo e igualmente crítico de lo que veía. Era extremadamente directo en sus relaciones con los demás, a veces hasta el punto de parecer descortés [9], pero no había duda sobre su compromiso y dedicación. No es que hablara de ello, pero lo vivía y las niñas quedaban asombradas. Se preguntaban: ¿Qué hubiera hecho Miguel en estas circunstancias? Y cuando se quedaban dormidas y llegaban tarde al trabajo, procuraban que no lo supiera. No se mostraba especialmente cercano y familiar, y tal vez las hubiera rechazado. Pero por su ejemplo ejerció una gran influencia sobre ellas [10].

El "asombro" que sentían las chicas lo compartiría Myrta, como revela una última anécdota suya. En una asamblea general de trabajadores de Cemento Melón, a la cual acudieron Myrta y Miguel, un hombre de sesenta años se paró y les dijo: "He trabajado aquí durante cuarenta años. Ésta es la primera vez que hablo. Quiero hablar de mi trabajo: me doy cuenta de lo importante que es". Según hablaba el hombre, Myrta Crocco notó que los ojos de Miguel se llenaban de lágrimas [11].

El trabajo de Miguel para el CESCLA, y en particular sus esfuerzos en Calera, que superaban sus obligaciones laborales, estaban motivados por un compromiso con el proyecto, aparentemente hecho realidad por la elección de la Unidad Popular, de cambiar el injusto equilibrio económico y social en Chile, dando poder y dignidad a esa mitad o mayoría de la población que él veía como explotada. En su caso fue el compromiso consciente de un seguidor de Cristo, pero para él cualquier lucha desinteresada por parte de profesos marxistas no cristianos los hacía más cristianos que los supuestos cristianos, que eran avaros y protectores de sus privilegios. Fue por esto que se hizo militante del MAPU.

La mayoría de la plantilla del CESCLA en la Universidad, desde el Director para abajo, pertenecía a un Grupo de Acción del MAPU. Aunque gran parte del trabajo cotidiano de Miguel era individual, había una conciencia de grupo al poner en práctica proyectos que se atenían a los principios del MAPU. En su base de la Población Progreso, el Grupo de Acción Política (GAP) estaba más unido. Aquí Miguel formaba parte de un equipo que se reunía cuando no a diario, por lo menos una o dos veces por semana.

El liderazgo en estas reuniones era flexible. Lautaro, Manuel y de vez en cuando Miguel las presidían. Normalmente trataban de asuntos prácticos, pero alguna vez se dedicaban a formación política. Había varios nuevos pobladores y a éstos se les iniciaba en el lenguaje del marxismo. Se les explicaba términos como "plusvalía", el valor añadido al capital invertido en un producto por el trabajo aportado en su producción, con la consecuente averiguación de cómo se distribuía este valor. La filosofía que se transmitía en la formación política estaba pensada para que los obreros aprendieran a valorarse. Había frecuentes análisis de la situación en Chile y mucha discusión. Uno de los últimos integrantes, que aún no había conseguido el grado de militante del MAPU, pidió formación militar de algún tipo para poder defenderse ante un posible estallido militar, que siempre se consideraba una posibilidad. Acababa de terminar el servicio militar en la infantería de marina chilena y a lo mejor era más realista que los demás sobre cómo sucederían las cosas. A pesar de la autorización del MAPU de recurrir a la lucha armada en circunstancias extremas los demás miembros del grupo opinaron que eso era una locura [12].

El Grupo de Acción Política de Progreso contribuyó de una forma práctica a la vida y equipamiento de la población. En julio de 1971 había apoyado la ocupación de terrenos por familias que habían perdido sus viviendas a causa del terremoto. En 1972-73 sus miembros se comprometieron a llevar a cabo tareas menos espectaculares como arreglar tramos del camino y poner escaleras de cemento en algunas quebradas para que la gente pudiese llegar a sus casas en invierno sin resbalar en el barro. En la Junta de Vecinos especialmente, animaron a los miembros a llamar la atención de las autoridades municipales sobre nuevas necesidades, como la de alumbrado público. En nombre de la Junta de Vecinos se formó una brigada de bomberos voluntarios en Progreso. Tenía "cuartel", pero el equipo era primitivo. Los incendios solían ocurrir cuando se quemaban las cocinas o a causa de fogatas. La alarma se daba de boca en boca y se llamaba a los bomberos pegando gritos. Apagaban el fuego con baldes de agua y sofocándolo con frazadas y ramas [13]. También formaron un grupo con sede en una casa particular pensado para jóvenes de 15 a 20 años y posiblemente como fuente de reclutas. Se ocupaban de fiestas y partidos de fútbol. Pero tal vez la actividad más destacada del Grupo de Acción fue su participación en el comité local de la Junta de Abastecimiento y Precios (JAP).

Desde mucho antes de la época de Allende, cada población tenía una Junta de Vecinos a la que pertenecía todo dueño de casa adulto, hombre o mujer. Se pagaba una cuota y se elegía un Presidente, Secretario, Directores y Delegados para acompañar a los altos cargos cuando éstos tenían que contactar con las autoridades municipales o presentarles peticiones. Miguel fue elegido Auditor de la Junta de Progreso. El llevar temas de dinero es algo muy delicado entre personas necesitadas, y se confiaba en él para controlar las cuentas con acierto e imparcialidad.

Con la escasez de alimentos en 1972, la Junta de Vecinos también eligió una comisión para supervisar el suministro de comida básica a precios justos en la zona. La comisión se llamaba Junta de Abastecimiento y Precios (JAP). Cada barrio tenía la suya, y Miguel fue elegido presidente de la de Población Progreso. Desde su experiencia con el Sr. Cuneo en Peña Blanca, y tal vez antes, le parecía mal que los comerciantes ganasen un beneficio excesivo por productos esenciales a expensas de los pobladores. Es posible que también hubiera tenido interés en apoyar la JAP como militante del MAPU. El MAPU consideraba la JAP como invento suyo y le daba un especial apoyo. Y más allá de su entusiasmo por la nueva organización, la elección de Miguel como Presidente por los demás miembros de la Junta de Vecinos parece indicar que era reconocido como honrado y justo por sus compañeros pobladores [14].

Las JAP fueron instauradas por el gobierno de la Unidad Popular como arma para combatir el acaparamiento y venta de alimentos en el mercado negro. Aunque el primer año del Gobierno de Allende había sido un éxito económico, una escasez de productos agrícolas en Chile requirió importaciones costosas y esto a su vez llevó a un problema de balanza de pagos e inflación. Los alimentos básicos se mantenían artificialmente baratos por medio del control de precios. Pero existía la amenaza de la escasez. Los camioneros, de los que el país dependía para la distribución de comida, temían que sus pequeñas empresas pudieran ser expropiadas por el Estado. Así que se declararon en huelga en agosto y septiembre de 1972, y otra vez en julio y agosto de 1973. Al hacerse la distribución más difícil, se dio motivos a los comerciantes para quejarse de la escasez. Algunas veces era verdad, pero a menudo era un pretexto para vender a precios elevados a los ricos, que podían comprar todo lo que querían. Los pobres encontraban las tiendas vacías de productos al precio oficial, que era más bajo.

Las JAP debían proporcionar un sistema local de racionamiento y distribución equitativa de aquellos productos básicos que se incluían en la llamaba "canasta popular", como azúcar, arroz, aceite, té, café instantáneo, leche condensada, harina, carne, leche en polvo, alguna fruta fresca y verduras. Un integrante de la JAP comprobaba regularmente el precio de estos productos en todos los comercios minoristas de su zona. Las compras de los comerciantes a mayoristas se hacían en presencia de un miembro de la JAP. De esta manera se sabía qué cantidad de aceite, arroz, azúcar, harina, etc. había comprado el minorista y se podía comprobar que lo que vendía se correspondía con lo que había comprado del mayorista. En enero de 1973 el Ministro de Economía del MAPU impuso un monopolio en la distribución y venta de treinta productos básicos a través de las ya existentes JAP, lo que supuso que a partir de entonces los productos de la canasta sólo se pudieran obtener legalmente de los almacenes del Estado.

Pero las cosas no resultaron como se había pensado. La JAP número 93 de Valparaíso, de la Población Progreso, atendía a 570 personas, y su miembro responsable de supervisar el suministro de carne era del Partido Nacional, de derecha [15]. Bajo su tutela no había carne para las amas de casa corrientes. Cuando le preguntaron sobre esta carencia, afirmó que el almacén del Estado ya no tenía carne cuando él llegaba. Es posible que la vendiera en el mercado negro, aunque esto no se pudo comprobar, pero al menos reconoció que no llegaba al almacén lo suficientemente temprano. Así es que la tarea pasó a Miguel.

Miguel tenía que ir a recoger carne una vez por semana. Siendo más disciplinado que su antecesor, llegaba al almacén en Valparaíso a las cinco de la mañana, antes que algunas JAP de otras poblaciones que a lo mejor ya no encontrarían nada. Miguel siempre traía suficiente carne para las 570 bocas de Población Progreso. Era importada, deshuesada, de China. La ración por persona era de un cuarto de kilo a la semana. La furgoneta pertenecía a un carnicero que no lo acompañaba al almacén. Miguel y un ayudante la cargaban y después lavaban el vehículo. Era un trabajo sucio. Cuando volvían a Placeres los esperaba una cola de mujeres, aunque no hacía falta hacer cola porque había carne para todos. Antes de ser distribuida, el carnicero que la había pagado la cortaba. Cada ama de casa sacaba su boleto de racionamiento y pagaba el precio justo. El carnicero sacaba un beneficio y le hacían casi todo el trabajo.

Para la carne el sistema funcionó bien en Progreso. Con otros productos no era tan eficaz ni tan justo. El problema era que las JAP las elegían las Juntas de Vecinos, y miembros de partidos políticos contrarios a la Unidad Popular podían ser elegidos igual que los del MAPU o Socialistas o Comunistas. Los democratacristianos o miembros del Partido Nacional no tenían interés en que funcionaran las JAP [16]. De hecho, algunos de los elegidos eran los comerciantes que la JAP pretendía controlar. Desde la JAP se quejaban de la escasez de suministro por parte del mayorista, pero vendían en el mercado negro de Población Progreso. Hubo frecuentes denuncias y peleas por este motivo. En una ocasión, en una reunión pública, Miguel leyó las fechas, los nombres de los dueños, las patentes de los vehículos y las cantidades de género que cada uno había recogido del mayorista, y que al parecer no había sido distribuido o lo fue sólo en parte. Los asistentes lo amenazaron con violencia hasta que entraron en la sala los militantes del MAPU y se colocaron a su lado. Pudo obtener esta información porque un amigo de Progreso trabajaba como portero de un mayorista y comprobaba desde el otro lado exactamente lo que se despachaba. Los comerciantes parecieron asustarse.

Era una batalla continua entre los que se tomaban en serio las JAP y los demás, especialmente los de la derecha política que las querían hundir. Un vendedor de Progreso fue denunciado por la Junta de Vecinos a la JAP porque llegaba gente en auto a su casa desde la zona elegante de Viña y pagaban seis veces el precio oficial por el aceite. El comerciante fue obligado a permitir que el inspector de la JAP comprobase las entradas y salidas de mercadería. Estas intervenciones causaban resentimiento entre los dueños de comercios, en su mayoría de derecha. Desde la izquierda se creía que a algunos comerciantes sólo les interesaba usar la escasez para hacerse ricos. Los ánimos se enardecieron hasta tal punto que era común recibir amenazas de muerte [17].

Las comisiones de la JAP en el Cerro Placeres eran responsables de su propia población. Como hemos visto, en asambleas generales y a veces entre los mayoristas o en el almacén del Estado en Valparaíso, existía tensión entre las mismas JAP. Una persona que sí podía mantener la calma en estas situaciones era Miguel. Finalmente lo eligieron presidente de todas las JAP de Placeres, una muestra más de su confianza en él. Sin embargo era un regalo envenenado, en parte porque era imposible coordinar lo que era una organización esencialmente desunida que trataba de poner orden en una situación cada vez más difícil y tensa. Y en parte también porque hizo que Miguel se destacara más en Placeres y pasó a ser un hombre marcado. Se sabía que había uno o dos comerciantes que quisieran vengarse. No es de sorprender que algunos lo llamaran "el cura rojo", y que en una interrogación después del golpe, un oficial de Inteligencia Naval se refiriera a él como "el cura que revolvía el gallinero" [18].

Ciertas personas, normalmente opositores políticos vinculados con los comerciantes locales, declararon estar escandalizados al ver a un cura afiliado a un partido político. Tal persona no era ni chicha ni limonada. Algunos le gritaban insultos cuando pasaba, por extranjero. En estas circunstancias Miguel siempre mantuvo la calma. Los que simpatizaban con el Gobierno, por otro lado, estaban impresionados porque, siendo cura, Miguel era tan práctico, vibraba con las preocupaciones del pueblo y no andaba en lo místico. También les llamaba la atención su manera de ser de sacerdote. Por ejemplo, el hecho de que cuando lo insultaban no reaccionaba con ira. En reuniones, cuando a un opositor se le calentaba la cabeza y se volvía abusivo, Miguel se quedaba quieto aunque sus compañeros del MAPU le dijeran que tendría que enojarse. Su contestación era siempre: "No, déjalo en paz. Aún no comprende" [19].

El mismo autocontrol fue evidente en una reunión en el Teatro Velarde de Valparaíso en junio de 1973. El General Bachelet, al que Allende había nombrado para coordinar el abastecimiento y combatir el mercado negro, hablaba de la canasta popular, no exactamente una canasta como la de las JAP sino más bien una lista de productos para tomar el pulso del costo de la vida. Éste era un tema que suscitaba polémica. Se insistía en incluir automóviles y refrigeradores en la lista de productos populares. Desde la platea Miguel alegó que autos y refrigeradores no eran exactamente populares. La canasta popular debería incluir sólo aquellos productos del día a día que estuviesen al alcance del sueldo semanal del obrero. Habló con mesura y cortesía pero, por la tensión que sus comentarios suscitaban, lo echaron de la sala [20]. Fue un acto de valentía en vista de que sus opiniones ya no eran aceptables para el mismo Gobierno de Allende. Se había dejado de lado al MAPU, sacrificándolo a la necesidad de transigir y frenar el ritmo de la reforma. En todo caso, Miguel no comprendía lo que era intransigencia política. Para él, si una cosa era correcta, debía ser llevada a cabo sin reparar en oposiciones.

En 1972 y 1973, con el trabajo del CESCLA en la Universidad y en Calera y las crecientes responsabilidades de la JAP, el ritmo de vida de Miguel se aceleraba. Pero todavía tenía tiempo para visitar a la familia Bernal los lunes al volver de la Universidad. La rutina era la misma: el tiempo de silencio y la reflexión sobre las Escrituras eran más importantes que nunca. "Deseábamos ese momento para dialogar con Dios, con Él y con nosotros porque todo estaba muy excitado y tenso. No había tiempo para nada. Todo era política, política. La gente estaba nerviosa, atemorizada y enferma. Circulaban muchos rumores feos. En una ocasión Miguel nos dijo que no deberíamos leer tantos artículos escritos por la Iglesia que sólo daba la opinión de los ricos. Deberíamos rezar constantemente y vivir como la Iglesia de nuestro Evangelio, en el momento presente y en las circunstancias donde nos encontrábamos. No nos hacía falta una Iglesia que nos daba todo hecho, diciéndonos lo que teníamos que hacer. Deberíamos vivir el Evangelio en nuestras propias vidas, no dejar pasar nuestras vidas sin ser conscientes del Evangelio. Si teníamos hambre, y esto nos pasaba con frecuencia por la escasez de alimentos, deberíamos sentir hambre. Y cuando la gente llamaba a la puerta y no tenían de comer, si tuviera algo de comida lo compartiría con ellos. El propio Miguel compartía mucho. Solía decir: 'Tenía guardado esto y esto para comer, pero cuando volví a casa no había nada: habían entrado y comido todo.' Se refería a vecinos que no tenían nada. Así que venía a comer con nosotros, si es que teníamos algo aquí" [21].

A pesar del trabajo de las JAP había una seria escasez de alimentos. Como recuerda Norma, "Decía que los cristianos deberían ser creativos y fértiles en sus recursos cuando las cosas iban mal. Una vez le hice caso cuando no había ni pan ni harina. Se me ocurrió la idea de comprar tres kilos de trigo. Con el molinillo que tenía en la cocina pude extraer la harina y hacer unos panes e incluso darles las sobras a los conejos" [22].

Después de la marcha al sur de Patricio y Marie-Claire en diciembre de 1970, Miguel mantuvo esporádicamente el contacto con ellos. La primera carta que les envió, con fecha 12 de febrero de 1971, es una nota breve sobre fechas de una posible visita a Concepción. Otra, del 10 de agosto de 1972, da una idea de su trabajo, sus preocupaciones y lo que le interesaba: "Espero que estéis bien en vuestro trabajo y en general. Tengo bastante trabajo en el Centro Laboral de La Calera, las clases de CESCLA en Valparaíso y los cursos de sindicalismo, formación de las JAP, etc. La situación política es confusa. Aquí estamos hasta la coronilla con la Comisión Política del MAPU por haber ordenado que saliéramos de la Asamblea Popular de Concepción. Parece ser que Gazmuri y Correa en Santiago se han dejado influenciar demasiado por los comunistas y otros partidos de la UP. Estoy de acuerdo que "Asamblea Popular" es un término demasiado socialista para este momento del proceso. Lo podían haber llamado Consejo de Obreros, Campesinos y Estudiantes. Lo que se intentaba era dar voz al pueblo, denunciando, pero no reemplazando el parlamento burgués.

Vuestra mediagua en Progreso ha pasado a manos de la familia Rojas (es decir, Nano y Juana) que la estaban ocupando y la han trasladado a un campamento en Placeres Alto. Esto ocurrió por orden de un oficial de la Corhabit. No tenían otra mediagua y estaban viviendo en una cuyo dueño no la necesitaba, así es que desapareció. Me parece bien. La pagarán. Tienen pocos medios. Es una pena que la mediagua no será nunca como cuando la montamos. Saludos, y Dios mediante nos veremos en el verano, puede ser que viaje al sur. Miguel".

El 10 de junio de 1972, Manuel Rojas se casó en casa de Miguel. La ceremonia civil fue un mes antes. Ahora Manuel y su novia Delfina se hicieron promesas en sus propias palabras. Miguel celebró la Misa y la comunión fue bajo las dos especies. La fiesta duró toda la noche con bailes y música de guitarras y acordeón. De su sueldo Miguel pagó a un constructor para que les hiciera una casa permanente y además les aportó una ayuda económica mensual. Ésta era la casa que visitaba con más frecuencia. Llegaba después del trabajo siempre con vienesas, huevos y a veces unos plátanos. A los niños les encantaba verlo llegar y se levantaban e iban a la mesa a comer. La zona de dormir estaba dividida por cortinas. Cuando venían los niños de los vecinos se asustaban al ver aparecer a Miguel por encima de la división. A veces todos iban a dar un paseo a una quebrada cercana llena de exuberante vegetación. Eran momentos de relajación después del trabajo y la ansiedad [23].

Las bromas con los niños en casa de los Rojas eran típicas de Miguel. A otro joven observador le llamó la atención la habilidad de Miguel para conversar con mayores y jóvenes por igual. Los niños se le acercaban fácilmente. Siempre tenía algo cómico que decirles y quedaban encantados. Como siempre jugaba con lo extraño de su físico. "¿Qué tal el aire allá arriba?" le preguntó un chico en la calle al pasar. "Muy bueno", respondió. "¿Qué tal por abajo con las hormigas?". El niño sabía que su impertinencia se encontraría con buen humor [24].

Los chistes y las payasadas ayudaban a Miguel a entrar en contacto con los jóvenes, y también tenía a sus colegas profesionales en el CESCLA y varias casas de pobladores donde paraba, como las de los Bernal o los Rojas, y los miembros del GAP de Progreso y sus familias. Todos ellos lo recibían con gran respeto y afecto. Pero es poco probable que estas amistades fueran íntimas, ni iguales por ambas partes. Desde que Patricio se fue, en este sentido Miguel se quedó solo. Aun los que estaban más próximos a él, como Manuel, Jaime y Lautaro, eran mucho más jóvenes y en cierto sentido los deslumbraba. Aunque renegara de su origen social, existían amplias diferencias de cultura y educación entre él y aquellos con los que había elegido vivir. Esto no es algo que Miguel hubiera sentido ni tal vez reconocido. Había optado por atravesar la frontera hacia un nuevo ambiente. En todo caso siempre se había mostrado reservado en sus relaciones con los demás, pero en este entorno le era aún más difícil abrirse.

Como Lautaro y Manuel estaban casados y vivían con sus nuevas familias, Miguel sólo tuvo a Jaime de compañía en la nueva casa de la calle Buenos Aires. En 1972 Jaime trabajaba en la Universidad y volvía a casa por la noche, pero en 1973 se involucró en actividades del MAPU en Viña y sólo regresaba de vez en cuando a dormir. Durante esta etapa Miguel pasaba mucho tiempo fuera en Calera, instalando el Centro. A su regreso la casa solía estar vacía. Sus amigos en Placeres seguían viéndolo como cura y para ellos su soledad no era tan notable. Pero no había apoyo humano de la Iglesia, aunque se reunía con uno o dos amigos sacerdotes de vez en cuando. En el mundo de los pobladores en general un cura solitario era una anomalía. Pero el último paso que daría Miguel hacia su nuevo mundo lo daría cuando dejara de vivir al borde de los matrimonios y las familias de los demás y tuviera el suyo propio.

En algún momento de 1971, Miguel decidió que sería bueno pensar en la posibilidad de casarse. El ejemplo de Patricio y Marie-Claire había sido positivo. No creía que todos los curas debieran casarse, pero en su caso la vocación de matrimonio surgió del contexto en el que vivía. Ya creía que el matrimonio era su vocación, antes de que apareciera una posible esposa [25]. Un día de 1972 se reunió con Gonzalo Aguirre, sacerdote contemporáneo suyo, en un restaurante de Viña y le contó que se quería casar. No tenía a nadie en mente pero le hizo una lista de características de la mujer que buscaba. Tendría que ser una persona espiritual y comprometida con el trabajo por la justicia social. "No hubo nada sobre sentimientos; fue todo muy abstracto y lógico" [26].

Como profesor de la Universidad, Miguel se encontraba con alumnas y las sacaba a tomar onces y al cine. Luego hubo una profesora del Departamento de Trabajo Social con quien salió un tiempo. Le contó a Norma Bernal que era una persona sensata, seria y aterrizada, y que definitivamente era su "polola". Manuel y Delfina le dieron consejos sobre cómo cortejarla [27]. Pero, según Norma Bernal, no estaba enamorado de ella [28].

Según una de las Hermanas Dominicas, Miguel todavía celebraba Misa de cuando en cuando en la capilla al lado de su casa y la gente estaba confusa al verlo con una mujer [29]. No sabemos si el Obispo tuvo noticias de esto, pero el 8 de agosto de 1972 Emilio Tagle firmó un decreto de suspensión del sacerdocio en los siguientes términos: "Habiendo manifestado el Presbítero Miguel Woodward Yriberry su decisión de abandonar el ejercicio del ministerio sacerdotal, decreto a partir de esta fecha la suspensión de todas las facultades para el ejercicio de su sacerdocio y puesto que no ha solicitado su reducción al estado laical, queda obligado al cumplimiento de las normas prescritas por la Iglesia para los clérigos, en especial el rezo del oficio divino y el celibato". Fue enviado al Sr. Miguel Woodward Y. junto con una carta del Canciller de la Diócesis [30].

No está claro por qué Emilio Tagle eligió este momento para suspender a Miguel. Como hemos visto, una posible explicación sería que le llegaran rumores de que Miguel tuviera novia. Sin embargo, Tagle era amable con sus curas, aun con los que consideraba equivocados, y no era persona que se violentara por un motivo así. Pero el marxismo en general y el gobierno de la Unidad Popular en particular eran sus bestias negras. El compromiso de Miguel con la JAP es un motivo mucho más probable [31]. La referencia del Obispo a su "decisión de abandonar el ejercicio del ministerio sacerdotal" se refiere a su salida de Peña Blanca en 1969. Hasta el momento de su suspensión, técnicamente era Vicario Ecónomo de la Parroquia de Peña Blanca. Tampoco en ningún momento, antes o después de la suspensión, solicitó el estado laical [32].

Es probable que Tagle actuara al darse cuenta de que los curas diocesanos se estaban afiliando a partidos políticos que apoyaban al Gobierno. En 1973 actuó en contra de Antonio Llidó, miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Como sacerdote trabajaba en una población de Quillota. Oficialmente su capilla estaba bajo la autoridad del Párroco local [33]. Éste y el Obispo Tagle le pidieron que dimitiera a causa de su compromiso con el MIR. Desde su sección de la parroquia protestaron y sus amigos curas del Grupo Pastoral Popular (que habían dimitido en 1968), incluyendo a Miguel, se desplazaron un domingo para expresar su solidaridad con Llidó. Marcharon en protesta desde la capilla de la población hasta la iglesia parroquial. Doscientas personas llegaron a la iglesia donde se estaba celebrando una Misa vespertina. Los manifestantes entraron a tiempo para añadir a las plegarias de los fíeles una oración pidiendo justicia para Antonio Llidó. Un joven seminarista que estaba presente pensó que se trataba de una ocupación (que no era la intención de los que protestaban) y llamó por teléfono a la policía. Los manifestantes fueron persuadidos a desalojar la iglesia y se reunieron en la plaza con vecinos de la ciudad. Pepo Gutiérrez tomó la palabra desde el kiosco en medio de la plaza. Al día siguiente, el Consejo del Presbiterio se reunió en Valparaíso y entregaron una carta a la prensa censurando y amenazando con penas canónicas a los curas que habían participado en la protesta [34].

No hay constancia de los sentimientos de Miguel ante su suspensión. Jaime Contreras, que vivía con él, no estuvo al tanto, y Pepo Gutiérrez tampoco. Con toda probabilidad Miguel ni la mencionó salvo en una ocasión cuando fue necesario por motivos canónicos. En 1972 su amigo del CESCLA Máximo Valdivia le pidió que celebrase su matrimonio. Miguel contestó: "Me gustaría mucho casarles pero lamentablemente he sido suspendido por la Diócesis". Y explicó más: "Yo me siento plenamente capacitado para casarte y lo haría con mucho gusto, porque una vez que se es cura, siempre se es cura. Cuando entras al servicio de Dios continúas hasta la muerte". Pero no celebró el matrimonio porque hubiese sido invalidado por ley [35].

Según Manuel Rojas, Miguel continuó celebrando la Eucaristía de vez en cuando, tanto en casa de Manuel como en la suya, hasta el golpe. Tampoco expresó en ningún momento antipatía o rencor hacia don Emilio. Para él la gente con quien vivía y trabajaba era lo más importante. A estas alturas las estructuras eclesiásticas le eran ajenas [36].

A mediados de 1972 Miguel conoció a una maestra de escuela secundaria y catequista a la que llamaremos Isabel (ella prefiere no ser identificada). Parecía que se comprendían y se apreciaban de una manera que dejaba espacio para lo espiritual así como para lo emocional y físico. Pasaban los domingos juntos y salían de excursión, lo que a él más le gustaba. Intercambiaron cartas de amor y hablaron de matrimonio y de cómo podrían ser "leales" el uno al otro en libertad, sin convertirse en esclavos del otro. Más adelante ella lo visitaba de vez en cuando en la Universidad. Su secretaria notó que ella estaba claramente enamorada de él. La secretaria suponía que él estaba enamorado de ella, aunque no lo demostraba. Pero flirtear no estaba en su carácter: todo debía ser serio [37].

Una vez Miguel trajo a Isabel a casa de los Bernal en Placeres. Víctor Bernal se llevó un disgusto cuando descubrió la intención de Miguel de casarse. Le preguntó por qué quería casarse si era sacerdote. Miguel contestó: "Tengo cuarenta años". Víctor le volvió a preguntar por qué dejaba el sacerdocio. Fue un duro golpe para los Bernal. Dijo que no aguantaba más estar solo. Había visto otros curas con el mismo conflicto. Se había alegrado cuando Patricio se casó con Marie-Claire. En su corazón se sentía aislado. Y dijo que era por culpa de los feligreses que los curas se sintieran tan solos. Sin embargo, cuando Miguel llevó a Isabel a su casa, pensaron que "ella parecía una niña, pero era como si estuviesen destinados el uno para el otro. Ella le sentaba bien porque lo podía comprender; él era muy distinto de nosotros" [38].

En enero de 1973, Miguel e Isabel anunciaron su compromiso en una carta circular a la familia en Europa. En su forma de pensar, el noviazgo sería una preparación para el matrimonio, no un anticipo del mismo. Miguel había dicho una vez a Norma Bernal: "Nunca dormiré con una mujer que no sea mi esposa. Y para que sea mi esposa, debo amarla. El amor viene primero" [39].

A fines de julio de 1973, en un ambiente cada vez más tenso en todo el país, la Universidad Católica de Valparaíso fue tomada y ocupada por estudiantes de derecha. Los opositores políticos vieron (y ven) esta ocupación como una maniobra de los oficiales de la Marina como medida preparatoria en anticipo del golpe que ya estaba planificado. Los edificios de la Universidad tienen una situación estratégica en el camino que sale de Valparaíso hacia Viña del Mar. En todo caso la Universidad fue recuperada durante poco tiempo para luego ser retomada por la derecha, permaneciendo en su poder hasta el golpe. El Director del CESCLA, miembro del MAPU [40], gestionó unas reuniones con el Rector democratacristiano en un intento de normalizar la situación. Esta forma de actuar molestó a otros miembros del MAPU, que discutieron entre sí. Miguel no participó en estas discusiones porque "las cosas no tenían que ser así". A partir de ahora, sin embargo, se desentendió cada vez más del CESCLA para centrarse en el trabajo en la población [41].

Durante los meses de invierno de 1973 la situación dentro y alrededor de Valparaíso se hizo más explosiva. Marinos destinados en el puerto que tenían contactos con el Partido Socialista fueron acusados de amotinamiento y encarcelados. Se produjeron sonadas manifestaciones por su causa por parte de estudiantes y trabajadores de la izquierda, y en particular hubo una marcha en Valparaíso el 4 de septiembre, aniversario de la elección de Allende. Un testigo [42] que viajaba de Valparaíso a Viña aquel día tuvo que tomar tres vehículos distintos porque los caminos estaban bloqueados. Regresó en un tren repleto de gente que celebraba el aniversario. El tren fue "tomado" por los pasajeros. Hacia la Universidad Santa María hubo una batalla campal con piedras entre los ocupantes del tren, muchos de los cuales se habían subido al tejado, y los partidarios de la derecha.

En esta época también empezaron a aparecer fuerzas paramilitares por las calles de Valparaíso. Se advertía su presencia por el sonido de botas marchando a paso rápido. Usaban pasamontañas y máscaras y llevaban palos, avanzando en filas de ocho en grupos de varios centenares. Los enfrentamientos con la policía eran frecuentes pero esto no los frenaba [43]. Valparaíso y el país entero esperaban ansiosamente [44].

Notas

1. Norma Bernal 1992.

2. Víctor y Norma Bernal 1992.

3. Willy Avaria 1995.

4. Georgina Arangua (Secretaria del CESCLA) 1996.

5. Juan Aldana.

6. Vicente Sota.

7. Myrta Crocco 1992.

8. Myrta Crocco 1992. A su colega del CESCLA, Juan Aldana, también le impresionó "la fuerza de carácter y convicción con que Miguel realizaba su trabajo. Lo que importaba más era la organización basada en buenas relaciones sociales. Era totalmente agresivo al oponerse a cualquier tendencia hacia la burocracia, de la cual había mucha en Chile en aquellos tiempos, tanto en la izquierda como en la derecha. Por encima de todo, estaba siempre en contacto con los obreros mismos".

9. Como en la ocasión cuando Myrta Crocco lo presentó a una pareja brasileña: "¿Qué están haciendo aquí?" les preguntó. "En mi opinión se tenían que haber quedado en el Brasil". Eran refugiados (conversación con Myrta Crocco).

10. Myrta Crocco 1990.

11. Ibid.

12. Eduardo Catalán 1992.

13. Después del golpe, el "cuartel" fue trasladada más abajo del Cerro a Villa Berlín y les obsequiaron con una bomba contra incendios fabricada en Alemania.

14. Manuel Rojas fue elegido Presidente de la JAP de Población Chile Cobre.

15. Como las JAP las elegían la Junta de Vecinos, cualquier miembro de ésta podía ser elegido. No eran todas partidarias del Gobierno.

16. El Partido Demócrata Cristiano, que había apoyado la ratificación de Allende como Presidente en 1970, era ahora crítico del Gobierno y se unió a la oposición.

17. Eduardo Catalán 1992.

18. Ibid.

19. Ibid.

20. Ibid.

21. Norma Bernal 1992.

22. Norma Bernal 1992.

23. Delfina Rojas 1992.

24. Eduardo Catalán 1990.

25. Ésta era la opinión de Willy Avaria, 1995.

26. Gonzalo Aguirre 1992.

27. Manuel Rojas 1990.

28. Norma Bernal 1992.

29. Soeur Bernadette Vincart 1991.

30. P. Jaime Astorga (de los Archivos Diocesanos).

31. Carlos Camus 1992.

32. Enrique Barilari 1992.

33. Rene Pianovi.

34. Pepo Gutiérrez 1992.

35. Máximo Valdivia 1990.

36. Jaime Contreras 1991.

37. Georgina Arangua 1996.

38. Norma Bernal 1992.

39. Ibid.

40. Fernando Alvarado.

41. Georgina Arangua 1996.

42. Pepo Gutiérrez 1992.

43. Carlos Ramírez Rojas 1996.

44. Ibid.

Índice

7. EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973

Todos los años a principios de septiembre, una brigada de la Marina de Estados Unidos realizaba maniobras con la Armada chilena. Esto no tenía nada de particular. La flota navegaba en aguas continentales haciendo lo mismo con marinas de otros países amigos por cuyas costas pasaba. En la tarde del lunes 10 de septiembre, el Ministro de Defensa y los partidarios del Gobierno de la Unidad Popular sentirían alivio al saber que la flota chilena había salido del puerto de Valparaíso para encontrarse con los americanos más al norte. Lo que no sabían es que esto no era más que un subterfugio, un pretexto para vestir de normalidad los últimos preparativos para el golpe. De hecho la flota partió rumbo al oeste, no hacia el norte, luego esperó más allá del horizonte hasta el anochecer y entonces, arropada por la oscuridad, regresó al puerto. El Almirante de la Flota, Raúl Montero, el único Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas que permanecía leal al Presidente, fue detenido en Valparaíso el lunes y se le mantuvo incomunicado. Lo sustituyó el Almirante Merino, partidario del golpe.

La diana en los cuarteles de los Infantes de Marina en Valparaíso sonó a las 5 de la mañana del martes, 11 de septiembre. A las 5:45 el Almirante Merino ordenó la "Operación Silencio". Las centrales de teléfono y los transmisores de radio fueron tomados y las comunicaciones con el resto del país cortadas. A las 6 los Infantes de la Marina ocuparon las estaciones de trenes y autobuses, y tomaron el control del suministro de agua, gas y electricidad. A las 6:45 la Marina tenía controlados todos los puntos clave de comunicaciones de la ciudad y su provincia. Durante el día fueron ocupando las fábricas, los barrios obreros, las universidades y las oficinas del gobierno.

Los pasos que dio Miguel Woodward desde este momento catastrófico hasta su muerte diez u once días más tarde se pueden esbozar. Varios testigos recuerdan haberse encontrado con él. Javier Martínez vivía con sus padres a medio camino de la subida al Cerro Placeres en la Población Cincel. Su padre, ferroviario, salió temprano de su casa aquella mañana del martes 11. Bajando el Cerro Placeres hasta donde el ferrocarril de Valparaíso a Viña bordea la costa, se encontró con el camino cortado por los Infantes de la Marina y fue obligado a volver a casa. Javier salió y tomó la dirección contraria, hacia lo alto del Cerro. Al aproximarse a la Población Progreso se encontró con Miguel. Pronto se reunió un gentío de pobladores, todos aportando la poca información que tenían e intentando descifrar lo que podría estar sucediendo [1].

Entre las 8:30 y las 9, Miguel caminó hacia la casa de Manuel y Delfina Rojas, tocó en la ventana, y le abrieron. Les informó que los Infantes de la Marina habían colocado una barrera en el camino y era imposible llegar a Valparaíso. Ésta fue la última vez que lo vieron en varios días [2]. A media mañana visitó a algunos colegas del MAPU [3]. Adónde fue después de esto, no se sabe.

A las 8 de la mañana el Presidente Allende emitió un mensaje por radio al pueblo de Chile, diciéndoles que una parte de la Armada se había rebelado en Valparaíso pero que en Santiago había sosiego. Al poco rato, al descubrir que el Ejército, la Fuerza Aérea y los Carabineros se habían sumado a la rebelión con sus unidades, habló de nuevo por radio diciendo que nunca renunciaría como Presidente, y animó a los trabajadores a movilizarse, a reunirse en sus fábricas y a prepararse para defender la Unidad Popular.

Sobre las 8:30 hubo un comunicado del mando militar. Citando la grave crisis social y moral, el aumento de grupos paramilitares, la incapacidad del Gobierno para prevenir el caos y la inevitabilidad de una guerra civil, la nueva Junta exigía la rendición del Presidente y expresaba su determinación de liberar al país del "yugo marxista" y restaurar la institucionalidad. Firmaban Pinochet (Ejército), Merino (Marina), Leigh (Fuerza Aérea) y Mendoza (Carabineros).

A las 9 de la mañana el Palacio de la Moneda estaba rodeado de tanques del Ejército. A las 9:30 Allende emitió su último discurso al pueblo chileno, diciéndoles que se defendieran pero que no sacrificasen sus vidas. Habló de la traición de las fuerzas armadas y afirmó su fe en que "más temprano que tarde de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor".

A las 9:30 la artillería del Ejército apuntó al Palacio y avanzaron unidades de infantería. Salieron todos menos la guardia personal del Presidente y sus compañeros más próximos. Hacia las 11.50 empezó el ataque aéreo. Aviones Hawker Hunter sobrevolaron el Palacio dejando caer bombas con perfecta puntería. El Palacio era un infierno. Unidades del Ejército lo asaltaron. En la gran escalera bajo la estatua del primer Presidente de Chile, Bernardo O'Higgins, encontraron a Allende muerto, muy probablemente de un disparo de su propia mano, con la metralleta soviética que le había regalado Fidel Castro. A las 14:20 todo había terminado.

En este momento Miguel decidió ausentarse de su casa y esconderse. Tenía enemigos entre los comerciantes locales. Ellos estarían encantados con el golpe y lo podrían haber denunciado a las nuevas autoridades como activista político del régimen anterior. Podrían haber querido saldar cuentas con el hombre que los había denunciado como especuladores. Hasta el 11 de septiembre la ley había estado de su parte, pero ahora ellos tenían el poder militar de su lado. No sería de extrañar que en estas circunstancias Miguel prefiriera estar acompañado de sus amigos a estar solo en su casa. Sus amigos más íntimos del grupo del MAPU no eran los más apropiados. Sin duda sus casas serían registradas y la presencia de Miguel podría comprometerlos. En todo caso aquella tarde o recién caída la noche llegó a casa de los Martínez con un trabajador de su distrito [4]. Las autoridades militares habían decretado un toque de queda total pero en aquellos momentos aún no estaba del todo vigente. Él y Javier fueron a casa de un vecino y allí se quedaron un tiempo. Pero este vecino era un antiguo comunista y era probable que registraran su casa, así que volvieron a casa de Javier donde los dos pasaron la noche. Miguel durmió en el cuarto de Javier y éste en el de su hermano.

A primera hora del miércoles 12, Miguel decidió que sería más seguro ir a Recreo, un cerro de Viña al sur de Placeres, a casa de una amiga de Isabel llamada Georgina Becerra. Cuando Miguel y Javier se disponían a salir, llegó la novia de Javier, Bárbara, y los acompañó a Recreo. Para evitar patrullas y barreras se fueron a pie, a campo traviesa, por cerros y quebradas. Cuando llegaron a la casa, Bárbara y Javier se quedaron un rato y luego dejaron a Miguel allí. Georgina estaba en casa con sus tres niños menores. Su marido estaba trabajando en los ferrocarriles en Los Andes y su hijo mayor tampoco se encontraba en casa, así que Miguel pudo dormir en su cama en el cuarto de los niños [5].

A la mañana siguiente, jueves 13 de septiembre, Javier y Bárbara volvieron a la casa de Recreo. Les sorprendió ver a Miguel sentado en una silla, tranquilamente leyendo un libro de física. Les dijo que estaba pensando en cómo llegar a Santiago porque creía que los trabajadores allá estaban mejor organizados y la resistencia al golpe sería más eficaz que en Valparaíso. Les dio mensajes a Bárbara y Javier para algunos amigos en Placeres con quienes había trabajado en la JAP [6].

De hecho Miguel permaneció en casa de Georgina con ella y los niños durante nueve días, hasta el viernes 21. Había una buena colección de libros y pasó el tiempo leyendo, rezando, limpiando la casa y lavando la ropa. Sentía "muy hondamente la injusticia de la situación" pero "estaba tranquilo y agradecido". Cuando la familia se reunía para comer, Miguel bendecía la mesa.

Para Georgina fue difícil tener que ocuparse de sus hijos y de un exiliado político, con su marido fuera. Los colegios estaban cerrados, y lo hubieran estado igualmente hasta el día 20, después de las Fiestas Patrias. "Oíamos vehículos militares que venían a otras casas en la vecindad y esperábamos que en cualquier momento golpearían la puerta". Cuando el marido de Georgina regresó del trabajo el fin de semana hubo cierta tirantez en el ambiente porque él apoyaba totalmente el régimen militar. La conversación durante las comidas se limitó a banalidades [7].

El viernes 14 de septiembre iba a ser el día de la despedida de soltero de Miguel. Se iba a celebrar en su casa por la noche. El matrimonio civil tendría lugar al día siguiente en La Corvi, cerca de Quillota, donde vivía Isabel. El martes 18 (el 18 y 19 siendo las Fiestas Patrias) habría una ceremonia informal y una fiesta con todos sus amigos en casa de Miguel. Aunque el toque de queda se había levantado entre las 8 de la mañana y las 7 de la tarde, a partir del día 14 estaba prohibido reunirse en grupos. De ninguna manera se podía celebrar una fiesta. El domingo anterior, el día 9, Miguel había confiado a un amigo [8] que tenía el presentimiento de que su matrimonio no se realizaría. En la mañana del 14, si no antes, estaba claro que su presentimiento estaba justificado, al menos por el momento. El jueves 13 o el viernes 14 Georgina llevó una carta de Miguel a Isabel en Quillota, advirtiéndola que no podía arriesgarse a viajar a La Corvi para el matrimonio civil el sábado.

Pepo Gutiérrez recuerda que Miguel fue a casa de su madre, donde él también vivía, unos días después del golpe a mediodía [9]. Su madre les ofreció un café. Miguel tenía que hablar con Pepo del aplazamiento de los preparativos para la boda, en la cual Pepo tenía que tomar un importante papel. Iba a asistir al matrimonio en casa de Miguel el día 18, un día tradicional para celebrar fiestas. Sería un acontecimiento social con los amigos para darles a conocer que Isabel y él estuvieran casados, con una oración y la bendición de Pepo. No habría matrimonio sacramental ni canónico [10]. Miguel se quedó con Pepo unos veinte minutos [11].

Luego Miguel apareció en casa de Myrta Crocco en Viña el viernes o sábado a media tarde, y pasó dos horas y media allí. Parecía tranquilo pero estaba muy preocupado por la suerte de sus compañeros políticos. Sabía que algunos habían sido apaleados. "Estábamos todos abatidos y él también" [12], recuerda Myrta. Miguel dijo que debía presentarse en el Cuartel de la Armada de la 1ª Zona (es decir, en el puerto de Valparaíso), y no estaba seguro de lo que debía hacer. "Estábamos confusos, especialmente los mayores, todo esto nos había sorprendido. Esto no había pasado nunca en Chile. Normalmente Miguel era claro y decidido. Su incertidumbre era señal de lo confundidos que estábamos todos. El necesitaba reflexionar. No sabíamos lo que estaba ocurriendo. Me sorprendió que estuviera en la lista. Él dijo que no tenía nada que ocultar. Todo el mundo sabía como vivía -en el Cerro Placeres en la Universidad Católica, en Calera-. Su vida era transparente como el agua". Myrta le dijo que en estas circunstancias era normal y saludable estar inseguro sobre qué pasos tomar. Él repitió que no tenía nada que esconder y pareció tomar una decisión. Iría al Cuartel de la Armada al día siguiente. Entonces le contó a Myrta los preparativos para la boda del día 18 y su duda sobre si se podría llevar a cabo. Hasta entonces Myrta no tenía idea de que tuviera intención de casarse. No había oído hablar de Isabel antes y no está segura de que incluso en ese momento Miguel le dijera su nombre. Si lo dijo, a ella se le olvidó. Myrta y Miguel tenía una relación más o menos profesional al ser colegas académicos con similares simpatías y compromisos políticos. Esta referencia personal no era característica y por ello resultaba tanto más llamativa. Las palabras sobre el matrimonio las pronunció tristemente. Myrta le dijo que no había necesidad de postergarlo. Siempre era bueno compartir una fiesta, aun bajo las actuales circunstancias [13].

Se quedó hasta tarde. La casa era un hormiguero. Además de los seis hijos de Myrta estaba, con su hija, la esposa de un amigo al que se habían llevado los militares. Myrta y Miguel hablaron en su dormitorio, él sentado en la cama y ella en un taburete. Después él se quedó con los niños y Myrta sirvió el té. Otra persona llegó del Cerro. Alguien vino a decirle a un colegial que estaba de visita que no fuera a su casa porque los militares lo estaban buscando. Myrta le pidió a Miguel que volviera después de haber ido al Cuartel Naval para contarle cómo le había ido. Contestó que volvería al día siguiente a contárselo [14].

Durante los primeros días después del golpe la casa de Miguel fue registrada. Un vecino [15] se encontró con un comerciante local [16] en la calle. Era un tendero con el que Miguel, como Presidente de la JAP, había tenido serias discrepancias. El comerciante le preguntó el camino a la casa de Miguel. Sin pensarlo, el vecino le indicó la dirección. Al comerciante le siguió una unidad de Infantes de la Marina que rodearon la casa, apuntándola sus armas, y después forzaron su entrada, rompiendo la puerta y una ventana [17].

En la casa había material comprometedor. Jaime Contreras, el último de los estudiantes que vivió con Miguel, era ayudante de filosofía en la Universidad Católica. El también estaba mudándose antes del casamiento del día 18 y no estaba allí en el momento del golpe. Su particular interés filosófico era el marxismo. Estaba preparando una tesis sobre la teoría implícita del conocimiento en "Das Kapital". Sus libros, empaquetados en cajas esperando la mudanza a la casa de su madre en Viña, corroborarían las sospechas de los militares [18]. Según los vecinos, los Infantes se llevaron varios bultos con libros y documentos, entre los que estarían las cajas de Jaime. Al no haber encontrado a Miguel en casa, las patrullas navales volvieron regularmente a buscarlo. Miguel tuvo noticia de esto y del allanamiento y búsqueda mientras estuvo escondido en Recreo.

A finales de la semana siguiente, probablemente el viernes 21 [19], el Rector de la Universidad [20] convocó una reunión del profesorado para las 11 de la mañana. Esa mañana Javier y Bárbara pensaban visitar a Miguel y avisarle de la reunión, pero a las 9, antes de que hubieran salido, Miguel apareció en su puerta. Javier le preguntó si era sensato arriesgarse a que alguien lo viera andando por Cerro Placeres. Miguel dijo que no tenía nada que temer. Es posible que algunos amigos de la JAP lo hubiesen visitado en Recreo, y Miguel, viendo que se desplazaban sin impedimentos, pensara que él podría hacer lo mismo [21]. Pero si, como cree Javier, Miguel sabía que su casa había sido allanada, es muy extraño que estuviera tan confiado. Tal vez la indignación que le produjo la injusticia del golpe, añadido a su característica terquedad y el conocimiento de que siempre había actuado con integridad y según la ley, le ayudaron gradualmente a vencer el miedo a represalias.

De todos modos, Javier y Miguel partieron juntos en autobús desde la Población Cincel al centro de la ciudad. La reunión tuvo lugar en la Facultad de Ingeniería. El Rector la había convocado para informar al personal de que su propio cargo, así como toda la Universidad, estaban en proceso de ser tomados por la Armada. La reunión duró una hora. A su término Javier se marchó y Miguel se quedó con algunos colegas del CESCLA [22]. La secretaria del CESCLA, Georgina Arangua, y Miguel se fueron a almorzar a un restaurante próximo, en un compartimento aislado. Allí expresaron sus dudas sobre qué deberían hacer y cómo actuarían las autoridades de la Armada. Sabían que se estaba deteniendo a gente; no sabían que algunos se estaban muriendo. Bajo el régimen naval en Valparaíso no hubo masacres como hubo bajo el Ejército en Santiago. Georgina opinaba que si te iban a pillar finalmente, cuanto antes ocurriera, mejor. Entonces el asunto se podría dar por concluido. Miguel no tenía nada que ocultar. Estuvo callado, escuchando atentamente. Georgina pensó que estaba de acuerdo. Terminaron de comer y a las dos de la tarde ya se habían ido [23].

Lo más probable es que Miguel volviera a Viña luego, y pudo haber visitado a Myrta esa misma tarde [24], regresando a casa de los Becerra para recoger sus cosas y finalmente, antes de las ocho, cuando comenzaba el toque de queda, ya debía estar de nuevo en Placeres. "Vino a nuestra casa por la tarde. Estábamos asombrados porque sabíamos que lo estaban buscando. Proliferaban los soplones así que Delfina y yo no habíamos ido a casa de Miguel durante su ausencia. Comió con nosotros. Dijo que estaba harto de esconderse y no veía motivo para continuar así. Yo era Secretario de la Junta de Campamentos y dirigente de una JAP y podía andar por todas partes en público. ¿Y por qué no él? Le indiqué que los comerciantes le tenían odio, pero no a mí, puesto que no había ninguno de ellos en mi sector. Tenía ganas de ir a ver en qué estado se encontraba su casa y estaba decidido a pasar la noche allí. Le recordamos que varios de sus vecinos eran opositores políticos y que habían ido a su casa a buscarlo. Pero no se dejó persuadir" [25].

Más tarde, esa misma noche, Miguel regresó a Población Progreso y con la ayuda de un vecino [26] aseguró las puertas y ventanas de su casa que los Infantes de la Marina habían destrozado. Media hora después de medianoche, infringiendo el toque de queda, apareció en casa de otro vecino, su amigo Luis Rodríguez, "con un aire enojado y abatido". Desde ahí regresó a su propia casa [27].

Seguramente habría delatores buscándolo. Al otro lado de la calle Buenos Aires vivía un marino jubilado. Pudo haber sido él quien, al ver la luz encendida en la casa, llamó a Inteligencia Naval para avisar que Miguel había vuelto. Por la madrugada, según Marta Azocar, que vivía al lado y preparaba la comida para Miguel y los estudiantes cuando vivieron todos juntos, llegó un jeep y se lo llevaron mientras la población dormía [28].

No se sabe con seguridad a dónde lo llevaron. Su arresto debió ser ordenado por Inteligencia Naval, pero pudo haber sido llevado a cabo por los Carabineros, en cuyo caso lo habrían conducido primero al cuartel de policía más próximo [29], y después lo habrían entregado a los Infantes de la Marina, la fuerza de tierra de la Armada. Es más probable que lo hubieran arrestado los Infantes de la Marina y que hubiese sido llevado luego o bien a la Academia de Guerra, la Escuela de Formación Naval, donde detuvieron e interrogaron a muchos presos en aquellos días, o, más probablemente, a uno de los dos barcos atracados en la bahía de Valparaíso que servían de cárceles. Lo que sí es seguro es que terminó a bordo de uno de ellos.

Los dos buques eran el Lebu, un barco mercante de la Compañía Pacífica de Navegación, que había sufrido un incendio en la sala de máquinas y que mientras esperaba ser reparado los dueños lo habían ofrecido a la Junta como barco para detenidos. A los pocos días del golpe, 1.000 personas se encontraban hacinadas en su bodega, que no disponía de instalaciones sanitarias ni de cocina para dar de comer. La evacuación del agua sucia se hacía por medio de baldes que dejaban caer del muelle un par de veces al día. La otra embarcación era el buque escuela y orgullo de la Marina chilena, la Esmeralda, conocida afectuosamente como la "Dama Blanca". Era muy alta con cuatro mástiles y un motor auxiliar. Bajo cubierta había dos compartimentos con literas para cuarenta o cincuenta cadetes cada uno. Todos los años los oficiales que se gradúan zarpan en la Esmeralda y navegan por todo el mundo haciendo escala en puertos de países amigos. La mayoría de los oficiales de la Armada chilena guardan gratos recuerdos de cuando integraron la tripulación de este tour por el mundo, y les da vergüenza que la Dama Blanca fuera utilizada como centro de interrogatorio y tortura de presos políticos después del golpe.

Según las fechas que he dado aquí, Miguel fue arrestado en la madrugada del sábado 22 de septiembre. Fue interrogado y murió seis o siete horas más tarde como resultado del trato recibido de manos de sus interrogadores. Esta relación tan ajustada de los acontecimientos es perfectamente verosímil y la he basado en el testimonio de Georgina Becerra, que afirma categóricamente que Miguel estuvo en su casa nueve días a partir del día 12, y de Georgina Arangua, Secretaria del CESCLA, que almorzó con Miguel después de la reunión en la Universidad que sitúa en el día 21. Ambos testimonios son de primera mano y de personas fidedignas. Sin embargo, algunos discrepan de estas fechas, aunque reconocen los mismos hechos.

En la mañana del jueves 20 de septiembre, una señora [30] que vivía en Recreo, Viña del Mar, recibió una llamada de una vecina para decirle que su marido, un médico mayor que había sido detenido por los militares, estaba libre. De hecho se encontraba abajo del cerro en una calle que daba a su casa, en mal estado. Cuando lo llevaron a casa y recuperó el conocimiento, de lo único que podía hablar era de Miguel Woodward. Había estado con Miguel en la Esmeralda. En un momento dado se dio cuenta por sus conocimientos de medicina de que Miguel sufría fibrilación auricular, y le dijo al guardia que moriría si no recibía cuidados médicos inmediatamente [31]. El guardia contestó que por él, se podía morir. Poco después hubo un cambio de guardia y los nuevos guardias pidieron auxilio médico.

Otro testigo [32] detenido en el Lebu declara que Miguel, a quien no conocía de antes, llegó a bordo del Lebu el domingo 16 o el lunes 17. Estaba atontado y muy mal. Pero era uno de los "especiales" que fueron trasladados a la Esmeralda, y no volvió al Lebu.

Un sacerdote anglo-chileno pudo haber sido considerado política o diplomáticamente sensible, como los altos cargos de los partidos políticos o de la administración local, y por tanto protegido de la inhumana inmundicia del Lebu. O pudo haber una sincera preocupación por parte de algunos oficiales de la Armada en dar mejor trato a un cura, sean cuales fueran sus opiniones y acciones políticas.

Un concejal socialista de Valparaíso, también detenido en la Esmeralda, afirma que aunque él mismo no vio a Miguel, un miembro de la tripulación le dijo uno o dos días antes de que fuera liberado (el día 20) que había un cura a bordo. Se supone que estaban en distintos compartimentos [33].

Myrta Crocco sitúa la fecha en que Miguel la fue a ver antes del 21. Recuerda que un par de días después de que Miguel la dejara diciendo que iría a presentarse en el Cuartel de la Armada, su novia, Isabel, apareció en su casa con frazadas porque creía que Miguel estaba detenido. Al día siguiente Myrta llevó las frazadas a Valparaíso. En uno de los bancos del centro había una larga cola de gente hasta la calle con frazadas para presos a bordo del Lebu. Pensó que Miguel tendría que estar en el Lebu porque era allí donde estaban los que no habían regresado a sus casas. Se unió a la cola con una frazada con el nombre de Miguel. Un marino le preguntó cuál era su parentesco con él. Dijo que era una amiga pero sabía que él supondría que era su novia, así que dejó la prenda encima de una gran mesa y se fue sin dar su nombre. Más tarde Isabel llamó para preguntarle a Myrta si había entregado las frazadas para Miguel. Myrta le contó lo que había hecho, y que no había visto ninguna lista con el nombre de Miguel [34].

Aunque hay divergencias sobre el momento preciso, parece seguro que Miguel estuvo detenido en la Esmeralda, no sólo por estos testimonios sino porque así lo afirmó el vespertino de Valparaíso, La Estrella. También es cierto que fue torturado durante el interrogatorio [35].

El Lebu y la Esmeralda no eran los únicos buques amarrados al muelle en la bahía de Valparaíso. El Lebu estaba en el extremo hacia el mar y la Esmeralda en el lado más próximo a tierra. Entre los dos estaba el crucero naval Latorre, con una tripulación de mil hombres. Habían permanecido en estas posiciones desde antes del golpe, ya que cuando el resto de la flota salió del puerto el 10 de septiembre, haciendo creer que se iban a unir en alta mar a la fuerza naval de Estados Unidos, el Latorre se quedó en la bahía, supuestamente por reparaciones, pero en realidad porque iba a servir de centro de comunicaciones para el golpe. Dos semanas más tarde las tres embarcaciones permanecían atracadas en las mismas posiciones [36].

Unos diez días después del golpe, el Comandante del Latorre, el Capitán Carlos Fanta, estaba en el cuarto de oficiales hacia las siete de la mañana cuando recibió un aviso urgente desde la Esmeralda para que acudiese un médico a atender a un preso gravemente enfermo. Como el Almirante Merino -Comandante en Jefe de la Armada- estaba en Santiago con la Junta, Fanta era el oficial de mayor rango en el puerto aquel día. Le preocupaban las condiciones en el Lebu (al cual suministraba comida desde la cocina del Latorre) y el posible maltrato de presos. Así es que además de enviar a uno de sus dos médicos a la Esmeralda, le ordenó que le informase al regresar [37].

El médico volvió hacia las ocho cuando la mesa del cuarto de oficiales ya estaba puesta para el desayuno. Le dijo a Fanta que el preso, un cura del Cerro Placeres, padecía graves heridas internas, ruptura de órganos internos y hemorragias. No sobreviviría más de una hora a lo sumo. El Dr. Gleiser había ordenado que lo llevasen al Hospital Naval. Le dijo a Fanta que las heridas habían sido causadas por severos golpes en el cuerpo [38].

Los Infantes de la Marina estaban entrenados para dar puñetazos a los interrogados si las respuestas a sus preguntas no llegaban o se consideraban insatisfactorias. Después del golpe adoptaron el método norteamericano de envolver los puños en toallas mojadas para que los puñetazos no dejaran marcas en el cuerpo de la víctima. Como Miguel era excepcionalmente alto y delgado, era especialmente vulnerable a este tratamiento y sus órganos internos, por consiguiente, estaban menos protegidos.

El Hospital Naval no estaba lejos, pero debió de haber una demora antes de que apareciera la ambulancia. Cuando Miguel yacía sobre la cubierta de la Esmeralda o en el muelle próximo, sufrió, aunque en circunstancias distintas, la extrema persecución por causa de la justicia, como los Profetas del Antiguo Testamento sobre los cuales tan frecuentemente había meditado, y revivió a su manera particular los sufrimientos de Cristo en manos de los poderosos. Su papel de sacerdote se consumó por el derramamiento de sangre. Algún testimonio no contrastado indica que no llegó vivo al hospital sino que murió en la ambulancia por el camino [39].

El certificado de defunción [40] afirma que Miguel falleció de "paro cardio-respiratorio causado por T.E.C. agudo cerrado". El lugar de la muerte se dice que es la vía pública en Valparaíso; la hora, las doce del mediodía, el sábado 22 de septiembre. Muerte "en la vía pública" era una expresión a veces utilizada para indicar o insinuar que la persona había muerto en combate armado. Esta acusación se hizo contra Miguel y ha persistido hasta hoy [41]. La interpretación más obvia es que falleció antes de llegar al hospital.

La historia la retoma ahora el Capellán del Hospital Naval, Eduardo Stangher Abel [42]. En la mañana del sábado 22 llegó al hospital como siempre entre las ocho y las ocho y media. Le informaron que había un "padrecito" en la morgue. Inmediatamente fue a ver quién era. El cuerpo estaba sobre una mesa cubierto por una sábana, que Stangher levantó. Reconoció a Miguel Woodward. Entonces le administró la Extremaunción condicionalmente, ungiendo su frente, nariz, ojos, orejas y manos. La cara le parecía "normal". Después de visitar a los enfermos del hospital fue a informar a las autoridades diocesanas. Cree que fue solo y no está seguro de con quién habló. Les expuso la situación y les dijo que era responsabilidad de ellos hacer algo. Las autoridades le dijeron que Miguel no era responsabilidad de ellos puesto que ya no formaba parte del clero diocesano, lo que Stangher desconocía. El Obispo se encontraba ausente. En nuestra primera entrevista me dijo que en las oficinas diocesanas nadie quiso comprometerse y, como Miguel no tenía parientes en el país, las propias autoridades navales se encargaron del entierro.

Lo que ocurrió tras la muerte de Miguel es recordado de otra manera por la persona que en aquel tiempo era Vicario General de la diócesis, Monseñor Jorge Bosagna. Según él, Stangher lo llamó por teléfono a su casa para avisarle que acababa de administrar la Extremaunción a Miguel que estaba "in articulo mortis" o acababa de morir. Era sábado. Stangher dijo que Miguel había muerto de un ataque al corazón y le preguntó a Bosagna qué debía hacer, puesto que consideraba que la decisión era responsabilidad del Vicario General. Bosagna le dijo que informaría al Obispo, y añadió que Miguel no tenía parientes en Chile y que era un asunto complejo porque tampoco era miembro del clero. Había abandonado el ministerio de facto. Bosagna le dijo a Stangher que no conocía ningún procedimiento legal apropiado. Dijo que, de todas maneras, la diócesis se haría cargo del entierro y daría la orden a una funeraria. El domingo era un día difícil, pero el lunes diría una Misa por Miguel en privado y se encargaría del entierro en la cripta reservada para el clero de Valparaíso en el cementerio de Playa Ancha. Stangher apuntó que esto requeriría el permiso de las autoridades navales. Entonces, continuó Bosagna, quedaron en reunirse entre cuatro y cuatro y media con el Comandante en Jefe en el Cuartel de la Armada. Fueron allí y esperaron, pero el Almirante no estaba. Bosagna entonces habló con la funeraria en vista de que era sábado por la tarde y les dijo que esperaran hasta que le entregaran el cuerpo, probablemente el lunes. Al día siguiente, domingo, el capellán llamó a Bosagna de nuevo para decirle que había sido informado de que las autoridades navales mismas se harían cargo del entierro, Bosagna informó a la funeraria que ya no requerían sus servicios e informó al Obispo de lo ocurrido [43].

Confrontado con el testimonio de Mons. Bosagna, el P. Stangher modificó levemente su versión: informó a las autoridades diocesanas y, una vez hecho esto, consideró haber cumplido con su responsabilidad. Las autoridades le informaron de la suspensión del sacerdocio de Miguel y le dijeron que ya verían qué hacer. Stangher afirmó que hubiera ido personalmente, tratándose de un asunto como éste, que no se habría limitado a llamar por teléfono y que no recordaba haber ido a ninguna reunión en el Cuartel de la Armada.

El punto en cuestión en esta divergencia de recuerdos es si las autoridades navales retuvieron el cuerpo para evitar que fuese examinado o si lo enterraron ellos mismos porque las autoridades eclesiales se desentendieron de toda responsabilidad. El firme apoyo del Obispo, Emilio Tagle, a la nueva Junta militar impregnaba sin duda la Curia diocesana y parece probable que los dirigentes de la Iglesia en Valparaíso deseaban distanciarse de los curas "de izquierda" como Miguel, que para ellos resultaba un asunto embarazoso. La afirmación del Capellán Stangher de que "nadie en las oficinas diocesanas quería involucrarse" es probablemente cierta [44].

Más allá de los recuerdos contradictorios sobre quién se hizo, o no se hizo, responsable del cuerpo de Miguel, en lo que sí hay acuerdo es con respecto al entierro, que fue realizado por la Armada, y a ningún costo. Lo depositaron en la fosa común, un hoyo grande al borde del Cementerio de Playa Ancha, donde se disponían los cuerpos no reclamados, y sin identificarlos individualmente [45].

El mismo día en que el certificado de defunción afirma que murió, el sábado 22 de septiembre, una noticia sobre su detención apareció en el vespertino de Valparaíso, La Estrella:

En un operativo realizado anoche en el sector de cerro Los Placeres, personal de la Armada detuvo a un ex cura llamado Michael Woodward Irribarren (sic) de 30 años, a quién se le encontró en su poder gran cantidad de propaganda extremista, programas de un operativo para el día 17 y algunas infidencias relacionadas con su labor como sacerdote en confesiones, realizadas a muchachas de corta edad.

Personal que trabajó en el operativo, después de un breve interrogatorio, lo trasladó al buque Escuela "Esmeralda" donde en estos momentos se encuentra detenido. Hasta el momento se sabe que el seudo cura participó en varios atentados contra Carabineros en la provincia de Valparaíso y según una libreta encontrada en su poder había violado a un número de muchachas aún no determinado.

Esta noticia vendría de un portavoz oficial de la Armada. Si salió en la mañana del 22, es de suponer que fue dado a conocer sabiendo que Miguel ya había muerto, y de esta forma evitaban protestas al difamarlo de antemano. La falta de ortografía en su nombre materno, Yriberry, pudo haber sido un error tipológico o pudo ser deliberado, puesto que la familia (de su abuela) era conocida y respetada en Viña. El error en cuanto a su edad -tenía 41, no 30- de nuevo pudo haber sido deliberado. Tal vez 30 años se consideraría una edad más propicia para participar con tanto vigor en ataques armados contra la policía y en el abuso sexual de menores.

Si estas acusaciones eran todo lo que la imaginación militar era capaz de fabricar, un dato que proporcionaron a la prensa puede ser considerado verídico. Es decir, que Miguel fue detenido a bordo de la Esmeralda. Hoy en día la Armada afirma que la Esmeralda no fue utilizada como buque cárcel después del golpe. Evidentemente los redactores de La Estrella no estaban advertidos al respecto en aquel momento. No tenían ningún motivo para inventar ese dato. La referencia a un "breve interrogatorio" es, además, una posible corroboración de la fecha que doy del arresto.

Lamentablemente el intento de desacreditar a Miguel, y a otros como él, tuvo éxito con los que apoyaron el golpe. Estaban tan aliviados por la restauración del orden después de meses y años de caos que estaban dispuestos a creerse cualquier cosa que las autoridades militares les dijeran. Myrta Crocco cuenta la reunión que tuvo con un cura diocesano de alto rango unos días más tarde: "Un día cuando fui a la Universidad Católica me encontré con el P. Jorge Sapunar. Me dijo que había asistido a una Misa en el Obispado por un sacerdote. Era una Misa privada y fue celebrada por Miguel Woodward que había muerto, según él, en el Lebu. Sapunar destacó lo bueno que había sido el Obispo al decir la Misa porque todo lo que había hecho Miguel había salido en la prensa". Myrta consiguió el número correspondiente de La Estrella y fue a buscar a Sapunar. Le dijo: "Éste no es Miguel". El contestó: "Myrta, estamos todos confusos. Cuando la Armada tomó control de Valparaíso, yo tomé champán en la calle con los vecinos" [46].

Así que el Obispo Emilio Tagle finalmente celebró una Misa de réquiem por Miguel, pidiendo a Dios misericordia en su Juicio. A lo mejor no se le ocurrió que la muerte de Miguel le ponía a él bajo juicio. En opinión del Obispo, Miguel estaba totalmente equivocado y su muerte fue la desafortunada consecuencia de sus errores. ¡Qué distinto hubiera sido si el antiguo Rector del Seminario y el alumno hubieran conseguido hablar, confiar y escucharse mutuamente! La creencia de don Emilio de que el comunismo era el mayor de los enemigos lo llevó a apoyar incondicionalmente al régimen de Pinochet, prestándole desde su alto rango eclesiástico una respetabilidad que para sus hermanos obispos era cada vez más desmerecida. La convicción de Miguel, de que la pobreza y la inseguridad de la gente con quien vivía en las poblaciones era una injusticia que clamaba al cielo y que la causa era la ceguera y el egoísmo de los ricos, lo llevó por la senda solitaria a la tortura y la muerte. El hecho que no delató a sus compañeros activistas al no revelar sus nombres bajo tortura, como ellos testifican [47], que lo recuerdan con tanto afecto y ponen su nombre a sus hijos, confirma lo que se revela a través de toda su vida: fue un hombre de singular aunque obstinada integridad que con sinceridad se esforzó por vivir y, cuando fue necesario, morir como discípulo de su Señor. Pero realizó lo que veía como el trabajo del Señor en un ambiente seglar y político, por medios seglares y políticos. En aquel mundo, mayormente alejado de Dios y distanciado de la tradición religiosa, era un poderoso testigo. En palabras de un amigo y compañero poblador: "En Miguel Woodward mataron a un hombre que no dañaría a una mosca. Nunca ofendió a nadie, nunca hubo un insulto ni una palabra grosera. Tenía carisma y se llevaba muy bien con la gente corriente, por eso creyeron que era un líder peligroso. Nunca hizo nada violento" [48].

Notas

1. Un amigo de Miguel que lo ayudó en el CESCLA y era ayudante en la Universidad Católica.

2. Manuel Rojas 1990.

3. Eduardo Catalán 1990.

4. Javier Martínez 1992.

5. Georgina Becerra 1996.

6. Javier y Bárbara Martínez.

7. Georgina Becerra 1996.

8. Carmen Rojas de G. 1990.

9. Pepo Gutiérrez 1990.

10. El Obispo puede haber conocido la intención de Miguel en esta época. Pepo recibió una circular de su oficina prohibiendo la presencia o participación de curas en los casamientos de "personas consagradas que no poseyeran la dispensa de sus votos". Aunque no lo mencionaba por su nombre, Miguel era la única persona en esta situación en la diócesis de Valparaíso en ese momento.

11. Pepo era un experto electricista y así se ganó la vida durante 14 años cuando se apartó de la diócesis después de que fuera interrogado y torturado unas semanas más tarde con lo que él cree fue la connivencia de las autoridades eclesiásticas. Pepo Gutiérrez 1990.

12. Myrta Crocco 1990.

13. Ibid.

14. Ibid. Si la cronología en este capítulo es correcta, Miguel no fue a Valparaíso al día siguiente. Si fue ese día, entonces la fecha que da Myrta está equivocada.

15. Orlando Malladares.

16. Francisco Raggio.

17. Orlando Malladares.

18. Jaime Contreras.

19. Según Georgina Arangua, la Secretaria del CESCLA, la reunión tuvo lugar diez días después del golpe.

20. Raúl Allard.

21. Así lo supuso Javier Martínez.

22. Javier Martínez 1992. Fue la última vez que se vieron.

23. Georgina Arangua 1996.

24. Si el "colegial" que menciona Myrta iba realmente de camino a su casa desde el colegio, como Myrta da a entender, esto tendría sentido porque las escuelas sólo se abrieron de nuevo el jueves 20.

25. Manuel Rojas 1990.

26. Orlando Malladares 1990.

27. Luis Rodríguez 1990.

28. Marta Azocar vive actualmente en Argentina y no la he podido localizar. Manuel Rojas (1990) recuerda su testimonio.

29. En el Cerro Barón.

30. Entrevisté a Alicia Gil de Zamorano en 1992. Su marido había fallecido muchos años antes. Había sido médico en Viña y miembro del Partido Comunista de Chile. Era bastante mayor que ella y en el momento del golpe padecía una diabetes severa. Jubilado oficialmente, continuó trabajando en los últimos meses del régimen de Allende cuando otros médicos se negaron a ejercer la profesión. Según recuerda su viuda, el Dr. Zamorano fue arrestado en su casa en la noche del 12 al 13 de septiembre. Los Infantes de Marina llegaron a las 23:30, allanaron la casa, estuvieron más de dos horas y luego sobre las dos se llevaron al Dr. Zamorano a la Academia de Guerra donde lo interrogaron durante lo que quedaba de la noche, dándole descargas eléctricas y metiéndolo en una bañera de agua helada. A las 7 de la mañana se lo llevaron y lo dejaron a bordo de la Esmeralda donde el interrogatorio siguió con descargas eléctricas aplicadas a sienes, pechos, genitales y dedos. Su cuerpo fue mojado y los choques lo hacían saltar en el aire. Allanaron su casa y lo interrogaron porque se suponía que había armas escondidas para un levantamiento y que se estaba instalando un hospital secreto para atender a los heridos.

31. La fibrilación auricular ocurre cuando una parte del corazón late a un ritmo muy rápido mientras la otra parte late lentamente. Esto produce una falta de oxígeno en la sangre que puede ser mortal. Este estado puede ser provocado por ciertos tipos de descargas eléctricas.

32. Jorge Gabaude 1990.

33. Maximiliano Marholz 1992.

34. Myrta Crocco 1990. Este recuerdo presenta más problemas puesto que el arresto y detención de Miguel se anunciaron (después de que falleciera) en el vespertino de Valparaíso el 22 de septiembre.

35. Dos presos de la Esmeralda con quienes hablé en 1992 relataron su experiencia en el buque como sigue:

Maximiliano Marholz, un antiguo practicante e instructor que había servido durante 25 años en la Armada chilena, fue arrestado en la tarde del día 11 y detenido en la Esmeralda desde entonces hasta el 20, cuando lo trasladaron en avión a la Isla Dawson. Cuando llegó al buque lo obligaron a desnudarse y permanecer en calzoncillos, lo forzaron al suelo boca abajo y luego le pisotearon. Después lo llevaron a otra parte del buque para ser interrogado y torturado. Las preguntas siempre tenían que ver con un supuesto escondite de armas.

Sergio Vuskovic, profesor de filosofía y miembro del Partido Comunista y Alcalde de Valparaíso, también fue detenido en la Esmeralda, primero en el camarote del Capellán y más tarde en la enfermería. Allí fue interrogado y torturado. Desnudo y atado a una silla, le dieron puñetazos y patadas en todas partes menos la cara y le aplicaron corriente eléctrica en todo el cuerpo, especialmente los genitales, dedos y dientes. Lo mojaron con una manguera de agua helada. Según Vuskovic, interrogaban y torturaban oficiales de la Armada. Los presos recibían puñetazos y patadas en la enfermería pero el agua y la tortura por descarga eléctrica se daba en la cubierta. Vuskovic no vio a Miguel en la Esmeralda.

36. Este testimonio y el siguiente son del Capitán Carlos Fanta. Un sacerdote de la diócesis de Valparaíso, que durante años dirigió un grupo semanal dedicado a la oración y estudio de la Biblia, me puso en contacto con Fanta, ya en retiro, quien era miembro del grupo. El testimonio que me dio a mí y que más tarde dio a la Comisión de Justicia y Verdad (Comisión Rettig), instituida por el Presidente Aylwin en 1990, lo facilitó al grupo y a otros amigos hace muchos años y nunca había sido considerado confidencial.

Carlos Fanta comandó la Esmeralda en su crucero por el mundo en 1968. Por este motivo muchos oficiales de rango medio habían servido bajo su mando. Algunos oficiales de alto rango, incluyendo a los que organizaron el golpe, eran colegas suyos. En el momento del golpe era Capitán Mayor de la Armada, a punto de ser ascendido a Almirante. Apoyó los fines del golpe pero con la condición de que hubiera elecciones dentro de 60 días. Opinaba que los miembros de la Junta, a los que conocía personalmente, disfrutaron tanto del poder no quisieron soltarlo.

En octubre de 1973, al Latorre le tocaba ser reparado y Fanta, que lo comandaba, fue destinado a Talcahuano, en el sur, como comandante interino de una de las zonas militares en que había sido dividido el país durante el estado de sitio. Parte de su trabajo consistía en presidir los tribunales de todos aquellos activistas de la izquierda (incluso ministros del Gobierno) que habían apoyado la transición al socialismo bajo Allende. Muchos de éstos fueron condenados a muerte. Fanta, sin embargo, discrepó de sus colegas y se negó a dictar sentencias de muerte. Como consecuencia -en su entender- recibió orden el 29 de octubre de retirarse del servicio. No lo molestaron más y durante los 15 años siguientes pilotó embarcaciones mercantiles entre Buenos Aires y los puertos de Chile a través del Estrecho de Magallanes. Aunque lo que me contó sobre su carrera le podía haber causado resentimiento hacia el régimen de Pinochet, me dio la impresión de ser un hombre íntegro con suficiente peso moral entre sus compañeros como para dar sus opiniones abiertamente.

37. Doctor Kenneth Gleiser Joo.

38. Fanta me contó esto el 18 de agosto de 1990. El 11 de septiembre, después de haber intentado que el Dr. Gleiser confirmara su relato, me contó que Gleiser, que entonces aún era oficial en la Armada, se negó a encontrarse con él y declaró que no se acordaba de nada de esto: "Había tantos casos de este tipo", dijo. Fanta, corrigiendo su propia relato, me dijo más tarde que, tras consultar con sus colegas, pensaba que Miguel no había sido retenido en la Esmeralda sino que lo habían llevado allí, presumiblemente desde el Lebu, en estado crítico sin poder caminar, y que había sido atendido por el Dr. Gleiser o bien en el muelle o en la cubierta de la Esmeralda. Yo tiendo a dudar de esta corrección en vista de los fuertes sentimientos que Fanta y otros oficiales tienen por la Dama Blanca, y también por los testimonios de Alicia Gil de Zamorano, Jorge Gabaude y Maximiliano Marholz, así como del testimonio involuntario del 22 de septiembre de La Estrella, un diario sometido a censura militar. El capitán de la Esmeralda en este momento era el Capitán (ahora Almirante) Jorge Sabugo Silva.

39. En sus últimos años en la Armada, el Concejal Marholz había sido instructor de practicantes en la Escuela de Sanidad Naval en Playa Ancha. En una conversación conmigo en 1992 afirmó que un antiguo alumno, un practicante a quien había dado clases durante ese período y con quien se encontró un día por casualidad (pero cuyo nombre no recordaba), le contó que él -el antiguo alumno- había atendido al cura gringo en la ambulancia y que había muerto camino del hospital. En vista de la coincidencia, pero independientemente del testimonio de Carlos Fanta, es probable que esto fuese cierto.

40. Firmado por el Dr. Costa Canessa.

41. En septiembre de 1992, el Capellán mayor de la Armada de Chile, el P. Gustavo Adolfo García, me aseguró en una encolerizada comunicación telefónica que Miguel había muerto mientras dirigía una banda de terroristas en un tiroteo callejero. El P. García había pronunciado el sermón el día anterior con ocasión de un desfile naval conmemorando el 19º aniversario del golpe.

42. El P. Eduardo Stangher Abel era sacerdote de la diócesis de Valparaíso, trasladado al Vicariado de la Armada. Había conocido a Miguel en el Seminario y luego en la Casa de Asesores en Valparaíso donde ambos vivieron entre 1964 y 1966. Stangher había sido Capellán del Hospital Naval en Valparaíso desde comienzos de 1973.

43. Mons. Jorge Bosagna 1990.

44. Cuando hablaron conmigo, Stangher estaba jubilado de la Armada y recibía una sustanciosa pensión naval y vivía en un edificio de la Armada (vigilado por la misma). Bosagna aún trabajaba en las oficinas de la diócesis y daba conferencias de Teología Moral y Ética en la Universidad Católica. Cada uno tenía motivos para defender su respectiva institución. Stangher estuvo nervioso y cauto en lo que dijo. Bosagna estuvo meloso y muy hablador. Al principio tendí a desconfiar de la afirmación de Stangher de que al entrar en la morgue en el Hospital Naval retiró la sábana que cubría el cuerpo de Miguel para ver si había heridas o marcas y que no había ninguna. Si Stangher hizo lo que dijo, es un indicio de sus sospechas sobre la causa de la muerte. Cuando más adelante le confronté con el testimonio del Capitán Carlos Fanta, su respuesta fue: "Es lo mismo que Uds. [los ingleses] hicieron en Irlanda del Norte".

45. El libro de registro del Cementerio Playa Ancha indica que el martes 25 de septiembre de 1973 Miguel Woodward fue enterrado aquel día en la fosa común. Un trabajador del cementerio me llevó al lugar donde en 1973 habría estado la fosa. La puerta en el muro del cementerio que daba antiguamente a la fosa ha sido condenada y por encima del lugar donde estuvo la fosa, que ahora queda fuera del cementerio, pasa una carretera, la Avenida Costanera. Dista pocos metros del acantilado que da al Océano Pacífico.

46. Hubo otros ejemplos de colaboración entre la prensa y el nuevo régimen para manchar la reputación de un cura izquierdista. En la casa parroquial de La Aurora, en Viña del Mar, donde dos sacerdotes holandeses fueron arrestados, se encontraron "inyecciones de estimulantes sexuales". Así el régimen justificaba sus acciones.

47. Eduardo Catalán 1992.

48. Nano Rojas 1996.

Nota: Para una descripción actualizada del calvario de Miguel, ver La muerte de Miguel en La inacabada búsqueda de verdad y justicia por la muerte de Miguel Woodward.

Índice

Memorial a Miguel Woodward

Memorial en el Cementerio Playa Ancha