Neil Legan. El Renegado del Clan
Los hombres del Clan Andrew se destacan por sus grandes cualidades, son listos, encantadores, trabajadores, elegantes, triunfadores, valientes, admirados, blah, blah, blah. A Neil Legan esta cantaleta del orgullo Andrew lo aburre soberanamente. La ha escuchado desde que tiene memoria, en los halagos a sus primos, en la admiración hacia el tíoabuelo William, pero nunca hacia a él.
Desde muy pequeño se vio superado por el carácter de su hermana Eliza, en compensación fue favorecido por la complacencia de su madre que lo consentía en todos sus caprichos, a veces sin que lo pidiera, bastaba un gesto, fingir apenas que iba a llorar para que su madre se desviviera por su pequeño. Su padre tampoco le exigió jamás esfuerzo alguno, a menudo solía decirle que su vida era más que privilegiada, con el simple hecho de ser el mayor y haber nacido varón en el seno de esta familia, había logrado lo que a muchos hombres les tomaba décadas.
Si la necesidad de ser el centro de atención de Eliza lo dejaba en desventaja a veces, en otras ocasiones era su salvación, en ella recaían las sospechas, todos sabían quien era la mente maestra detrás de las “travesuras” de los pequeños Legan. Ser manipulado por una mujer no era algo que enorgullezca a ningún hombre, pero su familia de eso se caracterizaba: de vivir de “apariencias”. Aparentaban ser agradecidos con el tío abuelo, agradables con la tía abuela, tener camaradería con sus primos. Para Neil era fácil aparentar que estaba bajo la influencia de Eliza, bastaba que ella dijera ‘hagamos algo’ para que él pusiera manos a la obra disfrazando de obediencia sus perversas iniciativas.
La vida como la conocía era un paraíso hasta que llegó ELLA a sus vidas. Su padre pensando en que no era bueno para el fuerte carácter de Eliza vivir entre tanto chico, resolvió traer a casa a una chica para que jugará con ella, se brindaran compañía e hicieran lo que quiera que suelen hacer las mujercitas cuando están juntas. Para Eliza eso fue un golpe a su hegemonía y apenas pronunció las palabras mágicas, ‘hagamos algo’ y Neil ya tenía más que pensado como darle una refrescante bienvenida a esa intrusa. Pero ella no era sumisa como los demás, lo agredió apenas descubrió que era él quien le había vaciado ese balde de agua sobre la cabeza. Nadie se había atrevido antes a ponerle un dedo encima y ella le causo daño al lazarlo con una cuerda con la que hábilmente atrapó su mano. Su madre quedo tan impresionada que lo colmó de regalos para compensarlo por ese desaguisado y la chica se convirtió no sólo en el blanco de sus travesuras, también en la responsable de mil sucesos que antes eran tan difíciles de llevar a cabo.
Pero todo tiene un precio, o eso lo descubrió Neil por primera vez. Candy, la huérfana intrusa, nunca se quedaba en paz, no aceptaba los castigos y se iba a los golpes contra él, parecía tener un sexto sentido y adivinar que todo eso que a ella le ocurría provenía de sus acciones y no de la maquinación de Eliza. Lo llamó cobarde, débil, encima impactó a sus primos de una manera que él jamás había logrado su aprobación ya ni digamos siquiera su atención. ¿Cómo alguien con ese origen podía hacerlo sentir tan poca cosa? Neil encontró algo por lo cual luchar y tratar de vencer, su meta más próxima era hacer que esa piojosa se largara de su vida y devolverle mil veces cada golpe e insulto que le dirigió.
El equipo Legan se anotó una victoria cuando consiguieron hacer caer en desgracia a Candy. La actuación de Eliza y la ejecución de Neil pusieron a la huérfana en camino a México, tan lejos y en unas condiciones tan deplorables que les daría lástima si no les provocara tanto gozo.
Enterarse que sus primos conspiraron contra él no fue una novedad para Neil, lo que si constituyó una verdadera sorpresa fue que el Tío Abuelo William saliera de su anonimato para firmar los papeles que aceptaban a la huérfana de Candy como un miembro más de la familia. En un escalafón más alto que el propio. En un abrir y cerrar de ojos ella usurpaba lo que él adquiría por nacimiento, desde luego esa noticia no fue bien recibida en el seno de la familia Legan. Pero no hubo tiempo de hacer algo al respecto, Candy vivía custodiada por sus primos que no la dejaban ni a sol ni a sombra, que se desvivían por ella, toda esa charada del buen gusto de los Andrew quedaba por los suelos al ver a esos tres babeando por una chica tan vulgar.
Su paciencia no tuvo que ser exigida, las cosas se dieron más rápidamente que la adopción: una fiesta de presentación, una cacería, un accidente y la muerte de Anthony bastaron para que Candy abandonara la Mansión Andrew. El dolor de todos era palpable, la tíaabuela Elroy le obsequió las pertenencias de Anthony, no es que necesitara algo de un muerto pero las señales de desagrado en la cara de los demás lo impulsaban a aceptar la decisión de la matriarca. Eliza convirtió el dolor en furia, todos lo pagaron en distintos grados, Anthony era su favorito. Pero Candy fue la que lo vio morir y por tanto la posible responsable, Neil entiende de la culpa, ha tenido grandes maestras y ve el trabajo que hacen con Candy hasta que ella se larga y espera que esta vez sea para jamás volver.
La ausencia de Anthony - mas no la de Candy - hacen mella en la constitución de la familia, no hay diversión en ver caras largas, gente aislándose en sus recamaras, la suspensión de algunas fiestas. No es posible molestarlos, ni con comentarios agraviantes ni con actos provocativos, simplemente le dirigen una mirada de hastío y lo ignoran de la manera más sosa posible.
Por fin el tío abuelo William hace algo que le agradece con sinceridad y los manda a Europa a estudiar, Neil hubiera preferido un viaje de placer por todo el continente, pero por el momento el Colegio St Paul en Londres es suficiente para alejarse del cementerio viviente en que se convirtió Lakewood. Estudiar no es algo que le agrade, sin embargo son las instrucciones de su padre: pasar por este sitio para obtener un papel que los acredita como caballeros. Maravillas de la vida moderna, ya no se tiene que luchar contra dragones para serlo. Basta pagar una generosa suma cada mes.
El colegio según su padre es una inversión para su porvenir, se codeará con los hijos de las familias más ricas del Reino Unido, se hará de contactos honestos y otros no tanto y quizás conozca a su futura esposa. Desde luego conoce a los ricos, varios estúpidos aristócratas que los miran por encima del hombro por ser norteamericanos, creen que los títulos y nombramientos de sus padres les impedirán sentir el dolor de un fuerte puñetazo o que muerdan el polvo al tropezar “accidentalmente”. Sus nuevos contactos son unos chicos vengativos y desdeñosos que saben trabajar en equipo y casi con las mismas intenciones que el mismo Neil. Las chicas por desgracia son amigas de Eliza y sólo saben soltar esas tontas risitas cada vez que están cerca de él. El reto de adaptarse al colegio se pasa con rapidez y necesita algo más que lo estimule a no aburrirse en la famosa flema inglesa. Es curioso que el reto nuevamente tenga coletas rubias y la cara llena de pecas.
Candy.
Cada vez que le recuerdan que pertenece a la familia tiene ganas de vomitar. Neil aprovecha todas las prerrogativas que le da su anterior estancia en el colegio así como su ventaja numérica presintiendo que complicar la vida de Candy será pan comido. No esperaba que los huérfanos del mundo se unieran y menos que el hijo bastardo de un duque, famoso por ignorar al resto del humanidad, fuera quien se interpusiera en su diversión. Queda claro que ese tipo es de cuidado por lo que recurre a sus antiguas tácticas encubiertas para no arriesgar inútilmente el pellejo, con más fracasos que aciertos. Es una pena que Eliza cambie sus objetivos primarios y no le brinde el apoyo que necesita. Mientras Candy destaca por su indisciplina, Eliza busca conquistar al hijo del duque sin importarle sus orígenes dejando a Neil relegado a molestar a los chicos mas débiles que él ya que ni sus primos le hacen caso embobados con las mujercitas del colegio.
El verano en Escocia, donde son mandados a vacacionar, es una copia con sol del colegio, la misma gente, las mismas parejitas, la misma indiferencia. Es un alivio que termine y pueda volver a atosigar a sus compañeros. La frase de que los leopardos nunca cambian sus manchas tuvo significado por fin, Candy volvió a hacer una de las suyas y fue expulsada del colegio. El aristócrata se “sacrificó” por ella, según escuchó de sus primos, pero días más tarde ella se marchó también. Hasta se podría decir que el St Paul era un lugar agradable donde vivir. De no ser por el mal humor de su hermana.
La bella Europa se convierte en un caos que arruina su estancia en el colegio. La amenaza de la guerra hace que abandonen la escuela cuando el joven Legan se estaba haciendo de más poder y sus acciones intimidatorias estaban rindiendo frutos. Chicago es su siguiente destino y no puede estar más agradecido con sus padres por haberlos traído por fin a una ciudad donde encajan a la perfección. Lejos quedan las travesuras por diversión, la vida en Chicago es apresurada, el desafío por hacerse notar lo excita y lo impulsa a lograr que Neal Legan sea reconocido como uno de los hombres más destacados de la alta sociedad. Las fiestas se suceden una a otra, las invitaciones que abarcan a toda la familia Andrew regularmente sólo son aceptadas por los Legan, los Cornwell ocupan su tiempo en algunas simplezas.
Dichas simplezas traen de vuelta a una de las cosas con las que no quisiera volver a encontrarse. Candy en Chicago ¿qué rayos hace esa ahí?. Una enfermera es algo así como una sirvienta especializada ¿no? Parece que ha encontrado justo su lugar. No debería interponerse en su camino, sin embargo lo hace repetidas veces. De visita en la mansión Andrew, en la persecución de Eliza a Grandchester, en sus paseos en auto. Es en uno de esos paseos donde tiene un percance, primero con unos patanes que osaron recargar sus apestosas humanidades en la finísima carrocería de su auto y cuando intentaba ponerlos en su debido lugar llegó Candy y fue quien terminó golpeándolos para después salir corriendo como ratas. Nuevamente en vergüenza por culpa de ella.
Por más que lo intentara no dejaba de pensar en ella, en cuanto ha cambiado desde que era una andrajosa hasta el día que hoy. Puede ver mucho de lo que les atraía a sus primos sin embargo nunca reconocerá que algo en ella le puede resultar llamativo. Si le pide una cita no es porque le guste es porque piensa que logrará algo que ninguno de sus primos o Grandchester pudieron conseguir. Si la sigue a su casa y le molesta saber que comparte el departamento con un individuo bastante vulgar es porque anda reconociendo el camino y ese sujeto podría resultar ser un serio obstáculo en sus planes de conquista. Si no deja de pensar en Candy a pesar de la compañía de una chica tan bella como Trisha es porque por fin ha encontrado una manera para sacarse esa espinita que lleva clavada en su corazón desde que la rubia apareció en la puerta de su casa. Si consigue que la despidan del hospital es porque sabe que tarde o temprano acudirá a buscar la protección familiar y es cuando el podrá demostrarle también cuanto ha crecido y su nuevo poder. Pero Candy no se da por vencida tan fácilmente, eso ya lo sabia, ni provocarle celos ni forzarla a una cita usando el nombre de Grandchester funcionan.
Le queda un ultimo recurso, su arma más antigua, el chantaje emocional. La amenaza de seguir los pasos de Stear a la Guerra a causa del despecho de Candy pone en movimiento a su madre, su hermana y la tía abuela Elroy. No se sobrepondrán a una tercera muerte en los jóvenes del clan Andrew. Después de todo si estaba destinado a estar a la par de los hombres Andrew. Ellas se imponen ante Candy, en nombre de la familia debe aceptar convertirse en su esposa. Esta vez ni el viejo William intervendrá, los rumores acerca de su desaparición parecen ser ciertos.
La fiesta donde anunciarán el compromiso es magnifica, gran parte de la familia ha asistido y Candy luce encantadora en lo alto de la escalera. Neil siente que por fin le ha ganado una vez, que todas esas humillaciones podrán ser borradas de su memoria porque ella estará a sus pies, como su esposa le debe sumisión. Sumisión que no demuestra al anunciar a todos que ella se niega categóricamente a contraer matrimonio con él y por si fuera poco el sucio vagabundo con el que vive llega sin ser invitado.
William Albert Andrew, ese nombre lo perseguirá por el resto de sus días, así como la degradación de que fue objeto, cuando se reveló que ese hombre es el tíoabuelo. Nuevamente su madre y su hermana salvan la situación ofreciendo un viaje a Florida y que las chicas de allá son mejores que Candy, de lo cual no le cabe la menor duda. Jamás admitirá esto como una derrota y menos que fue la rubia quien triunfó, ella sin el respaldo del viejo Andrew no es nadie y él es un Andrew auténtico.
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