Mito del Carro Alado

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Serie: "Mito del Carro Alado"

Medidas: 1 metro x 1 metro sobre papel fotográfico

Artistas:

Salvador López Camacho

Fernando de Castro Muñoz

José Luis Pérez Pozas

Antonio Lizarazu Balué

Directora del Proyecto: Alexandria Mannenthof

El alma es como el conjunto formado por un par de caballos alados y su auriga. En el caso de los dioses, los dos caballos son buenos y de buena raza; en el caso de los mortales, uno de los dos es también así, el otro es lo contrario.

Gracias a sus alas, las almas de los dioses se mueven por la bóveda celeste, y salen a fuera, y se detienen sobre ella, hasta que el movimiento de rotación las vuelva a dejar en el mismo punto; durante esa instancia contemplan lo que esta fuera del mundo sensible, lo ente, y ese es su festín y su regalo.

Las almas de los hombres, por la dificultad de conducir el carro (uno de los dos caballos es díscolo), difícilmente logran seguir a las de los dioses; apenas llegan a sacar la cabeza fuera de la bóveda del cielo y ver, más o menos; la que logra ver algo, queda libre de sufrimiento hasta la próxima revolución, porque la presencia de lo ente es el alimento para "lo mejor" del alma; pero, si el alma no ha conseguido ver, sino que, por el contrario, en la lucha ha sido derrotada, pierde las alas y cae a tierra, donde toma posesión de un cuerpo, que, por la virtud del alma, parecerá moverse a si mismo. Si, de todos modos, el alma ha visto alguna vez, no será fijada a un cuerpo animal, sino a un cuerpo humano, y según que haya visto mas o menos, será fijada al cuerpo de quien haya de ser una u otra cosa; la de que haya visto más, será el alma de un amante de la sabiduría o un cultivador de las Musas o del amor; la segunda será el alma de un gobernante obediente a la ley, y así hasta la octava que será la de un sofista, y la novena, que será la de un tirano.

Al final de una vida, las almas son juzgadas y hasta completar un milenio llevan, bajo tierra o en un lugar del cielo, una vida concorde con los merecimientos de su vida terrena. Transcurrido el milenio, volverán a la superficie de la tierra, pero esta vez cada uno escogerá el tipo de vida que quiere, en qué clase de cuerpo ha de ser plantado; así cada uno elegirá libremente según su propio carácter y su propio valor; puede ser que alguna decida ir a parar a un animal: se le concederá porque esa es su decisión.

Ningún alma recuperará las alas antes de diez mil años, a no ser la que se haya mantenido durante tres generaciones sucesivas en el estado de amante de la sabiduría o de la belleza.

DEL MITO DEL CARRO ALADO, PLATÓN (Resumen de Fedro, 245e y ss.)

Argumento desde las Ciencias

Aristóteles dio este título a uno de los argumentos platónicos más importantes para la defensa de la existencia de las Ideas. Aparece en el diálogo "Crátilo" y se basa en la defensa de la Teoría de las Ideas como condición de posibilidad del conocimiento científico.

Los pasos fundamentales de este argumento son los siguientes:

A: Las cosas sensibles están en continuo cambio: influido por un discípulo de Heráclito llamado Crátilo (al que en cierto modo está dedicado el diálogo), Platón creyó que todas las cosas que se ofrecen a los sentidos están cambiando continuamente; los objetos que pertenecen a este ámbito tienen un origen, duran (aunque modificándose continuamente) y se aniquilan;

B: La ciencia no puede hacerse de lo que está en continuo cambio: si entendemos por ciencia el conocimiento estricto (y así la concibió Platón), el conocimiento que siempre es verdadero y que posee las notas de universalidad y necesidad, podemos observar que éste tipo de conocimiento tan excelente no se puede referir a lo que cambia puesto que lo que cambia sólo puede dar lugar a verdades cambiantes, relativas, y (en términos contrarios a los de la verdadera ciencia), contingentes y particulares;

C: Luego la ciencia no se puede referir a las cosas sensibles sino a entidades que no cambian (a las que Platón llamará "Ideas") Platón consideró que las matemáticas son un ejemplo de saber tan excelente como el citado y puesto que es un saber real, un saber absoluto que de hecho poseemos, necesariamente tienen que existir entidades absolutas, eternas, a las que propiamente se refiera dicho saber. Pero en realidad la ciencia que busca Platón no es la matemática sino otra más excelente si cabe: la filosofía o dialéctica, entendida como conocimiento puramente racional de las Ideas no matemáticas, de sus relaciones esenciales y más aún de la Idea fundamental o Idea del Bien.

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Serie: "Mito del Carro Alado"

Dedicado a Iñaki Llompart Burgos