Voluntas sapientis: cuadernos de Historia de las Ideas
Comparación del poder absoluto: El Nazismo y el Absolutismo en la Historia
Ortiz Anabella Soledad.
Profesorado Superior de Ciencias Sociales.
Ortiz Anabella Soledad.
Profesorado Superior de Ciencias Sociales.
Ortiz, A (2024). Introducción. introducción: Monografía, HDI2. "Comparación del poder absoluto: El Nazismo y el Absolutismo en la Historia"
El absolutismo y el nazismo son términos que, aunque surgen en contextos históricos muy distintos, considero que comparten similitudes clave en su estructura de poder, tales como la forma de centralización del poder, legitimación de la autoridad o el control sobre las instituciones. El absolutismo, como forma de gobierno, se consolidó principalmente entre los siglos XVI y XVIII en Europa, en un contexto de centralización del poder monárquico y la afirmación del derecho divino de los reyes. Las bases para que esto ocurra fue el debilitamiento del poder feudal gracias a la crisis del siglo XIV, que no solo logró el debilitamiento sino también el fortalecimiento del poder de los reyes. (Frigo, s.f) Por ejemplo, monarcas como Luis XIV[1] de Francia, conocido como “Rey Sol”, se erigieron como figuras casi divinas, ejerciendo control absoluto sobre el gobierno, el ejército y la religión, con el fin de garantizar la estabilidad y el orden en sus dominios. Aunque este estado absoluto tuvo límites importantes, mayormente por la resistencia de la sociedad, como la burguesía. Otro ejemplo, que poco se mencionado, fue Pedro I de Rusia o Pedro “el grande”, en palabras de Liana Miate (2023) “Pedro tuvo poder absoluto y cambió realmente a Rusia, construyendo su primera armada, introduciendo la industrialización, estableciendo instituciones educacionales y edificando la nueva capital rusa, San Petersburgo.” Este ejemplo sirve para entender que en algunos contextos la doctrina del absolutismo puede ser de utilidad.
Tipos de estado. Imagen extraída de Adriana Barragán Quintero. Disponible en: https://www.timetoast.com/timelines/tipos-de-estado-8bd1f18a-8e98-4497-b3aa-fe6417783ece. [2]
A lo largo de la historia, hubo quienes apoyaron el estado absoluto como Thomas Hobbes, quien “establece una idea de poder absoluto pero no basada en el derecho divino, sino en el interés de los individuos y la paz social y la paz exterior también” (Borche, s.f). y quiénes estuvieron en contra, como John Locke critica la monarquía absoluta porque considera que contradice el propósito de la sociedad civil, que es proteger los derechos individuales y evitar el caos del estado de naturaleza. (Locke, 1690) Aunque sus diferencias contribuyeron al desarrollo del pensamiento político respecto al poder absoluto.
En contraste, el nazismo emergió en la Alemania de principios del siglo XX, en un contexto de crisis económica, humillación nacional tras la Primera Guerra Mundial y un sentimiento generalizado de descontento con la democracia de Weimar. Hitler, con su ideología extremista y autoritaria, logró consolidar el poder en torno a su figura, promoviendo la supremacía racial y la subordinación total del pueblo alemán al Estado. Así, mientras el absolutismo se cimentó sobre la monarquía hereditaria y el derecho divino, el nazismo se construyó sobre una ideología radical, el nacionalismo extremo y la promesa de restaurar la grandeza nacional. Tal como señala Helmut Nicolai en su obra La teoría del derecho conforme a la ley de las razas, la teoría jurídica nazi reinterpretaba las leyes tradicionales para ajustarlas a una visión basada en criterios raciales, justificando así su poder absoluto y excluyendo a quienes consideraban "inferiores" (Nicolai, s.f/2015).
Es importante resaltar que el totalitarismo nazi logró un control mucho más profundo y eficaz sobre las masas en comparación con el absolutismo, evitando los conflictos internos que desgastaron a este último, como las guerras civiles. Según la filósofa judía Hannah Arendt, en su obra Los orígenes del totalitarismo, este éxito del nazismo radicó en su capacidad para movilizar a las masas de manera activa y voluntaria, no solo para respaldar al régimen, sino también para ejecutar sus políticas más extremas. “El factor inquietante en el éxito del totalitarismo es más bien el verdadero altruismo de sus seguidores” (Arendt, 1951, p.387)
En el siguiente video se explica brevemente el ascenso de Adolfo Hitler.
¿Cómo ascendió al poder Hitler? - Alex Gendler y Anthony Hazard (2022)
Ambos regímenes necesitaban una justificación para legitimar su poder absoluto. En el caso del absolutismo clásico, esta justificación fue el derecho divino, una doctrina según la cual el monarca era el representante directo de Dios en la Tierra en asuntos políticos. Esto le otorgaba la autoridad para legislar, impartir justicia y dirigir la sociedad sin rendir cuentas a nadie más. Como señala Ernst Kantorowicz (1957) en Los dos cuerpos del rey, aunque no se refiere específicamente al absolutismo, la idea de que el monarca poseía un cuerpo político inmortal justificaba la concentración del poder en su figura. Este cuerpo político representaba la continuidad del estado más allá de la mortalidad del cuerpo natural del rey, consolidando la percepción de su autoridad como divina y eterna. Sin embargo, no todos los teóricos de la época compartían esta visión. Por ejemplo, Nicolás Maquiavelo, en su obra El Príncipe, rechazó la idea de que el poder debía justificarse por el derecho divino. En cambio, argumentaba que el gobernante debía fundamentar su poder en la eficacia política, la fuerza y la capacidad de adaptarse a las circunstancias. Maquiavelo sostenía que un líder debía concentrar el poder en sus manos, no por mandato divino, sino porque la unidad y el orden de un estado dependían de una autoridad central fuerte y pragmática. Como él mismo señala, "el fundador prudente de una república que tenga más en cuenta el bien común que su privado provecho [...] debe procurar que el poder esté exclusivamente en sus manos” (maquiavelo, 1914, p. 39)
Por el contrario, el totalitarismo nazi se justificó a través de las leyes, especialmente mediante el concepto del Führerprinzip[3]. Este principio, desarrollado por autores como Helmut Nicolai, establece que el líder, en este caso Adolf Hitler, concentra todo el poder y encarna la voluntad del pueblo. Según Nicolai, el Führerprinzip otorga al líder la autoridad absoluta para legislar y tomar decisiones en nombre de la comunidad, justificando el régimen totalitario como una manifestación directa de la unidad del estado y el pueblo. Este principio legal y político permitió que el nazismo moldeara las leyes tradicionales para alinearlas con su ideología, consolidando así su dominio total.
Además, Arendt (1951) destaca que el éxito del nazismo no solo se basó en las leyes, sino también en su capacidad para movilizar a las masas de manera altruista. Según Arendt, lo inquietante del régimen no era únicamente la figura de Hitler, sino la devoción absoluta de sus seguidores. Estos, por admiración hacia su líder, estaban dispuestos a aceptar incluso la pena de muerte por delitos menores o a exigírsela a sí mismos como prueba de lealtad. Este nivel de sometimiento voluntario transformó a las masas en ejecutoras de las órdenes del régimen, muchas veces sin necesidad de coerción directa. Ya en este punto considero que el “lavado de cerebro” al pueblo alemán, fue lograr algo que el régimen absoluto no logró, me atrevo a decir que el totalitarismo del tercer reich[4] es la mayoría del régimen absolutista.
De cierta forma, considero oportuno decir que esta movilización puede compararse con el uso de mercenarios en el absolutismo. Mientras los monarcas absolutos contrataban y pagaban a mercenarios extranjeros para consolidar su poder, siendo uno de los pilares fundamentales del régimen absoluto (Anderson, 1985), los seguidores del nazismo actuaron como una extensión de la voluntad de Hitler por convicción ideológica, sin necesidad de remuneración. Tanto los mercenarios del absolutismo como las masas nazis fueron instrumentos esenciales para ejecutar y mantener el poder absoluto de sus líderes, aunque los primeros dependían de incentivos materiales y los segundos de un compromiso ideológico inquebrantable. Para convencerlos usaban el régimen nacionalista extremo como se plantea en la siguiente cita,
La teoría jurídica que se abre camino en la actualidad y que habrá de dominar en el Tercer Reich es la “teoría jurídica conforme a la ley de la raza”, que proviene del pensamiento jurídico de nuestros ancestros germánicos anteriores a la introducción del cristianismo. Según esta teoría, el Führer no solo es el intérprete supremo de las leyes, sino también la fuente viva del derecho, ya que él encarna la voluntad colectiva de la comunidad racial. El Führer (lider) no está sujeto a las leyes en el sentido tradicional, sino que las trasciende y las define según las necesidades del pueblo, justificando con ello la autoridad absoluta de su liderazgo. (Nicolai, s.f/2015, p. 38).
Algo que la cita de Nicolai también refleja es que Adolfo Hitler no dependía de instituciones tradicionales, sino de su rol como encarnación de la voluntad colectiva y la fuente del derecho. En contraste con el absolutismo y su legitimidad divina, mientras los monarcas absolutos justificaban su autoridad a través de Dios, el nazismo lo hacía mediante una ideología racial extrema como el racismo hacia las personas negras, amarillas o rojas (Nicolai, s.f./2015) y la concentración del poder en el Führer.
En contraste, uno de los pilares fundamentales del absolutismo, según Perry Anderson (1985), fue la burocratización del estado, que permitió a los monarcas concentrarse y ejercer su poder de manera más efectiva. A través de la creación de un aparato administrativo profesional y centralizado, los monarcas se aseguraron de tener un control directo sobre las funciones esenciales del estado, como la recolección de impuestos, la regulación del comercio y la supervisión de los territorios locales. Esta burocracia, compuesta por funcionarios leales al monarca, sustituyó gradualmente las estructuras feudales descentralizadas, eliminando intermediarios y consolidando el poder en la figura del soberano.
En el subtítulo anterior analicé cómo ambos regímenes lograban legitimar su poder y destacaban la importancia de las masas en su consolidación. Ahora, abordaré los métodos de control que implementaron para lograr mantener ese poder.
En el caso del Tercer Reich, una herramienta clave fue El Programa del Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán que, junto con una propaganda nacionalista eficaz, moldeaba las percepciones y conductas de la sociedad alemana. Este programa contenía propuestas diseñadas para atraer a las masas, como la promesa de mejorar la educación y fomentar el civismo, lo que lo hacía tentador para una población en crisis. Curiosamente, el régimen nazi no siempre se preocupaba por ocultar sus intenciones (Arendt,1951), confiando en que las leyes y reformas que proponían serían aceptadas por su aparente beneficio práctico. Esto puede observarse en la siguiente cita del programa nazi,
Con el objeto de permitir a todos los alemanes capaces y diligentes alcanzar un nivel de
formación superior y acceder a puestos de responsabilidad, corresponde al Estado
emprender el desarrollo sistemático del conjunto de la educación del pueblo. Los programas
de estudio de todos los establecimientos escolares deben adaptarse a las necesidades de la
vida práctica. Siempre que las propias facultades lo permitan, la escuela debe alcanzar de
los jóvenes que comprendan el sentido del civismo (instrucción cívica). (s.f/2017)
Aunque existía una especie de simpatía hacia los nazis, lo cual jugó a favor, y esto era porque, como se menciona en la página del museo Anne Frank house,
El partido irradia fuerza y dinamismo. Además, los líderes nazis son jóvenes, en contraste con demás políticos mayores de los partidos conservadores. Además, Hitler representa una imagen de líder fuerte, que va a unir al pueblo y poner fin a las divisiones políticas.(“Alemania 1933”, s.f)
Por otro lado, el absolutismo no contaba con la juventud o carisma a su favor, lo que sí tenía y Anderson (1985) se encarga de mencionarlo, era alianzas estratégicas con la burguesía emergente, un sector que veía en el estado centralizando una oportunidad para fortalecer sus intereses económicos. A cambio de su apoyo financiero, los monarcas otorgaron a la burguesía cargos administrativos y judiciales, consolidando así una base económica estable para el estado. Esta relación, como ya mencioné anteriormente, permitió a los soberanos contar con los recursos necesarios para mantener ejércitos permanentes y financiar sus políticas expansionistas, mientras que la burguesía veía protegidas sus intereses en el comercio y la industria. Por último, el absolutismo implementó una estricta regulación de la economía a través del mercantilismo, un sistema que subordinaba las actividades económicas al poder del estado. Los monarcas intervenían en el comercio y la producción para garantizar la acumulación de riqueza dentro de sus territorios, fortaleciendo así el tesoro real y reduciendo la dependencia de otros actores políticos o económicos. (Anderson, 1985)
Para finalizar es de suma importancia analizar el impacto en la sociedad de ambos regímenes, aunque nacidos en épocas y contextos diferentes, fue profundo y trágico, dejando huellas que persisten incluso en la actualidad como advertencias sobre los peligros del poder absoluto. En ambos casos, el costo humano fue incalculable, especialmente para aquellos que se oponían a sus ideales o eran considerados "inferiores".En el caso del nazismo, el régimen implementó una maquinaria de persecución y aniquilación sin precedentes, conocida como el Holocausto. Según el Museo del Holocausto (s.f.)
El Holocausto fue la persecución y aniquilación sistemática, auspiciada por el estado, de los judíos europeos por parte de la Alemania nazi y de sus colaboradores entre 1933 y 1945. Los judíos fueron las víctimas principales, pero no las únicas: también los Romas y Sintis (gitanos), las personas con discapacidades físicas y mentales y los polacos fueron objeto de aniquilación por pertenecer a una etnia o nacionalidad definidas como inferiores.
Este impacto no sólo devastó a millones de vidas, sino que transformó para siempre la conciencia mundial sobre los crímenes de lesa humanidad. Aunque aún en día haya gente que piense positivo sobre esta oscura Alemania.
Por otro lado, el absolutismo también dejó impactos negativos, aunque en un contexto diferente. Un ejemplo notable es la monarquía absoluta de los Borbones que, a través de sus reformas en América, perjudicó tanto a los pueblos originarios como a su propio país. Las reformas borbónicas, diseñadas para consolidar el poder de la corona y aumentar los ingresos fiscales, implicaron la explotación económica de las colonias y el desplazamiento de comunidades indígenas, agravando las desigualdades sociales. (Frigo, s.f) Al mismo tiempo, estas reformas fomentaron tensiones en España, exacerbando conflictos sociales y económicos.
A su vez la religión está presente en ambos casos, Hill argumenta que la resistencia al absolutismo no fue solo política, sino también religiosa y social, destaca que las tensiones entre la monarquía y el Parlamento reflejaban un conflicto más amplio sobre la distribución del poder y los recursos. Esto es evidente en su análisis de la Revolución Inglesa, donde Hill subraya cómo el absolutismo no logró abordar las necesidades de una sociedad en transformación económica y cultural. Por otro lado, Rusia de Pedro el Grande llegó a tener un mandato estable bajo el régimen absoluto, su dominio trajo consigo un modelo de vida parecido al de otras potencias europeas, logrando atraer médicos, científicos y pensadores. (Biopic Channel, 2021)[5]. No a todos los países que usaron el régimen absoluto les fue mal y eso queda más que claro con el ejemplo.
En cuanto al nazismos, se diferencia con respecto al racismos hacia personas no alemanas o personas con piel y religión distintas al estereotipo que ellos fueron desarrollando, precisamente estaba prohibido la mezcla de sangre alemana con piel negra, amarilla o roja (Nicolai, s.f/2015). Inclusive en la ley racial se castraba a las mujeres y hombres de color para que no procesará o directamente se los asesinaban, tal como Hanna decía, una de las partes oscuras de este régimen era la obsesión por raza y sus seguidores lo demostraban. No importaba si eran niños, mujeres o ancianos y eso se puede observar en la siguiente imagen y el enlace del video Las víctimas del Holocausto. (2018)
Imagen extraída del post, “Auswitchz. La historia más cruel”
Universidad de Navarra. (2018). Las víctimas del Holocausto: los sefardíes en Auschwitz-Birkenau [Vídeo]. YouTube.
No solo hubo grandes pérdidas con el Holocausto, sino también con la Segunda Guerra Mundial. El deseo de poder que segó a los reyes del absolutismo también segó a Adolf Hitler. Como afirma John Locke,
De allí que sea evidente que la monarquía absoluta, para algunos el único gobierno posible en el mundo, es incompatible con la sociedad civil, ya que el fin de la sociedad civil consiste en evitar los inconvenientes del estado de naturaleza, donde cada hombre es juez de sus ofensas. (Locke, 1690/2021, p. 59).
Como fui mencionando anteriormente, Adolf Hitler no respetó los derechos fundamentales de aquellos que consideraban "inferiores" (Nicolai, si.f./2015), utilizando el poder absoluto para promulgar leyes que favorecían su ideología racista y genocida. Este ejemplo extremo muestra que cuando una sola persona concentra todo el poder sin intención de servir al bien común, el resultado inevitable es la opresión, la desigualdad y, en muchos casos, la destrucción. Por ello, la historia nos enseña que la acumulación de poder absoluto en manos de un individuo es un peligro para la humanidad, pues pone en riesgo los valores fundamentales de justicia, libertad y dignidad que deben guiar cualquier sistema de gobierno.
[1] Su enfoque en la centralización del poder y la creación de una burocracia funcional establecieron las bases para las administraciones públicas actuales. Esta información se encuentra en las clases de Historia de las Ideas II.
[2]Es una caricatura que ilustra el poder absoluto.
[3] El Principio del Führer: obediencia absoluta a los superiores. (Enciclopedia del Holocausto)
[4] El “Tercer Reich” de Moeller se refería a dos imperios germanos anteriores: El imperio franco medieval de Carlomagno y el imperio germano bajo la dinastía prusiana de Hohenzollern (1871-1918). (Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, s.f.)
[5] Extraído del canal Biopic Channel en Youtube. Ver cita bibliográfica en la última página.
ANDERSON, Perry (1985) El Estado Absolutista, Siglo XXI, Madrid, (capítulo I, "el Estado Absolutista en occidente")
Arendt, H. (1951). Los orígenes del totalitarismo. Taurus. (Título original: Los orígenes del totalitarismo, 1951).
Auschwitz: La historia más cruel. (sf). Características del campo de concentración Auschwitz: Visita guiada en español. Crónicas de una Wanderlust. Recuperado de https://cronicasdeunawanderlust.com/caracteristicas-campo-concentracion-auschwitz-visita-guiada-espanol/
Borche (s.f). Núcleo temático III: modernidad consolidación.
Borche (s.f). Teórico seis: Auge y caída del absolutismo (la última revuelta feudal de la nobleza).
Canal BioPic. (2021). Pedro I de Rusia, "Pedro el Grande", El Primer Emperador de Todas las Rusias, Zar de Rusia [Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=hS87bwEchQI
Casa Museo Ana Frank. (sf). Alemania 1933: De la democracia a la dictadura. Recuperado de https://www.annefrank.org/es/ana-frank/en-foco/alemania-1933-de-la-democracia-la-dictadura/
Centro Editor de América Latina. (s.f.). Teoría política y modernidad: Del siglo XVI al XIX. Centro Editor de América Latina.
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Helmut, N. (2015). La teoría del derecho conforme a la ley de las razas: Lineamientos de una filosofía jurídica nacionalsocialista (ER Zaffaroni, Ed.). CLACSO.
HILL, Christopher (2000) El protestantismo y el desarrollo del capitalismo. Editorial Ayuso, Madrid.
Miate, L. (2023, 2 de octubre). Pedro el Grande. Enciclopedia de historia mundial. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22228/pedro-el-grande/
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Universidad de Navarra. (2018). Las víctimas del Holocausto: los sefardíes en Auschwitz-Birkenau. Recuperado de https://youtu.be/6aSffigjMbY?si=ZGpr3W9wJMIzVv-q