Las grandes Civilizaciones del México Antiguo comprendieron que el ser humano y la Madre Tierra, somos viajeros en el Universo y el tiempo es nuestra fuerza fundamental.
Las grandes Civilizaciones del México Antiguo comprendieron que el ser humano y la Madre Tierra, somos viajeros en el Universo y el tiempo es nuestra fuerza fundamental.
Los ancestros mayas, teotihuacanos, mixtecos, nahuas, tenochcas, dominaron el cálculo matemático astronómico del Destino Humano, por el momento de nacimiento y, plasmaron con palabras pintadas, las energías ligadas a nuestra naturaleza, como herramientas para vivir, originando así el Tonalamatl, la lectura del destino, plasmada en papel.
El Tonalpouhque registraba el instante del nacimiento de un nuevo ser humano y su conocimiento sagrado le dictaba la asignación de las energías protectoras con las que cada ser humano cuenta, las fuerzas de la naturaleza que nos acompañan, con la finalidad de ser merecedores de la experiencia más grande del alma: encarnar un cuerpo y encontrar la plenitud, la felicidad y el amor.
Hoy ese conocimiento tan profundo, se reserva sólo en la mente y el recuerdo de los pocos maestros ancestrales que quedan diseminados en la Tierra, eruditos en la cuenta calendárica que usaron las antiguas humanidades, para preservar los secretos sobre la creación del hombre.
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