“A menudo el proceso de escritura se asemeja a un largo pasillo en el que nos adentramos con cierta tranquilidad y paso firme. [...] En el largo pasillo, a derecha e izquierda, en el techo o bajo nuestras pisadas, se abren puertas, se adivinan ventanas, se dibujan altillos, o se presienten sótanos o pozos profundos”.

Fernández Cubas, C. “Cuentos infinitos”, El País, 21/01/2009.