coVID se ha gestado durante el confinamiento (Marzo a Junio).

Empezó siendo un breve relato subido a un grupo de WhatsApp a diario, que poco a poco fue creciendo con el ánimo constante de los compañeros de la X Promoción de Derecho de la Uex.

Cuando terminé la primera parte, acabé cediendo a sus peticiones para continuar la historia, completando lo que ahora es la segunda parte (El Pergamino Rojo) en Septiembre de 2020.

Solo después abordé la corrección del texto para novelarlo y afrontar una posible publicación.

Un paciente de Covid tiene que dejar su actividad por las secuelas de la enfermedad. Entra en contacto con el universo de los vinos, de modo accidental, descubriendo su extraordinaria capacidad sensitiva.

Recibe el encargo de encontrar nuevas referencias para ATRIO e inicia un periplo por Turquía, Egipto, Brunei, Portugal, EEUU, y México.

Conoce el México Maya y sigue los pasos de Hernán Cortés en busca de las vides traídas de España.

Colabora en algunos hallazgos únicos con gran repercusión, mientras es perseguido por la MAFIA RUSA, que quiere apoderarse de ellos para un coleccionista, debiendo cambiar su identidad.

Participa en el Concurso de Catas del Congreso Mundial del Vino de Dubái.

Conoce a Elena y Graciela, con quienes entabla una sincera amistad, quedando, sin embargo, atrapado en un triángulo con Mazhar (hija del Sultán) e Itzel de origen Maya, que le obsequia con la enigmática pluma roja.

Con el apoyo de Carlos, agente del CNI, y Nacho, enólogo investigador en una universidad, encuentra vides únicas, y vinos como: Sangre Vikinga, el vino Copto, el vino Negro, el Shedeh, y el Balché y el Saká, que le conducen al inframundo Maya.

El personaje continúa su viaje, esta vez empezando por Rusia y Crimea, donde se entera del robo de Atrio, para después trasladarse a Asia. La India, Nepal donde recala en "el Monasterio", China con su monumental Himalaya , Hong Kong y Brunei. A su regreso conoce el Valle de la Bekáa y sus misteriosos monasterios. Mafia, falsificaciones, vinos diferentes, bodegas como Massandra, Sulá Vineyards, Moët Hennessy, Taittinger, subastas increíbles, un banquete histórico, hallazgos únicos y una versión que nadie te contará del ROBO DEL SIGLO, en  un recorrido frenético que hace escala en EEUU, de New York a Beverly Hills y al Valle de Napa, para finalizar en el México Maya, donde entregará el misterioso Pergamino.

YO CREO EN EL RELATOR DE HECHOS

He leído una novela sorprendente. Creo que se trata de una nueva narrativa. El narrador se inhibe. No está en la novela. Cuenta lo que pasa, no interviene. No entra en el interior de sus personajes. Ni siquiera en el de su protagonista. Le vemos actuar. Y él tampoco cuenta por qué hace las cosas. Simplemente las hace. Y para más inri es un nómada raro, un sumiller ambulante que busca y encuentra los vinos más raros del mundo y se los vende a clientes todopoderosos y todomillonarios, sin que opine sobre ellos, ni para bien ni para mal. Pero como los personajes de ficción conviven con personas reales, lo real da vida a lo ficticio. Genial, falso y creíble. Chapeau.

¿Y por qué nos creemos lo increíble? Porque la novela está escrita como si fuera antiliteratura. Redactada con frases cortas, telegramáticas, con muchos, infinitos puntos y aparte, en una prosa que podríamos tildar de digital, propia para textos cortos que sumados se convierten en una novela larga. La historia es un largo, escueto, casi ascético informe notarial de viajes, aeropuertos, ciudades, catas, intrigas, escenas de cama, monasterios, lujo oriental y lujo occidental, afectividades sin causa, enfermedades con cura, todas ellas vividas y sufridas por el mencionado sumiller, un tipo inaudito, un sordo que oye, un degustador de caldos que encuentra en un vino todos los sabores de la flora universal. Y lo más escandaloso es que nos lo creemos todo, que nos fascina todo. Hasta los miles de puntos y aparte a doble espacio. De manera que repito: ¿Por qué nos creemos esta novela? ¿Porque parece una novela para leer en el ordenador nuestro de todos los días? ¿Porque así será la prosa del futuro? No, esta novela genial y simple seduce porque nos la bebemos. ¿Se puede preguntar a un lector por qué lo embriaga la lectura? ¿Por qué se embriaga un alcohólico? “El pergamino rojo” es la historia de un sumiller, LA NOVELA QUE SE BEBE. No me pregunten ustedes por qué. Solo puedo confesar que yo creo en el relator de hechos.   

José Carlos Arévalo