Editorial

La tercera ola de la pandemia COVID-19 en México

Ha terminado el cauteloso optimismo que se tenía en junio pasado. La tercera ola ya esta con nosotros y con una intensidad de infecciones comparable con la gran ola de fin de año. La diferencia que observamos con la ola anterior es que todavía la mortalidad está contenida. Además, llama ahora la atención, que la edad de los nuevos infectados es menor y eso probablemente hace que la letalidad de estas infecciones sea todavía menor que la de finales del año pasado. También el avance en la vacunación de la población de mayor edad ha protegido a ese grupo etáreo que había sido el más afectado.

La vacunación avanza en todo el país y en la Ciudad de México ya se ofrece a los mayores de 18 años con mucho éxito de afluencia. Esperamos que para fines del año, la mayoría de las y los alumnos de nuestra universidad estará protegida. Esa posibilidad —más la cobertura ya universal del personal académico y administrativo—, nos permite pensar que la UNAM terminará el año con la cobertura vacunal tan deseada para poder reanudar las actividades presenciales.

En este número del Boletín, se publica una investigación sobre los conoci- mientos, actitudes y prácticas de las y los alumnos de nuestra facultad du- rante el comienzo de la pandemia, ratificando que los nuevos usos de la vir- tualidad que posibilitaron la enseñanza durante estos meses, al mismo tiem- po hicieron posible la investigación en salud pública. También publicamos una contribución que revisa las modalidades que se han usado en México para estimar el verdadero alcance de la mortalidad, comprobando que por tasa de mortalidad ajustada, nuestro país es uno de los países que han resul- tado más afectados por la pandemia.

Esta realidad nos debe hacer reflexionar sobre lo que no se hizo adecuada- mente de nuestra parte durante la pandemia. Dicha revisión nos ocupará en nuestra universidad durante muchos años. Esperamos que nuestro Departamento siga contribuyendo a la reconstrucción de la futura normalidad. También es necesario contribuir a enseñar y difundir las estrategias de prevención que, además de la vacuna, han demostrado su efectividad, como usar adecuadamente el cubrebocas y mejorar la ventilación de los lugares cerrados. Al mismo tiempo hay que terminar con las prácticas que no se sostie- nen en la evidencia científica, como el uso de tapetes sanitizantes o la toma de temperatura corporal, cuando ya sabemos que el 70% de las personas que se infectaron fueron asintomáticas.

En suma: esta tercera ola nos obliga a mejorar todas las actividades de prevención.

Carlos Magis Rodríguez

Editor

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