Marginación y salud mental en deterioro:

El suicidio en la comunidad LGBTIQA+

La deuda histórica de Chile con la salud mental recae con fuerza en las disidencias: estudios afirman que los intentos de suicidio pueden ser hasta 4 veces más en la comunidad LGBTIQA+ que en personas cis heterosexuales.


Por Millaray Mariqueo y Emilio Senn22/06/2020

Según la OCDE, Chile se sitúa como el segundo país con mayor tasa de incremento en suicidio juvenil entre el 90’ y el 2010. Es decir, cada año nuestro país aumenta esta cantidad en relación al año anterior de manera exponencial, siendo esta la primera causa de fallecimiento en personas entre 20 y 25 años. Los datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS, 2017), arrojan que 1 de cada 5 personas posee trastornos asociados a salud mental, y diariamente se producen 5 muertes por suicidio.

Ahora bien, ¿sabías que la tasa de suicidio es 4 veces más alta en la comunidad LGBTIQ+ comparada con el resto de la población? Datos levantados a través de una encuesta por la fundación “Todo Mejora”. Así también la investigación: “Suicidio en poblaciones lesbiana, gay, bisexual y trans”, señala que la tasa puede ser hasta 7 veces más alta, y que la ideación e intentos de suicidio son más prevalentes en la comunidad LGBT que en heterosexuales.

Cabe mencionar que este último estudio se fundamenta en los análisis pre existentes que relacionan estos factores, los que en su mayoría son de EE.UU. y otros países de habla inglesa. Dejando en evidencia la falta de exploración con rangos específicos que permitan dimensionar con claridad los fenómenos y las variables involucradas en nuestra región. Por consiguiente, se prueba la falta de información en materia estadística de alcance local que permita impulsar proyectos en todos los ámbitos necesarios, y que garanticen el conocimiento de las necesidades y características propias de la comunidad.

Entre las causas que podemos encontrar respecto a estos porcentajes, derivan la estigmatización social y el alto nivel de discriminación, especialmente aquel que proviene de círculos cercanos, como familiares y amigos que no constituyen una red de apoyo. El nacer y crecer en un entorno hostil siendo siempre marginadx por no ser parte de la cultura hegemónica e invalidadx respecto a tu identidad, puede no solo generar ideas suicidas, sino también trastornos mentales que dificultan la correcta desenvoltura del sujeto en la sociedad. Sin embargo, esta estigmatización posee un carácter sistemático que desde los niveles más globales evidencian una enorme carencia de medidas e información respecto a la comunidad y sus necesidades.

La escasez de políticas específicas es una de las falencias más importantes. Resulta notorio que en Chile la urgencia de esta materia no se aborda como debería: tan solo cerca de un 2% del presupuesto público va a materias de bienestar mental; es decir, existe una insuficiencia evidente de instituciones y terapeutas capacitados en este tema que puedan dar la orientación y ayuda correspondiente en el sector público.

También el alto nivel de bullying que ha ocurrido desde hace años en establecimientos educacionales, manifestándose como violencia física o psicológica proveniente tanto de pares como del personal educativo. Debido a esto es necesaria la enseñanza desde los niveles básicos que garantice una información privada de sesgos y paradigmas conservadores, donde se asegure la inclusión y la respectiva inspección de esta, tanto en el ámbito escolar como laboral. Para lo mismo, es imprescindible la disminución de la desinformación de todos los agentes educadores al respecto, con el fin de participar colaborativamente a establecer reglamentos internos dentro de toda institución que establezcan parámetros de convivencia y servicio.

Las brechas económicas y sociales también constituyen un factor importante en la salud mental. Bien sabemos que acceder a un diagnóstico no es accesible para todxs, y mucho menos un tratamiento, normalizando la priorización de otras necesidades básicas y dejando a la deriva el bienestar psicológico. Cabe destacar que sólo tres patologías relacionadas a la salud mental se encuentran cubiertas por el plan AUGE o GES: el trastorno bipolar, la depresión y la esquizofrenia.

Si para la clase trabajadora ya existe una estigmatización y, por ende, una dificultad en mejorar su situación económica debido a la menor cantidad de oportunidades, para la comunidad LGBTIQ+ esto es doblemente difícil. La marginación a las diversidades sexuales y el clasismo, se apropian de los espacios laborales ejerciendo una violencia discriminatoria que muchas veces deja un gran número de la población sin empleo, teniendo este que atenerse a solventar sus necesidades monetarias con trabajos más vulnerables, como el comercio sexual, por ejemplo.

La inclusión no es una realidad, o al menos no en lo que a las disidencias sexuales respecta. Los índices de discriminación y casos de homofobia se mantienen e incluso crecen en el tiempo, independiente de la cobertura de los medios sobre estos temas. En Chile, según reporta el último Informe Anual de Derechos Humanos de la Diversidad Sexual y de Género, la homofobia y transfobia aumentaron en un 58% durante 2019, con más de 1.000 casos.

Entonces, ¿qué podemos hacer para salvarnos? No es la pregunta ideal con la que responder ante las preocupantes y alarmantes cifras de suicidio dentro de la comunidad LGBTIQ+, cuando el Estado debería ser el agente encargado de la seguridad de toda la población, incluso con particular énfasis en los sectores más marginados e históricamente vulnerados. La principal herramienta es y siempre ha sido la educación, la misma que se ve entorpecida cuando los sectores más conservadores impiden reformas en el sistema. Por años la discusión sobre un plan de educación sexual que integre a las diversidades no ha llegado a puerto ni ha sido tratado con urgencia por los legisladores, algo inquietante si se considera que mientras más tiempo pasa, más niñxs y adolescentes están siendo víctimas de bullying en sus establecimientos educacionales y hogares, y que muchos de ellos terminarán optando por el suicidio.

Fundaciones como Todo Mejora han destacado en su ayuda y colaboración con la educación y salud mental de menores LGBTIQ+, prácticamente salvando vidas de miles de personas discriminadas y marginadas.¿No sería distinto si las personas pudieran acceder desde temprana edad a una educación que integre a las diversidades y la responsabilidad social?

No hemos avanzado tanto como nos quieren hacer creer. Hay muertes silenciosas, de personas que nunca pudieron pedir ayuda, o que si lo hicieron, nadie estuvo para ellas. Miles viviendo día a día la discriminación, el terror de habitar en un país que no les es amable, en una casa que no les acepta, con compañerxs que no terminan de serlo realmente. Los discursos de odio cobran fuerza, se esconden en una tramposa libertad de expresión que no es tal, la discriminación es tan fuerte como la indiferencia del que no tira la piedra, pero que tampoco levanta su voz para defender al vulnerado.

Nos estamos matando. Y cuántxs se han ido sin respirar un solo día de libertad, un solo instante de paz. Yo mismo, incluso, estuve cerca de no estar aquí.


“Y el tiempo pasa, y el reloj corre, y la gente se va esperando…”

Daniela Vega