Cupo Trans

En qué consiste y por qué es necesario que sepas de qué se trata

Hace un par de años, surgió la iniciativa del cupo trans, una herramienta que permitiría a personas trans ser incluidas tanto a nivel laboral como universitario dentro de esos espacios que históricamente les ha cerrado la puerta en sus caras. Para conocer más sobre el tema conversamos con Scarleth Fernández, vocera trans travesti de MUMS Valparaíso.


POR EMILIO SENN27/06/20

La discriminación laboral, deserción escolar y limitado acceso a la educación superior son algunas de las problemáticas más cotidianas y dramáticas que enfrenta la comunidad trans en nuestro país. Hace un par de años, surgió la iniciativa del cupo trans, una herramienta que permitiría a personas trans ser incluidas tanto a nivel laboral como universitario dentro de esos espacios que históricamente les ha cerrado la puerta en sus caras. Para conocer más sobre el tema conversamos con Scarleth Fernández, vocera trans travesti de MUMS Valparaíso.

Primeramente, es necesario señalar que estamos hablando de dos contextos diferentes, para los cuales existe una respuesta similar pero adaptada específicamente a cada escenario: el cupo laboral trans y el cupo universitario trans.


Cupo laboral trans en un sistema neoliberal

El primero, nació en 2018 como una iniciativa orientada a una política pública enfocada en insertar a mujeres trans en diversos trabajos y sacarlas del comercio sexual. La propuesta desde un principio fue acogida por la Central Unitaria de Trabajadores de Chile (CUT), a través de la gestión de MUMS y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sin embargo, también ha sido fuertemente cuestionada por las mismas disidencias.

“¿Qué tipo de trabajos les darían a nuestras compañeras?” es la interrogante que resuena con fuerza entre las mismas trans, quienes ven con sentimientos encontrados esta iniciativa. Por un lado, se aseguraría ese anhelado y necesario espacio en el mundo laboral formal, un derecho del cual se han visto privadas por años. Pero, por otro, está ese justificado miedo a la denigración, a la humillación, a ser las recepcionistas de la última caja que nadie ve o a limpiar el baño del subterráneo más abandonado.

Para Scarleth, la respuesta guarda relación directa con el sistema en el que estamos insertos: uno capitalista, neoliberal, con un estado subsidiario y no benefactor. Es difícil aspirar a más dentro de este contexto: “Si las tasas de cesantía son altísimas y son los mismos heterosexuales a quienes despiden, ¿qué queda para nosotras? Obvio, los empleadores van a preferir volver a contratar al heterosexual que habían echado antes que contratar a una trans. Más vale diablo conocido que diablo por conocer”, comenta.

En un estado subsidiario parece necesario el tener que solicitar cupos que aseguren la inclusión a todxs lxs ciudadanxs, algo que un estado benefactor garante entregaría sin distinción como un derecho innegociable e irrenunciable. Pero el panorama hoy es otro y, sobre este escenario, Scarleth sostiene que a pesar de los cuestionamientos que ella también comparte, el cupo laboral trans es la mejor opción: “Pueden ser migajas pero es un buen punto de partida. El incluirnos, mimetizarnos, poder cambiar las cosas desde adentro”, explica. “Me gustaría ver a compañeras trans en sindicatos del cobre por ejemplo, sindicatos de distintos campos laborales, no solo del comercio sexual”.

La iniciativa lleva dos años en la agenda del movimiento trans. En este tiempo, ha avanzado en cuanto a negociaciones con distintos gremios y al apoyo de grupos intermedios que han solidarizado con el proyecto, sin embargo, hasta el momento no existe ningún cumplimiento concreto.

No ha llegado tampoco a posicionarse dentro de la agenda política, e incluso se ha visto invisibilizado por demandas de otras organizaciones disidentes más masivas que priorizan, por ejemplo, el matrimonio igualitario, algo que para lxs compañerxs trans está lejos de ser urgente. Aun así, Scarleth entiende que los procesos políticos son paulatinos y pueden llegar a parecer lentos, y que con la pandemia las cartas son otras y las carencias que requieren de atención inmediata también.

“Con esto de la pandemia hay muchas compañeras que no se manejan con esto del Registro social de hogares (...) quienes ejercen el trabajo sexual se ven excluidas de los beneficios”.


Cupo universitario: una oportunidad de formación educativa

La activista explica que la existencia de dos cupos distintos, el laboral y el universitario responde precisamente a la dispar realidad de la comunidad trans, específicamente a un sesgo etario. Las compañeras trans menores de 40 años no están interesadas en ponerse a trabajar 45 horas a las semana por un sueldo mínimo cuando pueden ejercer la prostitución. Sin embargo, las mujeres trans mayores no corren la misma suerte con el trasnoche, e insertarse en el mundo laboral formal podría entregarles una estabilidad con la que en la actualidad no cuentan.

Por esto, nació en 2019 el proyecto del cupo universitario trans, que de forma similar al laboral, se encargue de asegurar la inclusión de personas trans, ahora, en la educación superior. “Las trans mayores, muchas no tienen cuarto medio. En cambio, las más jóvenes la mayoría sí sacó su enseñanza media y, aunque no cambiarían el comercio sexual por otro trabajo terciario, sí lo harían por una carrera universitaria”, explica Scarleth.

De la misma manera en que actualmente la Universidad de Concepción, por ejemplo, tiene cupos de ingreso especiales para deportistas, alumnxs de etnias indígenas, discapacitados; se plantea la cabida de una admisión para personas trans, considerando la discriminación y dificultades intrínsecas que conlleva la formación educativa en esta población.

En diversas instancias federativas se han levantado votos políticos de apoyo al proyecto, por parte de la CONFECH, por ejemplo. Durante este 2020 se planeaba continuar con la campaña visitando distintas universidades del país, algo que la pandemia no permitió. Otra arista interesante e importante de ambas iniciativas la plantea también Scarleth: “A la misma casa de estudios donde la compañera entra a estudiar que se estipule en la licitación del casino el cupo a una o dos trans para que puedan trabajar ahí para pagar sus estudios”, comenta.

Hablamos de inclusión, porque lamentablemente aún existen personas y comunidades que deben luchar por ella, sin el amparo de un estado y una sociedad que se las garantice como un derecho humano.


¿Qué necesitamos para avanzar en beneficio de un país más justo con las diversidades sexuales, y específicamente con la comunidad trans?

“Primero, una reforma a la Ley Antidiscriminación: la Ley Zamudio”, responde sin pensarlo dos veces Scarleth. “La ley actúa una vez que el delito se cometió, pero no hace nada para prevenirlo”, agrega. Está la sensación de que no existe por parte del estado un compromiso real en evitar la discriminación, en educar para que no ocurra. Las disidencias sexuales han estado en una eterna cuarentena, en un perpetuo estado de sitio, y la esperanza está en una alianza que pueda unir todos los movimientos y causas justas, humanas, civiles, en pos de un progreso social que asegure una vida digna e íntegra para todxs.

“Yo creo que si todxs nos unimos, todas las luchas… Que si la feminista lucha también por el cupo trans y las trans por el aborto libre, que si el pueblo mapuche lucha tanto por el reconocimiento de un estado multicultural como por los derechos de la comunidad LGBT, y así todos nos unimos para tocar juntos la misma puerta, no podrán cerrarnosla en la cara, como lo hacen cuando cada unx por sí mismx toca de a pocos puertas distintas”, finaliza Scarleth.

Damos gracias a Scarleth y a MUMS Valparaíso (@mums_valparaíso ) e invitamos a nuestrxs lectores a visitar su cuenta de Instagram e informarse sobre su labor en la lucha por las disidencias sexuales.