Ángeles Muertos

Por Valeska Vega

“Abuso sexual infantil o abuso sexual a menores, es la conducta en la que una niña o niño es utilizado como objeto sexual por parte de una persona con la que mantiene una relación asimétrica, de desigualdad, con respecto a la edad, la madurez y el poder. Se trata de un problema universal que está presente, de una u otra manera, en todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una combinación de factores individuales, familiares y sociales. Es una interferencia en el desarrollo evolutivo del niño y puede dejar unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo”.

Chile no está exento de este delito: recientemente, se han dado a conocer impactantes casos, teniendo como principales víctimas a menores de edad. A pesar de que siempre ha existido la violencia hacia nuestros infantes –principalmente en el SENAME–, el país se ha estremecido por las recientes muertes de Sophia y Ambar: pequeñas que no superaban los 2 años de edad, quienes fueron golpeadas, maltratadas, violadas y asesinadas por sus propios familiares y cuidadores.

Sin embargo, estos no son los únicos casos de tal magnitud: nuestra realidad es alarmante. Según datos del Ministerio Público, cada año se reciben más de 20 mil denuncias sobre agresiones sexuales, y siete de cada 10 corresponden a menores de edad.

Por otro lado, dentro del grupo las niñas son las más afectadas y solo el 34% de las denuncias termina en condenas para el agresor. En este escenario, las historias de Sophia y Ambar llegan a un extremo en el que fuimos incapaces de anticiparnos como sociedad.

En el caso del SENAME, los niños y las niñas no son separados por edad, hecho que vuelve a los menores entre cuatro a ocho años más propensos a maltratos y violaciones por parte de los más grandes. En consecuencia, los pequeños desarrollan una personalidad marcada por el abuso y la violencia, formándose en los criminales del mañana.

Entonces, ¿dónde está realmente el error? ¿En el SENAME?, ¿en sus padres? o ¿en nosotros como sociedad, al no advertir a tiempo estos hechos?

Reflexionemos, participemos y apoyemos en la causa, pues nadie es ajeno a un abusador en nuestra sociedad.