DISENCHANTMENT:

NO APTA PARA EXIGENTES


[RESEÑA SIN SPOILERS]


Por Pedro Henríquez.


Que Groening llegaba a Netflix con una serie para tapar el bajo nivel de su obra cumbre, que llegaba a Netflix para unirse a la moda del streaming y las maratones. Estos, son solo algunos de los comentarios que los más pesimistas mencionaban durante la espera por el nuevo trabajo del experimentado dibujante. La expectación era terrible: algunos llevaban su fe; otros, temían lo peor. No obstante, el día llegó, y a pesar de que han sido inevitables los malos comentarios hacia Disenchantment, desde otro grupo, si que hemos disfrutado de este nuevo mundo.

La serie nos introduce en tierras de fantasía medieval, más precisamente, en el reino de Dreamland, donde la princesa Tiabeanie hará cualquier cosa para evitar casarse. Ella es extrovertida, inquieta, alegre, rebelde y aventurera, por lo que junto a Luci, un demonio/gato parlante(? que llega a su vida en el momento justo, y Elfo, un elfo que ha escapado del mundo de los elfos en busca de una realidad distinta a la felicidad diaria que viven los de su especie, vivirán una cadena de sucesos que ayudarán a Bean por un lado, a evitar el destino que quiere su padre, el Rey Zog, para ella; y por otro, a encontrar su papel en la vida.

Disenchantment comienza con algunas dudas: algo tediosa, con un capítulo innecesariamente más largo del promedio, y no deja del todo claro cuál es el camino y el tipo de humor que nos quiere entregar Groening esta vez. Sin embargo, lo que vemos a primera vista de Dreamland y sus personajes, va a ser el sostén para darle más tiempo a la historia, soltando progresivamente las risas y el cariño, tanto hacia nuestros tres protagonistas principales, como aquellos menos recurrentes. Todos cumplen su rol.

Lo absurdo, la sátira, la ironía, el sarcasmo y los chistes cortos, son los condimentos de las carcajadas, que en varias ocasiones hasta nos van a pillar de sorpresa, porque en un momento estamos atentos a una situación seria en cuanto al desenlace de la trama, y de la nada se rompe el hielo con el actuar idiota de alguno de sus personajes; lo que precisamente, termina enganchando, al fin y al cabo. Es dueña de un guion paciente, que plagado de referencias y burlas hacia las obras ambientadas en el medioevo, va tomando su encanto.

Dentro de la búsqueda del yo personal de Bean, entre peleas, metidas de pata, malas decisiones y cerveza (especialmente mucha cerveza), desde la segunda mitad de temporada, el argumento de la serie se va volviendo lineal, tal como viene siendo la tónica con las series de animación para adultos, lo que, en consecuencia, nos deja en claro que quieren ampliar su mundo. La temporada finaliza dando a entender que el camino ha valido la pena: nos deja lo suficientemente intrigados y motivados para un nuevo año en Dreamland.

Con comentarios mucho más positivos que negativos, (Des)encanto termina siendo una serie para aquellos dispuestos a respetar el pasado y disfrutar del presente. La serie no es Los Simpson ni Futurama, algo totalmente positivo, porque si bien se nota el lápiz de Matt Groening, los signos de independencia y autenticidad dejan una buena impresión. Será inútil acabar con las comparaciones, pero por el momento, agarren una copa en nombre de Bean y compañía, porque si siguen así, los tendremos por varios años.

Calificación personal: 7.5/10