MEDELLÍN Noviembre 21, 2022

El punk, un orgulloso hijo bastardo del rock tocado en garajes por amateurs nació más o menos en 1978 en Inglaterra. El año del verano más caliente hasta el momento registrado, cuando la inflación estaba disparada y el trabajo era escaso en los suburbios. Su estética se unifica por la confrontación a la sociedad, a la música, al futuro. El punk era la estética de la amalgama y el caos que rehusaba cualquier cuartel. A Medellín llegó en los años ochenta, tarde, muy tarde, y se volvió un género de pillos, de maleantes, de los pobres. En el 2004 nació Altavoz, un festival en la plaza de toros: las capotas en el viento se cambiaron por el azote de melenas y cadenas. 

El punk sigue siendo un género de los mismos, los elegidos, los peliones. Aunque ahora más mezclado, menos violento y menos retador, con becas de presupuesto participativo y amigos en secretarías de la cultura de algún pueblo perdido. Altavoz cumplió 18 ediciones este año y tuvo para su primera borrachera con chirrinchi legal. ¿Pero qué significa su influencia para la música en una ciudad que en algún momento tuvo más bandas de rock que ninguna?, ¿qué significa un género tan anárquico como el punk para un festival financiado por la alcaldía de Medellín?  Intentamos responder esas preguntas y como el punk, a pesar de todo, todavía vive. Como siempre, a su manera.


Todos soñamos en algún momento haber tocado en Altavoz. Weimar Delgado, de los Proxtatikoz, una banda que muestra que la rebeldía no se agota después de los cincuenta, o que los amigos también envejecen, pero siguen siendo amigos. ¿Qué ha significado Altavoz para ellos? “Es un pajazo: es demasiado efímero. Me quedo con los toques pequeñitos, cuando tenemos el control de todo y autogestionamos el evento”, dice Camilo Arias, de Audio Disturbio. Punk institucional, punk de carrera, punk de tradición, punk de los sabios, punk medallo. Hace muchos años ya que Ramiro Meneses fue muchacho. 

‘Archivo’, enciclopedia del punk, miembro de la vieja guardia, opina: “Nos reuníamos antes en una plancha con tarros y guitarras de mentiras”, inventando la música y los gritos por venir. Ese fue el punk de imitación que fue gestando al de verdad, o el de verdad que hizo al de imitación: en Castilla, Kennedy, el 12, Pedregal. Los pelaos se mataban con cuchillos, se odiaban, y en mitad de la violencia surgieron las primeras bandas: Fértil Miseria, Mutantex, Desadaptadoz. Y con ellas la hermandad que viene del grito, que viene del punk. Las cosas cambian, aunque apenas. 

‘Bruma’ de Mala Hierba, nos cuenta los tiempos de las luchas contra el servicio militar obligatorio y contra la guerra de los señores. Antes de Altavoz estaba el Antimili, un festival que duró 11 años, descaradamente político. ¿Es el Altavoz un retroceso en la imaginación política organizacional del punkero paisa? Tal vez, pero no lo sabemos.  Vanessa Osorio, que es capaz de meterse a un pogo y luego irse a perrear, ¿sí lo sabe? Ella cree que la cosa está como muy vendida hoy en día. Alguien le dijo que el que deja de ser punk, nunca lo fue. Y eso le quedó sonando. 

ESTA MULTIMEDIA FUE REALIZADA POR

Juan José Díez 

Miguel Ángel Rojas

 Laura Almanza 

 Valeria Suárez 

Simón Murillo 

Curso Taller de medios IV 

2022

AGRADECEMOS A

Yojan Valencia por las fotografías de archivo tomadas en otras ediciones del Festival

 Camilo Arias, Weimar Tejada, 'Archivo', Vanessa Arias, 'Bruma' por las entrevistas

Los Proxtatikoz y Futuro Simple por los derechos de reproducción de sus canciones

Gracias por creer en el periodismo universitario 🤘