En la espera, en el olvido de sí. En todas las resistencias hacia una nueva visión está la fuga presente. En la expectación excesiva, en el aferrarse a esquemas rígidos. En la mistificación, en la sobrevaloración de personas u objetos, ya sean utensilios o abstractos. En todo victoreo a una ideología; en todo apasionamiento irracional, está la fuga acicateando.
Allí donde la luz no penetra, donde la inteligencia se obnubila y la dependencia emotiva sobrepasa, sigue estando presente la conciencia mágica. Aun cuando nuestras reflexiones aumenten, puede volver el ciclo de los oscurantismos y de los encerramientos.
Aun cuando las ilusiones se desvanezcan y el fracaso se presienta, el centro de gravedad puede seguir transferido y la expectativa hipnotizante puede sobrevenirnos nuevamente.
Aún una tarea esforzada puede ser la pantalla de un escape subterráneo. Y finalmente, allí donde no se busca intencionadamente la conciencia de sí, allí en donde no se insiste en afirmarla y extenderla, continúa la obnubilación mental.
Los hombres viven y mueren dormidos y fugados de la realidad. Es la sentencia última para una existencia mundana y es la premisa primera para el encausamiento de la elevación de conciencia.