A Capella de Rebeca Morales

Tan rítmicos y melodiosos son sus versos que pueden fácilmente ser musicalizados. Quizás en su búsqueda pueda ella ir por esos caminos para provocar una nueva sensación en su lector.

14 de mayo del 2024

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


El jueves 18 de abril, a pedido de la escritora Rebeca Morales, participé en la presentación de su cuarto libro, el poemario A Capella, en el Golf y Country Club de Trujillo. Gracias a una conversación telefónica con ella en la que me invitaba a presentar su libro, me imbuí más en su mundo literario descubriendo un trabajo fino, sensible, honesto y creativo de la palabra, la que se adecua a sus emociones, vivencias y necesidades. Rebeca me alcanzó su libro inicial, Vidas Impares, lo cual me permitió conocer más sus obras y, de paso, su alma; y poder comparar sus inicios con este nuevo libro que presentábamos ese día, aunque ya anuncia una novela que será publicada pronto. 

Debo confesar que no soy gran lector de poesía, de acceder rápidamente a su hermenéutica en la cual nos zambullimos para atravesar el alma del artista. Pero la lectura de sus poemas, breves, sencillos, honestos sobre sus emociones y frustraciones, me han cambiado mi percepción poética. Entre sus libros hay toda una evolución sobre el manejo de la palabra, no así de sus interrogantes; hay madurez que se ve en la resolución en la construcción de sus versos desde su primer libro y este último que presentamos. Personalmente me sorprendió la musicalidad y tonalidad versal que facilita la lectura, discurre sin escollos antirrítmicos que pueden darse cuando un poeta quiere provocar en el lector. Tan rítmicos y melodiosos son sus versos que pueden fácilmente ser musicalizados. Quizás en su búsqueda pueda ella ir por esos caminos para provocar una nueva sensación en su lector; pero ya de por sí los temas que son abordados (la sensualidad, el erotismo, la relación de pareja, la frustración, el avance de la edad) son de por sí vitales y cuestionadores para el lector. En el primer libro, Vidas impares, Rebeca usa algunos poemas en prosa (¿podríamos llamarlos así?) siendo los más destacados el que habla de este terrible momento que fue la pandemia y el de la muerte de su padre. El título del primero es sugerente: Par de locos en cuarentena, en el que se detiene a reflexionar sobre el comportamiento bizarro y egoísta con el que muchos reaccionamos en este duro trance que todos vivimos, sus párrafos finales tienen un encabezamiento lapidario: El virus somos nosotros. Después de haber leído sus reflexiones – argumentos, no queda más que aceptar que sí, que el virus somos nosotros. El otro sí me encogió el corazón: Si llego a primavera. Narra esos momentos duros que todos tenemos que afrontar con la muerte de alguien tan cercano a ti; en este caso, su padre; sin embargo, en medio del dolor, la vida debe seguir adelante. Y ella siguió adelante con su obra. A capella es su cuarto libro, no he leído los anteriores, pero sí he tenido la oportunidad de revisar parte de su obra en el Instagram que ella tiene:  https://www.instagram.com/acappelladeep/. El día de la presentación le pedí a Rebeca no presentar su libro, sino conversar con ella. Las presentaciones previas (muy agudas) corrieron a cargo de Don Félix Cortés y Ana Rita Cabeza, las que me dieron más información para nuestra tertulia. Félix Cortés le auguró un buen camino como poeta por el uso de la palabra, por los contenidos y sus resoluciones sólidas en su obra; y Ana Rita vio la obra desde la perspectiva femenina. Otra cosa interesante es el carácter generacional que tanto Rebeca como Ana Rita comparten y que las asemeja en sus visiones y el acercamiento hacia ciertos temas. Además, su obra no deja de acercarnos, por algunos de sus contenidos y su tratamiento, a María Emilia Cornejo o Julia Wong. La conversación discurrió con mucha calidez y honestidad; fue sincera al comentar sobre ciertas condiciones y técnicas que ha ido empleando por el mundo del ciberespacio en el que se mueve. Para muchos cultores antiguos, Rebeca estaría trabajando el haiku como técnica; pero ella fue honesta al contarnos que es precisamente las exigencias de ciertas plataformas y aplicaciones, y las expectativas de los usuarios de esas que han condicionado la estructura y duración de sus poemas. Esta exigencia la ha acercado, no obstante, al haiku, esa forma poética japonesa que exige en el escritor concisión y densidad. En cuanto al narrador poético, mientras en su primera obra se centra en el “él”, este libro intercambia el yo/tú para cargar en el lector momentos empáticos de la relación de pareja. Una reflexión que hice y que suscitó sonrisas en el público era el hecho de que en cierta forma había desnudado a la pareja y que como ser amado por ella era todo un placer y orgullo. Sus poemas están ahí para corroborarlo. Pero siempre hay cierto tinte de melancolía, de ausencia, de pérdida que puede darse en toda relación amorosa; hay una partida, nunca sabemos cómo será la llegada. 

Rebeca tiene todo un futuro poético por delante; tiene buenas estrategias y sabe cómo difundir su obra. Lo hace de manera honesta, pues no nos ofrece un camino fácil. Como decía Joaquín Sabina, “no te vendan un jardín sin espinas, ni que te cierren el bar de la esquina”. Eso lo vemos en sus libros, en las que las espinas pueden y deben brotar en el jardín de la buena poesía. Quiero cerrar esta reflexión con dos poemas suyos de su libro A Capella:


69

Hay un riesgo enorme de ser feliz

Cuando todo encaja

Como tu pecho en mi espalda

Y tu olor en mi cabello

Como tu voz tatuándose en mi mente

Como tus palabras recorriendo mi piel

Hasta instarse en mí. 




73

Hay días 

en que la verdad 

me voltea la cara


Me doy cuenta

De que no tengo

Un par de putas alas

Pero que a cambio

Me contengo en este cuerpo


Mentalmente infalible

Humanamente impredecible

Románticamente inextinguible.

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