Raúl Silva, una lucha contra viento y marea

El Jardín se ve amenazado por basura circundante, un taller de mecánica que deja aceite usado en terrenos que eran de cultivo y vecinos que suelen usar este espacio para generar la mayor cantidad de bulla posible.

22 de enero del 2022

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


El Jardín de los Sentidos. Un sueño hecho realidad gracias a la perseverancia de Raúl Silva y su empuje personal.


En los diversos testimonios de Raúl sobre su jardín, cuenta cómo logró el apoyo de algunas personas para llevar a cabo su proyecto. Logró comprar un terreno en una zona entonces rural que le permitió no sólo edificar su jardín en sí, sino una serie de estructuras más que complementarían este sitio, como un anfiteatro, unos viveros y otras instalaciones. Recuerdo las primeras visitas que hice al lugar y lo fascinante que era sentirse en medio del campo con aire limpio y una belleza floral de una gran cantidad de especies nativas. A medida que el espacio crecía, nuevos conceptos fueron llegando para instalarse en el lugar. Por ejemplo, el Vivero de Raúl se convirtió en el Jardín de los Sentidos, cuando comenzó a integrar a personas con habilidades especiales para el disfrute de plantas con aromas y texturas que no sabemos privilegiar por dar prioridad a la visión. Diversos grupos escolares y heterogéneos grupos humanos han ido visitando el Jardín para disfrutar el lugar en el que de han visto presentaciones corales, musicales, danzas y ritos ancestrales. El ingenio de su dueño y amigos cercanos no se han ido agotando para lograr diversas propuestas atractivas para una población hastiada de violencia, cemento, ruido y ahora con crisis sanitaria.


Pero lastimosamente las propuestas como estas se ven amenazadas por escasos criterios de armonía vecinal, así como la inoperancia de autoridades que no actúan de manera adecuada ante diversas situaciones. El Jardín se ve amenazado por basura circundante, un taller de mecánica que deja aceite usado en terrenos que eran de cultivo y vecinos que suelen usar este espacio para generar la mayor cantidad de bulla posible. La “civilización” ha llegado. Entre licencias otorgadas y la mala costumbre de construir a medias, el paisaje que rodea al local se va afeando ante la indiferencia ciudadana. El Jardín fue nominado como una interesante propuesta de museo vivo de nuestra ciudad, una ciudad que dice llamarse culta y que tiene cada vez más grandes vacíos en el tema. Se quiso articular este espacio con el Museo de Arte Moderno de Gerardo Chávez, museo que no se halla muy lejos de las instalaciones: una interesante propuesta para poder mostrar a foráneos y a los mismos trujillanos que no sólo la marinera o Chan Chan son parte de nuestra identidad cultural. Con casi un millón de habitantes, nuestra ciudad desperdicia cada oportunidad de poner en valor nuevos conceptos por los cuales un visitante podría quedarse más tiempo en nuestra ciudad generando un mayor dinamismo económico. Como de costumbre, vamos matando lentamente nuestras gallinas de los huevos de oro. ¿Podemos cambiar esta situación?


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