Este tema volvió a mi entorno gracias a dos exposiciones: una en el Museo del Banco Central de Reserva (MUCEN) y en la Alianza Francesa. Y a la lectura de un libro que me obsequió un exalumno mío.
23 de noviembre del 2024
GERARDO
CAILLOMA
gcailloma@gmail.com
La migración: “Desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales” (RAE). Este tema siempre ha estado latente en mi familia y en nuestra sociedad. Somos nómadas en potencia que nos remonta a nuestros orígenes. El hombre ha ido colocando una serie de medidas con el fin de tratar de sedentarizar nuestra existencia, pero los viajes son parte de nuestro atavismo como especie. Surge de vez en cuando en momentos de tu vida diaria y sus resultados son los que nos van transformando constantemente. Este tema volvió a mi entorno gracias a dos exposiciones: una en el Museo del Banco Central de Reserva (MUCEN) y en la Alianza Francesa. Y a la lectura de un libro que me obsequió un exalumno mío.
La exposición del MUCEN fue clausurada el sábado 16. En esta exposición hubo un conjunto de paneles que contenían información histórica, cultural, social y natural de nuestro país. Uno de dichos paneles tenía como temática la migración, esa que ha formado nuestra nacionalidad; la migración la hemos vivido a lo largo de la historia de este espacio que ocupa nuestra nación. Desde tiempos antiguos, los hombres fueron migrando desde diversas partes del planeta y se fueron asentando en lugares propicios. Se pensaba que los asentamientos humanos más antiguos en territorio peruano se encontraban en la costa. Pero en las últimas décadas, la Amazonía está dando grandes sorpresas a medida que la arqueología avanza en zonas como Jaén, por ejemplo. Cambios radicales en la historia oficial prehispánica han ido cambiando las narrativas históricas oficiales desde Caral hasta las damas de Cao, San José y Chornancap, y los recientes hallazgos de las pirámides de Jaén en Cajamarca. ¿De dónde viene el antiguo hombre que pobló este territorio? Es, pues, nuestra geografía una realidad natural que atrajo a gran cantidad de población inicialmente, quizás, trashumante. Ya en el mundo incaico, una de las principales políticas del incario era la movilidad social, los mitimaes; las finalidades eran diversas, desde un sentido geopolítico y de seguridad nacional, hasta un sentido económico productivo. Un caso que nos atañe directamente es la población mitimae huanchaquera o de otras zonas del litoral norteño que fue enviada al lago Titicaca para enseñar a usar la totora para hacer naves, esas que ahora surcan las aguas de ese lago y que han creado las famosas islas flotantes de los uros. Nuestro territorio después tuvo otra gran ola migratoria con hombres y mujeres que venían de España. No todos eran de origen castellano: los había andaluces, moros, judíos, italianos, portugueses y de otras zonas que conformaban el vasto imperio español, “donde jamás se ponía el sol”. Con ellos vino también una población negra en terribles condiciones, la esclavitud, para asimilarse lentamente en el tejido social de este nuevo país. El siglo XIX se ven otras olas de migrantes hacia la tercera década de nuestra república: los italianos, los chinos, los japoneses y, en menor medida, otras nacionalidades. Debemos recordar que muchos de estos migrantes llegaron para reemplazar la mano de obra esclava, por eso muchos de estos, sobre todo, los culíes tuvieron una experiencia amarga en nuestra nueva nación. Hay que resaltar que hay otro gran lunar en la historia peruana: el casi exterminio de la población de Rapa Nui o la Isla de Pascua, que fue diezmada por hombres enviados para transportarlos en deplorables condiciones, razón por la cual muchos no sobrevivieron sea por las condiciones inhumanas o las enfermedades que los diezmaban. Aquí cabe destacar que nuestro héroe, Miguel Grau, jugó un triste papel de capitán de algunos de los barcos que los traían como esclavos. Tras este fracaso migratorio, se hizo las gestiones para la “importación” de chinos con el de trabajar en las haciendas azucareras en pleno boom de esta forma de producción. En la serie SUCEDIÓ EN EL PERÚ de TV Nacional se han mostrado documentales muy interesantes sobre las migraciones extranjeras que arribaron a nuestro país. Aquí van algunos enlaces: https://www.youtube.com/watch?v=cBNI--NwX7w&t=113s (Italia), https://www.youtube.com/watch?v=z_7mmYY-5DI (Gran Bretaña), https://www.youtube.com/watch?v=a1IK8Bq-IrI (Japón), https://www.youtube.com/watch?v=MAhIEy9i0aE (China), https://www.youtube.com/watch?v=9Cy7sm45KVE&t=929s (Croacia), entre otros. El siglo XX fue duro para los peruanos, pues ya no fuimos receptores, sino que nos volvimos en “exportadores de personas”: miles de peruanos se fueron durante la debacle del primer gobierno aprista (inflación, terrorismo, corrupción); lo mismo sucedió durante el primer gobierno de Fujimori tras el famoso shock económico. Miles de peruanos se fueron a Argentina, Chile, España, Italia, Japón. Fue también un duro año en el que nos convertimos en una suerte de parias y muchos compatriotas se fueron a otros países a delinquir. El feo mote de “Sudaca” viene de este entonces. Tan fuerte fue la migración peruana que muchos países europeos comenzaron a exigir visa. Recuerdo en el viaje de retorno de mi experiencia danesa, viajé al lado de un joven limeño que había sido embarcado en un avión de Iberia, expulsado de España. También hubo una gran cantidad de peruanos que migraron de manera interna a causa de desastres naturales como el terremoto del 70 y el terrible Niño del 82, o por la violencia que fue creciendo por el narcotráfico y el avance del terrorismo; en el caso del terremoto del 70 he conocido varias personas cuyas familias se vieron obligadas a dejar Chimbote porque lo perdieron todo, también recuerdo a muchas familias piuranas que dejaron a una devastada Piura asolada por el contumaz Niño del 82-83. Por causas del narcotráfico, muchas familias de la selva se vieron en la necesidad de migrar a las ciudades costeras; ni qué decir del avance de los movimientos de SL en la selva (los ashánincas, por ejemplo) y la sierra (Ayacucho, Huancavelica y Apurímac). Otra migración dura que vemos por décadas es el centralismo que hace muchos alumnos que terminan su mundo escolar vayan a aglomerarse en Lima y se acentuó más cuando las universidades regionales decidieron trasladar sus sedes centrales a Lima, como son los casos de la UPN y UCV, quienes desmantelaron sus sedes trujillanas “exportando” sus cuadros académicos a Lima, en desmedro de Trujillo.
Por otro lado, en la Alianza Francesa hay una interesante exposición conformada por instituciones y la UNESCO que apoyan a los miles de migrantes extranjeros en nuestro país de la última década, como el caso venezolano. Este proyecto se llama TEJIENDO CULTURAS y se han abiertos dos exposiciones en simultáneo en Arequipa y Trujillo en sus respectivas sedes: https://www.unesco.org/es/articles/unesco-y-oim-culminan-con-exito-el-proyecto-tejiendo-culturas-en-arequipa-y-trujillo. Como indica la información de la página de la AFT: “Esta exposición se realiza en el marco de «Tejiendo Culturas», proyecto que busca promover, a través de las artes y la cultura, la cohesión social y la integración entre las comunidades migrante, refugiada y de acogida en las ciudades de Trujillo y Arequipa. El proyecto, impulsado por la UNESCO y la OIM, cuenta con el financiamiento de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el apoyo de la DDC de La Libertad del Ministerio de Cultura y de la Alianza Francesa de Trujillo. Curaduría y museografía: Mauricio Delgado Fotografía: Martín Acevedo Diseño: César Porta” Gracias a diversas instituciones humanitarias, muchos de estos migrantes reciben el apoyo necesario para regularizar su situación y estas realizan campañas de sensibilización en la sociedad en la que se encuentran ubicadas. Últimamente, las manifestaciones fuertes de xenofobia alentadas por la crisis económica y el incremento alarmante de la violencia golpean a la población más vulnerable de estos grupos migrantes como son las mujeres y los niños. Los migrantes, durante fuertes crisis sociales, se vuelven muchas veces una suerte de chivo expiatorio al cual se le imputan culpas generadas por el temor, la ignorancia y los prejuicios. Para todos ya es común oír que, si hay algún asalto o acción criminal, la primera palabra que se dice o se piensa es “venezolano”. Muchas historias tristes y duras ocurren entre los miles de migrantes que recorren las calles y avenidas de nuestras ciudades. Recuerdo en el 2019 durante una visita a Tumbes, vi a una gran cantidad de personas entre niños, ancianos, hombres y mujeres que iban caminando por las carreteras peruanas con todos los riesgos que ello implicaba. Por esos días, un amigo encargado de un programa me comentaba sobre la frecuente desaparición de niños que se temía eran raptados por traficantes de personas. Inhumanos. Son esas duras experiencias que no nos quisiera pasar. Pero es muy lastimoso ver a muchos compatriotas actuando en contra de estas personas culpándolos de todas nuestras desgracias sin mostrar empatía, la que sería necesaria para muchos de sus parientes residentes en el exterior. Quizás muchos de ellos han pasado las mismas vicisitudes. Algunos son promotores de acciones xenofóbicas en todo medio, sin pensar que eso le puede estar pasando a un hermano, primo o amigo en España, USA, Chile u otro país. En un mundo tan convulso como el actual, los nudos frágiles rápidamente se rompen. Por eso, es importante la solidaridad, el trabajo gregario, la empatía, el autoconocimiento para la búsqueda asertiva de nuevas oportunidades en nuevo espacio que vas a vivir. Los ejemplos que se ven en la exposición son notables y han sacado de la oscuridad a cientos de personas. Uno de ellos es una organización que acoge a muchas mujeres: Organización Mamá Influencer para el Empoderamiento Integral. Esta es una comunidad de madres que da acogida y ofrece muchos servicios para empoderar a las mujeres a través de talleres (https://mamainfluencer.org/). El factor de apoyo colectivo es vital, pues la migración, muchas veces, no es una acción deseada. Muchas veces surge por un apremio económico, político o de otra índole. Es traumático, pues es un desarraigo y es más doloroso cuando no es voluntario, como sucede con los refugiados. Cuando estas comunidades echan sus raíces en espacios como el nuestro, ambas partes comienzan a experimentar diversas transformaciones: hábitos de consumo, gastronomía, vocabulario, perspectivas sociales, emparejamientos, matrimonios e, incluso, defunciones. El Trujillo de ahora ha asimilado mucho de esa cultura migrante que se suma a las olas migratorias internas que vivió nuestra ciudad por décadas. ¿Cómo será el Trujillo del año 2035, cuando muchos bebés que están naciendo formen el grupo de mayor acción económica de cualquier ciudad? Y la situación trujillana da pie a la siguiente experiencia que he vivido.
Estuve leyendo un libro muy interesante cuyo contenido son investigaciones sobre la emigración de varios autores, siendo uno de los principales investigadores y compilador un exalumno mío, Luis Escobedo D´Angles, quien vive en el exterior desde hace muchos años. El libro en cuestión es MIGRANTS THINKERS STORYTELLERS de Jonatan Kurzwelly y Luis Escobedo, quienes han recopilado e investigado casos de migración de personas de diversas nacionalidades en una ciudad sudafricana, Bloemfontein. El caso que me interesó mucho fue el del peruano Julio Castillo, chiclayano él, quien tuvo diversos momentos en su vida en el exterior para identificar o apelar a su “peruanidad”. El estudio es muy interesante, pues esos momentos podrían explicar lo que puede estar pasando a muchos compatriotas o los miles de venezolanos que están viviendo en Trujillo. Muchos tienden a la simplificación de categorías o entelequias para identificar a grupos humanos, categorías que tienden a ser generalizadas a personas que están viviendo en el exterior hace muchos años como sucede en estos casos. El caso de Julio muestra los diversos momentos de la migración y la necesidad de autoidentificarse en entornos social y geográfico nuevos. La realidad española y sudafricana en cuanto a espacios en los que hay una cierta cantidad de compatriotas entran en juego de manera interesante. Simplificando, la “peruanidad” tiende a ser más selectiva en espacios en los que hay más compatriotas (como en España o en la ciudad de Paterson en USA) que en aquellos en los que la comunidad migrante es bastante minoritaria. Así pues, en España hay varios elementos gatillados debido a la presencia masiva de peruanos (segunda comunidad de migrantes en ese país) en que otros factores entran en juego para desarrollar un espíritu gregario más selectivo. En cambio, en espacios con menos presencia de connacionales, dichos elementos selectivos se “neutralizan” y acentúan ese marcado sentimiento de “peruanidad”. Aunque el empleo de estos parámetros no puede extrapolarse rígidamente, sí pueden servir para entender las formas de congregación en comunidades como la venezolana en nuestro medio por lo numerosa que es.
La migración, un fenómeno tan viejo, vigente y tan cerca de nosotros, no nos puede dejar indiferentes. Con padres chiclayanos, hermanos arequipeños y piuranos, sobrinos trujillanos, con ancestros negros, serranos y judíos, y con mezclas chinas y de otras latitudes, no puedo tener nada en contra de la migración. Negarla es negar mi existencia.
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