Final de fiesta del cine en la UPAO

El sábado pasado escribí sobre tres filmes vistos a la fecha y ahora toca hablar de los dos últimos: la española Cinco lobitos de la directora y guionista Alauda Ruiz de Azúa y el documental peruano La danza de los mirlos del director Álvaro Luque, quien estuvo con nosotros para presentar su obra.

27 de agosto del 2022

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


El sábado pasado concluyó el festival de Cine Trujillo de la UPAO en coordinación con los organizadores de la vigésimo sexta versión del Festival de Cine de Lima de la Pontificia Universidad Católica del Perú. El sábado pasado escribí sobre tres filmes vistos a la fecha y ahora toca hablar de los dos últimos: la española Cinco lobitos de la directora y guionista Alauda Ruiz de Azúa y el documental peruano La danza de los mirlos del director Álvaro Luque, quien estuvo con nosotros para presentar su obra.


El filme español fue un golpe al corazón y estuvo centrado en la maternidad y la muerte, visto desde la perspectiva de una mujer. Es el espacio en el que dialogan una madre y su hija quien comienza a vivir su nueva vida maternal; un diálogo difícil, lleno de silencios y frustraciones en el que los varones, esposos y compañeros, tienen casi un rol periférico. La directora tiene el tacto y agudeza de trabajar con planos cerrados y muchos acercamientos que nos permiten oler, palpar y entrar en un mundo femenino que contrasta con el sistema y el poco entendimiento de los demás por el momento que le toca pasar a cada mujer en este momento crucial: soledades, incomprensiones, abandonos. Nuestros roles de varones y quizás de mujeres criadas bajo la visión de una sociedad machista, patriarcal y vertical movilizan nuestras veladas censuras por la posición que va apareciendo en escena delante de todos los espectadores; de paso, una crítica a un sistema en el que todo lo demás en más urgente que los tiempos ofrecidos a tus seres cercanos y queridos. El acercamiento a los recuerdos de la madre/abuela es un viaje a las profundidades de esos momentos en los que podemos entender contritos a nuestras madres, tías, hermanas, abuelas; viejas por la vida y por los deseos truncos, por sueños jamás realizados y por silencios que no quisimos interrumpir. El filme nos abre y pela como una cebolla; cada hoja que vamos perdiendo nos deja cada vez más desnudos frente a esta ópera prima de la directora española, quien nos ha mostrado lo universal y personal del mundo femenino. Lo que podría haberse convertido en una suerte de culebrón mexicano o cursi novela rosa toma distancia de ello; incluso los momentos más dramáticos como la muerte o el nacimiento pasan rápido para priorizar la evolución y el desentrañamiento de estas dos mujeres, simples y grandes, únicas y universales. El conversatorio con José Carlos Orrillo validó lo que ambos pensábamos: la presencia obligada de mujeres en este conversatorio para escuchar su perspectiva y testimonio. En la anterior temporada de teatro, el grupo de teatro Compañía de Teatro Físico presentó Los regalos, una obra en la que los varones fuimos desnudados a través de una historia de narración totalmente corporal; esta era para el alma femenina.


Y el sábado se cerró el Festival con la proyección del documental La danza de los mirlos con la presencia del director Álvaro Luque. Un racconto de este famoso grupo, uno que marcó toda una época en la historia de la música popular peruana y que es parte de la niñez y juventud de varios compatriotas, tanto en nuestro país como en el exterior. El director nos comentaba cómo un valioso material fílmico, el del director de este afamado grupo, llegó a sus manos. Fue un verdadero regalo. Jorge Rodríguez Grández no sólo es músico, sino un hombre interesado en tener registro visual que lo acercó al cine y la fotografía. Esta situación permitió a Álvaro tener un material potente de primera mano, seleccionado, ordenado por el dueño y que ayudó a crear un material fílmico con abundancia de detalles en la construcción de la narrativa de las imágenes que nos permite ir conociendo la creación del grupo, sus integrantes, los momentos brillantes y los tensos que les tocó vivir: sus orígenes en Moyobamba, la migración a Lima en los 70 (años interesantes para la música popular y de minorías), la internacionalización, el viaje a Argentina que fue un momento crítico por la escisión del grupo quedándose por esos lares el compositor de muchos éxitos de la banda, Carlos Rengifo. Este documental es un gran testimonio sociológico, musical, histórico; es una pauta para otros futuros documentales que recojan el acervo cultural de nuestra nación. Es curioso que el boom de este grupo, maltratado por el mundo y los medios de comunicación masiva de ciertos estratos, haya tenido una fuerte repercusión en el exterior. Recuerdo que esta música en los 70 no era tan difundida por diversas radios, es más se la evitaba; mi sorpresa fue al ver un Festival de Viña del Mar en el que presentaban un potpurrí de canciones populares en la sociedad chilena de los 80 y empezaban con una canción de cumbia amazónica peruana, tal como la llamaban durante el documental. Así tenemos ahora grupos de diversas partes del América Latina que tocan canciones de este y otros grupos que también comenzaron a ingresar en las casas de las personas de clase media y alta de las ciudades costeñas peruanas por la “puerta de servicio”. Recuerdo un estudio sobre música popular que mostraban lo desconectado que estaban los grandes medios de comunicación con la música tropical o andina. El tratamiento de muchos círculos hacia esta música era llamarla como “música de cholos”. Por ejemplo, no sólo el entierro de Lucha Reyes fue uno de los más masivos, sino el de Flor Pucarina, cantante totalmente desconocida para la radio y televisión de la época (falleció en 1987). Ojalá haya más investigación audiovisual de tantos grupos, cantantes y movimientos que causan un impacto que nos llega de rebote cuando en el extranjero te preguntan por Los Saicos, María Teta, entre otros. Que hayan sido muchos cazatalentos extranjeros quienes han descubierto y difundido agresivamente la música popular peruana como esa selección de canciones bajo el nombre de The roots of chicha, Psychedelic cumbia from Peru (Las raíces de la Chicha, Cumbia Psicodélica del Perú) en el 2007 rescatando todo ese material notable del famoso sello Infopesa. Además, nos mostró cómo este grupo y su ritmo ha influido en varios músicos foráneos en su creación. Y que esta música se haya legitimado apoteósicamente en los Juegos Panamericanos de Lima del 2019, cuando miles de peruanos coreaban las canciones con la que entró la delegación peruana. Sirva, pues, que este documental, que abrió la fiesta del cine en Lima y la cierra en Trujillo, sea el camino que ayude a investigadores sociales y cineastas para trabajar en conjunto en la creación de obras notables para los peruanos y el mundo. Hay, hermanos, mucho por hacer.


PD. Cuando escribo este artículo me entero de la muerte de Leonardo Sasso. Larga vida a su memoria. Gloria mundi.


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