Eduardo en Trujillo

Autor de Estos 9, Algunos relatos breves y un cuento bipolar, Vidas insólitas, e Historias de protesta ha sido muy prolífero en sus publicaciones desde el 2018 a la fecha.

5 de noviembre del 2022

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


El viernes pasado, mientras en nuestra ciudad seguía envuelta en apoteósicas celebraciones por el centenario del poemario Trilce, Eduardo Madalengoitia nos visitó para tener una serie de entrevistas radiales y medios digitales, así como una presentación presencial en la Alianza Francesa de Trujillo. Mientras Trujillo realizaba una lectura colectiva de poemas y las celebraciones ocurrían en diversas instituciones culturales y educativas, Eduardo llegaba con su esposa y su cargamento de libros para difundir su obra en nuestra ciudad, como ya lo ha hecho en Lima (donde reside) y piensa extender su periplo por otras ciudades del país. Aunque pueda ser un desconocido para muchos de la movida literaria de nuestra ciudad, Eduardo ya lleva cuatro libros publicados, dos de ellos presentados entre nosotros. Autor de Estos 9, Algunos relatos breves y un cuento bipolar, Vidas insólitas, e Historias de protesta ha sido muy prolífero en sus publicaciones desde el 2018 a la fecha. Este año presentó Vidas insólitas en el mes de marzo e Historia de protestas en su última visita estando como invitado en sendas versiones para la crítica de los textos, el poeta Bethoven Medina.


En esta última presentación, la actividad discurrió de manera simpática cargadas de anécdotas que Eduardo nos iba contando, anécdotas que aparecen en sus textos; esas que alimentaron su imaginación, pues la realidad social y personal son para él un verdadero material de inspiración. Eduardo y yo fuimos compañeros de aulas universitarias y compartimos amigos comunes con los que nos cruzamos a lo largo de nuestras vidas. Algunos de ellos aparecen sutilmente en algunos de sus cuentos. Recuerdo allá por los años 80 cuando Eduardo ensayaba sus primeros poemas y su búsqueda por un lenguaje que lo trate de interpretar en su intimidad, si cabe el término. Amante apasionado de los Beatles, lo recuerdo inundándome de información de los cuatro de Liverpool, sus canciones, sus mensajes encriptados sea en las canciones o en las carátulas de sus LP, aquellos que nos hacían bailar, cantar o soñar mundos mejores. Ese espíritu beatlemaníaco discurre en muchos de sus narraciones, como personajes (así aparece uno en Vidas insólitas) o las canciones que tiñen de nostalgia al personaje, al lugar o a la narrativa de algunos cuentos. Los contenidos tienen muchos personajes, lugares y momentos tan comunes como las aulas de la PUCP, calles de la Lima de los 80, los poetas con los que conversaba y que lo invitaban a escribir. Y es en el cuento que halló su “instrumento” para contar a los demás y a sí mismo, para ordenar ese permanente brote de ideas, emociones, sensaciones, personas, olores que van adquiriendo cierta corporeidad a través de sus palabras, letras que les dan forma y que esperar un lector para abrir su mundo.


En la conversación de esa noche en la Alianza le pregunté por esa situación un poco cabalística de haber escrito su primer libro con el título de Estos 9 y este último libro, Historias, también presenta 9 cuentos-historias en los que Eduardo se encarna, quizás, en sus personajes que se enfrentan a situaciones medio kafkianas como puede ser la vida real en un reclamo, en lo absurdo de una visita a EsSalud, a Telefónica, a cualquier empresa o institución rígida e inhumana; o a la soledad que nos hace tomar decisiones extremas. Si las historias tienen todas ellas una buena dosis de absurdidad, esas que nos pueden sacar de quicio; la última historia breve da una suerte de solución ante tal situación. Una llave para todos nosotros; está en nosotros tomarla o no. En dicha conversación le comentaba que muchas de sus narraciones podrían convertirse en guiones de cortometrajes y que armando todos como piezas de un rompecabezas, sería la historia de una ciudad monstruo como lo puede ser Lima. El engaño, La librería, El tráfico en Lima (¿un velado homenaje a Autopista al Sur de Cortázar?), El confidente…Unos guiones para tener una historia audiovisual de una Lima decadente, pero en ebullición. Eduardo ha ido logrando una narrativa más sólida y con cuentos redondos. Cerramos la conversación con una afirmación: ya cerró el ciclo (¿por eso cabalístico?) de esta etapa y se lanza por la novela, una en la que los personajes nos parecieron, tanto a Bethoven como para mí, tan conocidos. Personalmente seguiré, entonces, haciendo una suerte de arqueología personal a través de las obras de Eduardo reconstruyendo ese mundo universitario que tan querido, repudiado y fascinante puede ser por ese inmenso y bello mundo de personajes, amigos y rivales que forman parte de mi vida personal. Espero que ese libro caiga pronto en mis manos.


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