Cultura en la mira

Instituciones responsables de la creación, organización y difusión culturales, tanto públicas como privadas, han sido copadas por personas no adecuadas convirtiéndose en un espacio de pago de favores electorales o el espacio para poner a un familiar sanguíneo o político.

24 de septiembre del 2022

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


El tema de la cultura es un asunto tan manoseado como maltratado e incomprendido. Ha sido caballito de batalla en varias campañas electorales y hemos visto cómo instituciones responsables de la creación, organización y difusión culturales, tanto públicas como privadas, han sido copadas por personas no adecuadas convirtiéndose en un espacio de pago de favores electorales o el espacio para poner a un familiar sanguíneo o político para que pueda justificar sus primeros sueldos, “hacer sus pininos”. Hacer gestiones con dichas instituciones puede convertirse en una verdadera pesadilla en la que vemos una burocracia (pública y privada) que desalienta al más entusiasta a emprender una gestión para proyectos diversos.


El desconocimiento de la cultura como tal y la escasa identificación de fortalezas y oportunidades de esta han hecho que la atención y recursos para estas áreas han sido escasas y, en el peor de los casos, nula. Sólo basta leer los planes de gobierno de los partidos de las recientes tormentosas elecciones presidenciales para conocer la idea que cada una de estas instituciones políticas tienen de la cultura: lamentable. Ese desconocimiento hizo que buenas acciones preventivas durante la pandemia del 2020-21 se hayan desperdiciado de haber trabajado coordinadamente entre los Ministerios de Salud (MINSA) y el de Educación (MINEDU). Las campañas educativas y de salubridad hubieran sido más potentes de haberse trabajado con instituciones culturales que saben su profesión y sus potencialidades en ambos campos. La famosa salud mental no debe de quedarse sólo en el campo médico, va más allá. Lastimosamente, el Ministerio de Cultura se vio envuelto en una serie de eventos que generaron ruido y mostraban también la carencia de políticas claras de trabajo hacia el interno de la institución. Sin embargo, de potenciarse con equipos humanos adecuados y articulando con más asertividad diversos actores culturales del país (Lima no es el Perú), para reforzar campos variados de la actividad humana, desde lo académico hasta lo productivo, desde lo preventivo hasta lo resiliente.


Esta ignorancia, natural o forzada, de los actores políticos de una ciudad como Trujillo se ha visto reflejada en los planes de gobierno, por ejemplo, de los candidatos a la Municipalidad Regional. En la lectura de varios de estos (ver esta página: https://plataformaelectoral.jne.gob.pe/candidatos/plan-gobierno-trabajo/buscar) los planes distan de dar una información al respecto. Sabemos que nuestra ciudad atraviesa por una serie de crisis (¿cuándo no las ha tenido?) y han dado prioridad a ciertos elementos ignorando o postergando todo lo relacionado con lo cultural. He leído seis planes de los partidos que pueden tentar ocupar el sillón provincial y regidurías por sus partidos. Uno de los partidos potenciales no tiene ningún plan colgado. Uno ha destinado un poco más de media página a cultura con informaciones gaseosas y declarativas; otros han diluido el rol de cultura dentro de líneas transversales, como acciones más que pueden o no ejecutarse e, incluso, segmentando a grupos etarios específicos prescindiendo de los otros; algunos confunden lo arqueológico o arquitectónico como cultural (no es lo único); los demás se limitan a la educación, por lo que la cultura será un mero apéndice de esta área. Desde ya, la Municipalidad debe de gestionar separar la cultura de actividades educativas o deportivas que tienen su propio accionar y necesidades. México es un claro ejemplo de cómo sus oficinas municipales de cultura son verdaderos motores que trabajan con sectores como educación, salud y turismo, motores vitales de toda sociedad. Ver estos planes de gobierno alarman, puesto que sus prioridades son otras y no ven el desarrollo humano (desarrollo no crecimiento) de manera holística. Trujillo, una ciudad con tanto potencial cultural (¿no hay esa frasecita “Trujillo, ciudad de la cultura"?), podría ver perdidas sus oportunidades para crecer como un verdadero polo de desarrollo humano en la que lo público, lo privado y la población trabajen por el bienestar cultural de sus ciudadanos.


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