Kachkaniraqmi, Arguedas de Eduardo González Viaña

Eduardo González Viaña ha escrito una entrañable novela en la que ha empleado las mismas estrategias literarias de José María Arguedas en su descripción social y cosmogónica.

10 de junio del 2023

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


Quiero compartir una serie de vivencias de lo que fue mi acercamiento a la obra de José María Arguedas (JMA), el multifacético hombre de letras y ciencias sociales que nos dejó en noviembre de 1969. Arguedas, conocido en el mundo académico de los 50 y 60, no formaba parte de los textos escolares de aquella época por lo que era bastante desconocido por los niños y jóvenes de entonces. Este año cumplo 50 años de haber dejado las aulas escolares y, evocando las clases de literatura de antaño, no recuerdo que por mis manos haya pasado lecturas literarias del mundo andino, salvo las referencias de Ave sin nido de Clorinda Matto de Turner y algunos cuentos de Ventura García Calderón, quien veía al indio peruano como un personaje tan exótico como un gurkha nepalés o un lapón finés. Para entonces, los textos oficiales de Lengua y Literatura incluían breves textos y todavía vivíamos una suerte de pacata moral que nos impedía acercarnos abiertamente a textos sin censura lingüística como los de Oswaldo Reynoso u otros autores. Mis recuerdos, eso sí, fueron de años muy movidos que corresponden al Velascato y sus numerosas reformas, como la agraria y educativa que conmovieron a la sociedad peruana de esos años y que han quedado en nosotros de una manera u otra. Cambios drásticos que iba a experimentar la estructura social de entonces. Cuando Arguedas tomó la drástica y dolorosa decisión de quitarse la vida, yo cursaba el primer año de secundaria. Posteriormente, ya en Lima, pugnando ingresar a la universidad, en la pensión que vivía conocí a una persona que me habló de El Sexto, una prisión que se hallaba cerca de esas viviendas provisionales como lo puede ser una pensión universitaria. Ese fue, pues, el primer texto que cayó en mis manos y que leí con mucha atención y desasosiego por las tristes historias en las que la condición humana era diariamente degradada, vejada; pero también gestos y acciones que rescataban la dignidad en medio de ese laberinto político y social como lo es cualquier prisión. Ya en los cursos en la PUCP también me iba acercando cada vez más al alma arguediana, sea por los cursos de literatura, sea por los estudios de lenguas vernáculas; el momento culminante fue durante un seminario organizado por un docente alemán, cuyo nombre he olvidado, que había llegado a nuestro país para estudiar a Vargas Llosa y descubrió a JMA. Hizo un vuelco total de su seminario: sus palabras sintetizaron un mensaje contundente: el descubrimiento de un autor poderoso y nuevo al que iba a investigar desechando la investigación iniciada de la obra de MVLL. Una suerte de premonición. Arguedas impactó tanto en mí que, ya como docente escolar y universitario, promovía la lectura de sus obras entre mis estudiantes e, incluso, abusaba de mi condición de director de departamento o de área para que sus libros o cuentos sean parte de planes lectores en la secundaria o los primeros ciclos universitarios. Hubo una feliz conjunción en el segundo semestre del 2012 en el que la lectura de Los Ríos Profundos coincidiera felizmente con una propuesta del grupo Cuatro Tablas para llevar al escenario esta obra con el título Los Ernestos, razón por la cual esta obra teatral fue presentada a nuestros estudiantes en varias funciones, pues era un público de más de mil doscientos jóvenes.


Necesitaba este preámbulo para que se entienda el impacto que ha causado en mí esta invitación especial de Eduardo González Viaña (EGV) para presentar su obra Kachkaniraqmi, Arguedas, el viernes 09 de junio. La obra ha sido publicada por la Universidad César Vallejo por su Fondo Editorial en una especial colección, Bicentenario Peruano, fondo en el cual ya se han publicado otras dos novelas del autor: El largo camino de Castilla y ¡Kutimuy, Garcilaso! EGV ha escrito una entrañable novela en la que ha empleado las mismas estrategias literarias de JMA en su descripción social y cosmogónica. Es una novela biográfica con bastante libertad de recreación,  conformada por 73 relatos, distribuidos entre cinco partes, varias de las cuales son nombradas con los títulos de las grandes novelas del autor; estas le dan a cada una de estas partes coherencia y organicidad en las construcciones de las historias, los personajes y los espacios descritos: Cantar de zorros y demonios; Los ríos profundos de José María; El Sexto; La fuga de José María (la más extensa con 46 relatos); y El fuego no se apaga. La parte de La fuga incluye una serie de narraciones que tienen como referencias a los maravillosos cuentos de JMA como el Sueño del Pongo o la Agonía de Rasu Ñiti, así como su novela Todas las sangres; y la licencia que la literatura otorga le permite incluir autores o personajes de la literatura universal como Virgilio, Neruda o Don Quijote y Sancho Panza; así como algunos personajes de obras escritas por EGV. Este se toma la licencia de prestarse los personajes de las novelas y cuentos mencionados y los inserta en las historias que va creando en cada una de las narraciones, los cuales irán apareciendo o desapareciendo en ese mundo mágico como lo puede ser el tiempo andino. El personaje principal es Arguedas en diferentes etapas de su vida, un personaje redondo que tuvo diversos acompañantes a lo largo de su niñez, juventud y adultez. Estuvieron presentes diversos personajes antagónicos contra el protagonista como la madrastra Grimanesa y su terrible hijo Pablo, la injusticia, el abuso, el mundo gamonal y la muerte que le pisaba los talones hasta que decide irse con ella al final de cuentas; y los aliados del protagonista son su padre y madre, los pueblos de indios, su burro Azulejo (una suerte de evocación a Platero y yo de Juan Ramón Jiménez), sus esposas y amigos. Las mujeres se vuelven actores poderosos y decisivos en varios momentos trascendentales de su vida, sea de manera positiva: así tenemos a su madre, quien pese a haber dejado a JMA tan niño, ésta retorna en esa narración que rompe los esquemas temporales formales y que es capaz de volver en el imaginario del mundo andino y sus tiempos; o sea de manera negativa, así tenemos a Grimanesa, a quien el mismo JMA reconoce el papel decisivo que jugó en su futuro. Otras mujeres relevantes en su vida fueron Cayetana, una poderosa madrastra india que le enseña a ver el mundo quechua, una verdadera maestra, una mamapacha que nutre a JMA; aparecen más  mujeres que lo salvarán de diversas muertes como la señora Paloma Palomino, notable curandera en los relatos 60 y 63; Celia Bustamante Vernal, quien iluminó su oscuridad en el Sexto como nos lo comenta EGV en la narración 23; Sybilla Arredondo, su última compañera, celadora de su deterioro mental quien aparece en las partes inicial y final de la obra. Y los zorros, quienes inician y cierran la novela y que son narradores testigos de las historias que discurren de los diversos momentos de la vida de Arguedas y lo acompañarán hasta su muerte. La narrativa de EGV, respetando el imaginario andino. se desarrolla en un abierto animismo en el que animales, plantas y elementos naturales, prosopopeya muy activa, charlan con el niño Arguedas, le dan consejos y advertencias. Los escenarios también encarnan personajes relevantes en el mundo arguediano. Como lo explica Sara Castro Klaren en su libro El mundo mágico de Arguedas, son la luz y el sonido los que dan la vida a Arguedas, elementos básicos en el mundo andino a los que se les otorga ánimas, existencia humana y que tienen sus propias reglas, las que vamos viendo a lo largo de la obra de EGV; es por eso que se entiende la vital importancia de la música, el canto, las danzas en estas narraciones: ha respetado la esencia de ese mundo arguediano. La novela abre y cierra con la muerte de JMA. Cuando niño visitó los infiernos y en la libertad literaria de EGV, usó a Virgilio para que lleve a Arguedas niño, cual Dante, a que visite a los oscuros círculos en los que habitan los hombres que murieron en grave falta, como traición y cobardía. Inspirado EGV, le otorga a JMA esa gran función de un vate universal, el de ser un vaso comunicante; por eso es feliz la elección de una estrofa de Alturas de Machu Picchu del poemario Canto General de Pablo Neruda. La última parte, El fuego universal, prepara al lector, a nosotros, nos hace partícipes de momentos antes de su suicidio. Pero no, no muere. JMA no va a morir.


Para terminar mis reflexiones, Arguedas es un autor de rigor en el mundo educativo peruano, no sólo en la literatura, sino en la comprensión social necesaria para una sociedad que está escindida desde la colonia, como bien lo ha descrito en el prólogo del libro Historia del Tahuantinsuyo de María Rostworowski escrito por la misma autora. Somos individuos de una nación que no se entiende, en la que, en vez de tender puentes, hemos creado más abismos como los que estamos viviendo en estos momentos por las decisiones erradas y erráticas de la oficialidad peruana con el mundo andino. JMA viene a ser la voz de los “nadies”, como bien menciona Eduardo Galeano, que a pesar de que neguemos sus existencias en el mundo real y oficial, sobre todo en tiempos como estos, seguimos siendo: kachkaniraqmi, Kachkanchikraqmi. Por eso, hay que agradecer a EGV por mantener viva la memoria de JMA para todos los peruanos en tiempos tan complicados como los que estamos viviendo. Tenemos que comprender al otro, sino nos terminaremos matando lentamente. De lectura obligatoria para todas las edades.

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