Trujillo, sujeto/objeto de su arte
El Trujillo del siglo XXI es mejor reflejado por sus fotógrafos, cineastas, muralistas, literatos, músicos, bailarines, teatristas, artistas. Todas estas propuestas y muchas más hacen que Trujillo sea mucho más que un huaco con un inmenso falo o una procesión de mujeres moche encadenadas.
07 de mayo del 2022
GERARDO
CAILLOMA
gcailloma@gmail.com
Aún quedan flotando en el ambiente dos eventos que dan una vaga y errática percepción social y cultural de nuestra ciudad: los huacos súper dotados en Moche y las representaciones hechas por las calles céntricas en una boda de Trujillo. Ambas visiones dan una visión bastante acartonada y distorsionada de lo que es la urbe de todos nosotros.
En los últimos años, las artes hechas por los trujillanos o foráneos la han ido retratando en su dimensión humana, sórdida y gozosa, que dista mucho de las ofertas planteadas en el primer párrafo de este texto. Hace siglos dejamos de ser Moche o españoles de la colonia. Quizás algunas proposiciones anquilosadas o que quieran sacar réditos de una mezcla pseudo folclórica inviten a esas ideas ya sobrepasadas de un pasado que forma nuestra identidad, pero que no la abarca en su totalidad. El Trujillo del siglo XXI es mejor reflejado por sus fotógrafos, cineastas, muralistas, literatos, músicos, bailarines, teatristas, los artistas que, como decía Neruda, se vuelven “vasos comunicantes” de la ciudad que habitan, sufren o disfrutan. A lo largo de estos últimos años, sea por los Festivales de Cine Peruano y las propuestas de jóvenes realizadores acompañando a los “pesos pesados”; por las exposiciones en diversas galerías de nuestra ciudad con instalaciones, fotografías individuales o en colectivos; por las obras teatrales en escenarios grandes y pequeños de las salas de teatro que comienzan a surgir (¡Felizmente!) como hongos en la movida ciudad en la que nos hemos convertido; por las presentaciones de libros de toda índole, desde poesía hasta novela, desde reediciones a trabajos de jóvenes literatos; desde trabajos de grafitis que dan alegría a zonas urbano marginales y que aún muchas personas no terminan de entender estas manifestaciones; por todas estas propuestas y muchas más, los ciudadanos e instituciones silenciosas hacen que Trujillo sea mucho más que un huaco con un inmenso falo o una procesión de mujeres moche encadenadas.
El arte es dinámico y responde, muchas veces, al momento que al artista le toca vivir. A través de este puedes divertir, crear una ilusión, evadirte, denunciar o ¡educar! Por eso el arte nuestro de cada día debe inundar las aulas de niños y jóvenes que arrastran un aislamiento doloroso, marcado por muerte y enfermedad, por miedo y desesperanza. Y hay que ver, detenernos a observar qué sucede en nuestra ciudad. Hay pinturas callejeras, grafitis ingeniosos escritos en muros que nos muestran el palpitar de la ciudad, denuncian las urgencias, las protestas y las respuestas a la situación crítica que estamos atravesando. Filmes largos y cortos, como Casos Complejos de Omar Forero, muestran la cara sucia y dura de la ciudad; en la versión del 2020 del Festival de Cine Peruano veíamos cortometrajes en los que se denunciaba las violencias en aulas, las violaciones silenciadas, el COVID que había enlutado hogares; vimos también una fuerte presencia femenina que sale a decir sus verdades a través de fotografías, cortometrajes y otras artes. La literatura de violencia organizada por bandas o núcleos policiales (escuadrones de la muerte) que estuvo de moda la década pasada comienza a tener otros protagonistas y otras temáticas. Novelas cortas y poemarios de escritores jóvenes desnudan la Trujillo de las aulas universitarias, de los micros y combis, de los bares subterráneos. Historias sórdidas están buscando un narrador de un Centro Histórico lleno de vidas foráneas explotadas. Hay un nuevo florecer de la música: bienvenido sea. El retorno a la presencialidad en algunas actividades ligadas a las salas de concierto ha permitido a un público volver a ver bandas de rock, conciertos de cantautores, música culta en escenarios. Al igual el teatro, las tablas que nos muestran cómo somos. La UPAO y la Alianza Francesa salen a la palestra a apoyar proyectos en los que vemos artistas locales montando obras a un público que aún asiste tímidamente. También algunos colegios están apostando por obras teatrales. Las propuestas como El Grito, además, no deben de dejarse pasar. En el caso de la fotografía, el año pasado se realizaron conversatorios y galerías virtuales para mostrar el trabajo de jóvenes fotógrafos en torno a colectivos; en el caso particular de este evento, la actividad se realizó con un buen número de fotógrafos de NUMERO y artistas de Metepec en México. Las muestras hechas por nuestros fotógrafos tomaron a la ciudad y sus calles como puntos de referencia. El arte callejero con sus danzas, música, el skate, alentado por un concepto más holístico que marca un estilo de vida va ingresando cada vez más entre jóvenes, algo que no hay que pasar por alto entre nosotros. Somos cuna de grandes festivales de Ballet clásico y moderno, hay mucha gente que lo cultiva; así como la danza de la Marinera que tiene su propia expresión en nuestra ciudad; pero también muchas danzas nuevas que van ascendiendo en esa juventud que recorre sus calles, plazas, coliseos, estadios y demás espacios públicos. Hay que destacar la actividad incesante que han realizado diversas instituciones y organizaciones que se centraron en trabajar el arte en zona urbano marginales como el caso de APOYARTE PERÚ. Trujillo es una ciudad joven con cientos de colegios y seis grandes universidades y varias sucursales pequeñas. Y, además, está la gran comunidad de extranjeros que reside en nuestra urbe, comunidad que debe de tener un espacio para mostrarse; son parte ya de nosotros, así como muchos peruanos lo son en Chile. Quizás terminen transformando nuestro vocabulario, nuestros gustos, influyan en nuestras formas de ver el mundo.
Abramos más los ojos y apoyemos estos trabajos de artistas que nos dan, entre toda la miseria que nos pueda apabullar cotidianamente, lecturas especiales para hacernos crecer como personas y sociedad.
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