Cultura: la voz de una ciudad tribal

El arte, además de catarsis colectiva, sirve, para muchas personas, como una referencia que le ponga en claro lo que está viviendo y que tiene necesidad de denunciar. Más voces para los sin voz.

25 de junio del 2022

GERARDO

CAILLOMA


gcailloma@gmail.com


El arte abre caminos en cualquier sociedad. Sobrevive a las desgracias y genera espacios para cualquier grupo humano que quiera compartir vivencias, emociones y conflictos sublimados a través de cualquier material que, por un artista, adquiere nuevos mensajes y una nueva “presentación” para un receptor ávido de respuestas de las más diversas o por mero placer estético. Además, como vamos a ir viendo en esta reflexión, cómo este va generando en el receptor elementos de pertenencia que acentúan el espíritu gregario de cualquiera.


Durante las últimas semanas, Trujillo ha tenido diversas actividades artísticas que movilizan a muchas personas que tienen no solo interés artístico, sino otros intereses que los reúnen. Hace casi un mes un grupo de estudiantes de una universidad local me hizo una entrevista sobre la posibilidad de identificar en nuestra ciudad a grupos pequeños, clanes o tribus. Tomemos como punto de referencia la definición: “Del latín tribus, una tribu es un grupo social cuyos integrantes comparten un mismo origen, así como ciertas costumbres y tradiciones. El concepto permite nombrar a las agrupaciones formadas por algunos pueblos antiguos o primitivos.” Restringiendo la última aseveración usada por extensión, ¿podemos decir que existen grupos con esas características tribus en nuestra ciudad? Si tomamos literalmente esta definición, sí los hay. Pero, veamos también una de las acepciones planteadas por la Academia de la Lengua Española: “f. coloq. Grupo de individuos con alguna característica común, especialmente las pandillas juveniles violentas. Las tribus urbanas.”. Quizás esta acepción ha hecho que en el manejo de este término haya sido empleado para identificar a ciertos grupos juveniles como promotores de la violencia urbana, pese a que estos no tengan ni asuman una posición violentista. Grupos vinculados al arte callejero han sido, lastimosamente, anatematizados por tener ciertas características visuales o actitudinales que no encajan dentro una perspectiva formal o “aceptable”, desde la vestimenta, el uso de tatuajes hasta ciertas danzas y cierto lenguaje coloquial que generan incomodidad a ciertos grupos sociales.


Sin embargo, como se ha visto a lo largo de la historia de cualquier sociedad, este rechazo inicial puede terminar siendo “aceptado” cuando ciertos grupos económicos o políticos los incorporan a su marketing para sus propios objetivos. Identificados con ciertos grupos etarios y socioeconómicos, su aparente marginalización se neutraliza en diversos momentos que la ciudad ofrece. Uno de esos momentos son los eventos colectivos como lo pueden ser los conciertos callejeros. En la última versión de la Fiesta de la Música organizada por la Alianza Francesa de Trujillo el sábado pasado en la Plazuela El Recreo, una serie de bandas y grupos populares subieron al escenario para poder mostrar tanto su trabajo musical como escénico (como debe de ser cualquier concierto en vivo). En este evento nocturno, diversos grupos estuvieron delante del escenario cantando y vitoreando a sus grupos, los que nos ofrecieron su repertorio y también ese necesario contacto con sus seguidores, los de rap hasta rock, Street dance y música Indie. El enganche es interesante, las actitudes y gestos que identifican a tal o cual grupo afloraban a lo largo del concierto generándose una movida interesante de personajes que iban yendo y viniendo en la ciudad grande que se ha convertido Trujillo, con sus bemoles y sostenidos. ¿Las propuestas musicales iban encontrando eco en las tribus que circulaban por ahí? Pues todo apunta a que sí. Aunque pudiera parecer Trujillo aún una ciudad provinciana con un sentido de frustración, pues ya no lo es del todo. Pero esto debe de ser lo más lógico para una ciudad que ya bordea el millón, que tiene una gran cantidad de población juvenil, que sale de una dura emergencia sanitaria, que tiene altos niveles de violencia, que mantiene grandes problemas socioeconómicos, que ve evidencias groseras de corrupción y que tiene necesidad de sentirse viva de acuerdo con sus gustos personales masivos: puntos que les permitan converger para sentirse vivo en grupo (sentido de pertenencia), de volver a sentir ese espíritu gregario que hasta el más huraño carga en sí y sienta que, a través del arte musical u otra arte masiva, pueda exhalar toda esa frustración contenida para muchas personas que necesitan una voz o voces que los represente. Así el arte, además de catarsis colectiva, sirve, para muchas personas, como una referencia que le ponga en claro lo que está viviendo y que tiene necesidad de denunciar.

Más voces para los sin voz.




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