Como un buen libro en páginas, el cine a oscuras en pantalla grande nos transporta a ese mundo al cual todos tenemos derecho a acceder para nuestro aprendizaje, goce, emoción o protesta que toda buena película nos puede provocar.
20 de agosto del 2022
GERARDO
CAILLOMA
gcailloma@gmail.com
Cuando escribo este artículo, quedan aún pendientes dos filmes de la semana que organizan la UPAO junto con los organizadores de la vigésimo sexta versión del Festival de Cine de Lima de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Cuando escribo estas líneas, ya he podido ver tres filmes de esta exhibición variada que incluye dos películas peruanas, una europea, una colombo-tailandesa y una restauración del filme clásico Pickpocket (carterista) del maestro Robert Bresson. Gracias a la invitación de Omar Tello para conducir los conversatorios post proyección, tuve la oportunidad de conversar con directores, cineastas y gestores culturales sobre temas relacionados tanto con el filme visto, así como otros relacionados con el mundo cinematográfico, sus problemas y oportunidades.
Abrió la muestra Cine Trujillo el filme La decisión de Amelia de Francisco Lombardi. Previo a la proyección, la UPAO hizo un merecido reconocimiento al famoso y bastante prolífero director nacional. El filme tiene como figuras principales a Mayella Lloclla y Gustavo Bueno. Mayella es una actriz que va creciendo sostenidamente por su participación en diversos filmes, así como series televisivas como El último bastión; ha participado en otra película de nuestro director, Dos besos. En la conversación posterior, hablamos sobre los nuevos actores que hay en actividad, grupo en el cual podemos incluir a otros trujillanos como Fernando Bacilio. El grupo actoral peruano tuvo dolorosas pérdidas en los últimos años como los decesos de Juan Carlos Ochoa o Diego Bertie, muertes muy sentidas fuera de los círculos artísticos por haber sido personas muy populares en televisión, teatro y películas. Ochoa trabajó en La ciudad y los perros, donde caracterizó al Jaguar (que lo “estigmatizó”, en cierta manera, como tal) y Diego en otros como Bajo la piel o Sin compasión. Sin embargo, Lombardi se siente optimista por las nuevas camadas de actores peruanos y esperemos que esta crezca a medida que haya una mayor producción cinematográfica no sólo en Lima, sino en muchas ciudades de provincia. También hablamos de esta producción hecha fuera de Lima y la poca difusión que existe al respecto. Es cierto, hay poca información en la comunidad nacional sobre la producción hecha en diversas regiones de nuestro vasto país, tan diverso, tan poco comunicado, tan poco integrado. Otros actores, además del estatal, deben de entrar en juego para que esta cinematografía, incluso en lenguas vernáculas, tengan espacios para que el grueso del público pueda ver y verse en filmes y documentales, en corto y largometrajes. No sólo es suficiente los festivales de cine que, en muchos casos, es visitado por el mismo público, sino ir creando otros más para la formación visual y cultural de más personas. Ejemplos como Wiñaypacha, por ejemplo, debería de ser un aliciente para trabajar más cine de los miles de perúes que nos rodean. Hay tantos temas e historias, grandes y pequeñas por contar. En nuestro próximo Festival del Cine Peruano en octubre podremos ver más propuestas que tenemos que ver.
La proyección del filme Memoria del director tailandés Apichatpong Weerasethakul fue un bello obsequio para los amantes de un cine atrevido, con propuestas que cambian nuestras formas de ver una película. El atrevimiento de Apichatpong se da en el manejo del sonido y la imagen. Grandes planos expuestos con el tiempo necesario para que el espectador vea detalles y se sumerja en la misma. Hablando con el cineasta Fernando Mendoza, fanático de este maestro, Fernando siempre tiene la expectativa de hallar algo nuevo, de ser sorprendido por este cineasta, ganador de la Palma de Oro de Cannes del 2010. En declaraciones del director, comenta que su trabajo con la actriz Tilda Swinton es fantástico, muy colaborativo. Vemos a la actriz en un papel fascinante, de un trabajo actoral sostenido, expresivo, de una locuacidad evidente en una película en la que la banda sonora es invadida por la naturaleza de la selva como puede ser la amazónica. Apichatpong viajó a Colombia para trabajar el filme con personas que aparecen como fantasmas en un país que ha estado y aún está sumido en la violencia, esa que ha enviado a muchas personas a fosas comunes, esa que convirtió a muchos campesinos en “falsos positivos”. Pero el sonido, un fuerte “bang”, es uno de los principales actores del film: su aparición marca tiempos y puntos de inflexión en la narrativa desarrollada en las de más de dos horas en la que, repito, vemos a las personas desvanecerse sin preocuparnos qué pasó con su discurso personal, son incidentales. La conversación con Mendoza fue nutrida y sostenida que permitió reconstruir un filme que merecía reflexiones y apuntes.
Pickpocket es una obra maestra de observación, la que es empleada para construir una historia de una rara redención. El gobierno francés está en una campaña intensa de reconstrucción y digitalización de su extenso y rico material cinematográfico de los grandes maestros. Cuatro obras maestras de Bresson han pasado este proceso y han sido expuestas en diversos festivales y circuitos de cine por el mundo, como lo ha sido el Festival de Lima: Pickpocket, Un condenado a muerte se ha escapado, Lancelot del lago y Al azar, Baltazar. De estas cuatro, para la muestra trujillana trajeron esa belleza que es Carterista. Obra de observación, de contemplación, de visión casi fría que muestra más las acciones que las emociones de los actores. La contemplación de diversas acciones que los carteristas hacen para robar dinero u otros de nuestros bolsillos, maletines u otros fue objeto de comentarios por diversas personas desde su aparición en 1959. Se decía que muchos ladrones iban a ver el filme para aprender detalles de cómo robar con dedos de “seda” (un maestro en estas artes era uno de los actores de esta obra). Pero nuestro principal protagonista, Michel, es una mezcla de Meursault de El extranjero y Rodion Raskolnikov de Crimen y castigo. Entre Camus y Dostoyevski, se mueve Michel, un poco entre una suerte de escepticismo y redención. Es Jeanne quien le da una razón de vida, tras haber sido capturado por haber reincidido en las malas artes. La conversación con Carla Salazar, quien vino como representante de la embajada francesa en nuestro país fue fluida y nos comentó sobre el plan de recuperación del patrimonio fílmico francés, la reacción del público en las salas de la Alianza Francesa de Lima y hasta la sorpresiva demanda de un público juvenil por ver filmes clásicos, jóvenes que esperan ver en una buena sala filmes clásicos que son patrimonio cultural de la humanidad. Salas, más salas. Grandes pantallas para volver a la magia de lo que era el cine de antaño, ese que encandiló a nuestros abuelos, padres, a nosotros y, por qué, a nuestros hijos y nietos. Como un buen libro en páginas, el cine a oscuras en pantalla grande nos transporta a ese mundo al cual todos los seres humanos tenemos derecho a acceder para nuestro aprendizaje, goce, emoción o protesta que toda buena película nos puede provocar.
Fiesta que no hay que perdernos la próxima vez.
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