En el reloj del metro.

Son cinco minutos para las 8 de la noche, sé qué no será puntual pero ya no falta mucho. Hay una emoción que embarga mi ser, cuatro años han pasado y solo por las pocas fotos que me ha querido compartir la conozco actualmente. Hace más de 6 años la conocí aquí bajo el reloj, ese día como hoy no servía y ella se encontraba a mi lado y me preguntó la hora; después de responderle miró que llevaba en la mano un cd de Vilma Palma e Vampiros y me preguntó si ellos eran los que cantaban "La pachanga", le dije que sí pero que lo había comprado por la canción "bye bye", Ella me comentó que no la había escuchado. Después de un momento tome el cd y se lo extendí y le dije ten para que la escuches, ella me dijo: "lo acabas de comprar ni lo has abierto", le insistí, le dije que no importaba, que se lo prestaba. El ticket de la compra lo partí en dos y en él apuntamos nuestros nombres y teléfonos y así inició todo. Por eso sé que eligió el lugar apropiado para nuestro reencuentro.

Cuántas cosas habrán pasado bajo el reloj de las estaciones del metro. Toda mi época de estudiante y ahora en el inicio de mi vida laboral el reloj a sido un punto de encuentro muy concurrido. Para ir al cine, al teatro, a comer, al parque, por un café; incontables citas son las que ocurren debajo de un reloj. Tantos encuentros, besos y abrazos. Y ahora aquí después de estos años esperando una vez más bajo el reloj. Fue aquí dónde entre tanta gente pasamos desapercibidos y nadie tomaba atención a nuestro amor, nadie sabía que ella y yo no deberíamos besarnos, pero ahí estábamos coqueteando el uno con el otro, una y otra vez.

Las 8:05 y aún no llega, seguramente en un momento me llamará diciendo que ya está llegando. La verdad por ella y solo por ella podría esperar todo el tiempo necesario con tal de volver a verle. Otras personas también esperan, en éstos diez minutos que llevo han llegado sus citas de dos personas, pero aún quedan una mujer que se ve desesperada mirando su reloj constantemente y también está otro como yo que parece esperar a su novia, se encuentra muy arreglado y con un muñeco de peluche; y yo aquí ansioso de mirar sus ojos con un ramo de rosas que me hace sentir incómodo pero que no presto atención con tal de volver a encontrarme en su mirada. La señora por fin dejó de esperar, hasta yo descansé, llegó otra señora y se fueron a prisa. Las 8:08 ya está llamando, respondo su llamada y me dice: "¡Hola Amor! Gracias por estar siempre presente en esta larga ausencia. Baja la vista y cuenta hasta cien. Te amo." Obedezco y luego de un momento veo sus pies, levanto mi vista y por fin se encuentran nuestras miradas, nuestros brazos y luego nuestros labios, cuánto deseaba este momento.

Aquí bajo el reloj fue nuestro primer encuentro y también jugueteando nuestro primer beso. Siento pena por todos los que nos rodean y no tienen la dicha de disfrutar este momento tan maravilloso. No hubo un bello atardecer, no hay una luna llena, ni música de fondo, ni siquiera la lluvia que tanto disfruto y no hacia nada falta, pues su presencia es todo lo que necesito para ser feliz.