El día que muera

El día que muera espero que no sea hoy, ni mañana ni un día cercano, espero sea al menos cuando sobrepase el promedio de vida del ser humano, que creo es de 73 años, pero ese día puede ser sin aviso y esto me motiva a escribir al respecto. Ese día la muerte habrá llegado a mi encuentro y tal vez alguien sienta tristeza de ya no verme, no lo sé, pero de algo estoy seguro el más triste de perder la vida habré sido yo en ese instante antes de morir.

Porque ya no disfrutaré de los pequeños pero gratificantes momentos que acontecían en el común de mis días, que eran los que formaban mi felicidad. Con mis sentidos apagados ya no podré sentir placer de lo tanto que disfrutaba de ver, oír, sentir, oler y saborear de la vida; y con ello ya no veré ni sabré de mis seres queridos,  muchos de ellos contribuyeron a moldear lo que fui. Son muchos con quienes coincidí en tiempo y espacio que me hicieron feliz, a cada una de ellas y ellos si me llegan a leer les digo fue un placer caminar a su lado, aunque me era difícil demostrarlo; muy seguido recordaba a cada una y uno de ustedes porque eso sí, tuve buena memoria. Y al menos yo disfrutaba mucho también de mi vida recordando los bellos momentos. Seguramente me sentiré triste porque de mi mar de sueños solo pude realizar el equivalente a unas cuantas gotas,  eso sí, los sueños nunca me faltaron. 

Ahora muerto no me busquen, ya no estaré ahí en ese cuerpo inerte que me transportó por un tiempo por la vida de ustedes, y de muchos otros que nunca conocerán y de otros que también ya no están, ese cuerpo ya no necesita ni frases, ni objetos, ni palabra alguna, tal vez algunos lo necesiten pero yo no. Pero si ustedes sienten aún así esa necesidad de despedirse, adelante. Traté de dejar huellas de mi estancia, no fueron todas las que deseaba pero sí las que estaban en el límite de mis posibilidades. Si tu sientes dolor por mi ausencia o necesitas algo de mí, te lo digo con firmeza y certeza solo ¡Vive! y si me extrañas, simplemente mientras no me olvides seguiré presente en tu recuerdo y en todas esas fotos que aunque no me veas, lo que ves en ellas es parte de mi mirada, así que estarás mirando a través de mis ojos, pero no olvides vive y haz como siempre las cosas que te gustan, recuerda que sólo las acciones que realices a través del tiempo del dolor son las que mitigarán ese sentir. Después con el paso del tiempo verás que muchas cosas buenas no hubieran sucedido si yo estuviera aún con vida. Pero ten por seguro que sí mis ideas eran equivocadas y encontrara la forma de acompañarte, en silencio, en esos momentos que me necesites estaré a tu lado. 

Pero bien, he muerto y si alguien se pregunta qué hacer con este cuerpo que ya no soy yo, y por tanto lo que opine ahora es irrelevante, pues pueden hacer de mi cuerpo lo que quieran, al fin que ya no voy a estar. Enterrarme, cremarme o no sé que más, tal vez sea alguno de mis destinos, por mi no hay problema, pero si en algo importa y sólo si es posible me gustaría que mis cenizas sirvan de parte de la tierra de alguna planta o árbol, o bien que mis cenizas estén junto a mi familia en el panteón y me gustaría que lo más rápido que sea posible se deshagan de ese cuerpo que repito ya no soy yo. Pero al final de cuentas, hagan lo que crean conveniente. Si por alguna razón he desaparecido, no se desgasten intentando recuperarme pueden marcar el día de mi desaparición como el día de mi muerte.

Sé que la mayoría de las personas que he conocido aunque importantes en un momento de mi vida seguirán como siempre sin extrañar mi presencia pues para ellos así como para muchos desde hace mucho he estado ausente. Nunca me olvidé de cada uno de ustedes pero mi forma de ser me mantenía feliz siendo asocial. 

Fui religioso a mi manera y un gran creyente en mi niñez, por años trataba de hablar con ese dios en el que muchos creen, lo estudiaba con detenimiento, pero mientras más lo buscaba más dejaba de creer en él, tanto que hoy no me preocupa nada que no exista un después de la muerte. A grandes rasgos como decía Saramago creo que fui buena persona, y con eso me voy en paz. Desde joven me he sentido preparado por si muero pero de igual forma desde entonces no he buscado la muerte y es más siempre le he huido, y sé que con mi forma de ser todos los que me rodeaban vivirán bien sin mi. Tranquilo y agradecido me iré con lo que viví. Y sí al final me equivoco y hay forma de volver a verlos no duden que lo intentaré.

Cada uno ha ocupado un mayor o menor espacio en mi vida; familia, amigos, alumnas(os) cada uno de ustedes sabe la gran alegría que provocaban en mí, también lo digo por quienes conocí solo por su voz, por sus palabras, por sus publicaciones, y que no tuve la fortuna de conocer físicamente, con algunos de ustedes surgió un lazo de amistad que valoré mucho, hay sentimientos que crecen sin importar que se encuentre en el punto más lejano para mi, esas palabras alimentaban mi ser y siempre las llevé y me las llevo conmigo.

En cada etapa de mi juventud me enamoré y amé a mujeres que me hacían soñar; ellas lograban que este ser introvertido dejara de serlo por momentos, con tal de experimentar su ser en mí. Su presencia provocaba esa sensación tan bella y atormentadora que es el enamoramiento. Siempre me consideré un afortunado en el amor. La última vez que me enamoré fue en 2002, inició en una calle rumbo al trabajo, ví a una chica que atrajo mi mirada, deseé conocerla y minutos más tarde me sonreía y semanas después sería mi novia, cuatro años más tarde mi esposa y ocho años después la madre de mi mayor sueño hecho realidad, no hay risa que más me ilumine que la sonrisa de mi pequeña, nada deseo más que sean felices. Sin duda ellas son lo que se llama el amor de mi vida. No fui como el común de las personas pero me han soportado estos años y coincido con la frase: cuánto me debe el destino que con ellas me pagó. Ellas serán mi mayor tristeza al morir porque ya no las veré crecer.

Finalmente gracias a todos porque su existencia me alegró y ayudó a formar mi vida. Me fui lleno de recuerdos, me llevo sus miradas, risas, besos, abrazos y mucho más, fue un placer coincidir con ustedes en este maravilloso lapso de tiempo.

Pablo Hernández Bravo.