Clásico
En una plaza comercial, al ir caminando pensaba que todo era diferente, los locales y pasillos no eran como la última vez. Cuando de repente alguien me toca el hombro.
- Hola.
- ¡Hola qué gusto!
- Lo mismo digo.
- ¡Qué gusto verte!
- ¿Cómo has estado?
- Bien, gracias. ¿Y tú?
- También bien, gracias. Años queriendo verte. ¿Tienes tiempo?
- Sí.
- ¿Vamos por un café?
- Sí, gracias.
Ya en el café.
-Sabes te he extrañado mucho.
- Desde hace mucho te quería encontrar y decirte gracias, eres especial para mí, tu forma de ser y tu belleza me atraían y atraen mucho; siempre al verte tu presencia me llenaba el alma, tu forma de verte siempre teniendo el control, no te importaba al igual que a mi lo que los demás hablaran, disfrutaba mucho mirarte; mirar tu rostro, tu sonrisa, tu lindo cuerpo, y como olvidar esos besos que aún llevo conmigo, pero eso no evita que extrañe sentir tus labios nuevamente. No sé cuántas veces nos besamos, creo muchas pero me gustaría tener el recuerdo de muchas más. He de confesar que disfrutaba mucho estar contigo aunque me ponías nervioso, provocabas que mi corazón latiera tan fuerte tal vez por el deseo de abrazarte por más tiempo y sentir cada parte de tu cuerpo. Sin duda extraño esos momentos contigo. Solo agradecimiento tengo hacía ti por esos bellos momentos.
- Me da gusto y tristeza escuchar tus palabras. No sé qué sería de mí si nos hubiéramos dado una oportunidad.
- No lo sé, seguramente sería algo lindo, pero lamentablemente después de tantos años nuestras vidas han tomado caminos diferentes.
- Pues sí, tengo tres niños.
- Sí, lo sé. Pero mira ahora después de tantas cosas que han pasado en nuestras vidas otra vez platicando.
- Sí, qué alegría.
- Cada que paso por aquellas estaciones del metro me llega a la mente tu recuerdo. Desearía tener más fotos tuyas.
- Te quiero besar...
Entonces todo se comenzó a desvanecer y comencé a escuchar una voz.
- Hey, hey. ¡Ya despierta! Se te hace tarde para el trabajo.
Ya despierto estoy seguro de que su recuerdo será sempiterno.