Trópicos sólidos
Daniuel Barclay
Daniuel Barclay
Texto curatorial para la Galería Ginsberg, Lima 2024
La teórica y crítica Mieke Bal ha sostenido que el arte puede contribuir a la sociedad creando espacios donde los actos de controversia democrática no solo son permitidos sino activamente habitados, incluso en la pintura. En plena generación del rascacielos, el proyecto «Trópicos sólidos» nos propone una ciudad abierta, dominada por lo vegetal, y por ende, eco-futurista. Las pinturas proyectan una imagen más amable y menos cartesiana de las «arquitecturas del poder», ya que huelga decir que hoy el poder es el capital, y el turismo masivo en el que nos perdemos y los edificios que han sido vinculados a ello son una de sus consecuencias más directas.
La obra de Daniel Barclay también nos llega a través de una estética en la que los límites entre la figuración y la abstracción quedan difuminados, ya que el decodificar las visiones de la ciudad es al mismo tiempo un acto emocional y arquitectónico, lo que dará lugar a una relación casi musical entre forma, matiz y color, donde esta relación visual, sea más o menos abstracta, deja de tener importancia. Y aunque la exploración del tema de estas ciudades está claramente enraizada en una comprensión del cubismo como forma de romper con el espacio, Barclay adopta este lenguaje de manera subversiva, para alcanzar un estilo personal en el cual la línea, controlada, surca el espacio del cuadro que él llena de una luz y color basados en su propia percepción del ambiente. En ocasiones es difícil encontrar un centro compositivo en estas vistas de ciudades. Se desplazan espacialmente proponiendo un viaje narrativo por las superficies de los edificios y las calles, lo que provoca un deslizamiento de la mirada sobre diversos puntos, obligándonos a asumir una yuxtaposición consecutiva de espacios multifocales que rompen con la idea de una arquitectura dominante para regresar a un espacio en el que la urbe se convierte en un lugar orgánico que podemos volver a habitar, transformándolo en un lugar de expansión contenida.
El modo en que instala sus obras permite también que el espectador pueda interactuar e incluso transitar entre sus paisajes, trabajando en una original transición de las dos a las tres dimensiones, eliminando la distancia entre el espectador y la obra de arte, lo que nos recuerda también a teorías que enlazan con el neoconcretismo brasileño. Barclay experimenta con la noción de límite, explorando no solo los relacionados con las convenciones de la disciplina pictórica, sino también con aquellos que se ven constantemente modificados por la influencia que la ciudad ejerce sobre nuestros cuerpos en un entorno urbano marcado por su complejidad y el cambio constante.