Inauguración
Juancho Arregui
Juancho Arregui
Proyecto comisariado para la Galería Seismasuno
La inauguración, esa ceremonia en la que determinado lugar u objeto ve la luz por primera vez y entra a ocupar un lugar dentro de nuestra cultura. Lo inaugurado se sacraliza, se rodea de un ambiente que lo legitima ante la sociedad y que infunde cierta sensación de respeto o grandeza a quien se encuentra en él; aunque en muchos casos ni siquiera encontramos el motivo exacto de dicha sensación.
¿Cuántas veces hemos paseado por galerías y museos sin saber siquiera lo que estamos contemplando? o,
¿cuántas veces nos hemos detenido a admirar una inscripción conmemorativa sin saber que hay escrito en ella?.
Parece que nos gratifica el hecho de estar presentes en esos lugares y momentos, como si nos satisficiera pensar que podemos formar parte de su historia, de su grandeza.
Juancho Arregui da rienda suelta a este tipo de reflexiones durante su estancia en la Real Academia de España en Roma, donde decenas de inscripciones se exponen con orgullo en sus paredes sin saber siquiera qué nos cuentan, historias ignoradas que se acumulan con el único propósito de dignificar el lugar que las contiene.
Se trata de esa reflexión sobre el valor de culto que mencionó Walter Benjamin en su ensayo La obra del arte en la época de la reproductibilidad técnica. Un valor de culto que está implícito en el sistema de las artes y que hace de ese aura algo irrepetible y singular, dando importancia al lugar y al momento donde fue creado o para el cual fue creado.
La obra de Juancho Arregui materializa el aura sacralizada y adherida en los suelos y las paredes de estos espacios, convertidos ya en lugares de culto y peregrinación. Rescata su historia, roba su pátina, lo que la gente y el tiempo deja grabado en ellos. Se trata de una creación cuyo único lazo con su origen ya no es la réplica de su forma, sino ese aura que durante el proceso queda atrapada en la propia obra.