TU CUERPO TIENE UN SENTIDO

Introducción

Miramos a nuestro alrededor, conocemos por nuestros ojos, por lo que vemos.

Caminamos en una dirección, hacia algún lugar, para cumplir un objetivo.

Hablamos para comunicarnos, para darnos a conocer, para comprender al otro.

Tocamos objetos, texturas, brazos y manos...es nuestra forma de hacer realidad y sentir aquello que vemos.


¿No te das cuenta? No podemos vivir sin estar en el mundo, y no podemos estar en el mundo si no es con nuestro cuerpo. Y nuestro cuerpo no es solo un recipiente sin más; nuestro cuerpo habla de nosotros. Por ejemplo, las manos. Las manos tienen una forma genética que no podemos cambiar, y es nuestra base. Pero luego hay detalles...detalles que hablan de nosotros: quizá alguien tiene callos porque trabaja la madera o toca algún instrumento, las uñas más o menos mordidas por los nervios, pintadas o no. Manos con anillos o tatuajes que cuentan historias, o cicatrices que recuerdan experiencias. Pero no es solo cómo sean esas manos. Hay mucho más: es lo que esas manos hacen. Si acogen otras manos en un apretón fuerte o son manos que se dejan hacer por el otro, sin ánimo ni ganas; si dan caricias suaves o golpes secos, si acogen o rechazan.

Nuestro cuerpo habla de nosotros, porque forma parte de nosotros. No podemos ser sin nuestro cuerpo. E igual que necesitamos conocer cómo sentimos y cómo pensamos, también es importante conocer nuestro cuerpo y saber por qué es como es. Porque nuestro cuerpo habla de nosotros, mucho más todavía. No es que mi cuerpo se adapte a lo que soy y cómo soy; es que yo soy según es mi cuerpo. No es que mis manos sean reflejo de mi vida y de lo que he hecho tantos años o de mis manías; es que mis manos tienen una forma concreta y una misión concreta en mi cuerpo, y eso me hace actuar de una manera u otra. ¿Lo entiendes ahora?

No queremos quedarnos solo en las formas o en lo físico; tienes que entender que nuestro cuerpo tiene esta forma por algo concreto, y con nuestro cuerpo hablamos. Y ese lenguaje es el del amor, para conocer al otro y acogerlo, y darnos a conocer. El lenguaje del amor, sí. Quizá suena cursi o idiota, pero es así. ¿Por qué tenemos brazos?¿Por qué la mujer tiene entrañas?¿Por qué tenemos ojos? Siempre para salir de nosotros al exterior, para acoger lo que hay a nuestro alrededor. Porque el ser humano no sabe existir solo, no puede. Si un bebé no tiene contacto físico y es abandonado, muere de pena. Y un adulto, y un mayor...todos. Necesitamos abrazos, palabras de ánimo, miradas que nos hacen sentir importantes. Eso es lo que nuestro corazón desea, y lo que nuestro cuerpo grita a voces.

Pero esto nunca nos lo han dicho así, ¿verdad? Hoy en día vemos supermodelos que maltratan su cuerpo para ajustarse a unas normas que nosotros intentamos seguir y nos hacen enfermar; seguimos unas modas que nos impiden ser únicos y que, muchas veces, nos hace vernos como objetos de miradas, no precisamente las que buscamos en el fondo. Queremos decir algo pero hacemos lo contrario por miedo a que nos rechacen o se burlen de nosotros… Nuestro corazón, dentro de ti y dentro de mí, está ese latido que busca lo que pertenece a la persona, pero nos ponemos una máscara para encontrar un sucedáneo que se acaba rápido y nos hace buscar más y más, como las pilas malas.

Y hasta aquí el acento pesimista, porque…¡hay una buena noticia! Y es que nuestro cuerpo tiene sentido, ese latido que a veces quieres callar es bueno y verdadero, y quiero decirte que ¡no tienes que esconderlo! Porque estás aquí y has sido amado (y lo eres) tal como eres, sin máscaras, siguiendo ese latido interior. Y no porque te lo diga yo, sino porque ha sido así desde siempre, desde el principio. Y es ahí donde quiero llevarte, igual que lo hizo un hombre que tenía un corazón enorme, para recordarte para qué estás aquí y que eres como debes ser. Empieza esta aventura para conocerte, ¿te atreves?