HÁGASE II

Capítulo III

En el relato elohísta, Génesis 1, vemos como una explicación general de cómo ocurrió la creación, y no se detiene en detalles; explica la aparición de hombre y mujer como colofón de los anteriores días y ya está. En este segundo relato, que es Génesis 2, es como una profundización de lo que se ha explicado anteriormente:

“Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.” (Gn 2, 7)

Al principio, al hombre se le llama “hombre” (‘adam’). En el momento de la creación de la mujer, pasa a ser “varón” (‘is’) y ella ‘issa’, porque sale del varón. Y es cuando leemos: “De la costilla que del hombre tomara formó Yahvé Dios a la mujer y se la presentó al hombre. El hombre exclamó: ‘Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta se llamará varona, porque del varón ha sido tomada’”. (Gen 2,23-24). Es una frase importante que veremos más adelante, pero ya os avanzo que es clave para entender la unidad e indisolubilidad del matrimonio, y también un tiempo en el que el hombre empieza a entenderse. Pero no corramos…

Adán ve a Eva y se alegra. Y enseguida vemos el árbol del bien y del mal, y la escena famosa en la que Adán y Eva comen del fruto de ese árbol, y todo cambia. Hay un antes y un después en ellos; su conciencia cambia, su mirada también. Pasan de la inocencia al pecado; ese fruto marca una línea divisoria.

Aquí podemos empezar a entender esto que decía Jesús en el sermón de la montaña. Él no aprueba lo que permitió Moisés. ¿Por qué lo permitió Moisés si Jesús no lo hace?¿Por qué Moisés va en contra de Jesús? No es que Moisés quisiera ir en contra de Jesús, sino algo un poco más sencillo (o no): Jesús nos enseñó durante su vida, de palabra y de ejemplo, sobre el plan que Dios había pensado para la humanidad, y dio unos consejos, unos ‘tips’ que diríamos hoy para vivir bien. Pero claro, eso era al principio de todo. Cuando Adán y Eva comen de ese fruto, todo cambia. Lo veremos, pero cambia su manera de mirar y de pensar y de actuar. Y lo que Dios había pensado para ellos ya no es suficiente; es un techo para ellos, y necesitan romperlo, ir más allá. Y todo se va desviando. Y llegamos a tiempos de Moisés. Dios no había planeado que los hombres se separaran de sus mujeres, porque en su plan era una relación de don, de amor. Moisés, al encontrarse esto, tuvo que “adaptarse” a lo que había para que pudieran encontrarse con Dios. Pero ellos, que eran de estos que les encanta las normas y viven para seguirlas, pero según su parecer, ¿entiendes? Digamos que las llevaban a su terreno y justificaban todo lo que ellos querían. Y ahí nos encontramos en el sermón de la montaña. ¿Vas viendo ahora por dónde voy? Pues seguiremos respondiendo a esas preguntas que seguro te surgen de esto: ¿por qué cambió la mirada de Adán y Eva? ¿Cómo era antes y cómo es ahora? ¿Cómo era esa relación de hombre y mujer?