A partir del Triásico comienza la fragmentación de la Pangea, aunque la actividad orogénica es aun tectónicamente poco significativa. En la Península Ibérica, durante esta era, la erosión fue desgastando los relieves hercinianos, hasta arrasarlos y convertirlos en macizos rígidos y duros. Los materiales erosionados se fueron depositando en el fondo de los mares.
Los terrenos de este período están formados por rocas caliza y areniscas originarios de un ambiente marino, abarcando la mitad Este de la península. Además observar que el buzamiento de estos materiales es debido a una orogenia posterior en el cenozoico denominada orogenia alpina.