En la era digital, la ciberseguridad se ha convertido en un tema prioritario para gobiernos, empresas y usuarios. Cada día se registran millones de intentos de ataques informáticos, desde fraudes financieros hasta espionaje corporativo. La protección de datos sensibles es hoy una de las principales preocupaciones globales.
Los ciberdelincuentes utilizan técnicas cada vez más sofisticadas. Entre ellas destacan el phishing, que engaña a los usuarios con correos falsos; el ransomware, que bloquea sistemas a cambio de un rescate; y los ataques de denegación de servicio, capaces de colapsar páginas web enteras. Estas amenazas afectan tanto a individuos como a grandes corporaciones.
Ante esta situación, la inversión en seguridad digital se ha disparado. Empresas tecnológicas desarrollan sistemas de encriptación más avanzados, inteligencia artificial para detectar comportamientos sospechosos y programas de concienciación para usuarios. El factor humano sigue siendo el eslabón más débil, por lo que la educación digital es clave.
Los gobiernos también han comenzado a endurecer regulaciones. La Unión Europea, por ejemplo, implementa normativas estrictas sobre protección de datos con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). En América y Asia, las legislaciones avanzan en la misma dirección.