Los niños / jóvenes testigos pueden sentir culpa por no hacer nada y al mismo tiempo sentir temor ante la idea de involucrarse. Esto es bastante habitual, sin embargo, sería negligente pedirle a tu hijo/a que defienda a un compañero si realmente el grupo es complicado. En ese caso, es importante dirigirse a la escuela y dar aviso de lo que está sucediendo (más allá de que no se trate de tu hijo/a) para que los adultos responsables intervengan.
Los chicos que son espectadores pueden tener sentimientos de culpa, de ansiedad y de tristeza. Algunos de ellos sienten mucho MIEDO de ser los próximos en la lista, y en ocasiones afloran sentimientos de enojo y frustración por la impotencia que sienten ante situaciones tan injustas. Además, el hecho de estar expuesto de manera repetida a estos episodios, normaliza y naturaliza la violencia: los chicos aprenden que es normal que esto suceda.