Artículo publicado en la revista Fuego Amigo en noviembre de 2014.
(En el artículo no se desvelan datos relevantes sobre la trama de la película).
El tráiler de Viva la libertà deja entrever que la nueva obra de Roberto Andò va a situar al espectador en una trama política burlona, en una sátira de la artes políticas contemporáneas. Con el avance y el título de la película esperaba escribir sobre la libertad, como filósofa de la antigua Grecia, que ajena a locura financiera del siglo XXI y evadiéndose del hecho de deber un préstamo al banco, puede pasear por las fecundas praderas de la Hélade sin otra preocupación que la de mantener la túnica bien atada. Confiaba en poder disfrutar de una tarde ascética de domingo. Roberto Andò y yo. Nadie más. Pero a los quince minutos de película, mi plácido plan de domingo se había esfumado como votante del PSOE en 2012.
Viva la libertà es una película de humor negro. El director logra la risa con el rescate de escenas de la vida cotidiana – como el buen cine italiano – que por sí mismas, sin ninguna teatralización artificiosa, se transforman en parodias de nuestra política. De nuestros políticos. De nosotros. Pero lo cierto es que Viva la libertà es una película trágica.
Los primeros latigazos me evocaron la situación de la política española. Un desgastado líder de un partido al que ya nadie cree. Poco a poco el dibujo se fue haciendo más nítido, y claramente aquello parecía centrarse en la situación de nuestra socialdemocracia. El roído líder de la oposición, que es incapaz de provocar emociones y, encorsetado en lo políticamente correcto, carece de la inteligencia suficiente para desafiar la normalidad e imaginar una alternativa.
Fotograma de la película Viva la libertà.
A medida que los fotogramas pasaban ante mis retinas comencé a ver que, en realidad, Roberto Andò estaba intentado hablar en clave sobre los últimos rescoldos de lo que una vez se llamó la izquierda de la izquierda. El filme es el retrato del líder que niega su torpeza y sigue rodando hasta consumirse por completo. Cuando el asesor del carcomido político decidió abandonar la gomina y se soltó el pelo, me convencí de que esto iba sobre cómo dejarse crecer la coleta.
En parte la película es sobre todo eso. Pero la tragedia sobrevino cuando me percaté de que no habla de España. Viva la libertà es la fotografía de la catástrofe. De nuestra catástrofe. Se han acabado las referencias. Es el rostro de Italia, de Francia, de España, de Grecia… lo es de Alemania. De rostros petrificados, aterrorizados, acobardados porque se ven superados por el desastre, con un único punto en el programa que es “vivir al borde del abismo”.
El hombre no político, el recién salido del psiquiátrico, el profesor filósofo es el único que se atreve a gritarlo: “Nuestro partido ha sido cómplice”. Y en parte nosotros también. Era el momento de dar la cara, pero aquellos que debían haberlo hecho se han aprovechado de la catástrofe. Y, así, el pueblo deja de sentir. Y lo que se recordará de este momento será que “los tiempos eran oscuros porque ellos han callado”.
Es la catástrofe abordada desde una multiplicidad de perspectivas en las que muy pocos tienen la valentía de reconocerse. “El miedo es la música de la democracia” ¿Alguien se va a atrever a hablar sobre este tema? ¿Cuántos miedos engendra la democracia? ¿Qué mecanismos se ponen en marcha para que “la gente pueda tolerar esto?” ¿Quiénes somos cómplices de la catástrofe? Hemos aprendido a identificar la cordura política con una serie de actitudes, de imágenes y decisiones, ¿qué es lo correcto y para quién es correcto?
Parlamento inglés en 1793, pintado por Karl A. Hickel.
Fuente: National Portrait Gallery.
Es la película sobre el desafío a la normalización, sobre el combate contra el fatal destino de los ciudadanos de dictaduras que aún se llaman democracias. Es el tiempo de la reflexión, quizás es el tiempo de escuchar a los filósofos y con su parsimonia volver a caminar. Es imprescindible buscar responsabilidades, para identificar a quienes "se aliaron con el diablo" y para saber si "alguna vez fueron jóvenes o ya nacieron así”. ¿Hubo ideología alguna vez? Deben responder y debemos exigírselo, de otra forma, continuaremos girando en la podredumbre de los tronos, viviendo siempre al borde del abismo y con la banda sonora de fondo que suena en nuestra democracia, el miedo.
Viva la libertà. Dirigida por Roberto Andò, (BiBi Film/Rai Cinema/MiBAC: Italia, 2013).