Para explicar la dispersión hemos de plantearnos qué es la luz. La luz se nos presenta a menudo como una onda electromagnética, la cual tiene una cierta velocidad de propagación y una cierta frecuencia de perturbación. Al catalogar esta frecuencia surge el espectro electromagnético, que contiene frecuencias de todo tipo: microondas, rayos X, luz ultraviolada... En nuestro día a día la parte del espectro electromagnético en la que más nos encontramos es con el espectro visible, ya que nuestros ojos están diseñados para captar este intervalo de frecuencias.
Ahora bien, raramente observamos luces formadas por una onda con una única frecuencia. La luz natural que llega a nuestros ojos suele está compuesta por ondas con un gran intervalo de frecuencias, las cuales se acoplan dando una única onda resultante. Aquí es donde entra el concepto de dispersión. Cuando la onda resultante entra dentro de un medio material no todas las ondas que la forman viajan a la misma velocidad, sino que esta depende de la frecuencia de cada onda. Así, las ondas monofrecuenciales que viajaban juntas se empieza a separar. Este fenómeno se llama dispersión.
Luz dispersada tras atravesar un prisma