HOLA CHICOS. iMPRIMIR ESTOS TEXTOS Y LLEVARLOS A CLASES (SEMANA DEL 20 AL 24 /9
17 septiembre 2021 18:53
Es cierto que hay que ser prudentes, porque Cristina puso las instituciones democráticas al borde del abismo. Pero también es verdad que para encontrar los mejores remedios, hay que hablar claro, sin eufemismos e identificar con la mayor precisión cual es la enfermedad. Y creo que hay que decirlo con todas las letras.
Cristina es golpista. Con sus delirios y venenos, finalmente se sacó la careta y está conspirando contra la continuidad de su propio gobierno. Es un suicidio político. De acá y de todas las tragedias autoritarias se sale siempre con más y mejor democracia.
Pero también hay que señalar con toda claridad el origen de esta situación destituyente. Se trata de un feroz enfrentamiento dentro del peronismo y que nos recuerda las peores épocas de la violencia criminal entre Montoneros y la Triple A, por suerte en esta ocasión, sin armas y sin sangre.
Pero hay que remontarse a esa época del horror y los cadáveres para encontrar algo semejante.
Mirá también:
Del Frente de Todos al Frente de Ella
Hay que decirlo sin pelos en la lengua y sin temores como lo dijo la diputada Mariana Zuvic: “Dos dementes, en versión pimpinella, jugando con un país en llamas. Patético final”. Es cierto. Están bailando en la cubierta del Titanic.
El país se hunde rumbo a los 115 mil muertos, a la explosión de la pobreza y la desocupación y a la inseguridad galopante con narcos incluidos y estos irresponsables se tiran las culpas por la cabeza, en vivo y en directo y a cielo abierto.
No quiero hacer diagnósticos sobre el estado de la salud mental de Cristina, pero en su carta escribió 18 veces la palabra etcétera.
Una detrás de la otra. Un profesional de excelencia me dijo que en la siquiatría eso se llama “Perseveración” y que aparece en algunos trastornos de la personalidad que prefiero no nombrar para ser respetuoso. Pero cualquiera puede buscar en un diccionario médico lo que significa la palabra “perseveración”. Le recuerdo que fue el propio Alberto el que la calificó de “delirante y sicópata”.
Y como si esto fuera poco, pavotes engolados alimentados a millones de dólares por el kirchnerismo como Víctor Hugo Morales, dicen que el golpe de estado lo quieren dar los medios de comunicación concentrados. ¿Se puede ser tan militonto?
Mirá también:
El golpe palaciego de Cristina
Pero quiero seguir fundamentando sobre el peligro para las instituciones que es Cristina. Hace mucho tiempo que vengo diciendo que es la persona que más daño le hizo a la democracia y la que más daño le puede seguir haciendo.
Por eso tuve que pagar algunos costos y fui víctima de ataques de todo tipo de parte de sus fanáticos. Pero lo creo firmemente. Y creo que mi responsabilidad ciudadana y periodística es denunciarlo con todas las letras para que no sea demasiado tarde para lágrimas.
Lo mismo pensé cuando grite a los cuatro vientos que Alberto era “menos de lo mismo”, que no era moderado y que fue el ejecutor de varias de las venganzas más crueles que le ordenó Néstor Kirchner en su momento.
Lo dije en la radio, en la tele y en un libro. Eso ocurría mientras muchos dirigentes hoy opositores y periodistas hoy independientes, compraron la mentira del “Alberto bueno y moderado” y me miraban como si yo fuera un loquito que alucinaba.
No lo digo por autobombo. Juro que a esta altura estoy más allá de esas cuestiones de vanidad. Pero esta actitud me hizo pelear con amigos que creían que yo exageraba y que Alberto era Charles De Gaulle. Hoy algunos lo reconocen y otros miran para otro lado. Está bien. No me quejo.
Pero Cristina hizo daños terribles de todo tipo. El más grave es de orden ético y moral. Muerto Néstor, ella se convirtió en la jefa del Cartel de los Pingüinos Millonarios que perpetraron el robo más grande de la historia democrática.
Mirá también:
Los motivos del voto castigo
Todos se enriquecieron ilegalmente en forma colosal. Todo el mundo lo sabe y la justicia en algún momento se animará a probarlo en los tribunales. Sobran pruebas y confesiones.
Ella fue erosionando el valor del diálogo y los consensos en la democracia. Construyó enemigos, utilizó el conflicto y el odio como instrumento de gestión, potenció la grieta por mil.
Dijo “vamos por todo”, insultó incluso a sus mayordomos más fieles como Oscar Parrilli, le puso cara de asco y desprecio a su propia compañera derrotada como Tolosa Paz y se negó con capricho monárquico a entregar los atributos del poder a Mauricio Macri, que fue elegido presidente en forma democrática. Y a él también lo miró con repugnancia.
Para buscar su impunidad y la venganza, inventó este engendro de régimen vice presidencial donde ella eligió con un dedo al presidente y con la mano abierta lo llenó de cachetazos para que se ponga de rodillas. Se disfraza de nacional populista chavista pero la mueven sus inquinas personales.
Mirá también:
Cristina y Alberto, los mariscales de la derrota
Su capacidad de daño es monumental. Pero nunca había llegado a convertirse en golpista de su propio gobierno. Hicieron ensayos en Santa Cruz, pero esta vez la señora llegó demasiado lejos. Ella eligió a Alberto y ella lo quiere tomar de rehén y prisionero. Eso se llama tiranía. Cristinato. Dinastía K.
Y repito mi pregunta hasta el cansancio. ¿Cuál es el límite? ¿Va a empujar a Alberto hasta tirarlo por el precipicio de su renuncia?
¿Quiere que Alberto se haga el enfermo para poner en marcha la ley de acefalía y convertirse en presidenta por tercera vez? Un amigo dice que siempre piensa que Cristina va a hacer lo peor y que siempre se queda corto.
Su carta abierta es una extorsión antidemocrática y un ultimátum golpista. En cada párrafo ella dice yo soy una genia revolucionaria y Alberto es un boludo atómico.
Armó un plan sistemático para desestabilizar a su propio gobierno. Primero fue el “Cuervo” Larroque, después fue la diputada Fernanda Vallejos y anoche, la propia Cristina.
Todo fue diseñado por la Reina Cristina que parece seguir más a Nerón que a Perón. Quiere incendiar Roma y los argentinos lo tenemos que impedir. Juicio, castigo y condena para Cristina por todos los delitos que cometió.
Nunca más la corrupción de estado. Nunca más el autoritarismo. Nunca más al golpismo. Nunca Más.
ALFREDO LEUCO. "EL DELIRIO GOLPISTA DE CRISTINA"
2)
Alberto Fernández
Wado de Pedro
Elecciones 2021
La visión del Presidente sobre la crisis desatada tras las PASO
Alberto Fernández sobre las renuncias: "Con presiones no me van a obligar"
Su idea es hacer cambios en el Gabinete, conversados el martes pasado con Cristina Kirchner, "eso sigue en pie", pero no en estas horas bajo presión. Quiere mantener la unidad del Frente de Todos a pesar del enojo por el escándalo desatado por las dimisiones. "Tiempo al tiempo, el que se apura se equivoca", dice sobre su decisión ante las renuncias.
Por Mario Wainfeld
17 de septiembre de 2021
En Twitter se expresa de una manera. Coloquialmente, de otra. El mensaje es el mismo. El presidente Alberto Fernández tuiteó al mediodía tras casi un demasiado largo día entero de silencio oficial. “He oído a mi pueblo. La altisonancia y la prepotencia no anidan en mí. La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido. Lo haré llamando siempre al encuentro entre los argentinos”.
En lenguaje delicado propala una señal clara: atribuye a otros (quienes lo presionaron, claro) la altisonancia y la prepotencia. Subraya la autoridad presidencial, la suya propia. Conversando con sus allegados más cercanos y con quien pudiera oírlo, el presidente es más enfático. Está enojado, sorprendido, quiere mantener la unidad del Frente de Todos (FdT).
Descalifica los ofrecimientos de renuncia en cadena que comenzó el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y cuestiona a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Ella me conoce, sabe que por las buenas a mí me sacan cualquier cosa. Con presiones, no me van a obligar”. Califica a los amagues de renuncia como “una estudiantina”, cuando es más suave. En confidencia acude a remembranzas de la década del 70, regresión propia entre peronistas cuando se pelean de veras, no para reproducirse. En otros momentos deriva en metáforas de TC 2000: “aceleraron en el barro y, claro, quedaron empantanados”.
Desde la noche del miércoles, llegaron por distintas vías, mensajes kirchneristas al presidente. “Me piden que pare, pero yo no hice nada”, se enchincha Alberto. El diputado Máximo Kirchner, chimentan en su torno, llamó al presidente del cuerpo, Sergio Massa, para bajar decibeles y enfriar el episodio. “¿Por qué no me llamó a mí?”, interrogó Fernández a sus dos o tres confidentes más cercanos del elenco oficial. La candidata bonaerense Victoria Tolosa Paz transmitió a su vez una rama de olivo hacia Olivos.
La idea del presidente tras el vaivén es hacer cambios en el Gabinete, conversados el martes mismo con Cristina. “Lo charlamos, acordamos nombres. Eso sigue en pie”, actualiza AF. “No entiendo para qué se apuraron”. Y confirma lo que Cristina le hizo saber al ministro de Economía por celular. “Jamás me pidió la renuncia de Martín Guzmán”.
Otros relevos habrá, cuando baje un poco la espuma. Mencionar nombres, minga: silenzio stampa. ¿Cuándo? La semana que viene, por ahí, discurre el presidente Alberto. Aunque en el vértigo existencial del oficialismo parece imposible parar la pelota durante tantos días, los rumores, las operaciones contra los ministros blanco móvil…
Para el presidente resultaron cruciales los apoyos internos recibidos. Supone que el ala díscola del Gabinete y Cristina también repararon en ellos. “Me llamaron todos los gobernadores. Me decían que les aceptara las renuncias, que los sacara.” Parece que unos cuantos sugerían adonde mandarlos en tosco lenguaje coloquial.
Desde la Confederación General del Trabajo (CGT) llegaron señales parecidas, comunicados, telefonemas a la Casa Rosada. El Movimiento Evita había convocado a una movilización a Plaza de Mayo, esta tarde. Con gentileza el presidente les pidió que la suspendieran.
Enojado sigue, no desea escalar. “Algunos me planteaban que lo raje a Wado, que es un buen ministro”. Nada es imposible en el contexto, de todas formas. “¿Cómo me voy a desprender de (la titular de la Anses) Fernanda Raverta, una funcionaria super laburadora y eficiente?”.
Alberto contabiliza y tabula los apoyos “de todos lados", "impactantes”. Resalta algunos del propio sector kirchnerista, el de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, sin ir más lejos.
La paz interior (alias “unidad”) se sostiene como objetivo. Restañar las heridas requerirá conversaciones cara a cara, cafés o mates. No cicatrizan solas, la sanación política no es magia.
**
“Es incomprensible”, repite el presidente quien a veces se pone demasiado cartesiano. “¿Qué sentido tiene que renuncie el titular de Aerolíneas Argentinas?” El sentido es el pressing, el gesto colectivo.
Según el cronograma presidencial hay que retomar la gestión, enfriar el clima, disipar en el corto plazo el clima de renuncias y comunicados internos.
La derrota centrifuga, saca a luz rencillas de campaña entre protagonistas, problemas de cartel. Reproches que, empieza a opinar este cronista, no explican la magnitud del veredicto electoral. La campaña misma no es la causa principal aunque seguramente acentuó la caída.
Los compañeros sean unidos, recitaría un Martín Fierro peronista, Apartarse de la ley primera en días de tristeza y bronca es un error que damnifica al conjunto. También, a su modo, un desaire a la gente común que reclama mejoras, medidas, cambios de rumbo,.
La agenda del Gobierno --por decir algo-- debería recorrer desde el Ingreso Ciudadano hasta un nuevo IFE, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), transferencias directas articulables en corto plazo, una mirada sobre el Presupuesto 2022. Esto no es un repertorio subjetivo de medidas, apenas un abanico de ejemplos.
Quedan dos meses para las elecciones generales, algo más de dos años de mandato. Disipar energías en internas, disputarlas a la vista de todos, para solaz de las oposiciones corporativa y política, conjuga una metida de pata con una distracción respecto de los millones de argentinos que pidieron cambios en el cuarto oscuro. La cuestión no es desensillar hasta que aclare. Es desmontar el internismo descontrolado y enfilar el Gobierno hacia un rumbo mejor.
**
Pasado el mediodía corrió una versión. Alberto Fernández le habría aceptado la renuncia al ministro Eduardo de Pedro. Fue desmentida por la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra. Los sucedidos se detallan en nota aparte en esta web. El propio presidente chateó por WhatsApp de su celular: “Aun no he analizado ninguna renuncia”. Y agregó: “Tiempo al tiempo. El que se apura se equivoca”. Estas historias continuarán.
mwainfeld@pagina12.com.ar