Natalia Bolívar Aróstegui (1934 – 2023)

Este domingo 19 de noviembre falleció en La Habana, a la edad de 89 años, la pintora, escritora y etnóloga cubana, especialista en religiones afrocubanas, Natalia Bolívar Aróstegui, cuyos aportes a la investigación de las raíces africanas y su influjo en la cultura y la historia nacional quedarán como un legado imprescindible para las presentes y futuras generaciones.

Natalia, quien vino al mundo el 16 de septiembre de 1934, provenía de una influyente familia habanera, lo que le abrió las puertas a las mejores escuelas de la época. Siendo aún muy joven, comenzó a sentirse cautivada por la Antropología, especialmente por la cultura afrocubana de su niñera.

Mucho influyeron en su formación los vínculos sostenidos, entre 1955 y 1958, con Don Fernando Ortiz y la doctora Lidia Cabrera, de quienes recibió los cursos de Metodología de la Investigación, Etnografía y Etnografía afrocubana. De igual manera, su afán de conocimientos la llevó a matricular en numerosos cursos en La Habana y Nueva York, de chino, español e historia del arte cubano.

Por esa época, Natalia se fue volviendo más consciente políticamente y se mezcló con otros estudiantes que le abrieron los ojos a las injusticias sociales de la Cuba neocolonial. Fue así como se vinculó con el Directorio Revolucionario, una de las principales organizaciones progresistas de la época que, bajo la guía de José Antonio Echeverría, se enfrentó a la tiranía de Fulgencio Batista.

Uno de los trabajos encomendados a ella, por la organización en la que militaba, fue utilizar sus contactos de alta sociedad con diplomáticos extranjeros, con el propósito de ayudar a conseguir asilo para los revolucionarios que tenían que escapar del país. Por sus actividades revolucionarias, fue detenida en 1958, torturada y golpeada salvajemente, con la intención de que delatara a sus compañeros, y saber, además, a qué organización pertenecía, qué actividades que desarrollaba, pero ella se mantuvo firme en sus principios.

Luego del triunfo revolucionario de 1959, a Natalia le ofrecieron un nuevo papel: salvaguardar el arte de la ciudad, como directora del Palacio de Bellas Artes (hoy Museo Nacional de Bellas Artes), y acometió su restauración y reorganización. De manera simultánea, participó en la creación y dirección del Museo Napoleónico, al tiempo que recuperaba su trabajo académico, convirtiéndose en una escritora respetada y reconocida.

De su autoría son algunos de los textos imprescindibles de la cultura cubana, como Los Orishas en Cuba, Ituto: la muerte en los mitos y rituales afrocubanos, Mitos y leyendas de la comida afrocubana, Opolopo Owó: los sistemas adivinatorios de la Regla de Ocha, Los perros y los orishas y ¿Sincretismo religioso? Santa Bárbara / Changó, entre otros.

Sobre esa etapa creativa, dijo que fueron tiempos difíciles, pero ella estaba peleando por su país, al que había aprendido a querer realmente, y se sentía muy orgullosa de ser cubana.