Solidaridad y amor

Este fin de semana en La Moravilla vamos a hablar de AMOR, sí de AMOR, con mayúsculas.

El viernes nuestra compañera Pilar Sánchez, nos va a hablar de donación de órganos, sangre y médula ósea. Seguro que estamos todos de acuerdo en que la donación de órganos es el mayor acto de amor, solidaridad y humanidad que podemos realizar las personas, yo estoy deseando escuchar lo que Pilar nos cuenta. Entre otras cosas me ha comentado que la donación de médula ósea ya no es tan traumática para el donante, anteriormente era necesario hacer una intervención quirúrgica con anestesia total, ahora con una donación de sangre es suficiente. Ya nos lo contará con detalle, así como tantas cosas que ignoramos de la donación y conociendo a Pilar, seguro que la tarde será muy amena e instructiva. A partir de las 7 de la tarde nos encontraremos.

El sábado por la mañana a partir de las 11 nos visitan María y Susana, responsables de la Asociación Protectora de animales La Camada. La adopción de animales abandonados es otro acto de amor que nos eleva en nuestra condición de animales racionales y aunque no elimina el hecho traumático del abandono, puede compensar y hacer olvidar el anterior maltrato que ha sufrido el animal que adoptamos. He hablado propósito de animales (irracionales) y animales racionales, ahora que cada uno elija en que categoría se encuentra.

En mi familia hemos tenido perros desde siempre. El primero fue Chico, un caniche que nos regaló su anterior dueña que ya no le podía cuidar. Recuerdo a mi padre cuando supo que íbamos a adoptar a Chico, poner el grito en el cielo: “no quiero perros”, “es cosa vuestra, yo no quiero saber nada”. Y a los pocos días justificandose con nosotros que nos reíamos de cómo le daba los restos del filete con disimulo, confesaba con resignación: “es uno más de la familia”. Desde entonces, y hablo de principios de los setenta, en mi familia siempre ha habido al menos un integrante canino, ya van nueve, cada uno ha tenido su personalidad y todos tienen su lugar propio en nuestros recuerdos.

Hoy quiero acordarmer especialmente de “Flaquito”, un Fox Terrier que recogimos enfrente de Centro Comercial de El Bosque y que según nos dijo el veterinario no hubiese aguantado ni una noche más. Íbamos mi hermano y yo a comprar algo cuando le vimos, nos dio tanta pena que a los dos se nos saltaron las lágrimas. Como ya teníamos dos perros, se lo dijimos a mi madre para ver si le parecía bien y podíamos traerlo a casa. Por supuesto nos dijo que sí, incluso nos medio regañó por no haberlo hecho ya. Rápidamente volvió mi hermano a buscarle y después mucho mirar y engañándole con algo de comida, consiguió que saliese de debajo de un coche, cogerle y volvieron a casa. El pobre no se tenía en pie, tenía la lengua transparente, era todo huesos…Le tuvimos en cuarentena en el garaje dándole comida poco a poco y varios baños con Zotal; después de cada baño recogíamos las garrapatas que se le desprendían barriéndolas y con recogedor. No sé calcular cuantas tendría pero la imagen de recogedores llenos de garrapatas no la olvidaré jamás Cuando ya estuvo limpio, desparasitado y más fuerte, salió al jardín a conocer a sus “hermanos”, poco a poco se incorporó a la familia y estuvo con nosotros un montón de años

El nombre se lo puso mi madre uno de los primeros días que salió al jardín, pues le llamábamos con diversos nombres esperando que alguno le resultase familiar, pero no se daba por aludido con ninguno, hasta que al escuchar como mi madre le llamaba Flaco, se dio la vuelta y acudió a su llamada.

Él eligió Flaco, nosotros le llamábamos Flaquito.

Meme