La violencia de género:
Del Chiste a la Acción
Del Chiste a la Acción
Reportaje especial de lanzamiento
25 minutos
Ejercicio diagnóstico para identificar las violencias de género disfrazadas de chiste en el entorno escolar.
Por:
Jose Luis Peña.
Equipo gobierno escolar 2025.
2025
Bosa San Miguel.
Bogotá Colombia.
Soy de Bosa. Crecí en sus barrios y he caminado sus calles y rincones. Como muchos, aprendí a reírme de chistes machistas en los recreos, a normalizar que a las niñas se les dijera cómo vestirse, a pensar que los insultos eran “solo cosas de machos”. Pero hoy entiendo que detrás de cada risa forzada y de cada comentario lanzado al aire había heridas que no siempre se ven.
La violencia de género en el aula no siempre se manifiesta como un golpe o un grito. Muchas veces se disfraza de broma, de apodo, de chisme. Se hace costumbre. Y lo que se hace costumbre termina convirtiéndose en práctica cultural y en patrón de comportamiento colectivo. Por eso, hablar de este tema en el colegio Fe y Alegría San Ignacio no es un capricho: es una necesidad urgente.
🌡️"Los chistes, comentarios, apodos, juegos bruscos y situaciones normalizadas fueron algunos de los elementos que encontramos trabajando con las y los estudiantes del colegio en diversos espacios, de uno de ellos surgió la idea de crear una cápsula para sensibilizar a toda la comunidad frente a este importante tema."
Aquí, en mi localidad, conozco historias de niñas que dejaron de participar en clase porque cada vez que opinaban alguien les decía: “Cállese, que usted no sabe”. De chicos que cargan con la presión de “ser machos” y demostrar su fuerza a costa de los demás. De docentes que no siempre saben cómo intervenir porque esas violencias parecen tan pequeñas que se vuelven invisibles.
“Todo empezó como una broma. Se burlaban de cómo caminaba una compañera, de su cuerpo, de cómo hablaba. Nos reíamos al principio… hasta que ella dejó de venir al colegio”, cuenta Valeria, estudiante de octavo grado. Como ella, muchas niñas y adolescentes de la comunidad educativa han vivido formas de violencia que se camuflan como chistes o “cosas normales” del día a día escolar.
Desde comentarios sobre su forma de vestir hasta apodos que ridiculizan su cuerpo o su voz, las situaciones se repiten con frecuencia. “Uno se acostumbra a que te digan cosas incómodas o que te ignoren en clase. Pero eso también duele”, dice Angie, estudiante de décimo.
🌡️”Sin embargo, el tema estaba tan normalizado en nuestra interacción diaria, que fue necesario entablar con las estudiantes un diálogo en el cual pudiéramos conocer para ellas qué era la Violencia de Género, para de ese modo problematizar y actuar. De este espacio, surgió una vox populi que pudimos compartir con la comunidad educativa"
En Bosa, como en muchos lugares de Bogotá, hemos crecido entre risas que no siempre son inocentes. Los chistes machistas, los comentarios sexistas o los apodos que circulan en los recreos parecen inofensivos, pero detrás de ellos se esconde una violencia que hiere y marca. Lo que ocurre en el aula no es un hecho aislado: es reflejo de un país que todavía normaliza las agresiones de género en múltiples formas.
Según cifras del Observatorio de Violencias de Género de la Secretaría Distrital de la Mujer (2023), en Bogotá se reportaron más de 12.000 casos de violencia basada en género, siendo las localidades de Kennedy, Bosa y Suba las más afectadas. Además, un informe del ICBF y la Secretaría de Educación Distrital señala que más del 60% de los casos de violencia escolar entre jóvenes están vinculados a agresiones verbales, discriminación y acoso, especialmente hacia mujeres y personas LGBTIQ+.
De esta manera, logramos identificar que la violencia de género no es un hecho aislado, es una expresión estructural de desigualdad y discriminación que atraviesa la vida cotidiana de mujeres y niñas, además de las diversidades sexo y todas las manifestaciones que identificamos en la interacción humana.
En Colombia, la Ley 1257 de 2008 define la violencia contra las mujeres como “cualquier acción u omisión que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial, por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad”. Esta ley reconoce la necesidad de prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia, y de garantizar el acceso a la justicia y a medidas de protección.
A nivel latinoamericano, diversos marcos jurídicos y políticos refuerzan esta perspectiva. La Convención de Belém do Pará (1994), suscrita por la mayoría de países de la región, afirma que la violencia contra las mujeres constituye una violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, además de ser una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales.
En países como México y Argentina, los movimientos feministas y populares han impulsado la ampliación del concepto de violencia de género, incluyendo dimensiones como la violencia simbólica, mediática e institucional. Iniciativas como Ni Una Menos en Argentina y la lucha de colectivas feministas en México frente a los feminicidios muestran que la violencia de género no solo es un problema legal, sino también cultural, social y político.
En síntesis, hablar de violencia de género en las aulas y en la comunidad, implica reconocer que no se trata de hechos individuales, sino de un sistema de opresión patriarcal que se expresa en múltiples violencias y que exige respuestas integrales: jurídicas, culturales y comunitarias.
🌡️ Para Sara Suárez, orientadora de secundaria y media, la violencia de género se manifiesta en las instituciones de dos formas muy concretas: la primera, desde las relaciones afectivas y sentimentales entre jóvenes, donde se normalizan prohibiciones y prácticas autoritarias; y la segunda, a través de juegos bruscos y comentarios machistas sobre los cuerpos y la vida de las compañeras. “De esta manera”, concluye, “es necesario reconocer que la violencia no siempre grita, muchas veces se esconde en lo cotidiano”.
Como mencionábamos anteriormente, la Ley reconoce que la violencia basada en género no se limita a las agresiones físicas, sino que también incluye violencia psicológica, económica, sexual y simbólica. Esto significa que los chistes sexistas, los comentarios humillantes o los actos de exclusión que vemos en los entornos escolares también son expresiones de violencia reconocidas por la ley. Sin embargo, a pesar de este marco normativo, la distancia entre lo escrito y lo vivido en las aulas es evidente: lo que en los códigos jurídicos se nombra como violencia, en la práctica cotidiana sigue siendo justificado como “juego”, “costumbre” o “tradición”.
🌡️ Por ello fue fundamental contar con herramientas que nos permitieran identificar esas violencias normalizadas, visibles o invisibles. Así, desde la metáfora del iceberg, las y los jóvenes lograron reconocer fácilmente situaciones que implican un riesgo y, así, prevenirlas.
Al mismo tiempo, y viendo el contexto real de un país donde la violencia basada en género sigue arrebatando vidas y marcando cotidianidades, nuestra responsabilidad como comunidad educativa y barrial es doble: reconocer que estas violencias existen en nuestros entornos más cercanos y, al mismo tiempo, generar estrategias colectivas de prevención y cuidado. Prevenir no significa solo educar en la igualdad y cuestionar estereotipos; también implica activar y fortalecer las rutas de apoyo disponibles.
En Bosa contamos con espacios como Campo Verde, la Casa de Justicia en Bosa Parques, la Unidad Integral en la Casa de Justicia de Bosa Centro, y la Casa de Igualdad de Mujeres en Bosa La Estación, donde se brinda asesoría jurídica y psicológica. De manera inmediata, también podemos acudir a la Línea Púrpura o marcar al 123. Estos recursos, aunque imperfectos, son vitales para acompañar a quienes enfrentan violencias y para construir, desde lo cotidiano, una comunidad más justa, libre de miedo y con mayores oportunidades de cuidado mutuo. Apostarle a la prevención significa acercar estas herramientas a nuestras comunidades, educar en el respeto, promover masculinidades cuidadoras y acompañarnos entre vecinas, vecinos y juventudes.
Porque cada acción, por pequeña que parezca, es semilla de un territorio libre de violencias y lleno de dignidad y cuidado colectivo.
Queremos AULAS LIBRES DE VIOLENCIA DE GÉNERO
📢 “Calladita te ves más bonita.”
👉 NO: Tu voz importa y debe escucharse.
📢 “Mujer al volante, peligro constante.”
👉 NO: El talento no tiene género.
📢 “¿Para qué estudia la mujer? Para conseguir marido.”
👉 NO: La educación es un derecho, no un adorno.
📢 “Mujer que no jode, es hombre.”
👉 NO: Los estereotipos también violentan.
✨ En nuestras aulas:
✅ Reímos con respeto
✅ Construimos igualdad
✅ Celebramos la diversidad
💬 El humor nunca debe justificar la violencia.
Por eso decimos fuerte y claro:
¡En nuestras aulas, ni un chiste más que hiera!
Dirección general:
Jose Luis Peña
Gestor de Comunicación Comunitaria
IDEC /Bogotá Soacha y Tolima.
Equipo técnico:
Jose Luis Peña
Producción gráfica y audiovisual
Miguel Castro
Producción sonora
Gobierno escolar San Ignacio 2025
Investigación y producción textual.
Agradecimientos especiales:
Diana del Pilar Rodríguez
Rectora IED San Ignacio.
Sara Suárez
Orientadora IED San Ignacio.
María Fernanda González
Trabajadora Social IED San Ignacio.
Daniel Guevara
Egresado y voluntario IED San Ignacio.