A menudo mis alumnos me preguntan qué es lo más importante para llegar a convertirse en un gran nadador. Como en la mayoría de deportes, no creo que exista un único factor que por si solo te convierta en un excelente practicante de esta disciplina. Es la suma de muchos factores lo que diferencia a los nadadores que destacan de todos los demás. Una buena genética, una correcta adaptación al medio acuático, fortaleza mental, un adecuado entrenamiento fisiológico o capacidad de sacrificio son tan solo algunos de los aspectos indispensables que deben figurar en el haber de todo practicante de este deporte. Pero si hay un factor que cobra una especial relevancia en la práctica de la natación y que curiosamente pasa por debajo del radar a la hora de prestarle atención, es sin duda la técnica de nado.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de “técnica de nado”? A la manera en la cual debemos posicionar nuestro cuerpo en el agua y en cómo se han de realizar los movimientos para lograr avanzar con eficiencia sobre ella. Y es que las consecuencias de nadar sin la técnica adecuada puede tener consecuencias desastrosas. Para aquellos que practican la natación como terapia para alguna enfermedad, lesión o achaque, el nadar con una mala técnica no solo no va a mejorar su dolencia, sino que con toda seguridad va a agravarla. Aquellos que compiten a nivel local o nacional sin prestar demasiada atención a los aspectos técnicos del nado verán como sus tiempos van a ser mucho peores que aquellos que nadan con un estilo impecable. Quienes nadan por placer pero necesitan pararse cada 50 metros seguirán sin percatarse de que se quedan sin aliento porque nadan de una manera incorrecta. Y quienes opositen a puestos de trabajo como bombero o policía sin nadar del modo adecuado jamás tendrán posibilidad de lograr la tan ansiada plaza.
Particularmente soy de la opinión de que una imagen vale más que mil palabras y por eso mismo me gusta comenzar muchas de mis clases poniendo un vídeo de uno o dos minutos de un nadador olímpico trabajando algún aspecto técnico en concreto que vayamos a corregir en esa sesión; pues bien, año tras año, cada vez que mis alumnos visualizan los vídeos en cuestión, me encuentro con la misma reacción: “¿Pero cómo es posible que ese nadador avance tanto en cada movimiento sin apenas salpicar el agua? “. Y la respuesta siempre es la misma: “porque su técnica es sencillamente…perfecta.”
Y ahora, hagamos un poquito de autocrítica. Ahí va el primer clickbait: La natación en nuestro país se ha enseñado, se enseña y va a seguir enseñándose bastante mal. Y si, para evitar suspicacias seré el primero en entonar el mea culpa. A lo largo de todos estos años dedicado a la enseñanza de la natación he visto a cientos de chavales en edades tempranas cometiendo errores de bulto en acciones que por si solas no tienen ninguna dificultad especial, por eso me sorprende aún más que no se les corrija. ¿Cómo es posible que alguien que se dedica a la enseñanza de la natación no vea que un chico de 8, 10 o incluso 12 años tan solo de una patada de mariposa por cada ciclo de brazada en vez de las dos patadas que SIEMPRE deben realizarse? Es inaudito. ¿Cómo es posible que un monitor vea que uno de sus alumnos realiza la patada de braza y el recobro de brazos al mismo tiempo y no darse cuenta de semejante error? No estamos hablando de errores complicados de detectar. Hablamos de cosas básicas, que se ven al primer golpe de vista. Para darse cuenta de esos errores tan comunes no necesitamos aparatos caros, medidores de lactato ni estudios hidrodinámicos complejos. Son cosas que se ven al instante viendo nadar a alguien durante unos pocos metros. Y yo me pregunto, ¿Es este uno de los motivos por el que la natación en nuestro país logra año tras años resultados tan pobres? En mi opinión este asunto sería motivo de análisis. Análisis que nunca llega…
Pero volviendo a la primera pregunta que nos hacíamos…¿Por qué una adecuada técnica de nado es tan importante? La explicación es muy sencilla. Simplemente se debe a que el ser humano no está preparado para desenvolverse en el medio acuático sino que ha evolucionado para caminar erguido sobre el firme y ni siquiera en eso destacamos especialmente si nos comparamos con el resto del mundo animal. Pero en lo que respecta al agua, somos inmensamente torpes e ineficientes. No tenemos escamas, ni branquias ni la evolución ha sido generosa con nosotros a la hora de adaptar nuestro cuerpo al líquido elemento. Dejemos clara una cosa. Para convertirnos en un buen nadador hemos de intentar mimetizarnos con el agua, saber entenderla y poder adaptar nuestros movimientos a ella. No se trata de mover nuestro cuerpo rápido por el agua sino de avanzar rápido por el agua moviendo mínimamente nuestro cuerpo. En este deporte no gana las carreras el más fuerte ni el que es capaz de levantar más peso. Si fuera así los mejores nadadores del mundo serían los culturistas o los practicantes de halterofilia y curiosamente, estos suelen ser los que peor se desenvuelven en el agua dado que la densidad relativa de su cuerpo es mucho mayor que en otras personas. Un pez no tiene brazos ni piernas ni realiza repeticiones de press banca. Pero sus movimientos en el agua son capaces de reproducir una onda de flexión que empuja al agua y genera un impulso espectacular consiguiendo en algunos casos superar los 120 kilómetros por hora. El ser humano más rápido a duras penas puede llegar a alcanzar los 8 kilómetros por hora y lo hará tan solo durante 15 o 20 segundos. A partir de ahí su velocidad disminuirá a pasos agigantados porque será incapaz de mantener ese ritmo durante más tiempo.
A lo largo de este blog, dedicaremos varios capítulos, entre otra cosas, a analizar cómo debe efectuarse una correcta técnica de la natación en cualquiera de los cuatro estilos y te desvelaremos la manera adecuada de realizar cada movimiento en el agua y cómo evitar los errores más comunes que se realizan dentro de ella. Todo eso y mucho más podrás encontrarlo también en nuestro Facebook e Instagram si nos buscas como NATACION MARTIKET...