COMPETENCIAS:
Específica: Comprende adecuadamente los conceptos y principios de la sustentabilidad, para Integrar y contextualizar los conocimientos adquiridos.
Genéricas: Capacidad de abstracción, análisis y síntesis. Habilidades para buscar, procesar y analizar información procedente de diversas fuentes. Capacidad de trabajar en equipo
ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE:
1.1 Buscar información sobre la historia y evolución del concepto de desarrollo sustentable, para Identificar las diferencias entre sustentable y sostenible mediante el análisis de los conceptos.
1.2 Entiende el concepto de desarrollo y sustentabilidad a través del análisis de conceptos, utilizando técnicas escritas como el ensayo o de un mapa conceptual.
1.3 Discutir los conceptos de economía, sociedad y naturaleza mediante análisis grupales y presentar los resultados en plenaria. Para integrar las tres dimensiones;
en una definición de sustentabilidad mediante el análisis del documento: “informe Brundtland”.
1.4 Identificar en su comunidad los escenarios de la sustentabilidad, mediante un estudio de campo. Analiza sí estos escenarios están presentes de manera sistémica.
1.5 Analizar cómo se aplican los valores y actitudes en el medio ambiente.
Ha habido un notable incremento en la concienciación acerca de la imperante necesidad de establecer una relación armoniosa entre el ser humano y su entorno, una "sustentabilidad" que abarque todas las esferas del pensamiento y la acción. No obstante, también resulta evidente la existencia de una contradicción entre los discursos y los comportamientos, los cuales suelen estar fuertemente influenciados por la urgencia y la inmediatez, y por la búsqueda de rentabilidad no solo económica, sino también social. No debemos pasar por alto la influencia ejercida por aquellos grupos de poder decididos a proteger y defender sus propios intereses.
Además de todo esto, también hemos de considerar las resistencias existentes a abandonar ciertos "buenos negocios", a menos que el Estado pueda compensar la disminución de ganancias mediante una renta asegurada a largo plazo. A lo largo de nuestra historia, en innumerables ocasiones, hemos sido testigos de cómo esto ha ocurrido. Si bien todos estos aspectos resultan comprensibles, también se vuelven inevitables. Esto, a su vez, conduce a un proceso de homogeneización inevitable en las estrategias y políticas de desarrollo sustentable.
Para lograr un cambio efectivo en la estructura económica, es imperativo que los gobiernos elaboren e implementen estrategias y políticas más sostenibles. Para ello, es fundamental que se sistematicen las decisiones en cuanto a macroeconomía, sectores productivos, tributación, finanzas, sistema monetario, comercio, empleo, bienestar social, medio ambiente e inversiones. Estas decisiones deben apuntar a alcanzar una economía más eficiente, racional y descentralizada en cuanto al uso del capital natural. Asimismo, se hace necesaria la racionalización de las fuentes energéticas a nivel regional, subnacional y nacional, así como la adopción de cambios tecnológicos compatibles con las necesidades en términos de capital y empleo. Todo esto debe proyectarse en el corto, mediano y largo plazo.
El desarrollo sustentable es un tipo de desarrollo socioeconómico integral en armonía con los límites del entorno físico circundante y se comprende desde dos perspectivas: a) Se refiere a un conjunto de estrategias y políticas generales que buscan superar la situación actual de deterioro del medio ambiente y de distribución desigual de la riqueza, promoviendo así un equilibrio sostenible entre los recursos naturales y las necesidades humanas. b) Representa un cambio fundamental en el enfoque actual donde la economía, el mercado y la obtención de ganancias a corto plazo prevalecen sobre los demás aspectos de la vida humana, poniendo en peligro tanto la continuidad de la existencia misma de la civilización humana a mediano plazo, como el bienestar y la calidad de vida de las generaciones futuras.
Ante el desafío que representa el cambio climático y la crisis ambiental global, el desarrollo sustentable se presenta como una alternativa necesaria y urgente para construir un futuro más justo, equitativo y saludable para todos. En este sentido, es fundamental implementar medidas que promuevan la eficiencia energética, la conservación de los recursos naturales y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como fomentar la participación activa de la sociedad civil, las empresas y los gobiernos en la toma de decisiones y en la implementación de acciones concretas.
Es importante destacar que el desarrollo sustentable no solo se centra en la protección del medio ambiente, sino también en la garantía de los derechos humanos, el acceso equitativo a los servicios básicos, la erradicación de la pobreza y la promoción de la igualdad de género. Esto implica un enfoque holístico que considere la interconexión entre los diferentes ámbitos de la vida social, económica y ambiental, reconociendo que la sostenibilidad es un objetivo transversal que debe permear todas las esferas de la sociedad.
En el marco del desarrollo sustentable, la sustentabilidad se refiere a la capacidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Esto implica un equilibrio entre tres pilares fundamentales:
1. Protección ambiental: Preservar los recursos naturales, los ecosistemas y la biodiversidad para las generaciones venideras. Esto incluye acciones como la reducción de la contaminación, la conservación del agua y la energía, y la protección de la vida silvestre.
2. Equidad social: Garantizar que todos los individuos tengan acceso a las oportunidades y recursos necesarios para alcanzar su máximo potencial. Esto incluye acciones como la lucha contra la pobreza, la promoción de la educación y la salud, y la defensa de los derechos humanos.
3. Desarrollo económico: Promover un crecimiento económico que sea sostenible y equitativo, y que no degrade el medio ambiente. Esto incluye acciones como la inversión en energías renovables, el desarrollo de tecnologías limpias y la creación de empleos verdes.
La sustentabilidad es un concepto complejo y multifacético que requiere un enfoque holístico. No existe una única solución para alcanzar la sustentabilidad, y las estrategias específicas variarán en función de las condiciones locales y globales. Sin embargo, los principios fundamentales de la sustentabilidad proporcionan un marco sólido para abordar los desafíos del desarrollo sustentable.
La frase elocuente de Pablo Casals, un virtuoso violonchelista pero sobre todo un gran humanista, es la siguiente: "El mundo está cada día más subdesarrollado y, aún así, cada día más desarrollado". Esta triste realidad es lo que se busca cambiar cuando se habla de desarrollo sostenible. Se considera sostenible a todo proceso o proyecto cuyo propósito es mantenerse en el tiempo sin causar grandes desequilibrios en la misma localidad o en el ámbito regional. Estos conceptos abstractos son difíciles de aplicar, ya que no se puede esperar total neutralidad o ausencia del impacto del ser humano en el medio ambiente. En general, los problemas ambientales, tanto a nivel nacional como global, continúan en aumento y esto ha llevado a muchos a ser pesimistas sobre el futuro ambiental del planeta.
El concepto de la sustentabilidad inicialmente tuvo una connotación económica y se refería específicamente a la extracción de recursos naturales. A partir de acuerdos internacionales, este concepto se liga a dos conceptos adicionales, que aparecen en 1987: la justicia social y una idea eminentemente ética (relacionada con el cuidado de la vida). Se propone un término con visión universal (para el sistema Tierra) y mantenible en el futuro, algo que reemplace al gasto humano o naturaleza barata por un equilibrio social, económico y conservación ambiental. Trascender la idea de no solo minimizar el impacto sobre el entorno próximo, sino optimizar los servicios que le brinda el entorno amplio.
Algunos ejemplos de cómo se implementa la sustentabilidad en el marco del desarrollo sustentable:
Agricultura sostenible: Prácticas agrícolas que protegen el suelo y el agua, conservan la biodiversidad y reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ciudades sostenibles: Desarrollo urbano que promueve el transporte público, la eficiencia energética y la gestión sostenible de los residuos.
Energía sostenible: Uso de fuentes de energía renovables, como la energía solar y eólica, para reducir la dependencia de los combustibles fósiles.
Turismo sostenible: Desarrollo turístico que minimiza los impactos ambientales y beneficia a las comunidades locales.
Consumo sostenible: Reducir, reutilizar y reciclar materiales, y elegir productos y servicios sostenibles.
Los principios de la sustentabilidad, en el marco del desarrollo sostenible, son un conjunto de normas éticas y directrices que guían las acciones hacia un futuro más justo, próspero y viable para las generaciones presentes y venideras. Estos principios buscan un equilibrio entre tres dimensiones fundamentales:
Conservar los recursos naturales: Cuidar y proteger el agua, el suelo, el aire, la biodiversidad y los ecosistemas para garantizar su disponibilidad y calidad para las generaciones futuras.
Reducir la contaminación: Minimizar la generación de residuos, emisiones y sustancias nocivas que puedan dañar el medio ambiente y la salud humana.
Promover el uso responsable de la energía: Fomentar el uso eficiente de la energía, el desarrollo de fuentes renovables y la transición hacia una economía baja en carbono.
Garantizar el acceso a las necesidades básicas: Asegurar que todas las personas tengan acceso a agua potable, alimentación, vivienda, educación, salud y otros servicios esenciales para una vida digna.
Combatir la pobreza y la desigualdad: Reducir las brechas económicas y sociales entre grupos de población, promoviendo la inclusión social y la justicia.
Promover los derechos humanos: Respetar y defender los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación por razón de raza, género, religión, origen étnico u otra condición.
Crecimiento económico inclusivo: Fomentar un crecimiento económico que genere empleos decentes, reduzca la pobreza y beneficie a todos los sectores de la sociedad.
Inversión en tecnologías limpias y sostenibles: Desarrollar e implementar tecnologías que minimicen el impacto ambiental y contribuyan a la conservación de recursos.
Promover la producción y el consumo responsables: Incentivar prácticas de producción y consumo sostenibles que reduzcan el uso de recursos y la generación de residuos.
La integración de estos principios en todos los ámbitos de la sociedad es fundamental para alcanzar el desarrollo sostenible. Gobiernos, empresas, organizaciones civiles y ciudadanos tienen la responsabilidad de trabajar juntos para adoptar estos principios y ponerlos en práctica en sus acciones diarias.
Algunos ejemplos de cómo se aplican los principios de la sustentabilidad:
Agricultura sostenible: Implementación de prácticas agrícolas que protegen la salud del suelo, conservan el agua, reducen el uso de pesticidas y fertilizantes químicos, y promueven la biodiversidad.
Ciudades sostenibles: Diseño y desarrollo urbano que priorice el transporte público, la eficiencia energética, la gestión sostenible de residuos, la creación de espacios verdes y la participación ciudadana.
Energía sostenible: Fomento del uso de fuentes de energía renovables como la solar, eólica, geotérmica e hidroeléctrica para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y mitigar el cambio climático.
Turismo sostenible: Desarrollo de actividades turísticas que minimicen su impacto ambiental, beneficien a las comunidades locales y promuevan la conservación del patrimonio cultural y natural.
Producción y consumo responsables: Reducción del consumo de recursos, reutilización y reciclaje de materiales, elección de productos sostenibles y apoyo a empresas con prácticas responsables.
La sustentabilidad no es un destino final, sino un camino continuo de mejora y adaptación. Al adoptar estos principios y trabajar juntos, podemos construir un futuro más sostenible para todos.
El obvio punto de partida en la discusión de los pilares del desarrollo sostenible lo proporcionan los criterios de desarrollo adoptados por los países –y/o individuos- a diferentes escalas, partiendo de la propia definición de desarrollo. Se entiende que son los códigos de valores adoptados como consecuencia y producto de condicionamientos económicos, religiosos, étnicos, que van a condicionar el resto de la discusión. La estrechez de espíritu de la lógica económica "neoclásica" –aún más su derivado neoliberal-, en la que se basan las propuestas sobre la "racionalidad" económica y eficiencia o en la concepción del "beneficio a largo plazo", necesita ser complementado/ampliado con los restantes pilares de la sostenibilidad, en la que los factores económicos no son visiblemente predominantes, especialmente por debajo de la escala estatal.
Varios aspectos revelan el carácter normativo de los fundamentos del desarrollo sostenible. Por un lado, la existencia de conflictos de intereses entre el "norte" y "sur" se manifiesta en una interpretación y valoración muy diferente de los fundamentos. Por otro lado, ha habido diferentes planteamientos, con fuertes implicaciones en cuanto a las estrategias elegidas para la consecución de los objetivos. En resumen, no hay un único modelo social, sino que diversas concepciones se derivan de los mismos fundamentos del desarrollo sostenible. Por este motivo, resulta imprescindible profundizar en la valoración o en el despliegue de los fundamentos para identificar pautas y estrategias de intervención concretas.
Las dimensiones de la sustentabilidad, en el marco del desarrollo sostenible, son los aspectos clave que se deben considerar para alcanzar un futuro viable y equilibrado para las generaciones presentes y venideras. Estas dimensiones están interrelacionadas y se influyen mutuamente, por lo que un enfoque integral es esencial para abordar los desafíos del desarrollo sostenible.
Las tres dimensiones principales de la sustentabilidad son:
Enfatiza la protección del medio ambiente y la conservación de los recursos naturales. Esto incluye acciones como:
Reducir la contaminación: Minimizar la generación de residuos, emisiones y sustancias nocivas que puedan dañar el medio ambiente y la salud humana.
Preservar la biodiversidad: Proteger las especies, los ecosistemas y la riqueza natural del planeta para garantizar su equilibrio y sostenibilidad.
Gestionar los recursos naturales de manera sostenible: Asegurar el uso responsable y eficiente de recursos como el agua, el suelo, los bosques y los minerales para las generaciones presentes y futuras.
Luchar contra el cambio climático: Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los impactos del cambio climático en el planeta.
Busca garantizar el bienestar y la justicia social para todas las personas. Esto implica acciones como:
Combatir la pobreza y la desigualdad: Reducir las brechas económicas y sociales entre grupos de población, promoviendo la inclusión social y la justicia.
Garantizar el acceso a las necesidades básicas: Asegurar que todas las personas tengan acceso a agua potable, alimentación, vivienda, educación, salud y otros servicios esenciales para una vida digna.
Promover los derechos humanos: Respetar y defender los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación por razón de raza, género, religión, origen étnico u otra condición.
Fomentar la paz y la seguridad: Trabajar para prevenir conflictos, promover la paz y construir sociedades seguras e inclusivas.
Aspira a un desarrollo económico que sea sostenible, justo y equitativo. Esto incluye acciones como:
Promover un crecimiento económico inclusivo: Fomentar un crecimiento económico que genere empleos decentes, reduzca la pobreza y beneficie a todos los sectores de la sociedad.
Invertir en tecnologías limpias y sostenibles: Desarrollar e implementar tecnologías que minimicen el impacto ambiental y contribuyan a la conservación de recursos.
Promover la producción y el consumo responsables: Incentivar prácticas de producción y consumo sostenibles que reduzcan el uso de recursos y la generación de residuos.
Fortalecer la gobernanza económica global: Trabajar para establecer un sistema financiero internacional justo y transparente que promueva el desarrollo sostenible.
Es importante destacar que estas dimensiones no son estáticas, sino que evolucionan con el tiempo en respuesta a nuevos desafíos y oportunidades. La comprensión y aplicación de estas dimensiones de la sustentabilidad son fundamentales para avanzar hacia un futuro más justo, próspero y sostenible para todos.
Ejemplos de cómo se integran las dimensiones de la sustentabilidad:
Agricultura sostenible: Implementación de prácticas agrícolas que protegen la salud del suelo, conservan el agua, reducen el uso de pesticidas y fertilizantes químicos, promueven la biodiversidad y garantizan condiciones de trabajo justas para los agricultores.
Ciudades sostenibles: Diseño y desarrollo urbano que priorice el transporte público, la eficiencia energética, la gestión sostenible de residuos, la creación de espacios verdes, la participación ciudadana y la generación de empleos decentes.
Energía sostenible: Fomento del uso de fuentes de energía renovables como la solar, eólica, geotérmica e hidroeléctrica para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, mitigar el cambio climático y garantizar el acceso a la energía para todos.
Turismo sostenible: Desarrollo de actividades turísticas que minimicen su impacto ambiental, beneficien a las comunidades locales, promuevan la conservación del patrimonio cultural y natural, y generen oportunidades económicas justas para las personas involucradas.
Producción y consumo responsables: Reducción del consumo de recursos, reutilización y reciclaje de materiales, elección de productos sostenibles y apoyo a empresas con prácticas responsables que promuevan condiciones de trabajo decentes y respeten los derechos humanos.
La sustentabilidad es un desafío complejo que requiere un enfoque holístico y la participación de todos los sectores de la sociedad. Al comprender e integrar las dimensiones de la sustentabilidad en todos los ámbitos, podemos construir un futuro más sostenible para las generaciones presentes y venideras.
Estas tres dimensiones de la sustentabilidad están en interacción, configurando un espacio que se desea optimizar, y no maximizar, al considerar las restricciones derivadas de los ecosistemas y limitaciones al crecimiento económico. Se sugiere que el concepto de desarrollo sustentable, efectivamente, "comprometería" (compromiso intergeneracional) y establecería ciertos "límites" (intergeneracionales). El englobar los elementos que conforman la sustentabilidad en las categorías de equidad, economía y calidad de vida crea una justificación para explicar con mayor profundidad la existencia de objetivos de desarrollo. La existencia de múltiples tareas, como materializa los Objetivos de Desarrollo del Milenio, justificaría haber identificado una amplia cartera de objetivos de desarrollo que vaya más allá de no hay pobreza y eliminación del hambre.
Existe consenso en que el concepto de desarrollo sustentable se apoya en tres tipos de objetivos fundamentales: (1) Economía sustentable: una economía que contribuya al desarrollo humano en sus dimensiones "blandas". Sería el mantenimiento en el largo plazo de los límites ecológicos existentes, sin agotar los recursos naturales o degradar el ecosistema que soporta la base material de la economía. (2) Sociedad equitativa: una sociedad en la que la justa distribución del ingreso y de oportunidades permita a todas las personas desarrollar sus capacidades y vivir en armonía, y (3) Calidad del entorno ecológico y humano: esta última aparentemente no presenta mayor objeción tanto para el desarrollo humano como en general para lo valórico.