Crème brulée
Hiatoria de la Crème brulée
Se cree que fue en el siglo XVII cuando François Massialot recopiló las recetas de diferentes regiones y recuperó entre ellas la receta de la Crema Catalana. Cuenta la tradición que al pequeño Felipe de Orléans le gustaba entrar de vez en cuando a la cocina y que en cierta ocasión se quejaba con François Massalot, su cocinero, de que la natilla se le enfriaba. Para arreglar el problema, al chef se le ocurrió colocar una plancha al rojo sobre la capa de azúcar de la crema. El azúcar se caramelizó pero la crema no se calentó. El contraste entre el calor y el frío y entre la textura crujiente del azúcar y la cremosa de la natilla le gustó tanto al príncipe que popularizó la receta en su corte.
A pesar del nombre, algunos opinan que la crema es originaria de la cocina inglesa, y que hoy en día conocemos el nombre debido a lo popular que es en Francia. Otros expertos opinan en cambio que se trata de una adaptación francesa de la receta de la crema catalana quemada, que también se hacía en la Cataluña francesa y en la región de Languedoc. En Cataluña este postre se sirve tradicionalmente en la comida del día del padre y, bien quemada (si es en la superficie) o bien sin quemar (como relleno), en numerosos pasteles, cocas, con fruta o en otros postres más o menos elaborados. También ha inspirado a la variante de turrón llamada “de yema”.
A pesar de que la Crème Brûlée y la Crema Catalana son elaboraciones similares, hay diferencias. Generalmente, la versión moderna de la Crème Brûlée se elabora con nata en lugar de leche, y mientras la cocción de la Crème Brûlée se hace en el horno al baño maría (como el flan), la Crema Catalana se suele elaborar en un cazo, después se deja enfriar y se refrigera para que adquiera consistencia.
Receta
Ingredientes
4 yemas de huevo
60 g. de azúcar
1 vaina de vainilla
500 ml. de nata líquida o crema de leche 35% M.G.
1 pizca de sal (2 gramos)
Azúcar para espolvorear y luego quemar
Preparación de la base de la crema
Comenzamos preparando la base de agua en la que colocaremos nuestros moldes con la crème brûlée. Para ello llenamos de unos 3 dedos de agua, una bandeja grande en la que luego nos quepan los moldes que vayamos a utilizar para hornear la crema.
Encendemos el horno a 160º C y ponemos la fuente con el agua en el horno. La intención es que el agua esté caliente en el momento en el que comencemos a hornear la crema.
En una cazuela calentamos la nata con las semillas de la vaina de vainilla. Incorporamos también la propia vaina, una vez abierta. Calentamos la nata durante unos 10 minutos, teniendo mucho cuidado de que nunca llegue a hervir. Retiramos del fuego y dejamos que repose durante 20 minutos.
En un bol batimos las yemas con el azúcar y una pizca de sal, hasta que tengamos una crema espumosa. Añadimos la nata poco a poco, colándola y sin parar de remover hasta integrarla con el resto de ingredientes.
Volvemos a poner la crema en una cazuela y la cocinamos, sin parar de remover, a fuego medio durante unos minutos. Veremos como la crema empieza a espesar ligeramente.
Vertemos la mezcla en los moldes que hayamos elegido para la crème brûlée y los colocamos dentro de la fuente que tenemos calentándose en el horno. El agua de la fuente debería llegar hasta más o menos la mitad de los molde con la crema.
Horneado y quemado. Presentación de la crème brûlée
Precalentamos el horno a 160º C durante 10 minutos. El horno debe estar caliente cuando metamos la crème brûlée. Horneamos durante 30 minutos a 160º C.
Retiramos la bandeja del horno y dejemos que se enfríe la crema sobre una rejilla. No guardaremos las crème brûlée en el frigo hasta que se haya enfriado totalmente. Podemos dejarla de un día para otro.
Cubrimos cada uno de los molde con 2 cucharadas de azúcar. Y con la ayuda de un quemador de cocina tostamos el azúcar superficial hasta que quede un caramelo. Sólo tiene que quedar con una fina capa que protegerá la crema.
Dejamos que el caramelo se enfríe y se solidifique antes de disfrutar de este postre lácteo tradicional francés. Toda una maravilla gastronómica, perfecta para una sobremesa de categoría