La Fotografía es un documento visual que nos aporta información, es una creación artística que nos brinda una experiencia estética y sensorial, un elemento gráfico de inestimable valor para la investigación histórica; están ahí expuestos valores técnicos, estéticos, conceptos y significados que posibilitan una forma de representar nuestro pasado. Las piezas fotográficas nos sirven para reconstruir procesos históricos y para tener una mayor fiabilidad de aquello que existió y se han convertido en ejes para el desarrollo de temas de investigación, por eso nos corresponde valorarlas como documentos históricos que deben ser resguardados y también difundidos.
Durante la primera mitad del siglo XX Morelia se convirtió en la locación ideal para hacer fotografía de monumentos, paisajes y festividades. Por su riqueza arquitectónica el centro histórico inspiró a los fotógrafos de la época quienes echaron mano de sus habilidades para capturar e inmortalizar calles, plazas y edificios que podemos apreciar a través de esta exposición y así valorarlos desde nuestro tiempo presente, notar sus cambios orientados a la modernidad y ubicarnos en espacios que desde tiempos lejanos han servido para realizar festividades de diversos tipos.
La exposición cuenta con 24 fotografías que nos dan un recorrido que va desde el Acueducto de Morelia hasta los portales del primer cuadro de la ciudad, las imágenes forman parte de dos de las veintiocho Colecciones que resguarda el Archivo Fotográfico del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana (AFIIHUM).
El paisaje de la Calzada de Guadalupe como extensión de la Calle Nacional, constituía el escenario de las fiestas septembrinas, cuando la comitiva cívica, integrada por los funcionarios principales del estado y la ciudad, las comunidades escolares, los sectores económicos e intelectuales, partía de la antigua Alameda (hoy plaza Morelos), marchando bajo las notas de la banda de guerra, a lo largo de la calzada empedrada, hasta llegar al Palacio de Gobierno.
La calzada de Guadalupe recibía además la algarabía de los pobladores que anualmente acudían a la conmemoración de fieles difuntos y su corrida de toros, así como a las festividades guadalupanas en el mes de diciembre.
Inicio del desfile con la comitiva cívica que marchaba desde la Alameda central al Palacio de Gobierno. En la fotografía, la multitud preparada para iniciar el recorrido por la Calzada de Guadalupe. (ca. 1925)
Arco central del Acueducto de la ciudad que da paso a la Calzada de Guadalupe. Sus muros sirvieron como pizarras para difundir el sabor de las cervezas y cigarros nacionales. (ca. 1925)
Vista del acueducto, capilla de Lourdes y calzada de Guadalupe, desde los terrenos aledaños al actual jardín Villalongín. (1910 aproximadamente).
Los funerales públicos como actos solemnes para promover los ideales cívicos y fundamentar la construcción de un panteón local de héroes, tenían lugar también en la calle Nacional, desde donde partía el cortejo hasta llegar al recién inaugurado Panteón Municipal. En la fotografía pueden observarse los funerales del general Rafael Bulnes Tenorio (Mocorito, Sinaloa, 1890-Morelia, Michoacán, 1924).
Perspectiva de la actual Avenida Madero hacia el poniente. Al fondo, protagonizan la imagen, las elevadas torres del templo de las Monjas y la Catedral. (ca. 1930)
Morelia centralizó las principales instituciones de instrucción, tanto civil como religiosa. Durante la última década del siglo XIX se consolidó el Colegio Teresiano de Guadalupe, dedicado a la educación femenina, establecido en el antiguo Convento de Monjas de Santa Catalina de Siena, cuyo edificio fue acondicionado y remodelado al estilo ecléctico por el arquitecto francés Adolfo de Tremontels. (ca. 1925)
Perspectiva de la Avenida Madero, en la fotografía se aprecian las casonas que durante el virreinato fungieron como Casa del Diezmo (ahora sucursal Citibanamex) y la propiedad de don José María de Anzorena, primer intendente del Michoacán independiente (hoy Palacio Legislativo de Michoacán)
Los eventos propios de las instituciones de educación femenina dieron oportunidad para observar diligentes a los sectores femeninos de la ciudad. En la fotografía se aprecia una peregrinación a cargo de la comunidad religiosa del Colegio de Guadalupe, seguramente por alguna devoción moreliana.
Por la Calle Nacional transitaron también las multitudes cívicas. El desfile de a pie dio lugar al tránsito de jinetes y caballos durante los años de la Revolución Mexicana.
Las plazas públicas, principalmente la de Armas y la antigua de la Paz (hoy Melchor Ocampo), constituían el punto de llegada de los desfiles y comitivas de la política local. (ca. 1925)
Los jardines y plazuelas formaron parte de los proyectos cívicos desde el porfiriato, al promover el paseo público y la música en los kioscos como una estrategia que trataba de impedir la asistencia a las cantinas, pulquerías y casas de juego, donde se “fomentaba el vicio”. (ca. 1930)
Las plazas principales de Morelia constituyeron además lugares neurálgicos para la opinión pública, al ser un espacio de encuentro entre los habitantes de la ciudad y quienes la visitaban de manera efímera. (ca. 1940)
Perspectiva del palacio de gobierno. En la fotografía se aprecia ya el camellón y las palmeras que formaron parte del paisaje de la avenida Madero durante varios lustros, además de las farolas públicas instaladas alrededor de la década de los treinta. (ca. 1940)
La fiesta congregaba a una numerosa población flotante que llegaba hasta la capital michoacana desde distintos pueblos, villas, haciendas y ranchos, algunos aledaños a la ciudad, otros más del interior del estado. También llegaban desde entidades vecinas como Guanajuato y el Estado de México.
El traslado de visitantes para participar en los eventos públicos de Morelia se facilitaba gracias al ferrocarril. Una parte de esta multitud festiva se dedicaba al comercio, y pernoctaba algunos meses en las calles de la ciudad, principalmente en los espacios que rodeaban a la catedral, en los jardines y plazas secundarias.
Durante las últimas dos décadas del siglo XIX y primeras del XX el rostro arquitectónico de la ciudad virreinal se transformó. Los nuevos cánones arquitectónicos fueron adoptados de la mano de notables ingenieros y arquitectos, tanto europeos como mexicanos, que erigieron las fachadas de las más notables casas del primer cuadro.
De esta manera, los claroscuros del barroco vallisoletano, los aleros, las gárgolas y los pilares ochavados dieron paso a delgadas cornisas, columnas lisas de orden toscano y dórico que se instalaron principalmente en los portales frente a la catedral, balaustradas corridas y otros motivos eclécticos que representaban a la ciudad moderna, propia del porfiriato.
Las nuevas propuestas arquitectónicas respetaron la perspectiva de la ciudad virreinal durante las primeras cuatro décadas del siglo XX. Las fotografías son elocuentes en el equilibrio que guardan las líneas de las
azoteas y las fachadas, como si hubiese existido una continuidad a pesar de su diversidad. Los lenguajes de la ciudad quedaron así, sutilmente escritos en el discurso armónico de los estilos.
Durante la tercera década del siglo XX, sobre la avenida Madero, se proyectó el primer edificio de arquitectura funcionalista. El hotel Alameda, obra de Mario Pani, se erigió en el espacio que había ocupado la Farmacia Elizarrarás devastada por un feroz incendio, reduciendo a cenizas uno de los más representativos ejemplos de la arquitectura porfirista. (ca. 1940)
A unos cuantos pasos del Hotel Alameda, en el edificio que albergó el templo de la Compañía de Jesús durante el siglo XVIII, abrió sus puertas la Biblioteca Pública Universitaria, cuyo acervo general se constituyó de los fondos bibliográficos pertenecientes a las distintas órdenes regulares que habitaron la ciudad desde el siglo XVI. Además, se incorporaron los acervos del antiguo Seminario Tridentino y de otras instituciones de educación, además recibió colecciones particulares de libros e impresos diversos. Hasta el día de hoy es el corazón de los repositorios universitarios. (ca. 1930)
Perspectiva del Colegio de San Nicolás establecido en uno de los rincones educativos y culturales más importantes de la ciudad, constituido ahora por la preparatoria Melchor Ocampo (UMSNH), el Centro Cultural Universitario (UMSNH), la Biblioteca Pública Universitaria y el Centro Cultural Clavijero. (ca. 1920)
La ciudad de Morelia se distinguió por su carácter eminentemente comercial. Sobre la calle Nacional y otras aledañas a la catedral, abrieron sus puertas numerosos negocios, algunos de particulares oriundos del país y, otros más, miembros de las colonias extranjeras que habían llegado a la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX.
Uno de los comercios notables de la ciudad, instalado en el ángulo norponiente de la plaza de Armas, entre las calles 1ª. de Jazmines y Calle Nacional, fue la Farmacia Elizarrarás, cuyo dueño, Rafael Elizarrarás, se distinguió no sólo como farmacéutico, sino además como un activo participante de la política local, siendo diputado, editor de periódicos como El Comercio de Morelia, además de fungir como concesionario de teléfonos y tranvías entre los años 1917 y 1918.
En la calle de los Infantes, en el lado sur de la plaza de la Paz, se inauguró a principios del siglo XX la casa comercial Al progreso, de los Hermanos Sauve, un nutrido almacén de ropa, mantas, estampados, hilazas, casimires, elaborados en México y otros más de importación. Otros cajones de ropa, tabaquerías y droguerías fueron: La Michoacana, Droguería y Botica A. Mier, Las Fábricas de Francia, El Gran Cairo, La Mina de Oro, El Puerto de Veracruz, El Puerto de Liverpool, entre otros.
Contextualización de las imagénes: Juana Martínez Villa.
Guión y curaduría: Natalia Aguilar López.
Investigación y reproducción de las fotografías: Agripina Alfaro Trujillo y J. Jesús Arredondo Delgado.
Archivo Fotográfico (AFIIH-UM)
Colección Dr. Jesús García Tapia y Colección Dr. Gerardo Sánchez Díaz.
Apoyo técnico y logístico para el montaje: Eva Núñez Ambriz, Roberto Calderón Delgado y Raúl Angulo Tinoco.
Web master: Joel Carreño Urrutia.