Farina de La Isla. Cante puro isleño
Sebastián Torres Rodríguez Farina de La Isla (San Fernando 1931-2022) fue cantaor completo, de los que se dicen largos porque como buen cantaor de los puertos, en este caso de San Fernando, cañaílla, Farina cantó por todos los palos y por todos bien.
Cantaor p’alante de los que el guitarrista tenía que estar muy pendiente porque su cante era personalísimo, en 2022, con 90 años, se le organizó un entrañable homenaje, donde la afición flamenca y todo el pueblo de San Fernando lo arropó, y en el que derrochó arte a espuertas como la sal de los esteros isleños. Pocos meses después Farina de La Isla nos dejó para entrar en el cuarto de los cabales eternos.
En aquella ocasión, el 25 de mayo de 2022, en el Centro de Congresos de La Isla, Farina lo hizo, tener al guitarrista Paco Guerrero muy pendiente de su cante. Deseando de cantar, loco por cantar, impaciente por cantar, Farina nos dejó fandangos y bulerías.
Tan reconocido y querido fue que al acto no faltaron, en el cante, Carolina Castilla, Pedrín de La Isla, Manuel Lucas, Eva Pedreño, Paco Manano, Carmen la Shica y Jesús Castilla; y al toque Paco Guerrero, Carlos Valverde, Javi Mota y Javier Bey, que en paz descanse. Las palabras las puso nuestro querido amigo el profesor Gabriel Urbina. Una breve y estupenda reseña de aquel acto la encontramos en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/watch/?v=531233612012593
Farina en la puerta del Bar Reverte antes de entrar al homenaje.
Una década antes, Farina con Paco Guerrero, guitarrista flamenco, veterinario de San Fernando y destacado aficionado, en distintas sesiones, grabó en el cuartito de cabales del guitarrista una serie de cantes que luego recopilaría en un CD. Farina frisaba los 80 años y dejó impreso nueve cortes, con su estilo atlántico, gaditano y cañaílla. Difícil de conseguir, quizás sea ya grabación de coleccionista, de aquellas de veneración de una figura desaparecida al límite del deseo de ser leyenda. En el imaginario de personajes isleños estará Farina deambulando por las calles de La Isla con la mercancía de sus discos. En la portada rezaba:
“Farina de La Isla el cantaor más antiguo de la isla por todos los cantes madre no hay más que una después de Camarón”. Y en la contraportada un fandango de su autoría y alguna nota publicitaria. Aquí os adjuntamos la seguiriya que está incluida en este CD, magnífica.
A sus 87 años, en 2018, grabó, en la Galería de Arte Era, el episodio número 20 de la serie Cortinas Negras, retratos de personajes cotidianos, idea original, dirección y producción de Antonio Mota y Carlos Rey. En él comprobamos como todavía derrochaba poderío al entrar al cante. Convivió con los grandes artistas de los 50, 60 y 70 del siglo pasado. Y con los actuales. Pues todos lo reconocieron siempre como depositario de los estilos flamencos del sur del sur andaluz. Lo acompaña a la guitarra Carlos Valverde. Cante de los Puertos, de su pueblo, de su gente, del recuerdo, como dice el cantaor granaíno Paco Moyano, del paisaje. De su paisaje y del nuestro. Y cada una de las coplas las hace casi de un jipío, recurso este muy valorado en los flamencos, cantar el verso o la copla sin tomar aliento, de un tirón.
Mantiene la estética del cantaor clásico que viene de vuelta de todo, con esa naturalidad y el desparpajo que le dan los años. Al final de los cantes parece que se desploma en la silla, como si el trabajo estuviera hecho y estuviera hecho bien, satisfecho y disfrutando de los aplausos.
Cantaor de una pieza, mermado por la edad pero intacto, navega por los tonos jugando, parece que se va pero vuelve. No es el primero ni el último que lo hace, pero hay pocos con esa solvencia. Siempre muy pendiente del tocaor para que lo lleve por el buen camino del cante y no quedar al descubierto. Pero, finalmente, nos enseña que en el cante, el que manda es él, y la guitarra está a su servicio. Nos deja impresionados tres cantes, soleares, bulerías y alegrías, además de sus memorias y el saber de una vida.
Siendo un cantaor con un cante claro en la dicción, a veces las coplas se le desdibujan, cosa que no resta flamencura a su expresión artística, sino que por el contrario, le da un sello propio destilado con la edad.
Lo que fue y sigue siendo, un cantaor flamenco del XX con poder en su cante y con regusto a los estilos de Cádiz y Los Puertos.
Ahora, en el recuerdo quedan aquellas noches de verano en las que, siendo adolescentes, íbamos a buscarlo a la esquina del Deán, freidor histórico de La Isla, para que nos cantara unos fandanguitos.