La Reina del Cielo aplasta la cabeza a la serpiente infernal 29-17



De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 29-17  Mayo 19, 1931 

Escenas del Edén.  Caída del hombre.  La Reina del Cielo aplasta la cabeza a la serpiente infernal.  Las palabras de Jesús tienen la virtud comunicativa.  Habla acerca de las dudas y dificultades





Continuaba haciendo mis actos en el Querer Divino 

uniéndome a sus actos que hizo en la Creación, para darle el homenaje, el amor, la adoración por cada cosa creada por amor de las criaturas, 

y mi pobre mente se ha transportado al Edén, en el acto de la caída del hombre, cuando la serpiente infernal con su astucia y mentira indujo a Eva a sustraerse de la Voluntad de su Creador, y Eva con sus modos lisonjeros indujo a Adán a caer en el mismo pecado.  Y mientras esto pensaba, mi amado Jesús me ha dicho:

“Hija mía, mi amor no se extinguió por la caída del hombre, sino que se encendió de más, y si bien mi justicia justamente lo castigó y lo condenó, mi amor besando mi justicia, sin dejar pasar un solo instante prometió el futuro Redentor y dijo a la serpiente engañadora con el imperio de mi potencia:  

‘Tú te has servido de una mujer para arrancarme al hombre de mi Divina Voluntad, y Yo por medio de otra mujer que tendrá en su poder la potencia de mi Fiat, abatiré tu orgullo, y con su pié inmaculado te aplastará la cabeza’.  

Estas palabras quemaron más que el mismo infierno a la serpiente infernal, y encerró tanta rabia en su corazón, que no podía estar más quieto, no hacía otra cosa que girar y girar la tierra para descubrir a Aquella que debía aplastarle la cabeza, no para hacérsela aplastar, sino para poder con sus artes infernales, con sus astucias diabólicas, hacer caer a Aquella que debía derrotarlo, debilitarlo, y atarlo en los oscuros abismos.  

Por eso por cuatro mil años anduvo siempre girando, y cuando veía mujeres más virtuosas y buenas, armaba su batalla, las tentaba en todos los modos, y sólo las dejaba cuando se aseguraba, por medio de cualquier debilidad o defecto, que no era Aquella por medio de la cual debía ser derrotado, y seguía su girar.  

Entonces vino la Celestial Criatura que le aplastó la cabeza, y el enemigo sentía tal potencia en Ella, 

que lo arrojaba por tierra y no tenía la fuerza de acercársele; esto lo consumía de rabia y ponía todas sus armas infernales para combatirla, ¡pero qué!  Hacía por acercarse y se sentía paralizado, se sentía romper las piernas y obligado a retroceder, y desde lejos espiaba sus admirables virtudes, su potencia y santidad, y Yo para confundirlo y hacerlo dudar le hacía ver a la Soberana Celestial, sus cosas humanas, como el tomar alimento, el llorar, el dormir y las demás cosas, y él se persuadía de que no era Aquella, porque siendo tan poderosa y santa no debía estar sujeta a las necesidades naturales de la vida, pero después volvía a dudar y quería regresar al ataque, pero en vano.  

Mi Voluntad es potencia que

 debilita todos los males y todas las potencias infernales, es luz que se hace conocer por todos, y donde Ella reina hace sentir su potencia, que ni siquiera a los mismos demonios les es posible desconocer, por eso la Reina del Cielo era y es el terror de todo el infierno.  

Ahora la serpiente infernal siente sobre su cabeza mi palabra fulminante dicha en el Edén, mi condena irrevocable de que una mujer le aplastará la cabeza, por eso sabe que con ser aplastada la cabeza será derrotado su reino sobre la tierra, perderá su prestigio, y todo el mal que él hizo en el Edén por medio de una mujer, será rehecho por otra mujer, y si bien 

la Reina del Cielo lo debilitó, le aplastó la cabeza, y Yo mismo lo até a la cruz, 

y por eso no es más libre de hacer lo que quiere, 

sino sólo a quien desafortunadamente se acerca,  de él hace desgarro; 

mucho más que ve que la voluntad humana no está sujeta a la Divina, y su reino no está formado todavía, teme que otra mujer tenga que terminar de quemarle las sienes para hacer que la condena divina tenga sobre su cabeza aplastada por el pié de la Inmaculada Reina su cumplimiento, porque sabe que cuando Yo hablo mi palabra tiene la virtud comunicativa a otras criaturas.  

Entonces, cuando se aseguró que Aquella a la que él temía era la Virgen Santísima, y no pudiéndola combatir más retomó su giro, está observando y como vigía para ver si otra mujer tiene el encargo de Dios, de hacer conocer la Divina Voluntad para hacerla reinar, y habiéndote visto escribir tanto sobre mi Fiat, 

la sola duda de que esto pudiera ser, ha levantado a todo el infierno contra ti, esta es la causa de todo lo que has sufrido, sirviéndose de hombres malvados, haciéndolos inventar calumnias y cosas que no existen.  Entonces, al verte llorar tanto se ha persuadido que no eres tú quien puede llevarle la ruina que tanto teme para su reino diabólico.  

Esto es lo que corresponde a la Reina del Cielo por parte de la serpiente infernal, 

ahora quiero decirte lo que concierne la parte de las criaturas a favor de Ella.

Hija mía, la Celestial criatura era pobre, sus dotes naturales aparentemente eran comunes, nada de extraordinario aparecía en lo externo; toma por esposo un pobre artesano que gana su pan diario con su modesto trabajo.  Supón que se hubiera sabido por los grandes del mundo, por los doctores y sacerdotes, antes que fuera Madre del Verbo, que Ella era la Madre del futuro Mesías; le habrían hecho una guerra encarnizada, ninguno lo habría creído, habrían dicho:  ‘¿Es posible que no haya habido ni haya mujeres en Israel, que debía ser esta pobre la Madre del Verbo Eterno?  Había una Judith, una Esther y tantas otras’.  Por eso ninguno lo habría creído y habrían puesto dudas y dificultades sin número, si pusieron dudas sobre mi Divina Persona, de no creerme que Yo fuera el Mesías suspirado, y muchos llegan a no creerme todavía que Yo descendí sobre la tierra a pesar de que Yo hice muchos milagros, de inducir a los más incrédulos a creerme, ¡ay! cuando en los corazones entra la dureza, la obstinación, se vuelven incapaces de recibir ningún bien, las verdades, los mismos milagros están para ellos como muertos y sin vida; 

por eso mucho más la Madre Celestial, que nada de milagroso se veía en su exterior.  


Ahora hija mía, escúchame, 


las dudas más serias, las dificultades más graves que han encontrado en tus escritos son propiamente éstas:  

·  ‘Que Yo te he dicho que te llamaba a vivir en el reino de mi Divina Voluntad, dándote la misión especial y única de hacerla conocer, a fin de que como Yo mismo dije en el Pater Noster, y la Santa Iglesia lo dice hasta ahora:  ‘Venga tu reino’.  Esto es, que tu Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra’.  No dice en el Pater que este reino está sobre la tierra, sino dice venga, 

y Yo no habría compuesto una oración si no debiera tener sus efectos.  

Por eso para llegar a esto, ¿no debía elegir a otra mujer, que la serpiente infernal tanto teme, y que él por medio de la primera mujer me arruinó al género humano, y Yo para confundirlo me sirvo de la mujer para rehacerme de su ruina y hacer surgir el bien a todos, bien que él trató de destruir?  


He aquí la necesidad de los preparativos, de las gracias, de mis visitas y comunicaciones.  

Esto ha sonado mal ha quien ha leído, por eso, dudas y dificultades, que no puede ser posible que de tantos otros grandes santos ninguno haya vivido en el reino de mi Voluntad, así que es ella sola que se prefiere a todos; 


y cuando han leído que Yo te ponía junto a la Soberana Reina, 

porque habiendo vivido Ella en el reino de mi Fiat Divino tú pudieras imitarla, queriendo hacer de ti una copia que la semejara, y te ponía en sus manos para que te guiara, te asistiera, te protegiera, para que pudieras imitarla en todo, les ha parecido tan absurdo, y tergiversando siniestramente el sentido, han dicho, como si te hubiera dicho, como si tú fueras otra reina; cuántos desatinos, no he dicho que tú seas como la Celestial Reina, sino que te quiero similar a Ella, como he dicho a tantas otras almas queridas por Mí, que las quería similares a Mí, pero con esto no se volvían Dios como Yo, y además, siendo la Celestial Señora la verdadera Reina del reino de mi Voluntad, es trabajo suyo el ayudar y enseñar a las afortunadas criaturas que quieren entrar a vivir en él.  Con esto hacen ver como si Yo no tuviera poder de elegir a quien quiero y cuando quiero; pero del resto, el tiempo dirá todo, y así como no pueden desconocer que la Virgen de Nazaret es mi Mamá, así no podrán desconocer que te he elegido para el único propósito de hacer conocer mi Voluntad, y que por medio tuyo me serviré para que el, venga tu reino, tenga su cumplimiento.  

Es cierto que las criaturas son instrumento en mis manos y no miro quién sea, sino que miro si mi Divina Voluntad ha decidido obrar por medio de este instrumento, y eso me basta para cumplir mis más altos designios, y de las dudas y dificultades de las criaturas me sirvo a su tiempo para confundirlos y humillarlos, pero no me detengo y sigo adelante en la obra que quiero hacer por medio de la criatura.  Por eso también tú sígueme y no retrocedas.  

Del resto se ve del modo de pensar de ellos que han calculado sólo tu persona, pero no han calculado lo que puede hacer mi Divina Voluntad, y lo que sabe hacer, y cuando decide obrar en una criatura para cumplir sus más grandes designios en medio a las humanas generaciones no se deja dictar leyes por ninguno, ni quién debe ser, ni el tiempo, ni el modo, ni el lugar, sino que en modo absoluto actúa, no toma en cuenta a ciertas mentes cortas que no se saben elevar en el orden divino y sobrenatural, ni inclinar la frente ante las obras incomprensibles de su Creador, 

y mientras quieren razonar con su razón humana, pierden la razón divina y quedan confundidos e incrédulos”.