Durante la Edad Media nos vamos a encontrar con dos grandes formas de pensamiento filosófico, el patrístico y el escolástico.
El pensamiento patrístico debe su nombre a los denominados «padres de la iglesia», un conjunto de pensadores cristianos de finales del Imperio Romano y principios de la Edad Media que construyeron lo que acabó siendo el dogma de la iglesia cristiana. Estos padres de la iglesia comenzaron siendo ocho, cuatro de la iglesia oriental (Atanasio de Alejandría; Basilio el Grande; Gregorio Nacianceno; y Juan Crisóstomo), y cuatro de la iglesia occidental (Ambrosio de Milán; Jerónimo de Estridón; Agustín de Hipona; y Gregorio Magno), pero con el tiempo se les fueron sumando diferentes figuras religiosas por sus grandes aportaciones al dogma de la iglesia, tanto en su versión oriental como en su versión occidental o latina, (50 acabarán formando parte del grupo de padres de la iglesia griega; y 42 de la iglesia latina, aunque a veces se cuenta a Beda el venerable y, en ese caso, son 43).
La Escolástica deberá su nombre a la apertura de las Escuelas por parte de Carlomagno y, con ello, la difusión de la cultura y la llegada del pensamiento de Aristóteles a la Edad Media occidental; pero hoy vamos a hablar de los patrísticos.
Esos padres de la iglesia, como hemos dicho, acaban configurando el núcleo principal de la creencia cristiana y aquello que dicen se convierte en un fundamento elemental del pensamiento cristiano, hasta tal punto que se convierten en autoridades, autoritas en latín, y lo que llamamos filosofía patrística no es más que un comentario continuo a lo que dijeron estas autoridades.
Pero la existencia de las autoritas llevaba en su interior el germen de su destrucción, pues el problema aparece cuando nos encontramos con que lo que dice Tertuliano y lo que dice Agustín no coincide, es más, en algunas ocasiones dicen cosas que son contradictorias entre sí; así que, las autoridades se estaban destruyendo a sí mismas, y eso, junto a la llegada del pensamiento de Aristóteles con los pensadores árabes provocará la caída de la Patrística y el advenimiento de la Escolástica.
El problema de que la filosofía, o un tipo de filosofía, funcione mediante autoridades, es que niega el sustento mismo de la existencia del propio pensamiento racional, pues la autoridad no se discute, por eso precisamente se la considera una autoridad; el pensamiento racional, por lo tanto, se ve encerrado en su jaula de la antigüedad, perdido en el tiempo, los filósofos tenían miedo de hacer aquello que es la base de la filosofía, cuestionárselo todo.
El pensamiento escolástico supuso una apertura de miras, pero pronto cayó en el mismo problema, convertir en autoridad a aquellos pensadores sobre los que se había construido esta segunda etapa, y así, en el siglo XIII, Aristóteles es ya una autoridad; el Aristóteles escolástico se ha convertido en un antiaristotélico, ir en contra de lo que decía Aristóteles era ir en contra de la iglesia, y eso llevaba a muchos problemas.
La película que ya hemos comenzado a conocer y donde podemos ver el funcionamiento del pensamiento racional y su problemática por hacerlo mediante autoridades es El médico.
El médico es una película alemana del año 2013 dirigida por Phillip Stöltz y basada en la novela homónima de Noah Gordon, que cuenta entre sus principales protagonistas con Tom Payne (Rob Cole); Emma Rigby (Rebecca); Stellan Skarsgård (Barbero); Ben Kingsley (Ibn Sïnä/Avicena); Olivier Martinez (Shah Ala ad-Dawla); Elyas M’Barek (Karim); y Fahri Yardim (Davout Houssein).
La película nos cuenta la historia de Robert Cole/Jesi Ben Benjamin, cuya madre muere de «la enfermedad del costado» (apendicitis), una enfermedad sin remedio en el siglo XI en que se desarrollan los hechos, y pasa a trabajar con un cirujano/barbero que ofrece servicios básicos de medicina, con ciertos conocimientos rudimentarios sobre la biología, pero que no puede, ni es capaz, de enfrentarse a la autoridad; no todos tienen el valor y la seguridad en sus conocimientos como para enfrentarse al «poder».
Trabajando con este cirujano entra en contacto con un médico judío, quien le habla de Ibn Sïnä (conocido en el mundo occidental actual como Avicena y cuyo verdadero nombre era Abü 'Alí al-Husayn ibn 'Abd Alläh ibn Sïnä), el mejor médico del mundo.
Rob es un filósofo, tiene el ansia de conocer, se hace preguntas, aunque esas preguntas le enfrenten con la autoridad. Esa es la esencia de la filosofía y del pensamiento racional, de la ciencia, las ganas de conocerlo todo, de cuestionárselo todo; funcionar mediante autoridades, como hace el pensamiento religioso va en contra de la existencia misma de la filosofía y de la ciencia. Rob habla por primera vez de hacer una autopsia, pero la iglesia condenaba tales actos como propios de nigromantes, algo que se castigaba con la hoguera.
Nuestro amigo comprende rápido la diferencia fundamental que mueve a la medicina judía y persa por un lado, y a la cristiana por el otro, y decide viajar a Persia para estudiar con Ibn Sïnä, allí se enfrentará con un brote de la peste al que combate siguiendo los pasos racionales y olvidándose de las autoridades; afectado por el hecho de que la mujer que ama está infectada sigue haciéndose las mismas preguntas, necesita saber cómo es el ser humano por dentro, vuelve a hablar de hacer autopsias y vuelve a enfrentarse al problema de la autoridad, Ibn Sïnä tampoco parece ser capaz de tal enfrentamiento.
Nuestro protagonista asume el papel que en la historia asumieron Galileo, Giordano Bruno, Miquel Servet, o Charles Darwin, por poner algunos ejemplos, el de aquellos que se enfrentan a la autoridad con el valor de la razón y decide realizar la autopsia a un seguidor de Zoroastro, creencia que no mantenía unida el alma y el cuerpo tras la muerte, (personaje en el que se basó Nietzsche para escribir su Así habló Zaratustra).
Sin embargo, si somos verdaderos filósofos, el ansia de conocer es más fuerte que nosotros incluso cuando esa autoridad es reconocida por nosotros mismos, Ibn Sïnä acaba queriendo tener el conocimiento que le ha ofrecido la autopsia a su discípulo; creyéndose ya condenado y con su vida acabada, le pide a Rob que le cuente cómo es el cuerpo, qué ha descubierto.
Pero el problema de la cerrazón racional no era propiedad del cristianismo, en Persia los musulmanes acabarán derrocando al Shah y acabando con las enseñanzas científicas que desarrollaba Avicena; el problema del funcionamiento mediante autoridades es un elemento constitutivo de lo que se denomina filosofía religiosa o pensamiento religioso.
Uno puede vivir junto al mar y no amar a los tiburones.
El médico