Tienes más que una narración de resultados; es el reflejo de lo que hemos vivido juntos en la Comuna 6 - Doce de Octubre. Esto nace de las voces, historias y corazones que se unieron en medio de momentos desafiantes, pero también llenos de solidaridad. A través de nuestras conversaciones, encuentros y juntanzas, fuimos descubriendo una verdad profunda: aquí, en cada rincón del barrio, hay una red invisible de cuidado que nos sostiene a todos.
Lo que comenzó como una investigación sobre el cuidado en el barrio, se transformó en una oportunidad para encontrarnos, reconocernos y valorar lo que hacemos cada día por mantenernos unidos. La pandemia nos puso a prueba, pero también nos mostró que la fuerza de una comunidad no está solo en los gestos grandes, sino en esos detalles cotidianos que muchas veces pasan desapercibidos. El compartir un poco de lo que tenemos, el apoyo en los momentos difíciles, el escuchar al otro cuando lo necesita.
Este recurso es el resultado de todo ese esfuerzo colectivo. Aquí recogemos las experiencias de quienes abrieron sus corazones para hablarnos de su día a día, de cómo se cuidan unos a otros y de cómo, a lo largo de los años, han aprendido que el cuidado no es solo una tarea de las mujeres, sino de todos. A lo largo de estas líneas, descubrirás cómo la comunidad ha ido transformando esas dinámicas, con más hombres involucrándose en las labores del hogar y más familias compartiendo responsabilidades.
Pero lo más valioso es lo que representa: un homenaje al espíritu de la Comuna 6. Estos, nuestros barrios, y a pesar de todo, siguen adelante con una fuerza imparable. Por eso, queremos que este sea un punto de partida para seguir fortaleciendo nuestras redes de cuidado comunitario, para que sigamos cuidándonos, como lo hemos hecho hasta ahora.
Gracias por ser parte de esta historia. Gracias por permitirnos aprender de ustedes. Sigamos juntándonos, sigamos construyendo, sigamos cuidándonos.
Con cariño y gratitud,
El equipo de investigación
Esta cartilla es el resultado de algo muy especial que ocurrió en la Comuna 6 - Doce de Octubre. Todo comenzó con una pregunta sencilla, pero poderosa: ¿quiénes cuidan en el barrio?. Aunque al principio parecía una pregunta simple, nos llevó a descubrir muchas realidades que no se ven a simple vista. Si bien las mujeres, especialmente las mamás y las abuelas, cargan con la mayoría de las tareas de cuidado, encontramos que la comunidad entera está involucrada en una forma de cuidado más grande, lo que llamamos la economía del cuidado comunitario.
La pandemia cambió nuestros planes, y lo que iba a ser una investigación presencial, casa por casa, tuvo que transformarse en encuestas telefónicas. A pesar de los retos, logramos hablar con muchas personas que compartieron sus experiencias. Cuando finalmente pudimos volver a reunirnos, la investigación se extendió aún más. Nos encontramos con 262 personas en la Comuna 6, muchas de ellas en sus casas, y realizamos 77 entrevistas en profundidad, incluidas las que hicimos por teléfono en medio de la contingencia. Además, organizamos 5 grupos focales, donde participaron familias de hasta tres generaciones, lo que permitió un diálogo increíblemente rico sobre cómo ha cambiado el cuidado a lo largo del tiempo.
En cada conversación y encuentro, la comunidad fue mostrándonos que el cuidado va mucho más allá de lo que hacemos dentro de nuestras casas. Descubrimos que hay toda una red de cuidado comunitario que une a las personas del barrio, un tejido invisible que sostiene la vida cotidiana de todos. Durante la pandemia, esas redes se activaron más que nunca. Las personas se cuidaban mutuamente, compartían recursos y se apoyaban en momentos difíciles, demostrando una gran capacidad de adaptación. Además, los datos de la investigación mostraron un incremento notable en la participación de los hombres en las labores del hogar, con más familias compartiendo responsabilidades que antes se consideraban exclusivamente femeninas. Aunque las mujeres siguen asumiendo la mayor parte del cuidado, este cambio refleja que las dinámicas en los hogares están evolucionando.
A lo largo de los talleres que hicimos con líderes comunitarios y juveniles, se destacó la importancia de la juntanza, una palabra que aquí tiene un significado profundo. Juntarse no es solo reunirse, es compartir, trabajar codo a codo para construir algo más grande que uno mismo. Y eso fue lo que vimos: un esfuerzo colectivo para enfrentar las dificultades, mantener viva la memoria del barrio y seguir cuidándose entre todos.
Así que, lo que te traemos en estas páginas no es solo un recuento de lo que investigamos, sino un homenaje a la memoria y al espíritu de la comunidad. Aquí recogemos las voces de todas esas personas que, desde sus casas y en sus barrios, siguen cuidándose mutuamente. Al final, lo que queremos es que esta cartilla inspire a seguir construyendo, juntos, un plan de acción que fortalezca las redes de cuidado comunitario y que siga celebrando esa capacidad que tenemos de juntarnos para el bien de todos.
Este proyecto nació porque algunos líderes sociales se dieron cuenta de que en la comuna había asuntos y tenían preocupaciones que necesitaban ser resueltas entre todos. La idea era reunir a las personas de la comunidad para que hablaran, pensaran juntas y encontraran soluciones a las dificultades del barrio. Con la ayuda de líderes comunitarios, estudiantes y profesionales inspirados por los actos solidarios en la comuna, organizamos talleres donde participaron grupos y vecinos para conversar sobre qué significa cuidar entre todos.
Los resultados de una investigación que se hizo en la comuna fueron el punto de partida. Esos resultados sirvieron para iniciar las actividades, que se hicieron de forma amena, con juegos y dinámicas donde todos podían participar. En este trabajo queremos mostrar lo diverso que es el territorio, especialmente en la comuna 6, y cómo las familias aquí son diferentes unas de otras. Por ejemplo, hay hogares donde vive solo una mamá con sus hijos, familias grandes con abuelos, padres e hijos, casas donde conviven primos y hermanos, o familias formadas de nuevo después de separaciones.
En estos encuentros, los vecinos y las organizaciones compartieron ideas y crearon propuestas para mejorar el barrio y la comuna. Juntos, se identificaron acciones prácticas para que entre todos sigamos cuidando nuestro entorno y fortaleciendo el sentido de comunidad.
*Tipología de las familias en la comuna 6
En la comuna 6, los datos que recogimos muestran que la mayoría de las tareas del hogar y el cuidado de la familia todavía recaen principalmente en las mujeres. Aquí, las abuelas tienen un papel muy importante, pues muchas veces son las que ayudan con el cuidado de los niños. También encontramos algunos hogares donde hombres y mujeres comparten las responsabilidades, lo cual es algo valioso de resaltar.
Aunque estos datos coinciden con lo que dicen las estadísticas oficiales, hay muchas formas de cuidado que no se ven reflejadas en esos números. Estas formas incluyen a diferentes personas de los barrios y experiencias únicas que queremos mostrar en esta cartilla. Aquí exploramos esas maneras de cuidar que son invisibles para las estadísticas, pero fundamentales en el día a día de la comunidad.
*Las responsabilidades del cuidado y oficios en el hogar
Se refiere a todas las actividades que hacemos para buscar el bienestar de las personas que nos rodean, o como decimos comúnmente, “trabajar por un buen vivir”.
Esto incluye el trabajo doméstico no pagado, como cuidar de la casa y las personas, además del cuidado comunitario, que también es un trabajo no remunerado que hacemos entre vecinos para ayudar a nuestra comunidad.
Es el conjunto de acciones que las personas y los grupos de un barrio realizan para atender las necesidades de los demás y fortalecer los lazos entre ellos. Estas acciones incluyen autogestión, es decir, organizarse sin depender de otras entidades, y actividades como intercambiar favores, ayudar en momentos difíciles, o simplemente fortalecer las relaciones entre vecinos. Estas prácticas no solo ayudan a resolver problemas, sino que también crean confianza, unión y paz en las comunidades.
Por ejemplo, las organizaciones comunitarias y los líderes sociales son quienes suelen actuar primero en momentos de crisis. Ellos identifican las necesidades y buscan soluciones rápidas, más efectivas que las que pueden ofrecer quienes no conocen el barrio. Estas redes de apoyo son una base importante para que el Estado u otras instituciones puedan intervenir de manera más eficiente.
Los procesos comunitarios también han servido para visibilizar experiencias de exclusión y violencia que han afectado a muchas personas. Gracias a estas acciones, se ha podido construir una memoria colectiva que incluye murales, rituales, visitas guiadas y materiales escritos o audiovisuales que están disponibles en bibliotecas, centros comunitarios y el Museo de la Memoria. Estas iniciativas muestran la historia de Medellín desde la perspectiva de sus barrios, destacando cómo las comunidades han trabajado juntas para construir la paz, mejorar los barrios y fortalecer los lazos entre las personas.
Por último, muchas organizaciones comunitarias trabajan con padres, madres y familias para apoyar a los jóvenes en la construcción de un proyecto de vida, enseñarles nuevas habilidades y ayudarles a soñar con un futuro mejor. También apoyan a las personas adultas y mayores que tienen pocos recursos o estudios, ayudándolas a aprender oficios, sentirse parte de su comunidad y conocer sus derechos.
Todo esto se hace desde un enfoque que fomenta el diálogo, la participación y maneras pacíficas de vivir.
Para romper el hielo y crear un ambiente de confianza, organizamos una dinámica en dos círculos. Cada persona debía coordinarse con su pareja en un ejercicio de espejo: uno movía las manos de forma rítmica, y el otro debía imitar esos movimientos lo más sincronizado posible. Luego, pasamos a algunos pasos de baile y preguntas que ayudaron a guiar la conversación y a conocernos mejor.
De estas actividades surgieron palabras y frases que fueron muy significativas y que se mencionaron durante todo el taller:
“El convite es como compartir”
“Una señora se alzaba dos bultos de cemento”
“Celebrábamos cuando terminábamos los ranchos”
“Trabajar con el otro, compartir con el otro”
“Juntanza” (esta palabra se relacionó con el “convite”).
“La violencia produjo rupturas, miedos de salir y de compartir”.
En la comunidad, las organizaciones que trabajan por el barrio han tomado caminos diferentes:
Algunas tienen una tradición muy fuerte y todavía mantienen un enfoque político y comunitario. Estas organizaciones siguen impulsando acciones sociales en el barrio y en toda la ciudad, basándose en la colaboración diaria.
Otras, aunque tienen historia y reconocimiento, han perdido fuerza con el tiempo y ya no acompañan a las comunidades como antes.
También hay organizaciones que se enfocaron más en buscar recursos económicos para proyectos individuales, dejando de lado los procesos colectivos y comunitarios.
Por estas diferencias, las organizaciones de base más tradicionales, que comparten principios y formas de trabajo, han estado buscando maneras de unirse y crear estrategias conjuntas para no desaparecer y seguir trabajando en favor del barrio y la comunidad.
Este ejercicio nació de los saberes y experiencias de los participantes, quienes trajeron consigo sus propias historias y recuerdos. Todo comenzó con pequeños relatos y anécdotas alrededor de la palabra “convite”, un término profundamente resignificado en los barrios. Para muchos, esta palabra fue el puente que los conectó con sus vivencias más significativas.
La metodología del taller fue sencilla pero poderosa: mientras cada participante compartía sus historias, se iba tejiendo un entramado simbólico con hilos de lana. Este acto representaba la unión y la construcción de memoria colectiva, uniendo palabra y acción. Cada persona tejió de manera libre y espontánea, creando formas únicas y asimétricas que, como sus historias, tenían un significado profundo para cada uno.
El ejercicio incluyó la construcción de una línea de tiempo cartográfica. Por décadas, los participantes plasmaron los momentos y acciones que los han mantenido organizados, unidos y protegidos. Este proceso permitió sacar a la luz recuerdos importantes, como:
El apoyo mutuo para construir el barrio, las casas y las canchas.
Las comitivas colectivas y las celebraciones organizadas para fortalecer la unión.
La planificación detallada para tareas como levantar muros, vaciar planchas o pavimentar calles.
Lo más interesante fue descubrir cómo estas acciones, que desde afuera podrían parecer improvisadas, en realidad eran procesos estructurados y bien organizados. Aunque no había muchas jerarquías, cada tarea estaba claramente definida: cuántas personas eran necesarias para una labor específica, quién cocinaba, dónde se realizaba la reunión y cómo se distribuían las responsabilidades en las festividades.
Este ejercicio no solo permitió recordar el pasado, sino también valorar la capacidad colectiva de construir, organizar y transformar el barrio. Los relatos revelaron cómo las actividades comunitarias iban más allá del trabajo físico; eran actos de unión, resistencia y pertenencia.
El convite no solo era un método para construir muros, casas o calles. Era, y sigue siendo, una forma de construir comunidad, de tejer vínculos que fortalecen la identidad colectiva y de preservar una memoria que es esencial para las generaciones actuales y futuras.
Cada reunión era una verdadera fiesta, casi como un carnaval, donde la alegría y la unión se convertían en motivos para seguir celebrando. Navidades, días del niño, cumpleaños y otras fechas especiales eran momentos que alimentaban la vida comunitaria y fortalecían los lazos entre los vecinos. Sin embargo, entre las risas y los relatos, también surgieron memorias dolorosas que evidenciaron rupturas sociales que marcaron la historia de la comunidad.
Durante el taller, los participantes tuvieron la oportunidad de plasmar estos recuerdos en un gran cartel que representaba una línea de tiempo cartográfica. Con dibujos y frases significativas, llenaron cada década con vivencias que reflejaban el convite, el cuidado y la organización comunitaria.
Aunque los recuerdos individuales eran poderosos, el verdadero valor del taller radicó en el acto colectivo de recordar. Mientras uno narraba una historia, otro la complementaba, y entre todos tejían una memoria oral compartida. Este proceso, más allá de los materiales físicos, representó un tejido simbólico: un recordatorio de que la historia del barrio es una construcción colectiva, hecha de retazos de experiencias, resiliencia y solidaridad.
A pesar de las dificultades, lo que destacó en los relatos fue cómo el convite siguió siendo un símbolo de resistencia. Las fiestas, las reuniones y el trabajo conjunto no solo construían espacios físicos, sino también una comunidad que aprendía a sanar, recordar y fortalecerse frente a los desafíos.
El cuidado de la tierra y de las plantas
Economía circular y economía popular: el bazar comunitario
El cuidado del cuerpo
Alimentación sana y soberanía alimentaria
Patrimonio cultural: bailes, música
Convites y sancocho comunitario
En el taller se destacó la participación masiva de mujeres. Ellas no solo lideraron la creación del barrio en sus inicios, sino que también son las principales responsables de sostener los procesos sociales, culturales y ambientales en la actualidad. A pesar de estar cargadas de muchas tareas de cuidado en sus hogares, reconocen la importancia de su aporte individual al bienestar colectivo.
Algo muy especial que notamos es que este liderazgo y compromiso suelen pasar de generación en generación. En muchas familias, los hijos y los nietos continúan el legado de sus mayores, dándole identidad y continuidad a los procesos comunitarios.
Sin embargo, el cuidado comunitario no es exclusivo de las mujeres. Hay una gran diversidad de personas que se involucran en este trabajo, incluyendo hombres, jóvenes y vecinos que no siempre se identifican como "cuidadores" en el sentido tradicional. A través de las actividades del taller, surgieron diferentes formas de entender y valorar el trabajo comunitario.
Los relatos de líderes sociales y juveniles mostraron que su labor tiene múltiples facetas: son consejeros, protectores, colaboradores, cuidadores, intermediarios y referentes para otros en la comunidad. Aunque algunos no ven su participación como una forma de cuidado, su involucramiento tiene un impacto directo en la convivencia y en el fortalecimiento de la comuna.
En lo que sigue, escucharemos las palabras de estas personas: mujeres, hombres, jóvenes, adultos y mayores, cuyas experiencias nos muestran la riqueza del cuidado comunitario:
"El liderazgo que llevo, yo siempre he trabajado con mi hermana hemos hecho de todo por el barrio, hemos participado en Solidaridad por Colombia hace más de 20 años, hemos trabajado como anónimas porque no han sido muy visibles ante la alcaldía o personas gubernamentales no, pero en el trabajo que nosotros hemos hecho si es muy notorio con la comunidad, con la comunidad si tenemos un reconocimiento como tal. Cuando uno no tiene los recursos pues lo hace empíricamente".
"Siento que la gente me ve como con admiración porque no me importa si me van a pagar o no, pero allá voy a estar ayudando al otro, sin importar nada a cambio, o sea no me importa si me van a dar dinero, o sea no pongo eso como base, no importa. Sabe lo que es que me importa a mí o sea lo que más me gratifica como al momento de ayudar a alguien? el gracias, o esa acogida que le dan a los personas cuando uno llega, por ejemplo uno ayudó a una comunidad y que después vuelves al tiempo y te acogen con un amor con unas ganas de verte, con una felicidad y te agradecen por todo, yo digo que ese es el mejor pago que siempre uno recibe".
"Uno se convierte en un referente, incluso se fortalece mucho la confianza con los padres de familia de los niños. Hoy en día los padres nos dan esa confianza de que sus niños vayan y se reúnan con nosotros, reciben estas clases y luego regresan a las casas y más en horas de la noche. Es muy importante para nosotros eso que la comunidad nos vea como referentes y construimos y aportamos positivamente al tejido social".
"Yo hago parte de este colectivo hace desde febrero, yo no sabía que estaba en el barrio y es un proceso muy bonito porque son jóvenes que no necesariamente estudiaron teatro, son jóvenes que se juntaron, empezaron hace dos años que se juntaron en la calle en algún espacio público con ese interés de reunirse y hacer teatro, entonces este grupo digamos, su cohesión y su digamos capital, no es un capital económico sino un capital humano. La gente en el barrio tenía muy buena aceptación, iba mucha gente a ver las obras de teatro porque además es algo pues nuevo, no es que uno quiere ir a ver teatro tiene que ir al centro, ¿cierto? Había una propuesta teatral en el barrio y era muy bien aceptada por la gente y así se iba sosteniendo el lugar".
"Ahorita vivo en el barrio y venimos realizando algunos procesos también con los compañeros de trabajo social sobre todo en terminos de trabajo de barrio, porque sabemos que es bien importante aqui digamos que la gente que se preocupa poco por lo social tiende a veces a pensarse una estructura o niveles de trabajo intermedios hacia arriba. Y se olvida mucho del trabajo de barrio, del trabajo de la organización de la gente, de la formación de la gente, de reunir la gente, entonces digamos la apuesta es un poco como desde ahí. En eso vengo, si".
Vamos a ver qué decisión, con respecto a lo que el piense juntamos las otras ideas y tomamos una decisión entre todos, ahí es donde se ve pues como el buscar la opinión del otro no solamente de mí mismo sino buscar la opinión de otro y entre todos hacer una construcción colectiva.
Para mi ser líder es un reto, uno debe de estar del lado del que es justo y no del lado del que los demás te digan, creo que lo he afrontado con mucha madurez y que ahora en este momento veo frutos porque digamos "ah no es que antes, yo no era nadie", pero ahora uno hace alguna cosa y bueno vamos a llamar a *Juan para que nos ayude porque mi palabra vale, porque tengo ideas, porque puedo aprender de ellos y ellos de mí.
Me parece que está en el ser de cómo tú le llegues a las personas, independiente del trabajo comunitario que tu hagas. Entonces es a pesar de que tú tengas una dificultad tu siempre muestra la mejor parte de ti la mejor cara de ti y con eso le llegas a las personas.
A mí me metieron por un relleno y ese relleno se encargó de cambiarle la imagen al barrio porque el barrio no cambiaba, yo puse gimnasio al aire libre, puse juegos de mesa al aire libre, y mejoré un tramo de las vías. Me llena de satisfacción y orgullo el trabajo que he hecho en la comunidad.
Yo me siento como muy gratificante al momento de compartir con las comunidades.
Una de las cosas que me motivó a estudiar este pregrado fue precisamente cómo mejorar mis capacidades para seguir aportando a lo social y lo cultural a mi territorio con la comunidad.
Hace quince años que estoy trabajando con bienestar familiar. Me siento feliz en este trabajo, me encanta mi trabajo, eso es muy chévere porque las mujeres sienten como ese acompañamiento de todos esos dos primeros añitos de crianza, dándole pues como unas buenas guías a las mamás. Me encanta como todo este proceso, amo mi trabajo de verdad.
Fue muy ameno volver a tener este contacto con los niños y las niños y sobre todo en mi barrio que era como un barrio tan carente de como relaciones familiares amables, de relaciones familiares positivas, porque pues las familias allí son madres muy jóvenes, como niños que necesitan tanto de una persona que los escuche, que comparta. Entonces bueno lo pude lograr y vivo muy feliz en mi trabajo, tengo muy buen contacto con mis familias, les oriento mucho, estas actividades son como un oriente, como un horizonte.
Gracias a todos estos procesos sociales, la vida me brindó otra perspectiva, y ahí cambié la manera de pensar y sentí que habían otras maneras de expresarme sin necesidad de adoptar estos hábitos de violencia.
La lógica de todos los procesos es mostrarle a los niños y a las niñas y a los jóvenes que participan de que hay otras maneras de asumir la vida responsablemente, desde el arte, desde la cultura y que esto construye comunidad de que le aporte a su territorio y a sus vidas.
Lideré la formación de un grupo juvenil acá en la comuna. Lo que yo tenía que hacer era como el propósito principal era que ellos abrieran los ojos al mundo. Hicimos talleres de reconocimiento del territorio, es como eso a mi me parece muy vital entender, primero conocer el territorio.
De hace 5 años ahora yo siento que ciertas cosas han cambiado entonces yo logro ver también se logran ver muchas niñas que tienen inquietudes de vida distintas. Yo creo que la participación ciudadana ha aumentado. Yo siento que hay más colectivos culturales, hay más colectivos también políticos, hay también otras concepciones dentro del aula de clase, que hace que hayan como unas concepciones distintas en cuanto a cómo debería ser la vida.
Yo participé desde muy niño donde hay procesos de barrio social, procesos culturales aquí en la comuna 6 y todos estos procesos nacen también como con ese objetivo de permitir que quienes participan de esto de alguna manera tengan mejores condiciones de vida digna. Eso hace que se arraigue mucho al territorio, a las dinámicas y a seguir trabajando por nuestra ciudad de alguna manera y desde nuestras capacidades.
Los sectores de la parte alta de la comuna carecen de espacios para la formación cultural. Una de las apuestas de nosotros aquí en el territorio y es nunca abandonar el territorio porque aquí es donde nos necesitan, donde las personas puedan formarse y tener otras maneras de expresarse y obtener un estatus.
Yo pienso que conocer el territorio es saber los lugares, es saberse la historia de qué pasó en ese lugar, por qué es importante. Creo que conocer el territorio es también compartir, haber compartido con las comunidades de esos lugares.
He participado desde hace mucho rato también de inicios del barrio Doce de Octubre también en temas sociales. Por ejemplo inicialmente habían problemas de transporte, entonces participábamos en comité de transporte para mejorar ese tema, cercano digamos también a acciones comunales y a procesos sociales con otras organizaciones. Esto de lo social ha sido como parte de mi vida.
Los relatos que escuchamos hacen visibles un tipo de trabajo que no es pagado, pero que tiene un impacto enorme en el bienestar de las comunidades. Este trabajo, realizado por muchas personas de los barrios, está profundamente conectado con las relaciones de vecindad y solidaridad que se han construido a lo largo de los años. Nos muestra cómo cada persona depende de su comunidad, y a la vez, cómo la comunidad depende de las personas.
Este trabajo comunitario se basa en tres pilares fundamentales:
La confianza, que une a los vecinos.
El conocimiento del barrio, que permite entender sus necesidades.
La empatía, que impulsa a actuar en beneficio de los demás.
Además de incluir tareas prácticas, este trabajo también tiene un componente emocional. Cada persona que participa lo hace con una motivación personal, pero siempre guiada por metas colectivas y por un sentido de solidaridad. Al hacerlo, no solo cuidan de la comunidad, sino que también disfrutan de actividades sociales y culturales que les permiten encontrar un lugar y un reconocimiento en el barrio.
Para muchos, este trabajo es más que una tarea: es una vocación. Es su manera de servir a los demás, protegerse entre ellos y asegurar un futuro mejor para sus familias y para las próximas generaciones. En muchos casos, esto ofrece un sentido de vida que no se encuentra en trabajos precarios o explotadores. Es una respuesta a modelos individualistas y capitalistas que no siempre valoran la vida comunitaria.
Este tipo de procesos no solo ayuda a mejorar los barrios, sino que también construye convivencia y paz. Permite que mujeres, hombres y jóvenes asuman nuevos roles de cuidado y sean respetados por su aporte, tanto fuera del hogar como más allá de los espacios laborales o políticos.
A través de estas acciones, quienes participan se convierten en ejemplos a seguir para niños y jóvenes. Sus esfuerzos llenan el vacío que deja la limitada presencia del Estado, que muchas veces no logra garantizar seguridad ni servicios adecuados en los barrios.
Por eso, es fundamental que se reconozca el trabajo de las organizaciones comunitarias de base. Estas han sido clave en la construcción de paz, convivencia y desarrollo en las comunidades. Escuchar las voces de las personas que viven y trabajan en los sectores populares es el primer paso para enfrentar los retos de la inseguridad urbana y para garantizar un futuro más justo y solidario.
Después de años de trabajo, lucha y defensa en el territorio, las organizaciones comunitarias y los líderes sociales han construido su legitimidad en el barrio. Por eso, tienen el derecho de conservar la soberanía y autonomía sobre los espacios que han ayudado a formar.
Frente a los modelos económicos y de desarrollo que solo buscan extraer recursos sin pensar en las comunidades, se hace urgente promover la construcción colectiva. Esto significa unir esfuerzos entre las organizaciones y personas del barrio, sin importar si son niños, jóvenes, mujeres, hombres o adultos mayores, ni su lugar de origen. Solo así se puede seguir avanzando hacia un desarrollo que garantice el buen vivir de quienes habitan estos territorios.
La llegada de turistas, tanto colombianos como extranjeros, debe beneficiar directamente a las personas que viven en la comuna. Es crucial garantizar que las ganancias y los beneficios del turismo se queden en manos de los propios habitantes. Esto implica fomentar formas de interacción más armoniosas y respetuosas, que eviten problemas que ya se han visto en otros sectores de la ciudad, como la gentrificación y la explotación sexual.
La gentrificación, según la ONU (2022), es el proceso mediante el cual los barrios populares se transforman en espacios que benefician a las clases medias y altas, dejando de lado a los habitantes originales. Esto ocurre cuando las renovaciones urbanas atraen personas con mayores recursos económicos, desplazando a las comunidades que han vivido ahí por generaciones. Estos desarraigos afectan profundamente el tejido social y la memoria colectiva.
El cuidado comunitario se convierte en un acto de resistencia frente a estos cambios. A través de acciones colectivas y solidarias, las comunidades defienden sus espacios y su forma de vida. Este cuidado no es solo un trabajo social; es también un acto político que enfrenta los impactos negativos de la renovación urbana y protege la identidad del territorio.
Además, es necesario valorar y reconocer el conocimiento y las prácticas de cuidado que las comunidades han desarrollado a lo largo de los años. Estas prácticas son fundamentales para preservar el equilibrio entre desarrollo económico y bienestar social.
El cuidado comunitario también guarda una estrecha relación con la memoria colectiva. A través de tradiciones como el convite, las historias compartidas y la resignificación de prácticas cotidianas, los habitantes del barrio mantienen vivos los recuerdos y las raíces de su comunidad.
En este contexto, la palabra “juntanza” toma un significado especial: representa el acto de apoyarse mutuamente, de resistir juntos, de cuidar no solo de las personas, sino también de los espacios que tienen un profundo valor simbólico para la memoria colectiva.
Así, el cuidado comunitario no solo garantiza el bienestar del presente, sino que también construye un futuro basado en la solidaridad, la resistencia y el respeto por el legado de quienes han luchado por el barrio desde sus inicios.
Esta cartilla es el resultado de un proceso de investigación y aprendizaje compartido que creció desde y para la comunidad. Bajo el nombre "Metodologías lúdicas para el cuidado comunitario", este proyecto fue posible gracias al compromiso y la participación de muchas manos y corazones en la Comuna 6.
El trabajo fue liderado por Sophie Legros, investigadora doctoral en el Departamento de Estudios del Desarrollo de la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres (LSE); Viviana Carmona Agudelo, socióloga, magíster en Educación y Derechos Humanos, apasionada por el trabajo comunitario; y Ledys Muñoz, estudiante de Ciencia Política en la Universidad Nacional. Esta iniciativa fue financiada por el Fondo de Intercambio de Conocimiento e Impacto de la LSE (KEI PhD Fund) y hace parte de la investigación doctoral "Cambios, continuidades y normas sociales: explorando la división del trabajo en el hogar en Medellín", apoyada por la LSE.
Este proyecto no habría sido posible sin la energía y el apoyo incondicional de los líderes y organizaciones comunitarias, quienes hicieron de cada taller, actividad y hasta del sancocho comunitario, una experiencia de aprendizaje y encuentro. Un agradecimiento especial a Picacho con Futuro, Mujeres con Futuro, la Comparsa Luna Sol y TallerArte, por sumar su creatividad, esfuerzo y compromiso para que esta investigación fuera, sobre todo, un reflejo de lo que somos cuando nos juntamos.
Aquí encuentras la versión digital de nuestra cartilla:
 Web - Valorar, visibilizar.pdf
Web - Valorar, visibilizar.pdf